El ambiente que hay entre nosotros es diferente. No importaba el lugar, ni la situación. Estando tú ahí es suficiente para que mi sangre comience a hervir y una notable excitación aparezca junto a una sonrisa llena de ambiciones. Quería pelear contigo, quería aplastarte...¿Por qué? Porque eres fuerte, porque eres como yo... o yo soy como tú.
Tus ojos negros y profundos tienen un brillo inusual justo como los míos, incluso podría decirse que somos un par de sádicos pero no me importa lo que los herbívoros piensen o digan, lo único que capta mi interés es la forma en que sonríes cuando estás conmigo porque cuando estamos juntos todo es diferente. Una vez que estamos dentro de una habitación la verdadera diversión comienza, el instinto asesino nos domina y dejamos que el placer inunde cada parte de nosotros.
Los besos y las mordidas aparecen apenas la distancia se ve reducida, mis manos tocan firmemente tu rostro y mi pulgar delinea esa sonrisa llena de egocentrismo, las palabras no son necesarias, vivimos el momento solo porque sabemos que volveremos a irnos, es mejor así. Reunimos la cantidad necesaria de excitación para desbordarla contra el otro sin piedad. Me gusta cuando dices mi nombre mientras tocas cada parte de mi piel, tú mejor que nadie sabes cómo me gusta, conoces cada tramo de mí y también sabes cómo sacar de mi boca sonidos más divertidos que simples maldiciones... ¿Cuándo fue que dejaste de ser un bebé? Sinceramente no me importa, tampoco voy a pensar en cosas innecesarias cuando el dolor y placer me engullen justo frente a ti.
Relamo mis labios y amplió mi sonrisa, esta noche será larga a tu lado y eso es lo que más disfruto. Ah, esa intromisión tan ruda hacia mis entrañas es mi favorita y sé que la tuya también, lo único que puedo hacer es mirarte alos ojos y disfrutar de ser tomado por ti mientras toco y muerdo cada parte de tu piel. Las embestidas son tan rudas que es imposible que me calle los gemidos pero sé bien que así te gusta, amas ver mi cara de placer al estarme penetrando, te sientes orgulloso de escucharme gemir tu nombre y sobre todo, te excita que a pesar de la bestilidad con la que tenemos estos encuentros yo siga poniéndome de pie como si nada hubiese pasado y te abandone. Lo sé porque sonríes cuando me ves tocar aquella puerta para desaparecer otra vez, como la nube que no puede ser atrapada y vaga libremente, una nube que se ve atraída por la sed de sangre que emana tu aura y se queda ahí apenas unos minutos para volver a su ruta nuevamente.
Lo llamamos juego porque es lo más cercano a ello y también porque es una costumbre volver a esa misma habitación, no importa si estamos heridos, no importa cuántas muertes traigamos arrastrando, una vez que entres dejaremos de ser Reborn y Hibari Kyoya, una vez que cierres la puerta todo volverá a empezar, los besos, los gemidos, la brutalidad... porque ese es el mejor pasatiempo de los más fuertes. De nosotros.
