Los personajes no me pertenecen,
SANGRE DE MI SANGRE
Capitulo I
Término de pasear al bebé y lentamente lo depositó en su cuna. Lo tapo con sumo cariño y le acarició con suavidad la pequeña cabecita cubierta de una cabellera dorada heredara de su difunta madre.
Madre recientemente fallecida, hemos de aclarar.
Le había dicho muchas veces, a su esposa, que no entrara a su despacho en el último piso de la casa si él no estaba en este. Ella había desacatado su orden, había entrado a su despacho y encontrado sus trofeos…
Ahora descansaba con la toalla enroscada en el cuello a unos metros de la habitación donde dormían plácidamente sus gemelos.
Ella había descubierto su secreto y llamado a la policía, por miedo a lo que él pudiera hacer había aparentado que nada pasaba… Como si él no pudiera leerle como a un libro, sabía que había hecho desde el momento en que bajo la escalera y sonreía como si nada pasara.
El ruido de la puerta siendo abierta violentamente no se hizo esperar, primero habían sido las luces centelleantes de azul y blanco. Luego los golpes en la puerta y por último el ruido de está siendo arrancada de cuajo. El llanto del bebé los guió hacia la habitación al final del pasillo del segundo piso.
-Despertaron a Kanon, para evitar esto había dejado la puerta sin llave… Quería que los niños estuvieran dormidos. -Informó el hombre, mientras le daba el biberón al bebé. - ¿Acaso no les enseñaron a no hacer ruido cuando los niños duermen? -Preguntó sereno.
-Deje a ese niño en la cuna -Ordenó uno de los policías, mientras le apuntaban con el arma.- Depositarlo en el cambiador.
-Si tuviera intención de lastimar a mis propios hijos, créame, lo hubiera hecho cuando mate a la idiota de mi esposa. -Observó al bebé, este ya casi acaba su comida- Si no le es molestia, prefiero esperar a que llegada de la persona que se hará cargo de mis hijos…
-Doctor Gemini, usted está sospechado del asesinato de siete mujeres…
-Ocho, mi esposa está muerta en el baño. -Corrigió el hombre con absoluta calma, sentado en un sillón entre ambas cunas. -Y no me cuesta nada admitir que mate a las otras siete, es claro que fui yo. -Se levantó del sillón y depósito la mamadera en la mesa de luz cercana a ambas. Metió con sumo cuidado a su hijo en la cuna, tapándolo con el mismo cariño que solo 10 minutos atrás había tapado a su gemelo.
Hospital Psiquiátrico, 15 meses después.
Inimputable.
Esa fue la sentencia de los psiquiatras, la sentencia que se le dio a otro hombre que ostentaba el mismo título académico. Las querellas objetaron por esto, dado que acusaban al hombre de alterar sus propios test para quedar sentenciado a residir el resto de su vida en un hospital psiquiátrico.
Los médicos ya habían hablado y por más que el juez hubiera deseado ver a ese sujeto, que parecía tan indiferente ante sus crímenes, residir el resto de sus días en una cárcel tuvo que aceptar la sentencia médica y enviar al culpable de ocho asesinatos a un hospital psiquiátrico.
Abrió el sobre, bien sabía él que los vigilantes y médicos a cargo de su "tratamiento" habían revisado el contenido primero. Lo único que había era una fotografía, dos bebés rubios y de ojos verde jade observaban desde una manta a quien fuera que tomara la fotografía. Detrás de esta, solo había escrito dos palabras.
Un año.
Se recostó en la cama y observo la imagen de los dos bebés, su hermano gemelo (tutor de ambos niños) había tenido la consideración de mandarle una foto de los niños… Sabía que la foto no correspondía al día de cumpleaños de ambos, eso había sido hace ya cuatro meses. Por lo menos, el idiota había tenido la consideración de enviarle una foto de sus pequeños hijos aunque esta llegase muy tarde.
Su hermano había aparecido a las tres semanas de ser arrestado, había sido difícil localizarlo dado que se hallaba escalando el Kilimanjaro junto a otro grupo de vulcanólogos. Por lo que tenía entendido, una vez se comprobó que no era un psicópata y posible asesino de niños le dieron la tutela de ambas criaturas.
Luego solo fue cuestión de tiempo para que desapareciera con ambas criaturas, de no ser por esa fotografía creería que su hermano ya no tenía intención de mantener algún contacto con él.
Luego de eso, todos los años, solo unos días después del cumpleaños de los gemelos recibía una carta con el mismo contenido. Solo variando el número que estaba antes del "año".
-Buenas tardes señor Gemini. -Saludo el psiquiatra a cargo del piso en que se hallaba, el "paciente" ya llevaba 15 años hospedado en la misma habitación- Veo que ha mejorado su técnica -Informó al ver los dibujos que representaban a los mismo niños una y otra vez.
-Todo es cuestión de practica. -Admitió como si nada.- ¿A que ha venido?
-Pues… venía a hablar sobre los dibujos.
-No tengo ninguna obsesión malsana hacia mis hijos -Informó el hombre, mientras seguía mirando el techo distraídamente. Con las paredes empapeladas con los retratos de sus hijos que él mismo hacía. Iba solo al taller de arte para mejorar su técnica. -Es solo que los extraño y una foto de ellos, una vez al año, no me parece suficiente… me gustaría verlos… aunque sea de lejos o leer una carta escrita por su puño y letra.
-Ya veo… -El médico anotó lo que el convicto decía, porque para él ese sujeto no era otra cosa más que un convicto disfrazado de loco. No importaba el diagnóstico de esquizofrenia y el identidad disociativa que según los estudios médicos tenía (aunque en lo personal, dudaba un poco de la existencia de este último). Para él ese sujeto de apariencia inofensiva era un asesino confeso de mujeres.
-¿Puede arreglar aunque sea una llamada con ellos?
-Veré que puedo hacer señor Gemini. -Informó el hombre en tono seco- aunque me costara mucho lograrlo.
-¿Por qué?
-El único contacto que se mantiene con su hermano es por la carta que le envía una vez al año -Informó, disfrutando internamente lo que estaba diciendo- y nunca tienen la misma dirección… Aun recuerdo la que envió desde Mozambique según recuerdo… hace dos años.
-La última provenía de las Filipinas -Informó el hombre distraído- mi hermano es un hombre que viaja mucho...
-Dudo mucho que podamos contactar con su hermano, pero lo intentaremos.
-Doctor, yo también soy psiquiatra -El hombre se sentó y le dedicó una sonrisa de dudosas intenciones- Y ambos sabemos que está mintiendo con lo que dice, si por usted fuera… me dejaría morir de hambre en la celda más mugrienta que pueda hallar.
Santorini, Grecia. Varios meses después.
-No hagan ninguna locura -Dijo el hombre mientras se ponía el equipo- Que se queden solos, no quiere decir que pueden hacer de las suyas.
-Papá -Protestó uno de los jóvenes rubios.
-Si tanto nos quieres vigilar, déjanos bajar a revisar la caldera contigo. -El hombre le miró de reojo, no iba a dejar a sus hijos bajar con él a inspeccionar la caldera sumergida del Santorini- Está bien… luego no te quejes.
-Baja, Defteros, yo los miro. -Informó su compañero de estudio- A lo sumo le doy unas cervezas para que se terminen echando una siesta.
-Manigoldo -Le miró de reojo- Si te quedas, revisa el equipo de buceo… Y deja de mal influenciar a mis hijos. -Gruñe- Luego los llevó a bucear a la ribera ¿Les parece?
-Si, por mi parte me parece un buen trato. -Admitió uno de los chicos al fin.
Casa.
-Yo cocino.
-Mejor deja que cocine yo, la otra vez te pasaste con la sal.
-Papá.
-Kanon, deja que cocine tu hermano -Saga sonrió satisfecho y se fue a la cocina- Supervisa que no se pase con la sal, el otro día compitió con la salinidad del mar… -Le susurro, el chico asintió y se fue también a la cocina.
Dos días después.
-Fotocopias de actas de nacimiento… ¿Donde guardará papá nuestras actas? -El menor comenzó a retirar las carpetas de su padre y revisarlas. Luego de un rato dejó salir un suspiro. Su padre no tenía en ese lugar sus actas de nacimiento, observó el pequeño jardín de invierno que se hallaba en el centro de la casa… Su padre tenía acceso a este desde una puerta en su estudio. En este pequeño jardín había un arroyo artificial lleno de peces y algunos pájaros cantores que hacían que despertara si o si en las mañanas.
Aunque esto no era lo único que había, escondida bajo la única banca del lugar había una pequeña compuerta y debajo de esta la caja fuerte. Hasta donde sabía, sus pasaportes estaban ahí, supuso que ahí también estaban sus actas de nacimiento.
Cuando entro a su casa, le llamó la atención el absoluto silencio. Normalmente escuchaba discusiones de los muchachos por algún partido en la consola o música a todo lo que da el equipo. El hecho que hubiera tanto silencio, siempre fue un mal augurio. Cuando eran niños, siempre eran de temer cuando había mucho silencio: era señal de que alguna se estaban mandando.
Al pasar por la sala los encontró a los dos sentados en el sillón de dos cuerpos.
-Chicos. -Preocupado rodeo el sillón y sus ojos aterrados vieron lo que descansaba sobre la mesa de té. El maldito folder azul, estaba ahí diciendo a gritos que sus pequeños sobrinos, dado que eso eran realmente, habían descubierto la verdad.
-¿Por qué no nos dijiste la verdad? -Preguntó al fin Saga, luego de un torturante silencio que le supo amargo para el mayor.- Tío Defteros.
Continuara
