Nicolás "el destor" estaba de mal humor. Se le había acabado la litrona hacía ya un rato y no tenía nada que fumar. Maldijo a los chinos y su "jodida desconfianza" cuando les pidió que le fiaran, deseó que volvieran tiempos mejores sin tantos moros, negros y chinorris. Se arrepentía de no haberles atracado en ese momento, pero era demasiado pronto y había gente en la tienda.

La falta de alcohol en las venas comenzó a pasarle factura, el mal genio que siempre había tenido se multiplicaba con el frio de la noche y el recordar que llevaba cuatro meses sin follar. Solo se le ocurría una manera de solucionar su problema de alcohol y tías, la misma solución que siempre, la que aún no había fallado nunca, acarició el punzón de encuadernador que guardaba en el bolsillo.
"El destor" caminó por las aceras nocturnas buscando sitios apartados por los que solo pasase una única persona, aguardando una oportunidad. No tardó en suceder, una chica joven, no más de 23 años, delgadita y mona, no parecía llevar grandes sumas de dinero encima pero la melena rubia acabó de convencerle.
Un clásico para poder acercarse a sus víctimas. Pero la chica debió de sospechar algo porque empezó a correr hacia una callejuela. "Malditos tatuajes, en que puto momento me los hice" pensó.
Nicolás podría haberse ido por otro lado, pero el deseo de ponerse y de esa melena rubia le llevó a la carrera tras la chica. Cuando dobló el callejón la chica estaba de espaldas, mirando un enrejado que no la dejaba escapar. Nicolás sonrió "Por fin un puto golpe de suerte."

La chica se giró... sonreía. En su mano ya no había un bolso sino ¿un cuchillo? no, era más grande; un machete, el machete mas jodidamente grande que había visto nunca. La ropa de la chica comenzó a disolverse, convirtiéndola n un hombre musculado y alrededor de su cabeza comenzó a formarse un casco... era el casco más raro que el asustado Nicolás "el destor" había visto nunca, era un casco con forma de pirámide.

Y es que en Silent Hill es muy fácil confundir la presa con el cazador.

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Antes de nada agradecer a mi novio Aarón dejarme publicar esta historia que me encanta, no sólo por ser de Silent Hill, sino por el mal rollo general que crea.