Inuyasha no es de mi propiedad, ni los caracteres que hagan referencia a la serie, todo ello es propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. El desarrollo de la trama, la historia, es reproducción mía, sin ánimo de lucro, si quieres compartir, por favor, ten en cuenta de informar a la autora.
Advertencia: Ligero OoC. AU. Lenguaje fuerte
To my Love
¡Miranos, Miranos!
Ese no fue el destino
Fuimos nosotros, retando al porvenir
Llenandonos de alma
Llenandonos de amor
Prologo
—Madre
Kagome miró hacia el origen de la voz, unos ojos dorados que la miraban con seriedad la escrutaron, se quitó las gafas de lectura, dejando de lado el artículo que estaba leyendo.
—Mamoru, llegaste temprano. ¿Cómo estuvo tu día hoy?
—Bien, normal— su madre entorno los ojos con advertencia, ella odiaba que fuera tan poco específico — tu sabes, historia antigua japonesa, ¿normal?
Kagome suspiro, su hijo era la misma estampa de su padre.
—¿Tetsu?
—Entrenando
Chasqueo la lengua, había decidido que se iba entregar en alma y cuerpo a entrenar artes marciales, algo que sin duda su padre aplaudía en silencio.
—¿Kasumi?
Mamoru entrecerró los ojos peligrosamente, gesto calcado a su esposo.
—No está aquí—más que una pregunta fue una afirmación —me mintió
—Quizás si dejarán que ella…
—Madre….Kasumi es hembra
Sus hijos eran tremendamente protectores, sin embargo, Mamoru al ser el mayor se había tomado el papel demasiado a pecho.
Ni Shippo, al ser un hombre hecho y derecho era así.
Culpaba a su demoníaco y posesivo esposo.
Un ruido la alertó y la energía antigua y tan conocida la abrigo como si de una caricia se tratase, sus nervios aletearon y su energía chispeo, como si se mezclará con el de la del recién llegado.
El demonio entró al despacho de su esposa, Mamoru a penas enarco una de sus plateadas cejas, su padre había llegado más temprano de lo esperado. Sintió la mano pesada en su cabeza con el asentimiento propio de él, y lo siguió de largo.
Seshomaru no era el hombre más tierno, pero sabía que era amoroso a su manera, algo que agradecía porque odiaba las innecesarias y extremas muestras de afecto.
Su madre se levantó, tan pequeña que apenas le llegaba a los hombros a su padre, para empinarse y besar suavemente los labios de su esposo, su padre a penas le correspondió, pero aún pudo observar la profunda chispa de devoción con que la miraba, y que esta sin reparos le devolvía.
Sus padres era una mezcla peculiar, de esas que no crees que puedan ser homogéneas, pero una vez lo hacían, eran perfectas.
—¿Los chicos?
—Estudiando—Kagome se apresuró a decir antes de que Mamoru dijera algo, Seshomaru odiaba que sus hijos estuvieran fuera de su radar, sobre todo Kasumi y Rin, al ser hembras eran de especial protección por parte de los machos Taisho.
Sabía que sus hijos, al igual que el padre, respondían a sus exigencias de instintos que los hacia especialmente protectores con las hembras de la manada, aún más con sus hermanas, y al punto de la exageración con su madre, la matriarca de la familia.
Mamoru a penas gruño, dejando libre el flujo de energía de sus poderes, sus dientes de alargaron junto con sus garras, su cabello creció unos diez centímetros más, dejándolo como una copia más joven que el Lord.
Todos sus hijos habían nacido con una parte demoníaca, en unos más fuertes que otros, Tetsu había nacido con sólo la mitad de su energía demoníaca, la otra parte humana, perturbadoramente parecido a Inuyasha, tanto en lo físico como en lo temperamental.
Kasumi había sido un caso especial, su hija había nacido demonio, pero raramente con el mismo don de una sacerdotisa, creando en ella una mezcla perfecta de algo tan contradictorio, Irasue, su suegra, había quedado sorprendida, no obstante, esas energías naturalmente enemigas conjugaban tan bien que una se protegía a la otra.
Un mundo en esos ojos bicolor.
Seshomaru apenas le envió una mirada conocedora, su esposa era pésima mentirosa, entendía cada gesto que inconsistentemente llegaba hacer en el momento que mentía, o en el que estaba feliz, o en el que simplemente estaba frustrada.
Conocía a su hembra.
Hace años, si su yo del pasado le hubiera pasado conocer a Kagome, enamorarse de ella (si, después de mucho reflexionar) y tener cachorros con ella hubiera matado a ese ser sin dudarlo, una humana jamás hubiese estado a la altura.
Pero Kagome no era cualquier humana.
Se había ganado su respeto a pulso, era más valiente que cualquiera, y tenía un corazón de oro, de un momento a otro le era imposible poder sacársela de la cabeza, y después de tremendos conflictos consigo mismo, se ganó un espacio en su vida como en su corazón
Kagome era una digna Señora del Oeste.
El celular de su esposa sonó, ella con una sonrisa contesto en un inglés fluido. Aun no se había acostumbrado con demasía a esa época, aun cuando ya se había cumplido más de 50 años de eso.
Después de haber derrotado a Naraku, la perla había absorbido a Kagome por completo, lo que había ocasionado la desesperación de sus amigos, lo que no contaban ellos es que el lazo con el frio demonio fuera tan fuerte que el hilo rojo del destino lo unía a ella y no al medio demonio, mostrándole el camino para su rescate.
Eso había desatado la furia de Inuyasha, que incrédulo miraba el fino hilo que colgaba del dedo meñique y se perdía en el bosque, habia despotricado hacia él, no obstante, la sabiduría del monje lo había llegado a entrar en razón y se había dado cuenta que antes que su furia era la seguridad y el bienestar de la sacerdotisa.
—¿En qué piensas? —pregunto en un susurro su hembra, abrazándolo por atrás con suavidad, volviéndose a penas miro sus grandes ojos azules que brillaban con un amor profundo.
—En el día que nos reconocimos
Oh, claro, ella cada día podría recordarlo.
No era conocer, era reconocer
Para ella había sido una sorpresa ver aparecer al imponente Lord con un hilo rojo al meñique en la inmensidad de oscuridad que la rodeaba, si bien ella ya estaba profundamente enamorada de él, no había cabido en su mente la profundidad del vínculo milenario que los unía.
El amor lo era todo.
—¿No te arrepientes?
El negó, con seguridad.
—Nunca
Midoriko había sido enfática, ella no podía quedarse, Kagome Higurashi había sido uno con la perla y en ese momento que ella había deseado que desapareciera, todo el vestigio de la sacerdotisa del futuro quedaría borrado en el pasado.
Su alma dependía de haber tomado una decisión, debía volver a su época o debía acarrear con las consecuencias de que en algún momento el tiempo se rompiera, su yo del futuro podría encontrarse con su yo del pasado y eso acarrearía demasiados problemas.
—Volveremos a su época—ella no había podido entender la magnitud del sacrificio y entrega que el demonio había hecho por ella, sus ojos habían tenido ese brillo propio del amor, aun cuando su rostro era una porcelana de inexpresividad.
—Pero…Rin…Shippo…no podemos dejarlos…
Midoriko había sonreído, con ternura.
—En virtud de su sacrificio comunicare a sus amigos a la decisión que han tomado y, además, los niños podrán ir con ustedes—suspiro de alivio, derramando apenas unas pocas lagrimas—Kagome, estoy eternamente agradecida por todo lo que has hecho en este mundo, has entregado tanto….
Ella se acercó y tomo sus manos, estaban cálidas y olía a sakuras
—En cualquier momento que me necesites acudiré a ti, sin pensarlo, somos una—toco suavemente su pecho, sintiendo un calor recorrerle, para después alejarse—Espero que entiendan que su lazo es muy poderoso, tanto, que se hizo el mismo. Su destino ustedes lo han construido.
Y desaparecieron, en la bruma y oscuridad.
Con el tiempo había entendido las palabras, al ser la reencarnación de Kikyo su hilo del destino había estado unido a Inuyasha, él había sido su camino y fin, sin embargo, las casualidades y el profundo sentimiento que creció entre ellos hizo algo impensable e increíble, rompió ese vínculo.
Y de ese, nació otro, el de Seshomaru y Kagome.
Ellos no estaban destinados, no formalmente.
Pero ese hilo… ese hilo lo había construido los dos.
—¿Tienes que irte? —escucho el desagrado de la voz de su esposo, algo que la hizo sonreír.
—No, me pidieron ir a dictar una conferencia
Con el exceso de tiempo que el ser la esposa de un demonio le había otorgado, gracias a la marca de emparejamiento, Kagome Taisho era una académica de larga trayectoria, con un doctorado en Derechos Humanos y Memoria, dos pregrados en leyes e Historia, y una especialización en antropología tenía un prestigio inigualable lo que hacía que tuviera que viajar con regularidad a dictar clases, conferencias, diplomados a las grandes universidades e instituciones del mundo.
—¿Y tú?
—Tenía ganas de comer aquí.
Sehomaru no se quedaba atrás, era un prestigioso arquitecto y empresario, su esposo había tardado en adaptarse al mundo humano. A pesar de que al principio le genero un profundo desagrado por estar en compañía de seres inocuos (menos su hembra) después había quedado sorprendido por los avances que había llegado los débiles y mortales humanos.
Habían despertado su curiosidad, algo que era profundamente difícil.
—¿Shippo y Rin te llamaron? —ella sonrió mirando la foto que había enmarcado con adoración en un portarretratos de madera de su madre, en ella, sus hijos ya mayores sonreían con un pequeño cachorro recién nacido en brazos.
Fue una sorpresa que sus hijos se enamoraran bajo sus narices y, sobre todo, se casaran. A Seshomaru al principio no le había agradado la idea, pero entendió que quien mejor podía tener a Rin era Shippo, su otro hijo.
Tampoco le había agradado que vivieran en otro país, sus instintos de perro alfa le ordenaban tener a la manada unida, y es que Canadá era muy lejos, no obstante, su hijo había sido tajante.
Construirían un lugar propio.
A eso, Seshomaru no pudo objetar.
—Sí, Kei está muy grande, ya le salieron los primeros colmillos y está un poco berrinchudo, pero eso es normal a su edad.
Suavemente recorrió con la punta de su garra la mejilla lozana de su esposa, era tan hermosa, cada día le sorprendía, su amor era palpable en cada nervio. Ella, algo sonrojada, se recostó en su mano y beso la piel anterior a su muñeca.
—Eterno
—Eterno
Y la beso, porque ese era un placer que no se negaría.
En la mesa sus hijos discutían, los ojos bicolor de Kasumi brillaban con furia mientras que Mamoru le molestaba con una sonrisa burlona, el único que parecía expectante ante el movimiento de su hermana era Tetsu, que no dejaba de mover las orejas de aquí para allá.
—Mamoru—exclamo con los dientes apretados.
—OH, por favor, hermanita, no dirás que te gusta ese patético de Akira—Seshomaru paro de comer y miro a su hija con una ceja encarnada.
—Es un amigo.
—¡Un amigo, mis pelotas! —se carcajearon mientras Tetsu chocaban sus manos.
Kagome suspiro.
—Deja a tu hermana en paz, ella puede tener todos los amigos que quiera.
—No, no puede—esa fue la voz de Seshomaru, ella a penas le vio de reojo.
—Si puede, fin de la discusión—Kasumi la miraba como si fuese la aparición más hermosa.
—Kasumi está muy joven
—Kasumi tiene la misma edad cuando nos conocimos—eso hizo gruñir a su esposo.
Había ganado, como siempre.
Su hija se carcajeo y la beso sonoramente en la mejilla
—¡Eres la mejor Ma!, además, Akira es un amigo
—Y así se quedará—murmuro Seshomaru, cosa que se ganó la mirada fulminante de su esposa.
—Yo me encargare de eso padre—ahora la mirada fulminante era para Mamoru, en cambio, el lord le sonrió secretamente.
—Ella es muy fea—refunfuño Tetsu. Kasumi le gruño, mostrado los colmillos.
—Chicos, ya, una cena en familia debería ser llena de…
—Tranquilidad—murmuro Mamoru
—Y amor—exclamo Kasumi
—Y peleas, muchas peleas—se carcajeo traviesamente Tetsu, cosa que hizo sonreír a su madre
Su corazón se hinchaba todos los días de amor por su familia.
—Algo así y es que la peculiaridad de la familia Taisho…nos enloquece…
Nube de Magallanes
Y es que estuve tanto tiempo desaparecida que algunos creerán que me había ido de la plataforma, pero no, solo que el tiempo no alcanza y la universidad es exigente cada vez más, un octavo semestre de Derecho pesa. ¡El Derecho es lo mejor, bitches!
¡De antemano, mi disculpa, sé que no he actualizado una historia por ahí (risa nerviosa) y como un aviso, no es que la vaya a dejar, solo que…releyéndola una y otra vez no me ha gustado mucho como la tengo, y es que no soy la misma que de hace un años y medio! Por eso, he decidido que la reescribiré, tiene fuerza y tiene algo que me encanta, solo que en lo formal falta.
Aunque no tengo fecha para ello, por eso he escrito esto, como una disculpa bien estructurada, digo, es una historia corta de lo siento, discúlpame, ámame y te amare . No es larga, pero si sustancial.
Esta idea me estaba recorriendo la cabeza así que era justo que saliera a la luz ¡LO SIENTO!
No obstante, deberán saber que han pasado muchísimas cosas, Laura ya casi se gradúa de Abogada (suenan tambores) mi hermana la han trasplantado y ha salido muy bien, el tiempo escasea y ya casi empiezo mis prácticas lo que me hace sentir nerviosa. Sin embargo, escribir siempre es algo que me relaja y me hace feliz, así que no creo abandonarlo, no por lo menos en mucho tiempo.
Bienvenidos a todas (y todos si hay) a este nuevo proyecto, no es el mero mero pero tiene su encanto, perfecto no es, pero sale del corazón de una escritora amateur. Los quiero.
Suerte y Abrazos.
