Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, Warner Bross & Salamandra. Yo únicamente juego con los personajes que Jo nos regaló. La historia es de mi muy triste y retorcida (poco creativa) imaginación.
Disfruten de la historia como lo he hecho yo escribiendo...
El beso curioso
Capítulo I: Arrojados a la tentación
Harry escribía con concentración un oficio que su jefe le había pedido para la semana siguiente, pero en realidad adelantaba el trabajo para que pudiera tener todo el fin de semana con su esposa Ginny. Los chicos estaban en el Colegio y la pelirroja le había dicho al fin que tendría unos cuantos días libres, y, por supuesto, no quería descuidar ni el trabajo ni a su esposa. Estaba firmando unos cuantos papeles, ya listo para terminar y sumergirse en las ideas de lo que tenía preparado para recuperar la llama de pasión que se había ido perdiendo en su matrimonio desde hace meses cuando un silbido llamó su atención. Alzó la vista con rapidez para encontrarse con un vociferador entrar por la rendija de su puerta, con un lazo rojo y el muy conocido perfume de su esposa. Rápidamente, lo tomó para abrirlo y escucharlo con atención.
"Harry, cariño, me han llamado del Periódico para comunicarme que me tendré que quedar unos días más en Hungría debido a los partidos de las semifinales para la Gran Copa de Quidditch. Sé que he dicho que nos pasariamos todo el fin de semana juntos, pero esto es importante para mi carrera. Discúlpame, te lo compensaré.
Ah, ¿por qué no haces algo con Hermione y Ron? Hace mucho que no hacen algo divertido.
Te amo, y lo siento.
Besitos."
Escuchó todo con atención, con las cejas fruncidas y un poco mosqueado. Ni siquiera sonrió como hubiera hecho en otra ocasión al escuchar los besos que le mandó que la hacían parecerse a una colegiala.
Suspiró y aporreó las manos contra su escritorio. No era la primera vez que la pelirroja le hacía algo así, y en cierto sentido, ya lo estaba hartando y cansando. No quería verse machista ni egoísta, y por eso había dejado que escogiera esa alocada carrera de corresponsal en los partidos de Quidditch. Nunca le dijo nada cuando hasta sacrificó pasar unos meses más con sus hijos cuando estos nacieron debido a su carrera. Y sí, ella había dejado de trabajar los primeros años de sus hijos, pero Harry se dio cuenta de lo muy desdichada que era. No soportaba verla así, pero Harry tampoco merecía estar solo durante varias noches preguntándose qué estaría haciendo su esposa.
Guardó todo sin ganas. Negándose la posibilidad de ir a su casa para encontrarla vacía. La idea de ir a un bar sonaba realmente tentadora, aunque igual Ginny había mencionado que hiciera algo con Ron y Hermione. No estaría tan mal... quizá invitaría a Ron a un bar y tomar unas cuantas copas... bueno, aunque no podría hablarle de sus problemas con su esposa porque, por Merlín, era su "hermanita". A veces, odiaba que fuera así.
Por otro lado, la idea de invitar a Hermione sonaba mucho más tentadora que la idea de invitar a Ron, pero de seguro estaba muy ocupada con eso de la abolición de decretos injustos contra los Elfos Domésticos u otras criaturas mágicas que son tratadas injustamente, eso añadiendo que su carrera también iba viento en pompa y muy pronto la ascenderían a un cargo más importante. Ella, a diferencia de Ginny, nunca dejó de trabajar ni cuando tuvo a sus hijos, y eso no fue impedimento para que creara ese vínculo especial que se tiene con los bebés. Harry jamás preguntó cómo le hizo. Supuso que algún día le preguntaría.
Su escritorio era un desastre a simple vista, pero él sabía dónde tenía todo. Para él, ese caos tenía un orden específico. Con un suspiro, se decidió que iría a casa de Ron y Hermione, y que ahí decidiría qué hacer. Estaba tomando su abrigo cuando alguien abrió la puerta.
—Harry— saludó la castaña con voz apenada—¿ya te ibas?
Harry asintió con la cabeza.
—Justo iba para tu casa—admitió terminando de ponerse su abrigo, alcanzando a la castaña y saludándola con un beso en la mejilla, aspirando su característico aroma.
—Venía a invitarte a que fuéramos por algo de tomar o cenar.
Él asintió de inmediato.
—¿En tu casa? ¿O te apetece mejor un restaurante?
Ella sopesó la idea. La verdad es que estaba algo cansada, no quería tener que preparar algo laborioso. Y como si Harry le leyera la mente, sonrió diciéndole:
—Podemos ordenar algo para comer. ¿Qué crees que quiera comer Ron?
La castaña suspiró pesadamente, acomodando su maletín solo por hacer algo. Ambos caminaban por los casi vacíos pasillos del Ministerio, yendo en busca de una chimenea que los llevara a casa.
—Ron no está en casa. —respondió algo mosqueada, imitando el gesto de Harry cuando se enteró que Ginny lo dejaba solo una noche más.—Nuevamente se tuvo que ir a Estados Unidos por algo de la transportación de Sortilegios Weasley.—explicó haciendo una mueca.
Harry la entendió bastante.
—En ese caso, —musitó—mejor vayamos a mi casa.
Ambos se metieron a la chimenea, para luego sentir el ya común jalón desde el centro del estómago que los hacía sentir cierto vértigo y que los llevaría hasta casa de Harry.
Hermione se quitó su chaqueta, poniéndola en el porta abrigos, para dejar sus cosas cerca de la sala de su mejor amigo. Harry lo primero que hizo fue quitarse los zapatos, desanudarse la corbata, tirar por ahí su abrigo y arremangarse las mangas. Fue hacia el estante de bebidas y se sirvió un Whisky de Fuego, dejando de lado esa forma de ser suya tan servicial con su amiga. Observó de reojo que Hermione tomaba su abrigo para colgarlo junto al de ella, y que ponía sus zapatos en un rincón. Rodó los ojos ante su obsesión con el orden, pero también sonrió con ternura.
—¿Y Ginny?—preguntó la castaña con las cejas fruncidas mientras observaba alrededor, como si esperara que saliera en cualquier momento. Creyó que Harry la había llevado ahí para que los tres comieran juntos.
—En Hungría. —respondió secamente, tirándose sin miramientos en el sofá. Observó que su amiga hacía lo mismo, pero con más cuidado en el sofá más largo que tenía frente a él.—¿Qué se te antoja cenar?
—¿Por eso estás así? —respondió con otra pregunta, entrecerrando sus ojos con sospecha y analizando el rostro de su amigo. —Estamos en las mismas. —dijo después de un rato de que no obtuviera respuesta por parte del azabache. —Supongo que lo merecemos, ya que cuando ellos tienen tiempo, nosotros no.—dijo con ironía amarga, recostandose en el sofá y mirando el techo.—En realidad, no tengo mucha hambre, sólo no me apetecía llegar a casa y encontrarla vacía.
Ese hecho hizo que Harry fijara su vista en ella. La observó con detenimiento, dándose cuenta de lo atractiva que era, de lo guapa que se había puesto con el pasar del tiempo. Había cerrado los ojos así que eso le permitió que la pudiera mirar sin pena alguna. Respiraba de manera acompasada, haciendo que la blusa blanca de botones que traía subiera y bajara junto a sus pechos. Su piel blanca, casi lechosa y de marfil lucía increíble en contraste de la luz de la chimenea que tenía en su casa. Sus cabellos castaños le caían alrededor de su rostro, sedosos y muy diferentes a como los tenía en Hogwarts. Sus labios... Merlín, qué labios. ¿Por qué nunca se había fijado en esos labios? Se veían tan suaves, tan apetitosos, tan mordisqueables...
¡Lo que daría por probarlos!
¿Qué carajo estaba pensando?
Sacudió la cabeza, dejando su vaso de Whisky de fuego en la mesa, culpando de todos esos pensamientos al alcohol. Por supuesto que no iba a besarla... no quería. Era el alcohol que le estaba nublando la razón. Sí, era eso. Porque ellos dos eran como hermanos, no había cabida para lo que acababa de pensar... ¿o sí?
Exacto, dijo una vocecita en su cabeza, si son como hermanos, ¿que podría salir mal de un beso?
—Hermione, ¿alguna vez te has planteado la idea de besarme?
Se arrepintió en seguida, golpeándose la cabeza mentalmente, pero luciendo serio en el exterior esperando una respuesta. La vio abrir los ojos con cautela, para ver si bromeaba o la pregunta había sido seria.
—Ninguno de nosotros está soltero. —fue lo único que se le ocurrió responder, pero la verdad es que sí se lo había planteado hace unos cuantos años atrás cuando estuvo en el colegio, pero para ese entonces hubiera besado hasta Fred.
—Pregunté mal, más bien, ¿alguna vez se te ocurrió o pasó por la cabeza qué sería darnos un beso?
Se encogió de hombros, nerviosa por el rumbo que llevaba la conversación.
—En nuestros años en Hogwarts, quizá.
—¿Y por que nunca lo hiciste?—preguntó casi ofendido, tomando de golpe lo que quedaba de su bebida, sirviéndose un poco más a él y sacó otro vaso para su amiga. Acercándose a ella para dejarse caer a su lado.
—Porque sabía que Ginny te quería, porque me gustaba Ron, porque te gustaba Cho, porque somos como hermanos... —explicó desconcertada mientras tomaba la bebida que Harry le ofreció y tomaba un poco, haciendo una mueca ante la quemazón en su garganta debido al alcohol—¿A qué viene la pregunta?
Harry se encogió de hombros, mirándola de reojo y aspirando ese aroma tan suyo que siempre le gustó: vainilla.
—¿Y no quieres quitarte esa duda de la cabeza?—preguntó cómo si nada, bebiendo un poco más de su bebida.
Hermione se separó un poco para observar a su amigo, las cejas fruncidas y mirada extraña.
—¿Lo haces porque te sientes despechado de que Ginny escogiera su trabajo? Porque déjame decirte que eso es muy injusto y machista de tu parte...
—Lo quiero hacer simplemente porque me dio curiosidad, Hermione—la cortó antes de que lo que le decía tomara sentido en su cabeza que comenzaba a perder coherencia poco a poco—Tú misma lo has dicho, ¡somos como hermanos! Probablemente después de hacerlo querramos vomitar—bromeó, ganándose una risita por parte de su amiga.
—Estás demente, Harry, pero de acuerdo. —suspiró y el azabache quería abrir la boca sorprendido pero temió que eso acobardara a su amiga. —Ahora que lo has mencionado no podré quitármelo de la cabeza.
Harry tomó de lo último que quedaba en su bebida y vio a su amiga beber lo que le faltaba de un solo trago, y cuando vio que lo tragó la tomó de la barbilla para que lo mirara fijamente.
—Si te gusta no se podrá repetir—bromeó con la valentía que el alcohol le había infundido. Luego, miró los labios de su amiga y se acercó con lentitud.
—Harry...—susurró Hermione cuando pensó que sería mala idea, pero sus quejas se vieron opacadas con los labios de Harry y su sabor a licor.
Posó una de sus manos en su mejilla, y luego la llevó hacia su cuello para que pudiera profundizar el beso, ladeando la cabeza un poco para pedirle permiso con la lengua y maravillándose cuando ella le accedió el paso. Sintió sus delicadas manos alrededor suyo, y eso fue incentivo para que se acercara más a ella y le pusiera más pasión al beso. Fueron los gemidos de ambos después de unos minutos largos lo que los trajo de vuelta a la realidad.
Abrieron los ojos poco a poco, para después abrirlos con alarma por lo que acababa de pasar. Hermione se puso de pie rápidamente, soltándose del agarre provocador que Harry ya tenía en ella. Le dio la espalda, mirando el fuego de la chimenea.
—Supongo que no era lo que esperabas—susurró Harry desde su lugar. —Discúlpame—volvió a susurrar mientras se servía otro vaso de licor.
Hermione se tocó los labios, recordando las sensaciones que había tenido. Ya llevaba unos meses en los que no se sentía así de bien, así de... excitada. ¡Y por un simple beso!
—En mi defensa, ha sido tu culpa...—murmuró Harry algo mareado por haberse tomado de golpe ese vaso—De haber sabido que besas así de bien lo hubiera hecho muchísimo antes.
Hermione sabía que el alcohol estaba hablando por él, pero eso significaba que una parte de Harry deseaba besarla nuevamente... tanto o más como ella quería. Miró a Harry nuevamente, y él le devolvió una mirada que preguntaba: ¿Qué esperas? Y eso fue lo único que ella necesitó para lanzarle al regazo de su mejor amigo, sin importarle que el resto de la bebida se hubiera caído en la alfombra elegante y blanca de su sala. Se puso a horcajadas de él, dando un respingo cuando sintió sus manos apretando con fuerza sus glúteos.
—Esto no está pasando—dijo entre besos—Y sin duda no se repetirá. No está pasando.
—Entonces, hay que hacerlo bien para que no tengamos que repetirlo y perfeccionarlo.
Hermione rió, besándolo con furia y desenfreno. Sintiéndose una diosa ante sus ojos y la mujer más segura de sí misma. Dejó que le quitara la blusa, y ella le quitó la camisa, desabrochó su cinturón y tomó la varita de Harry para hacer el hechizo anticonceptivo en ambos. Sintió los labios de Harry en su senos, sintió que se los succionara y lamiera a su antojo, ella se arqueó cegada del placer. Se levantó un poco para que pudiera quitarle la pantie, subiendo hasta su cintura su falda negra, y pegó un salto que resultó certero cuando sintió los dos dedos de Harry en su centro. Se meneó en su mano, mordiéndose los labios provocativamente y gimiendo en su oído. Y es que, escuchar los gruñidos de Harry solo aumentaba su placer, y cuando al fin pudo quitarle su bóxer y sentir su miembro duro piel contra piel sintió que no iba aguantar mucho.
—Hazlo ya—suplicó en su oído, perdiéndose una sonrisa satisfecha de su aliado que la miraba maravillado.
Harry se enterró en ella hasta el fondo de una sola estocada, escuchando el grito desgarrador de la castaña bañado de puro placer. Ella comenzó a cabalgarlo, y sus senos saltaban justo frente a sus ojos, y eso lo volvía loco. Hermione cerraba sus paredes de cuando en cuando, y eso lo hacía gemir; gemir su nombre, gemir y suplicar para que lo hiciera nuevamente. Tocó uno de los pezones de la chica mientras que con la otra mano la ayudaba a marcar el ritmo sosteniéndola de la cintura. En ese momento sólo existían ellos dos. Y Harry se tuvo que admitir así mismo que nunca había disfrutado tanto del sexo como en ese momento, se había sumergido en un inmenso limbo del cual no quería salir. Volteó a Hermione para que ella quedara acostada, y él comenzó a penetrarla nuevamente, encantado cuando sintió que ella se arqueaba para generar más fricción entre sus cuerpos que ya estaban sudados. Sentía que pronto se vendría en ella, y esa idea lo volvía loco, pero antes tenía que hacer que ella se viniera. Llevó una mano a su centro, y mientras salía y entraba de ella le susurraba lo mucho que necesitaba que se viniera para él.
—Oh, por Merlín—gritó ella cuando alcanzó su orgasmo y tembló de pies a cabeza.
Harry se desmoronó unos segundos después de alcanzar su propio orgasmo. Respiró trabajosamente del cuello de la chica, pero con una satisfacción que no sentía desde hacía meses.
—No fue Merlín—dijo él en voz entrecortada pero una amplia sonrisa—He sido yo—bromeó, y se ganó un manotazo ligero en su espalda y después escuchó unas risitas... Risitas que se apagaron después de unos segundos y que ambos cayeron en cuenta de lo que habían hecho.
Habían sucumbido ante la tentación.
LunaHHr
Notasde la autora: Es mi disculpa por estar desaparecida. Y, también, mi disculpa a todas esas shippers de Harry y Hermione que sufrieron cuando escribí "Infiel"
Sólo... disfruten.
