Capítulo 1 - Vuela lejos y vuela alto.
Cuando el doctor John Watson se sentó frente a su computadora a escribir sobre su última aventura con el detective Sherlock Holmes, por primera vez en su vida, simplemente quedó en blanco.
Demasiadas cosas habían pasado y demasiadas cosas habían cambiado…
Había alguien quien era la razón de todo este remolino de cosas. Había sido el causante de todo y de tan solo imaginar la suerte que habían tenido con Sherlock de salir vivos de este caso, se sentía infinitamente agradecido.
Habían cenado con el diablo.
Hannibal Lecter los tuvo en su mesa.
Literalmente.
- No quiero ir. - Fue toda la respuesta que se escuchó de Sherlock Holmes cuando Lestrade le habló del caso.
- ¿Por qué no? No entiendo esta ridícula actitud tuya. Jack Crawford es un viejo amigo mío y me pidió por favor que fueras, pensé que te interesaría el caso. Gente mutilada, muchos asesinatos, es simplemente ideal para ti. John por favor haz algo, solo…solo convéncelo ¿quieres? No puedo quedar mal frente a la policía americana, mi reputación está en juego. - Sentenció el inspector poniendo cara de pena.
John contempló al detective que mantenía los ojos cerrados y las palmas juntas en actitud meditabunda, mientras el sol se reflejaba en su cabello crespo. Estaba delgado y algo ojeroso. Luego de su exilio de 4 minutos Sherlock había vuelto para tener una frenética búsqueda de cómo Moriarty había aparecido en las pantallas de toda Inglaterra. Había pasado un mes desde todo ese asunto y las cosas no apuntaban a nada bueno. Pese a que John había tratado de preguntar en varias ocasiones cómo iba la investigación, el detective se negaba a revelar algún dato. De hecho parecía excluirlo constantemente y esta era la 2 vez que se veían desde que se bajara del avión.
- ¿Por qué no quieres ir Sherlock? - John miró inquisitivamente al detective, quien lo ignoró por completo. - Ey, te estoy hablando, quieres abrir los putos ojos y contestar. - Su voz sonó más militar de lo que hubiera deseado. Estaba molesto.
- Recuérdame por qué aún conservas las llaves de este departamento. - Sherlock abrió los ojos, pero no miró a John, simplemente contempló el vacío que había frente a él. - Lestrade ya te dije que no quería ir, no tenías razón para llamar a John. Estoy en medio de algo realmente complicado e interesante como para perder mi tiempo en Norteamérica. No me gustan los yankees, la última vez unos golpearon a la pobre Mrs. Hudson y trataron de volarte la cabeza John. ¿Por qué quieren convencerme de que vaya? Además ellos deberían ser capaces de resolver sus propios crímenes.
- Esto es algo especial Sherlock, le debo una a Crawford y me gustaría poder devolverle el favor. - Lestrade estaba empezando a desesperarse. Sherlock debía ir a ayudar y de paso demostrar que los ingleses eran los mejores detectives.
- No. No voy a viajar hasta allá solo y más encima para buscar a un asesino de segunda. - El detective tenía su mejor cara de dignidad ofendida y seguía contemplando las pequeñas partículas de polvo que flotaban en la habitación.
- Yo puedo ir contigo. - La boca de John fue mucho más rápida que su cerebro.
- Tu no puedes ir conmigo. - Sherlock se giró y lo contempló. Era pequeño, siempre le había parecido que John Watson crecía cuando hablaba, pero en silencio, era como algo frágil que debía cuidar. No, no iba a permitir que anduviera corriendo tras un delincuente ahora que sería padre. Se había acabado, todo con John se había acabado. Excepto esa especie de amistad normal que la gente esperaba que tuviesen. Conocería a su hija y seguramente le pedirían ser el padrino, el aceptaría y velaría por John y su familia como hasta ahora. Haría lo que fuera por él, menos retenerlo. - No es un buen momento para que dejes el país, tienes obligaciones más importantes.
"Así que eso es" John que siempre estaba atento a Sherlock comprendió qué estaba pasando entre ellos. En realidad era algo que ya suponía, pero se negaba a aceptar que su amigo lo dejara atrás de esa forma, tan obvia y dolorosa.
-Iremos. - Dijo John. Sherlock abrió la boca para protestar, pero se encontró con los ojos del doctor que lo contemplaban fijamente. Fue como si las palabras quedaran atascadas dentro de su garganta. Solo pudo pestañear rápido. Esto era algo que le pasaba mucho últimamente cuando hablaba con John haciéndolo sentir realmente estúpido. - Ok, está decidido, iremos Greg. Avísales a tus amigos, creo que Sherlock necesita desconectarse un momento de todo "esto" para ver todo con mayor perspectiva y ser menos idiota.
- Perfecto. - Lestrade se paró rápidamente antes que pudieran arrepentirse. - Dejaré todo listo para que viajen mañana a primera hora. John gracias por la ayuda (en realidad no sé cómo lo haces para dominarlo tan bien) de verdad, estoy muy agradecido. Nos vemos en un par de días chicos, sé que nos les tomará mucho tiempo encontrar a aquel caníbal.
Un silencio cayó sobre la sala cuando la puerta se hubo cerrado. John tenía ganas de decir algo, pero la verdad aún se sentía algo enojado. ¿Qué podría decir? se miraron por un momento. Sherlock podía leer los engranajes de la mente de John, a veces lo hacía de forma involuntaria, era como si pudiera perderse dentro de ese tan poco explotado cerebro.
El detective se levantó y le tendió una mano a su amigo sonriendo levemente.
- No me hagas tener que cuidar de ti. - Los ojos de Sherlock tenían un brillo apagado.
- ¿Cuidar de mi? Por Dios Sherlock, me faltan dedos de las manos para contar las veces que he salvado tu vida. No me hagas recordártelo por favor. - John ahora también sonreía.
-Claro, lo que tu digas. Por cierto, déjale claro a Mary que yo no quería que fueras…
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El viaje había sido tranquilo y Sherlock pudo percibir aquella misteriosa felicidad que sentía de tener a John para el solo. No era como los viejos tiempos, simplemente era como un tiempo detenido. Ahí estaba John, siempre atento, siempre alerta, siempre….pero….
"Nada es para siempre".
Mientras el Doctor dormitaba en el último tramo del viaje, Sherlock reflexionó sobre lo que sucedía. No le gustaba Norteamérica, había pasado por aquellas feas tierras en más de una ocasión y nunca le iba bien. La primera vez que tuvo problema con las drogas fue en unas vacaciones en Nueva York. Era una ciudad demasiado grande, por un momento se sintió absorbido por aquellos letreros luminosos y unos "amigos" lo invitaron a ver el mundo desde una nueva perspectiva que terminó por gustarle mucho. ¡Oh dios! como había gritado Mycroft cuando lo sacó de aquel antro de la perdición.
Pero aquellos eran otros tiempos, el era joven y estaba muy deprimido. Ahora era un adulto y ya casi no sentía dolor (o al menos eso se repetía a si mismo antes de dormir). Sus ojos se movieron instintivamente hacia John, su respiración lo tranquilizaba. Era como cuando estaban en Baker Street y se colaba en su habitación solo para escucharlo respirar, observar como su pecho subía y bajaba le producía algo muy extraño, le daba una especie de paz. Sí, aquello era un poco psicópata de su parte, pero era un secreto, así que no importaba. Si nadie lo ve, no existe.
De repente tuvo unas extrañas ganas de ponerse a llorar, como cuando era niño y perdió a Redbeard. No quería perder a John, pero no podía retenerlo. Había tratado de controlarse, había tratado de explicarle lo que sentía, había tratado de salir corriendo, pero nada, absolutamente nada de lo que hiciera, hacía que este vacío absurdo desapareciera. ¿Por qué le pasaba eso? Jamás había sido una persona emocional, pero esta situación lo estaba sacando de sus límites.
Es que simplemente no había nada que no haría por John.
Así que ahí estaba, como el adicto que era. Adicto a John, a su compañía, a sus ojos claros. Sherlock era plenamente consciente de lo que sentía por él. Jamás se había sido capaz de ocupar la el manoseado término "enamorado" para designar sus emociones, pues le parecía demasiado cursi y absurdo. Pero sabía qué en el fondo eso era. El amor, fuerza motora que puede mover montañas, la única fuerza capaz de traerlo de la misma muerte.
En fin, para Sherlock la situación estaba tan clara como todo en su vida, así que lo único que podía hacer, era dejarlo archivado en la gran ala de su palacio mental dedicada a John Watson. Encerraría todo ahí y seguiría adelante. Como la máquina que a veces sentía ser.
Cerró los ojos y llevó sus pensamientos hacia algo más agradable. Un decena de fotos de cuerpos mutilados pasaron por su mente. El descuartizador de Chesapeake, así lo llamaba la policía. Había asesinado a 3 familias mutilando a todas las mujeres que estuvieron allí. Este hecho decía mucho de él como asesino, pero lo que más había perturbado a las autoridades fue que lagunosa de las víctimas habían sido mordisqueadas y a otros de plano les habían sacado algunos órganos. También se le consideraba el autor de otros asesinatos de mujeres jóvenes a las cuales dejaba abandonadas a medio devorar en campos desolados.
La policía atribuía todas estas muertes al mismo asesino, pero a Sherlock le pareció que no.
De toda la investigación escrita a la que tuvo acceso hubo algo que llamó poderosamente su atención: Will Graham, el detective que colaboraba con el FBI. Según el informe era maestro y había abandonado el trabajo de campo hace algunos años tras ser apuñalado. Una fotografía acompañaba las notas, Sherlock la recordó a la perfección y miró aquellos ojos azules… simplemente le gustaron. Tenían algo vacío.
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Jack Crawford resultó ser mucho menos interesante de lo que Sherlock esperaba. Bastó mirarlo un segundo para saber el terrible estado actual que vivía con su esposa, lo mal que iba la investigación y cientos de detalles que flotaron a su alrededor. Demasiadas banalidades para su gusto.
- Sherlock Holmes. - Jack le ofreció una gran mano - Soy el detective Crawford. Usted es leyenda, así que de verdad espero que pueda ayudarnos a resolver este problema. - Sherlock apretó su mano con determinación.
- Voy a hacer todo lo que pueda para ayudarlos, aunque no tenía ninguna intención de venir aquí. Este es mi colega el Doctor John Watson.
Ambos hombres se saludaron. "Colega" aquella palabra no dejaba de resonar en la cabeza de John como si al ser pronunciadas lo hubieran apuñalado. Miró a Sherlock, pero este estaba en su pose de primera impresión y no movía ni un músculo, solo observaba al detective mientras este los invitaba a subir al auto para llevarlos a la estación de policía.
- Supongo que no les importará que mis hombres lleven sus maletas. No hay tiempo que perder.
Y claramente no había tiempo. Aquello le quedó claro a Sherlock cuando entró a la sala donde se encontraban trabajando. Sí, esto le gustaba mucho más. Había tanta muerte que podía olerse en el aire. Aquel era su medio, así que el detective comenzaba a bailar.
Comenzó leyendo todas las cosas que le entregaban, reportes, declaraciones y perfiles sicológicos. Si había algo en el mundo sobre lo cual Sherlock no era experto, era en emociones y sentimientos, excepto cuando estos se trataban de conectar con asesinos y psicópatas, ¡oh! ahí sí que había mucho sobre lo cual opinar. Revisó las fotografías, habían tantos detalles que revisar. estaba completamente sumergido en las pistas cuando un chico algo desgarbado entró al lugar.
- Will, déjame presentarte a Sherlock Holmes, Sr Holmes permítame presentarle a nuestro principal agente en este caso, Will Graham, experto en perfiles sicológicos.
Fue un segundo en el cual Sherlock observó al recién llegado que le tendía una delgada mano mientras miraba hacía otro lado murmurando algo como "un gusto". Las etiquetas mentales automáticamente comenzaron a flotar alrededor de Will ¿cuántos perros podía llegar a tener un hombre? ¿12 o eran 13? No estaba seguro. También había problemas de ansiedad, depresión, inseguridad, ¿enfermedad? Todo pasó a la velocidad de la luz, pero cuando Will levantó la vista y puso sus ojos en los del detective ambos dejaron de respirar por un instante.
Para Will, Sherlock Holmes fue como un vórtice. Sus ojos ¿verdes? se reflejaron en los de él y fue como si lo devoraran. Sus manos estaban tomadas aún en ese saludo inconcluso, ninguno de los dos se movía, solo se contemplaban. Will sintió que debía salir corriendo de ahí o el gran dragón que tenía enfrente iba a tragarlo, pero estaba petrificado, aquel hombre que lo contemplaba lo estaba leyendo y a su vez, él también lo leí. Había tanta pena y a la vez tenga fuerza. Habían tantas cosas. Cerró los ojos para protegerse, pero cuando los abrió estaba dentro de un gran auditorio estilo anfiteatro, las butacas rojas parecían brillar.
"Es como un palacio…¿qué hago yo aquí?" contuvo la respiración y apretó con fuerza los párpados. "Son las 15:15 horas mi nombre es Will Graham y estoy en las oficinas del FBi". Miró nuevamente a su al rededor y ahí estaban aquellos ojos mirándolo otra vez. Había regresado al mundo real.
- ¿Sherlock?- John miraba a su amigo que parecía congelado, llevaba sosteniendo la mano del detective Graham más de un minuto. Solo estaban ahí mirándose el uno al otro. - ¡Sherlock!
- ¿Qué? - Soltó la mano de Will, mientras este miraba a John también.
- ¿Todo bien?
- Sí, sí….ehh. Detective Graham un gusto…soy Sherlock. - Aquellas palabras se perdieron entre el murmullo de la sala.
- Mmmm, el gusto es mío…soy Will o sea, está bien que me llames Will….yo…..ehhhh. - En un acto reflejo se subió los lentes, así su mirada quedaba casi oculta. Ambos quedaron en silencio otra vez.
- Pues yo soy John Watson, amigo de Sherlock. - Dijo recalcando la parte de amigo y tendiendo su mano hacia la del Will, acompañó este gesto con una mirada suspicaz, pero Will respondió al saludo tan vagamente que John se preguntó si se habría dado cuenta que lo había hecho.
Estaban los tres frente a frente, Sherlock no quitaba los ojos de Will y este parecía estar hundiendo dentro de su ropa, mientras John miraba a uno y al otro tratando de entender qué pasaba.
- Deberíamos ponernos a trabajar. -Sentenció finalmente Will quien fue a sentarse a un escritorio al final de la sala.
El ruido del lugar retomó fuerza en los sentidos de Sherlock, fue como si respirara otra vez. Pocas veces se había sentido obnubilado de esa forma, pero aquel hombre que utilizaba todos sus recursos para pasar lo más desapercibido posible, contenía dentro de sí una especie de vibración única. Sonido que parecía silbarle aún dentro de los oídos.
- Sí, nosotros también debemos ponernos a trabajar…
Estuvieron alrededor de 3 horas, leyendo y releyendo informes, nutriéndose de los detalles de las muertes. Las fechas, los lugares, todo podía ser una pista necesaria para atrapar al asesino. A John todo aquello se le hacía familiar, le recordó a su primer año viviendo con Sherlock. Que lejano parecía ahora.
Dejó los papales que estaba mirando, hablaban sobre las autopsias tan detalladamente que en más de un minuto las leyó a través de la voz de Molly Hopper. Miró a Sherlock quien había parecido absolutamente concentrado en unas fotografías hace un rato atrás, pero ahora había desaparecido.
John se levantó en un acto reflejo y comenzó a buscarlo con la mirada, pero simplemente parecía haberse evaporado. Salió al pasillo, pero tampoco se encontraba. Dirigió una nueva mirada a la sala de investigación y se percató que Will Graham también había desaparecido de su mesa.
A veces nuestro inconsciente reacciona más de lo que quisiéramos.
Mientras Will escuchaba a Sherlock hablar, pensaba que su piel era tan blanca que se fusionaba con los azulejos del fondo. El detective lo había seguido hasta el baño y luego había cerrado la puerta con llave. "Pasé años sin estar en una habitación a solas con Alana y termino encerrado en un baño con un tipo que conocí hace 5 minutos".
Trató de prestar atención a lo que le estaban diciendo, pero sin querer se desconcentraba una y otra vez. Es que ese hombre tenía algo raro. Era como si lo aplastara y no lo dejara respirar.
- …estoy seguro que sabes algo más acerca de las muertes, he leído todos tus informes y no puedo evitar sentir que hay algo que no nos estás contando….
Tenía porte aristocrático (si algo como eso podía existir) "¿Así se sentiría estar frente a Enrique VIII?", sus ojos ya no eran verdes, ahora parecían del azul mas claro del mundo, pensó que era como el de los lagos donde pescaba junto a su padre cuando era niño…¿por qué se había alejado de aquel lugar que lo hacia tan feliz?
-…Describes detalles de forma única ¿cómo puedes asegurar aquellas cosas? es como si leyeras su mente…..
Su voz era demasiado profunda, eran como los ecos de los valles rocosos a los cuales le gustaba ir cuando se sentía agobiado. Era un sonido atractivo, envolvente. Podía imaginar deshaciéndose dentro de esa voz.
-….También vi lo que paso con Abiggail Hobbs….dices que hay crímenes que no cometió su padre, si no un imitador…
"No"
- No hables de Abigail…..ella no tiene nada que ver en esto….- Sherlock se acercó a Will, era como si pudiera atravesar su cerebro, podía ver miles de cosas pasando dentro de esa cabeza. - No te me acerques….- Instintivamente corrió hacia la puerta y empezó a tirar de la manilla.
- Will quiero saber qué has visto. - Sherlock puso una mano sobre la puerta dejando a Wil prácticamente debajo de su brazo. - Hay algo que no has dejado salir, ¿por qué? Will….eso podría ser la solución a todo esto.
- No puedo respirar…
- Vamos Will, qué está pasando. - Sherlock sentía que estaba cerca de aquella cosa oculta que le había molestado durante la lectura de la investigación.
Los informes estaban llenos de detalles, pero algo siempre faltaba o sobraba de manera muy peculiar, habían ideas y comentarios que parecían estar sobre puestos, como si alguien estuviera hablando a través de la voz de Will.
- Will…mírame y cuéntame qué has visto…cuéntame lo que no le has dicho a nadie. Cuéntame de las muertes y de Abigail Hobbs. -Ahora la mirada de Sherlock parecía tener fuego, estaban tan cerca que podía olerlo. Tenía un extraño aroma dulzón.
- Abigail es mi…responsabilidad. - "Dios mío de verdad no puedo respirar". - Déjame salir….
- No…¡Dime!
- No….ella….ella...es mía…..es mía y de Hannibal….es nuestra hi….No puedo respirar….Déjame salir!
-¿Hannibal? ¿quién es….
Pero antes de que pudiera terminar la frase Will había conseguido abrir la puerta y caía de bruces al suelo del pasillo. Un hombre corrió hacía él y lo sostuvo entre sus brazos.
La escena le recordó a Sherlock una vieja pintura de Rembrandt llamada "El regreso del hijo pródigo", pues las luces en los colores deberían haber transmitido algo cálido, pero en realidad, era la sombra la que delimitaba todo. El hombre que sujetaba a Will iba perfectamente vestido y lo abrazaba como si este fuera su pequeño cachorro.
- ¿Qué le ha hecho? - preguntó el recién llegado mientras le despejaba de cabello el rostro a Will con un gesto que podría haber significado muchas cosas o ninguna, mientras este respiraba pesadamente tratando de calmarse.
Sus ojos eran completamente inexpresivos. Solo una vez Sherlock había visto algo así, cuando contempló a Irene Adler por primera vez y fue completamente incapaz de leerla. Lo mismo ocurría ahora. Era como si vistiera un perfecto traje sin ninguna marca. Ni siquiera las arrugas de su piel le decían algo a Sherlock, era como si todo estuviera absolutamente calculado.
- Nada. Estábamos conversando. Imagino que usted es Hannibal.
- Así es, soy el Doctor Hannibal Lecter, siquiatra de Will y su amigo, se me permite decirlo. - Se puso de pie y le tendió una mano al detective.
"Aún nada"
Hannibal ayudó a Will a levantarse y lo examinó un momento, pero era como si el cerebro de este se hubiera ido a pasear muy lejos, pues parecía completamente ausente del lugar.
- ¿Qué tiene?. -Sherlock se acercó un paso, pero inmediatamente fue detenido por la mano del doctor Lecter.
- Está cansado eso es todo.
- Claro que no. Está teniendo alguna especie de ataque….creo…
- Usted no cree nada Sr Holmes. Jack Crawford me habló de usted. - Hannibal se plantó frente al detective. - No vuelva a importunar a Will. - Su mirada era de lo más gentil, pero su voz cortaba como el acero. - No vuelva a encerrarse con él, limítese a hacer su trabajo. - Dio un paso más. - Will está bajo mi cuidado.
- Pues entonces debería cuidarlo más, ¿no cree?. - Sherlock había comenzado a ver el hilo conductor. - Tenga cuidado Doctor Lecter.
- ¿Cuidado? Siempre lo tengo Sr Holmes.
Fue un segundo donde ambos hombres se prepararon mentalmente, como si fueran a entrar en batalla. Sherlock sintió la amenaza sobre su cabeza, pudo percibir que aquel hombre, perfectamente calmado tenía serias intenciones de matarlo ahí mismo. Por su parte Hannibal Lecter era presa de algo que no había experimentado antes…¿celos?
Cuando vio salir a Will del baño de esa forma, comprendió que algo había pasado dentro, algo que había hecho al cerebro de Will desconectarse por primera vez sin que Hannibal hubiera tenido algo que ver. Sintió una amenaza hacia la relación experimental/especial que tenía con el agente Graham.
Aquel delgado detective se había sumergido en la cabeza de Will, igual que él.
No, no le gustaba compartir exclusividad.
"Quizás sí podría matarlo acá", pero cuando empezó a calcular sus opciones una voz interrumpió el campo de batalla.
- Todo bien Sherlock. - John Watson nuevamente había llegado en el momento preciso.
- Sí. Will no se siente muy bien, pero su amigo lo llevará a la enfermería.
Hannibal tomó del brazo a Will que seguía en una especie de trance.
- Claro que sí. Un gusto conocerlo Sr Holmes, estoy seguro que nos volveremos a ver. Y a usted también doctor Watson. - Le lanzó una significativa mirada a Sherlock. - Nos vemos.
Cuando ambos hombres se marcharon John se acercó. Sherlock temblaba levemente y apretaba los puños.
- Deberías volver hoy mismo a Inglaterra. - Rugió el detective.
-¿Qué? estás loco, llegamos hoy. No voy a irme, Sherlock dime que pasó.
- ¿Tan fácil es John? ¿Mirarme y saber cuál es mi punto débil? - Dentro de su cabeza escuchaba desmoronarse la pared que había levantado frente a sus emociones.
- De qué estás hablando. Ese hombre quién era…
Sherlock cerró los ojos, se sentía agotado emocionalmente (cosa completamente nueva para él) respiró con lentitud y abrió los ojos otra vez para encontrarse con el rostro de John. "Que claros son sus ojos"
- Nada, es solo que ese hombre me recordó a Charles Magnusson y por un momento…tuve miedo.
