- Ah, que hermoso día. - Dijo la Agente 4 observando el ancho cielo color zafiro. - Vamos a combatir un rato.
Fue directo a la torre pulpo, emocionada por una nueva jornada de excitantes combates, cuando fue detenida por el árbitro.
- ¡Miau! Buenos días Susy.
- Buenos días, Justy.
- ¿A dónde vas?
- Y a combatir.
- Miau. No, no, eso no va a poder ser.
- ¿Qué? ¿Por qué no?
- Mantenimiento del servidor, los mapas están cerrados hasta que terminen.
- ¡¿Qué?! ¡Pero si la conexión inestable va a aparecer igual!
- ¡Miau! Puedes quejarte todo lo que quieras, pero no vas a entrar.
Refunfuñó ante la inflexibilidad del felino y se retiró molesta. Sin nada mejor que hacer, decidió ir a un café y allí permanecía, sentada ante un Expresso, con clara señal de aburrimiento. De pronto, percibió una diferencia en la luminosidad, una sombra le eclipsaba la luz del sol. Giró la cabeza y se encontró con una vieja conocida.
- Susy, ¿Cómo estamos? Hace tiempo que no nos vemos – Le dijo con aquel aire despreocupado y jovial que le caracterizaba. Nada, en todos estos meses sin verse, ella no había cambiado en nada, con aquella sonrisa desvergonzada y una mirada picara. Sin pedir permiso, sin disculparse, como si el mundo fuera suyo (y dada su posición social, quizás así fuera), se sentó frente a ella y con ojos altivos le dijo:
- ¿Y cómo has estado?
- ¿Qué quieres, Romy? – Le contestó secamente.
- Eh, ¿Por qué esa actitud tan fría? Solo he venido a ver a mi buena amiga, Susy, que hace tanto que no la veo.
- No somos amigas, Romy.
- ¿No? Pero para mí lo eres. Después de todo, ¿Qué otra cosa podría ser sino tu amiga? Si conozco tu secreto, aquello que hiciste sin dudar, aquello que, si los del Escuadrón Branquias se enteraran, se volverían contra ti y, sin embargo, guardo silencio, no he contado nada a nadie, como haría una verdadera amiga.
La Agente 4 desvió la mirada, avergonzada y con vos entrecortada susurró:
- U-ustedes me obligaron a hacerlo.
- ¿Nosotros? Ah no, Susy, vos desenfundaste tus rociadores por propia voluntad, podrías haberte retirado y nosotros no te habríamos hecho nada… además, ahora te haces la ofendida, pero el dinero lo aceptaste sin dudar.
- ¡¿Me vas a seguir atosigando?!
Romy pareció sorprenderse ante la reacción violenta de la Agente 4, quien parecía hacer esfuerzos sobrehumanos para no llorar. Su sorpresa no duró demasiado y acto seguido le tomó de las manos.
- Ya, ya, tranquila, no llores. ¿Si? Yo te entiendo, la primera vez es la más difícil. Yo lo sé, a mí me pasó, pero con el tiempo aprenderás a vivir con eso. No estás sola, aquí estoy yo, aquí estamos todos. Cuando necesites hablar, de lo que sea, cuando necesites confesar tus pecados, nosotros estaremos, y cuando los del Escuadrón Branquias te den la espalda, y lo harán, nosotros no lo haremos. Porque nosotros cuidamos los unos de los otros, no abandonamos a los nuestros, porque un lazo más espeso que la tinta nos une, porque nosotros somos… LA FAMILIA.
Esto pareció consolar a la Agente 4. Durante todos estos meses desde aquella noche fatal en el Barrio Congrio, habíase sentido desamparada, angustiada, sola. Sentía que no podía hablar con nadie, que todos la iban a juzgar (no sin motivos, se decía a si misma) y abandonar (no sin motivos, nuevamente) y allí aparecía aquella inkling, tan mayor a ella, con tanta seguridad en su voz, tanto magnetismo, que le decía que no debía preocuparse, que ella, La Familia entera, le pondrían bajo su ala protectora y le darían la contención que parecía no encontrar en ningún lado.
Y sin embargo… ¿Podía confiar? Sabía plenamente que, de seguir con ellos, se aseguraba su propia perdición, ¿Pero qué opción tenía? La soledad la carcomía, ¿a quién podría recurrir? ¿En quién podría confiar, sino en ellos? ¿La Agente 3? Ni pensarlo, su sentido del deber estaba por encima de todo compañerismo. ¿La jefecita? ¿Y si le confesase sus culpas a la jefecita? Quizá ella comprendería, más no aprobaría, y le brindaría la guía y contención necesarias para salir de ese embrollo, mientras que La Familia, seguramente, solo le enredarían más y más en su telaraña.
Pero entonces un pensamiento la sobresaltó, imaginó a la jefecita, con aquella mirada decaída que le caracterizaba, meneando la cabeza, para luego darle la espalda y fríamente decirle "Estoy muy decepcionada, Agente 4, nunca esperé algo así de ti. Quedas expulsada del Escuadrón Branquias, vete y no regreses" y por supuesto que no regresaría, pues la Agente 3 estaría detrás de ella para colocarle unas esposas y encerrarla en donde nunca más podría escapar.
No, no había escapatoria, solo le quedaba un camino por tomar si, al menos, quería evitar sumergirse de lleno en la locura que sigue a la culpa. Miró con aire melancólico a Romy y le preguntó:
- ¿La Familia estará allí para mí?
- Si tú estás para ella, La Familia estará para ti.
- ¿Y qué necesita La Familia de mí?
- Vente al Spa Cala Bacalao, mañana a las ocho de la noche y pregunta por mí.
- Así será, Romy.
- Lo sé… Ahora debo irme. Adiós Susy.
- Adiós, Romy…
CONTINUARÁ...
