Durante mucho tiempo Temari había tenido atracción hacia el tema de las parejas hetero, pero ahora tenía que admitir que no era solo curiosidad...algo muy extraño le estaba sucediendo y era lo suficientemente inteligente como para comprender que ya eso no era algo pasajero, sino que un cambio importante se estaba dando en su interior.
Con 19 años cumplidos solo había tenido experiencias lesbicas en su vida, que siempre le habían dejado con la sensación que si eso era todo lo que podía esperar del sexo y del amor, no era tan gran cosa como ella pensaba. En su vida habían pasado dos mujeres. Sakura, a la que había conocido hacía tanto tiempo, en el cumpleaños de quince de quién por entonces era su mejor amiga, que ahora llevaba varios años viviendo en Konoha. Sakura tenía 17 años por aquel entonces, ella 15, era todo lo que se podía pedir: guapa, gentil, bien vestida...lastima que fuera tan bestia en la cama. Su idea de sexo era portarse lo mas bruta posible, así que fue toda una desilusión estar con élla, tanto que no llegaron a la media docena de encuentros sexuales...y la relación terminó entre otras razones porque después de tener sexo con ella, la tal Sakura gentil fue sustituido por una que dejaba mucho que desear...que mas bien la buscaba para tener sexo, y luego prefería pasar el tiempo con sus amigos. Muy patético todo en esa su primera relación.
Matsuri no fue mucho mejor. Si bien era cierto que era mas amable que Sakura, no era una amante preocupada por que su compañera llegara al mismo tiempo que élla o por lo menos llegara. Mas bien era del tipo de venir, hacer su faena y si su compañera llegaba al mismo tiempo pues que bien...y sino...se quedaba asi. O sea que Temari tenía que aguantar las ganas hasta el próximo encuentro. A pesar de eso habían estado juntas por casi un año, un poco por costumbre, un poco porque Temari no quería lastimarla...pero al fin fue Matsuri quién terminó dejándola, con la excusa de necesitar espacio.
Sin embargo ya estando con Matsuri, Temari sentía que algo estaba cambiando dentro de ella. Le atraían los chicos lindos que veía pasar. Sentía escalofrío cuando alguno que ella consideraba atractivo la miraba a los ojos, se ponía nerviosa si estaba a solas en un lugar con algún hombre atractivo...tenia miedo que se dieran cuenta que los espiaba. La idea de cómo podía ser una relación con un hombre había pasado de ser una pregunta curiosa para volverse en una gran interrogante en su vida. ¿Sería acaso que esa imposibilidad de formar un vínculo duradero con una mujer provenía que su naturaleza era diferente?.
