Y cambiando un poco de tema. Espero que esto les agrade. Fui a ver por fin la última parte del Hobbit y no pude evitar querer escribir esto. ¡Espero sus comentarios! :D
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Legolas disfrutaba mucho de la compañía de Gimli, cosa que sorprendía a todos, y pasaba horas y horas a solas en los bosques en paseos taciturnos y callados, y había ocasiones incluso en las que lo encontraban tarareando alguna canción mientras limpiaba su arco meticulosamente, pero nadie, ni siquiera el enano que siempre le acompañaba, era capaz de descifrar los pensamientos del elfo.
Solo había habido una criatura capaz de hacerlo, pero ése era otro pensamiento triste.
Y llevaba días sumido en una tristeza poco común en los elfos silvanos, tristeza de la que ni siquiera Gimli era capaz de sacarlo, así que cuando decidió irse solo al bosque a encontrar algo que lo hiciera sonreír, nadie se opuso, ni siquiera Aragorn, que parecía tener siempre una palabra amiga y oportuna.
Llevaría poco más de tres horas caminando cuando escuchó algo a su alrededor, un sonido tan ligero que habría podido ser el viento, pero tan pesado que tenía que tratarse de una criatura viva. Y conocía aquella habilidad para pasar sobre el suelo ya que él mismo la poseía, tenía que tratarse de un elfo Silvano…
Frenó un momento, lo mismo que todo a su alrededor extrañamente, y al girarse para encarar al elfo que lo seguía, también el mismo Legolas pareció paralizarse…
Aterrizó a unos metros, lo había estado siguiendo por las ramas de los árboles, pero habría resultado ridículo que no, porque su habilidad estaba lejos del suelo, al igual que la de él. Y al enderezarse, lentamente, permitiendo que sus cabellos volvieran a su lugar, se permitió sonreír con franqueza, mirando los ojos de cielo de Legolas. Él le devolvió la mirada y la sonrisa, pasmado por lo que estaba viendo y al mismo tiempo ansioso de correr a abrazarla, aunque en realidad no sabía qué pasaría si lo hiciera.
—Hola Legolas… —Murmuró ella.
—Hola Tauriel… —Respondió quedándose sin más palabras.
