Disclaimer: Twilight no es mío. Creo que ni siquiera quedaron manzanas en el refrigerador.

Casi Hermanos

Outtake de No es tan fácil ser niñera.

i. Diferencias:

Jasper Whitlock siempre había sido un joven de bien, llegando a un límite que prácticamente rozaba la perfección. Desde pequeño, se había destacado por hablar sólo lo justo y necesario, por tener unos modales excepcionales y, gracias a ello, aparentar más edad de la que tenía. En sus pasos previos a la adolescencia, había demostrado ser poseedor de una aguda inteligencia, un pasivo carisma y un atractivo natural. No sólo había sido el orgullo de sus padres —cuya posición social, debido a la agencia de automotores de la que eran dueños, exigía cierta compostura—, sino que su bondadosa sonrisa lo hacía un mal blanco para los envidiosos. Su personalidad, pacífica y gentil, tampoco ayudaba para aquellos que lo encontraban demasiado perfecto para ser verdad. Era un chico de buen carácter, que había sido criado apropiadamente.

La vida de Jasper había sido ideal hasta sus quince años de edad: buen hijo, buen estudiante, buen compañero y amigo. Había sido durante aquella etapa de su vida donde, un día tan común como cualquier otro, sintió que, por primera vez, su implacable calma había sido desvanecida.

Era la primera semana de septiembre. El joven Whitlock lo recordaba perfectamente, porque las clases habían comenzado y Edward Cullen, el chico nuevo, había aparecido en el salón, mostrando una sonrisa arrogante y un semblante que indicaba que nada tan estúpido como ser el bicho nuevo de la clase podría intimidarlo. Con desenfado, se había sentado a su lado y le había dicho que su peinado era cool, para después preguntar si era rubio natural. Con el tiempo, aprendería que Edward podía comportarse como un idiota la mayor parte del tiempo, pero simplemente era parte de su personalidad. En el fondo —muy en el fondo, dando algunas vueltas aquí y allá—, Edward era un tipo de buen corazón.

Emmett se les había unido también, mientras evitaban que la profesora de cálculo pescara a los dos revoltosos jóvenes arrojando papeles al cesto, practicando para las pruebas del equipo de basquetbol. Jasper había intentado detenerlos, pero, en realidad, estaba divirtiéndose bastante con las extrañas expresiones y las maniobras que hacían sus amigos. Emmett y él siempre se habían llevado bien; eran un buen equilibrio entre la paz y la catástrofe. Edward sólo había sido el complemento perfecto que les faltaba para ser algo como los tres mosqueteros —o los tres chiflados, dependiendo del punto de vista.

—Tenéis que venir a mi casa. —había dicho Edward, con una sonrisa porfiada, unos pocos días después de su primer encuentro—. Mi madre teme que mi cambio de escuela haya sido porque soy un inadaptado social.

—¿Tú solicitaste el cambio de colegio? —había replicado Emmett, a quien no le costaba demasiado decir exactamente lo que pasaba por su cabeza.

Edward simplemente había asentido, con una expresión seria y ausente. Jasper había presentido aquella parte oscura de la historia de Edward, pero en aquel momento había preferido no preguntar; ya que, a diferencia de su gran amigo, tenía algo de sentido común. Ante todo, poseía modales y una gran sensatez, y no pensaba indagar sobre los asuntos privados de un muchacho al que recientemente había comenzado a llamar amigo.

La casa de Edward tenía unas cuantas similitudes con la de Jasper, aunque el aspecto era mucho menos intimidante que el del gran hogar de los Whitlock. Era un lugar amplio, con buena iluminación y gran cuidado, exceptuando el inestable basurero al que Edward había denominado como «su cuarto». Sin embargo, de alguna particular forma, era lo que Jasper había esperado de una persona tan diferente a él. Las disparidades, de cualquier manera, se habían hecho humo para el momento en el que Edward había sacado su consola de video juegos. No había ninguna frontera entre hombres que no pudiera ser cruzada por un buen partido de soccer virtual. Jasper aprendería eso con el paso de los años —y las constantes apuestas entre Emmett y el joven Cullen que terminarían en desastres de gran escala.

Mas, a pesar del peligro que significaba aliar a dos personas como Emmett y Edward, no había sido su gran amigo ni el joven con estilo de rompecorazones los que habían acabado con la perfecta vida de Jasper. Un par de compañeros problemáticos, que perseguían a todo lo que usara una falda, no era realmente el fin del mundo para él ni para su intachable comportamiento —por lo menos, no en sus primeras épocas de amistad. Su infierno personal se había materializado en aquel desordenado cuarto durante esa primera visita. Emmett y Edward estaban demasiado enfrascados en intentar meter el «gol de oro»cuando una pequeña cabecita se había asomado por la puerta. Era una niña, con un gracioso peinado y unos grandes ojos avellana. Sólo Jasper había reparado de su presencia, ya que los otros dos seguían completamente absortos en su juego, maldiciendo entre dientes y dándose ocasionales y tramposos codazos en las costillas. Ella se había dado cuenta de la mirada del rubio joven y sólo había sonreído, mientras sus mejillas se tintaban de un suave color rosado. Luego le había echado una mala mirada a su hermano, cambiando su semblante por completo.

—Edward Anthony Cullen, ¿podrías, por favor, madurar y prestarme un poco de atención?

Edward había cesado su juego automáticamente, dándole al botón de pausa, mientras Jasper reía con discreción, totalmente fascinado por aquel tono de voz autoritario y la forma en que la muchachita se paraba —con las manos en las caderas y el ceño fruncido, como si realmente fuese una mujer adulta—, intentando intimidar a su hermano. Aquella pequeña, que no debía medir más de un metro y algunos centímetros, había conseguido lo imposible: que Edward Cullen le hiciera caso sin rechistar.

—¿Qué quieres, diablillo? —había preguntado él, sonriendo de lado.

—No me digas diablillo. —enfurruñada, había replicado ella—. Una chica te busca.

Después que Edward dejara la habitación, la muchachita les había dado una radiante sonrisa antes de retirarse del lugar y Jasper se había quedado embotado mirando la puerta, como en algún transe placentero. Aquella expresión, aquella bendita cara de ángel, había quedado grabada a fuego en su cabeza —y en su corazón. Jasper estaba totalmente perdido en ella, con una mezcla de ternura y cierta diversión.

—Que mona. —había comentado Emmett y su compañero apenas lo había oído, tan sólo para asentir en silencio.

Una brisa cálida había corrompido el perfecto clima en la vida de Jasper. Un suave viento que pronto arrasaría con él como un vendaval, llevándose a su paso la estructurada rutina en la que había vivido tan cómodamente, con los sentimientos a cuestas tan sólo como otra simple parte de su equipaje.

Alice Cullen sería su pequeña perdición. Ella y todas las diferencias entre ambos que hacían de sus sentimientos algo que jamás podría ser recíproco.

Hola a todos por ahí. Sé que es un momento extraño para publicar esto, pero lo he tenido por un tiempo en mi pc y realmente tenía ganas de colgarlo. La intención había sido terminarlo para la colecta del fandom por el tsunami en Japón, pero la verdad es que en estos últimos meses no he tenido tiempo para nada —aún no puedo creer que estemos a mitad de año—, y si hay algo que no me gusta es publicar cosas porque sí. Son cinco capitulitos cortos nada más, estoy trabajando ya en el segundo y, si bien no sé si podré actualizar pronto, había prometido esto y pondré el mejor ánimo para terminarlo. Estoy dedicando más tiempo a mis originales y sólo he estado por aquí escribiendo algunos Klaine —ya saben, mi nueva OTP.

Cualquier cosa, pueden encontrarme por el Twitter o el Facebook, donde siempre voy colgando novedades de las historias, nuevos proyectos y demás. Estoy remodelando mi web con ayuda de una amiga, por lo que de momento me manejo por las redes sociales jajaja. Por cierto, en Facebook —en la nueva dirección, Lady Cornamenta ya no la usaré—, dejaré la canción que me permitió ponerme de nuevo a escribir sobre esta historia. ¡Que sería de mí sin la música!

Muchas gracias a todos los que siempre leen y comentan; es una cosa hermosa que, a pesar que fue terminada hace mucho tiempo, aún sigan llegándome reviews sobre historias como No es tan fácil ser niñera, que ha sido un pequeño orgullo. Muchísimas gracias también a la señora Katlyn Cullen, que se ha tomado el trabajo de ser mi beta para esta historia; infinitas gracias por la ayuda, mujer, y por los buenos ánimos para seguir con este proyecto. Me interesa mucho saber qué piensan y si vale la pena continuarla; he estado un poco alejada del fandom de Twilight, por lo que no he escrito esto sin cierto trabajo; así que queda a criterio de ustedes.

¡Gracias a todos! Espero, podamos leernos pronto rápido.

MrsV.