― 1519 ―
Había sido acogida por una familia bienvalerosa, dueños de una buena cantidad de hectáreas de tierra que sus antepasados habían estado acomulando por más de cien años. Podría decirles, a mi conocimiento dado, que, Mito Uzumaki fue quién inició todo.
Ella era una mujer bella, con muchos ideales, la única hija de un acomodado matrimonio Japonés. Había sido educada con los mejores modales, le enseñaron desde lo más básico, hasta lo más laborioso, debido a que tenía que llegar a ser una buena esposa para algún noble, y así continuar con el linaje tan limpio del que los Uzumaki habían gozado desde la primera de sus generaciones.
Mito, tieniendo un espíritu tan curioso y libre desde su nacimiento, y por dichas facultades con las que su alma contaba, decidió viajar a Inglarra, deseosa por saber y conocer más a cerca de aquella cultura tan diferente a la de ella.
Es así como en el año 1400 se asentó en Inglaterra, pasó parte de su juventud y, fue hasta en la adultez ―al rededor de sus veinticinco años― que la pidió en matrimonio un Duque de aquél país. A pesar de que muchas personas del lugar consideraban algo tardío su compromiso, ella y su futuro marido estaban más que contentos por dicho acontesimiento, así que contando con diez mil libras esterlinas por año, aportadas por su familia (dicha cantidad era por mucho, bastante alta para cualquier matrimonio de duques dado en Inglaterra), fue así como ese hombre y Mito unieron sus terrenos.
Pasaron los años y la bisnieta de aquella pelirroja, la cual había heredado la misma cabellera, siguió acomulando aquellos terrenos y, gracias a que todas las mujeres que contaban con aquél apellido no tenían ningún inconveniente en procrear, las tierras jamás pasaron a nadie que no fuese un Uzumaki; el apellido bien podría varíar en cuanto al segundo o primer nombre, siendo Namikaze Uzumaki o Uzumaki Namikaze ―por poner solo un ejemplo, claro ―, las tierras siempre eran dejadas a una persona con ese apellido.
Con todo esto, podrían comprender que a varios amigos nobles de la familia y, los que no eran amigos, se extrañaron al saber que Kushina Uzumaki, junto con su esposo Minato Namikazeme había acogido, aceptándome como a una hija más del matrimonio, y gracias a la personalidad tan amable de su hijo ―mi ahora, hermano― Naruto Uzumaki, había podido encajar bien en el seno de la familia, muy a pesar de las desaprovaciones que existían por parte de los tíos, abuelos y demás familia. Mis ahora padres, terminaban siempre por hacer caso omiso de aquellos reproches por parte de todos y a al pasar del tiempo, todos terminaron aceptándome.
Quizá, podría ser, que por mi parecido físico, los "amigos" de mi padre y mi madre terminaron por creerse que en verdad era una Uzumaki, y que muy probablemente era la hija de la nieta de la sobrina de tal pariente muerta, por lo que terminé aquí mismo; el cabello rojo era una característica que se presentaba solo en los Uzumaki, esa caracteríatica tan rara de heredar si no eras uno, era por mucho, no tan frecuente en otros lados, podría decirse que la estrípe ―hablando muy vagamente― era conservada gracias a ese gen que nos dotaba de una cabellera roja como el fuego.
Con mi cabellera y ojos rojos logré pasar desapercibida, y gracia ello conté con una infancia bastante calmada, muy a pesar de los estudios que mis padres habían infundado en mi, mi carácter era muy distinto al de mi hermano Naruto, desde mi orgullo hasta mi costumbre de mirar a los demás por encima. Sé que era egoísta de mi parte, ya que habían pocos, o casi nadie, que gozaba de la fortuna de ser acogido por una familia de tal reputación y respeto, como había sido yo de afortunada.
También, por aquella razón, solía refugiarme lo mayor posible en mis estudios dados por mis tutores. Dado a que mis conocimientos ya no necesitaban ser más infundados por profesores, muy a menudo, mi fantasía volaba más allá de lo implícito, y me llevaba a lo desconocido.
A mis diez y seís años me encontraba más que preparada para contraer matrimonio y, mi madre, quién organizaba fiestas dadas en nuestra mansión, decidió presentarme ante la sociedad como una candidata potencial para cualquier hombre. Era así como había llegado aquí, frente a mi tocador, concentrandome en alisar mi rebelde cabello y prepararlo para la fiesta de unas horas. Una parte de mi no le agradaba el hecho de que, por tan solo haber nacido mujer, no aspiraría a nada más que ser una buena mujer de algún militar de alto rango o un noble, pero otra parte mía le agradaba el hecho de saber que distintos hombres pelearían por tener mi atención, siendo esto un regocijo para mi egolatría.
«Esta noche promete brindarme una grata velada» pensé en mis adentros.
No me encontraba para nada nerviosa, y aunque jamás había estado entre tantas personas, sabía que esta fiesta era en motivo para presentarme a mi, solamente a mi.
Las mucamas entraron por la puerta, anunciándome que ya sería la hora de entrar al gran salón, suspiré y, con mi mentón en alto salí de mi habitación. Recorrí el largo pasillo, con paredes blancas ―de las cuales colgaban retratos de personas que no eran mis familiares― y suelo de mármol hasta llegar a una gran puerta de madera con grabados de ángeles. Esperé a que el mayordomo me abriese la puerta para darme paso al salón; inclinó su vista y con un "adelante señorita" abrió el portón. Me sorprendí por la cantidad de personas dentro del salón, no podía identificar a casi nadie, y antes de quedarme más tiempo de la cuenta, comencé a bajar los escalones, siempre con la mirada en algún punto del salón. Muchas personas aplaudían desde sus mesas, y otras tantas solo me miraban; bajé el último escalón y mi padre me ofreció su brazo para dirigirme a la mesa principal del lugar.
No me había dado cuenta, pero pa decoración constaba de flores lila y arreglos sencillos, sin caer a lo común ni a lo exagerado, claro. Me sorprendió darme cuenta que mi vestido blanco con bordados dorados hacía buen contraste con el lugar.
Evidentemente era mi celebración, todos se acercaban a saludarme, a decir que me veía radiante, otros tantos me pedían el permiso de bailar conmigo, y el resto solo deseaban charlar conmigo sin intenar movimiento alguno, a final de cuentas, siempre terminaban por aburrirme.
La velada seguía transcurriendo amenamente, y cuando estaba por salir, mi amiga de ojos perla y cabello peliazul, Hinata, se acercó a charlar conmigo.
Hinata era dos años mayor que yo, había contraído matrimonio con mi hermano Naruto, el cual estaba bastante enamorado de ella, con aquél matrimonio terminarían por solidificar los lazos de la familiaHyuūga -Uzumaki, y significaba una creciente suma capital para ambas partes.
― Dicha es la que tengo al verte, queridísima Duquesa Uzumaki, ¿Cómo habeís estado?
― Regocijo de buena salud, os agradezco. ¿Sabeís una lamentable noticia?, como vereís, Lo que no me alegra es la falta de buena charla que no roce la pretenciosidad, ha sido nefasto hablar con el vizconde Chouji.
― Oh, veraís mi amadísima Uzumaki Karin...me parece que el encuentro entre mi noble primo y tu me parece bastante oportuno... no os arrepentireís..si así lo creeís oportuno.
Hyuūga Neji, primo y casi hermano de ella, había heredado parte del imperio Hyuuga, todo gracias a que Hinata y Hanabi habían nacido mujeres. A decir verdad, no perdía nada con intentar conocer al joven, así que acepté la propuesta de Hinata.
No muy lejos de ahí, se encontraban Naruto y el primo de Hinata, así que ella fue a por amboa caballeros, cruzó unas palabras con Naruto y giraron en mi dirección. Finjía estar en mis propios pensamientos cuando llegaron y, una vez que llegaron a mi encuentro, los miré, sin detenerme lo suficiente para mirar a Neji. Neji tenía puesto una vestimenta digna de un duque, su cabello estaba recogido por un liston rojo, y su cara estaba libre de cualquier cabello en él. Se inclinó hacia mi y le ofrecí mi mano, el la tomo y besó el dorso, sin apartar sus perlas de mis rubíes.
― Mi prima ha hablado maravillas de vuestra persona. Me es un placer conocerla, my lady.
― Para mi también lo es, my lord...
― Hyuūga Neji.
Mi hermano Naruto y su prometida fueron a algún lado de el salón, mientras Neji y yo intercambiabamos palabras. A pesar de que mi persona no se alteró con la presencia del primo de Hinata, podía decir que, hasta ahora, era el mejor partido que la celebración y la sociedas podían brindarme. Hablamos durante al menos, toda la velada, salimos a pasear por los alrededores y, una vez que nos dimos cuenta, había terminado la fiesta.
Acordamos seguir viendonos, antes ―claro esta―, de que partiese a donde él recidía, Japón.
Pasó el tiempo, y el día de la boda de Naruto y Hinata había llegado, se adorno el palacio de la mejor manera, las mucamas paseaban de aquí para allá, cargando utencilios, adornando cada uno de los rincones de blanco y demás. Algunas otras corrían a la habitación donde se encontraba Hinata arteglándose, mientras que yo me alisaba y recogía el cabello, me puse el pasador de plata con unos colgantes de diamantes que Neji me había regalado en uno de sus fugaces viajes de Corea, lo coloqué de modo que pudiese verlo él. Una vez que terminé, me inspeccioné; el vestido dorado con bordados plata y blancos hacía resaltar mi cabellera roja. Tocaron la puerta un par de veces, a lo que contesté "adelante". Quién entró fue mi madre, se veía hermoosa, tenía puesto un pomposo vestido azul celeste con bordes dorados, con un discreto escote y mangas de tres cuartos, con holanes al final. Se acercó a mi y me abrazó.
― Mi queridísima hija - musitó, aún abrazandome - estís radiante.
― Le agradezco madre, pero usted lo es aún más.
Se apartó de mi y me acunó mi rostro en sus manos, me miró con ternura y suspiró.
― ¿Sabeís algo, hija mía? Desde que entrasteís en nuestras vidas habeís sido una bendición... me duele saber que el noble Neji te llevará consigo a Japón.
Noté que los ojos le escocian, al borde de las lágrimas, me volvió a abrazar, y le respondí el dicho cariño.
― Vamos madre, no llore, que lloraré con usted.
― No te preocupes, mi querída hija, que no es nada. Vamos, que debemos estar en el lugar indicado para la entrada a la iglesia de tu hermano y su prometida.
Me levante de mi asiento, me alisé el vestido y levanté la barbilla, hoy sería el gran día de la unión de las familias más importantes de Inglaterra y Japón .
Los Uzumaki y Hyuūgaposeíamos ―por separado― una enorme cantidad de propiedades, algunas habían sido regalo del mismo rey Enrique VII, por agradecimiento a los servicios en la corte de los Uzumaki, mientras que a los Hyuūga les había dado una buen dote por parte de el Emperador Go-Kashiwabara*, por razones similares.
Mi madre y yo caminamos con airosa y solemnemente hacia la entrada del palacio, donde nos esperaban un carruaje, el chofer nos tendió la mano para subir y partimos, seguido de el carruaje de mi hermano, donde se encontraba mi padre también.
El camino hacia la iglesia fue corto, bajamos con persimonía ayudadas por el hombre que conducía el carrruaje, en la entrada se encontraban varias personas, desde Lee, un amigo de la infancia de Naruto, hasta Haruno Sakura, amiga mía, proveniente de la monarquía Francesa. Giró en dirección mía y con tranquilidad, llegó hasta donde estaba.
― Mi estimadísimaUzumaki Karin, me proporciona dicha al saber que me habeís invitado.
― Señorita Haruno Sakura, me es grata su presencia en tan celebrado día - respondí.
Nos besamos en cada mejilla, y recuperamos la postura, mi madre se acercó y le saludó, no pudimos quedarnos demasiado tiempo fuera, puesto que ya sería muy pronto la llegada de de Naruto y Hinata. Tomamos asiento entre vestidos y trajes de seda y terciopelo, la mayoría usaba recordes de armiñio*, otros optaban por vestir pieles bastante finas para cubrirse del frío.
Pasados unos cuantos minutos, los novios llegaron, transcurrió la misa de manera normal. De entre tanto y tanto, miraba con sutileza a Neji, estaba bastante guapo, pero de igual forma, seguía sin atraerme. Cuando menos esperé, ambos pronunciaron sus votos y el padre los bendijo, formando así la unión de dos almas, y a pesar de haber sido un matrimonio arreglado, ambos se amaban.
Tomamos camino de regreso al palacio, y se dio inicio a la fiesta. El rey Enrique y la reina Catalina llegaron al baile, cruzando palabras con distintas personas. Se acercaron a los novios, dandoles la bendicion y cruzaron unas cuantas palabras. Mis padres, posteriormente, iniciaron plática con ambos, mi madre con la graciosísima reina Catalina, y mi padre con el altisimo rey Enrique. Noté como mi padre introducía a Neji en aquella platica, él reverenció al rey, permanecieron hablando unos momentos más y, después, mi padre sonrió hacia Neji, estrechó su mano y mi madre se inclinó, después, giraron sus miradas hacia donde yo me encontraba.
― Seis meses después ―
Nos encontrabamos a Marzo del año 1520, celebrabamos mi fiesta de compromiso con el próximo heredero de la fortuna Japonesa, Neji. La luz crepuscular bañaba a cuanto árbol se topara, y tocaba las pieles de nuestros invitados, mi vestido pomposo verde se tornaba mas elegante al ser rozado por aquella luz, los invitados la pasaban de maravilla y los hombres ―incluídos mi padre y hermano― hablaban, mientras que mis amigas se encontraban al rededor mío, charlando a cerca de las novedades que acontecían en Bath*.
― ¿Te habéis enterado, mi queridísima señorita Uzumaki, a cerca de la reciente unión que se dio entre la Duquesa Yamanaka Ino con el simploso vizconde Nara Shikamaru? ¡Vaya atrevimiento por parte de la chica, al aspirar a tan poco con aquél hombre!
― ¡Cuanta razón teneís Lady TenTen!, aquél matrimonio aspira a ser más que pura decadencia en cuanto a la ecconomía se refiere, ¿Sabiaís que Lady Yamanaka aportó tres mil libras esterlinas? ¡Aún más de lo que ese hombre ha aportado al matrimonio!
― Con exactitud, mi queridísima Lady Haruno, desgracias aconteseran, ¿No lo creeís, Duquesa?
― En lo que acontese al matrimonio de nuestra amada amiga, Lady Yamanaka, sé que el buen gusto hacia las artes del caballero que la ha tomado como su ahora esposa, ayudarán a enriquecer lírica y culturalmente a ella.
Lady Haruno y Lady TenTen se miraron una a la otra, calladas, con claro deje de incomodidad ante mi reapuesta, sentía y tenía el deber de que cualquier persona a la que considerase amigo debía ser protegido de las habladurías falsas que se formasen al rededor de él o ella. Persuadí de la compañía de ambas y me retiré hacia mi ahora, hermana; no había encontrado la oportunidad de poder felicitarla y darle la bienvenida a la familia, así que tomé dirección rumbo a la mesa donde ambos novios se encontraban. Sonreí a mi hermano y me incliné, después, miré a mi hermana e hice de nuevo una reverencia, a lo que ella inclinó levemente la cabeza.
― Me llena de alegría, honrra e inmensa calidez el tenerte como parte de la familia Uzumaki.
― De igual manera... mi querída hermana... ¿Po... podría dirigirme a tu persona de tal manera?
― ¡Por supuesto, amada hermana! podeís llamarme así.
― Excelente...por cierto... ¿Cuál es la fecha de que habeís acordado para vuestro compromiso?
― Dentro de aproximadamente unas dos semanas, será llevada a cabo en el palacio de vuestra familia los Hyuūga.
La duquesa y yo continuamos con nuestra amena charla, cuando el maestro de ceremonias comenzó a tocar para bailar la danza pavana*, era hermoso como todos bailabamos con gracia y persimonía, haciéndo gala de nuestras prendas finas que se bamboleaban al ritmo de nuestros pasos elegantes.
La fiesta terminó, los invitados tomaron rumbo a sus hogares, y mi futuro marido partió a la residencia que había estado alquilando no muy lejos de Bath; mi madre me tomó de la mano y me encaminó hacia las escaleras de caracol que se extendían a lo ancho de la enorme entrada principal, subimos a ellas tomadad una de la otra, y por alguna razón sentía que algo andaba mal. Recientemente, madre había estado teniendo una recaída de salud, y me preocupaba por que, cada vez se le veía más pálida, y padre le había estado llevando a los mejores doctores de Inglaterra, fue tal su búsqueda que ni el mismo doctor de cabecera quien atendió a la reina Catalina en su último parto, pudo descubrir las causantes de dicha enfermedad. Sin esperanzas, mi padre solo le quedaba cuidar de mi madre y disfrutarla el tiempo que dios quisiera dejarla en nuestras manos.
― Querída hija, me ha alegrado el saber que te casareís con un buen hombre,
― Lo sé, amada madre, Sir. Neji es bastante bondadoso, carismático y muy paciente. Le ha tomado su tiempo cortejarme.
― Es que, querída hija, sois bastante orgullosa, y os gusta que los hombres te adoren, debeís de ser más humilde, hija mía.
― Es una cualidad que quizá, me lleve tiempo cutivar.
Después de un rato charlando, llevé a madre a su cuarto puesto que el agotamiento de la fiesta y posteriormemte de nuestra charla que duró hasta altas horas de la noche, causaron estragos en su pobre estado. Le tomé del brazo y salimos fuera del salón de té para dirigirnos al cuarto principal, mi padre se encontraba a penas vistiendo una bata de seda, cubriéndose, le entregué a mi madre y me salí. Aún no tenía sueño, lo que provocó en mi continuar mi diario que había dejado olvidado desde la boda de mi hermano. Me senté en el banco y saqué del escritorio mi libreta dr pasta gruesa negra y una pluma, junto con el enbase de vidrio para la tinta. Mojé la pluma y comencé. 11 de Marzo, 1520.
Hoy la fiesta de compromiso que celebré junto con el Duque Neji se llevó a cabo. He estado rodeada de bendiciones, felicitaciones y la gracia de dios que me ha deseado el padre Jiraya, me acompañará en el conjuto de maravillas que la vida me depara. Todos han sido plácidamente bellos hacia mi persona, y la belleza de saber que pronto seré una mujer desposada me llena de dicha.
Haciendo a un lado los comentarios de mal gusto que mis, digamos, amistades, han pronunciado a cerca del reciente matrimonio de Lady Yamanaka, Haruno Sakura ha descrito con tal fervor a un comandante-Duque que ha estado frecuentando; aún no me ha mencionado su nombre, pero espero que sea cual fuere la relacion que lleva con este, su anhelo de ser desposada por él se vea realizado. Por otro, la joven Tenten ha estado bastante pesimista en cuanto a mi matrimonio se refiere, Haruno ha dicho que esta había estado enamorada de mi prometido hacía bastante tiempo, y que había albergado esperanzas qur han sido rotas en cuanto le menccioné mi nuevo estado civil. Espero y Lady Tenten perdone mi atrevimiento, pero Sir Neji me confesó sus sentimientos y sus inntenciones de cortejarme, teniendo el permiso de mis padres.
Espero encuentre, de todo corazón ,un hombre que llene todas sus expectativas y la vida tan lujosa que ella acostumbra a llevar.
Emperador Go-Kashiwabara: emperador número 104 de la era Chūsei (época feudal).
Armiñio: Este estilo de corte del cuello, utilizado mayormente entre la nobleza y realeza en la era de Enrique VII y la era Isabelina.
Graciosísima y Altísimo: En la epoca de 1400-1500, se les solía dirigir de esa manera a los reyes de Inglaterra (se le podían llamar excelencias, inminencias, etc).
Bath: Una de las ciudades más prestigiosas en la era Isabelina.
Danza Pavana: Favorita de la corte. Normalmente era la primera de las danzas de la velada, de manera que cada invitado empezaba a bailar y mostrar su traje a los demás como si fuera un pase de modelos.
