Hola, de nuevo. Sus comentarios me animaron (el poder de los comentarios) a hacer una continuación. sin embargo también hubo algunos a los que les pareció perfecto tal y como lo escribí. Por eso quise iniciar esta continuación como un fic distinto, así el que quiera quedarse sólo con la versión corta puede hacerlo, y aquellos que quieran más, bienvenidos sean.
Si no has leído el one-shot, no te preocupes, es el prólogo que viene a continuación. e igualmente eres bienvenido.
Gracias a todos los que comentaron, y espero no decepcionarlos.
Sin más que decir, los personajes de: "Avatar the legend of Korra" no me pertenecen.
Prólogo
¿Aún Recuerdas la noche que me fui? Nos dijimos tantas cosas, nos herimos tantas veces, éramos tan inmaduras, estábamos tan equivocadas. ¿Lo Recuerdas? Yo no entendía por qué tú no podías venir conmigo. Tú no entendías por qué yo no podía quedarme.
Esta atardeciendo cuando llego a la ciudad, aprovecho para ir al mirador, Justo a tiempo. El anaranjado y el escarlata se combinan con el azul del cielo, el horizonte se convierte en un mar infinito, y los recuerdos me golpean con fuerza. Ba Sing Se, la ciudad de Omashu, las tribus agua del norte y del sur, la Nación del Fuego, los Templos Aire, La Isla Kyoshi, la Isla Ember . Vi los paisajes más hermosos, en las ciudades más maravillosas que he conocido. Y sin embargo es aquí, en el mirador de una ciudad tan común, frente a un paisaje que he observado millones de veces, que me da por ceder a la nostalgia y recordarte. Veníamos aquí muy seguido, te encantaba, cuando lograba secuestrarte de tus responsabilidades y convencerte de ceder ante mí.
Por un momento creo escuchar tu voz. «Sólo veinte minutos, Korra. Tengo muchas cosas que hacer» inconscientemente te busco a mi alrededor, pero tu voz se desvanece, tan fugaz como un relámpago.
Continúo mi camino. Bajando la colina encuentro un periódico en el piso. Y como una jugada amarga del destino ahí estás, tu foto ocupa la primera plana. «Industrias futuro, dando un salto más hacia adelante» te ves bien, tu cabello está más largo, tu ropa es más adulta, tu expresión más madura. Tus labios sonríen, pero tus ojos están apagados.
Éramos tan diferentes. Pensábamos tan distinto. Tú: siempre elegante, refinada, con clase, educada, respetuosa, inteligente. Yo: salvaje, rebelde, testaruda, imprudente, distraída, despreocupada. A ti te gustaba la playa, el sol, el calor, yo en cambio amaba el frío, la montaña y la Luna. Quizás por eso nos enamoramos, y también quizás por eso no pudimos evitar romper. Yo quería conocer el mundo, vagar sin rumbo, vivir de la aventura. Tu quería estabilidad, reconocimiento, mantener la tradición familiar y hacerte cargo de la empresa. Yo, quien nunca fui de echar raíces veía aquello como una cadena que te mantendría atrapada a esta ciudad, a esta vida. Tú, quien había sido criada para liderar, veías aquello como la columna vertebral que sostenía tú mundo.
El viento sopla con fuerza, anunciando que la noche llegará pronto, y trayendo consigo tú aroma. No el de ese perfume caro que tanto te gustaba, no; Más bien era el qué despedía tu cuerpo en las mañanas, el olor de detrás de tu cuello, ese olor tan propio que dejabas en las sábanas, en la ropa e incluso a veces en mi, esas noches qué dormías tan hundida en mi pecho que podríamos habernos vuelto una. Pero el olor también desaparece, al igual que tu voz.
Todavía no quiero llegar a casa, así que me desvío, y dejó que mis píes me guíen. Guardo las manos en los bolsillos de mi pantalón, el frío empieza a sentirse, es un frío acogedor, pero cómodo. Sin saber cómo, llego al parque, no sé si son ideas mías, pero todo está más bonito, arreglaron y pintaron tanto las cercas como los bancos. Esta más iluminado y limpio, y al parecer ahora viene más gente. Parejas en su mayoría, jóvenes, como lo éramos tú y yo:
Los recuerdos vuelven a asomarse en mi cabeza, caminábamos desde el colegio hasta acá, todos los viernes después de clases. Siempre me comprabas un helado y yo en cambio te traía de las galletas que hacía mi mamá. Nos íbamos hasta lo último del Parque y nos sentábamos en uno de los bancos, te gustaba porque casi nadie llegaba hasta allá, era la zona más tranquila de todo el lugar. Allí hablamos, reíamos, tonteábamos y comíamos hasta que tú mayordomo llamaba para decirte que ya deberías de estar en casa.
Al llegar al final del Parque veo nuestro banco. Pero no está solo, un chico y una chica están sentados en él, el chico le dice cosas al oído y ella sonríe. Luego él le roba un beso y ella finge molestarse, se voltea fingiendo estar indignada y él la observa... La ve como si ella fuera la cosa más preciosa del universo, la ve como si ella fuera perfecta, la ve de la forma en que todas las chicas quieren ser vistas por lo menos un vez. ¿Así me veías tú? ¿Así te veía yo? Están tan absortos en su mundo que ni si quiera notan mi presencia, entonces un vacío golpea mi pecho y me alejo. Pero Antes de salir del Parque lo noto, un logo, es el engrane de industria futuro. Así qué fuiste, tú recuperaste nuestro parque.
¿Recuerdas nuestro último beso? Fue antes, mucho antes de todo, de las discusiones, los gritos, el llanto. Aún pensábamos que todo estaría bien. Seguíamos creyendo que la otra cedería tarde o temprano, qué equivocadas estábamos. Fue en tu taller, estabas llena de grasa y yo acababa de llegar del gimnasio, no podíamos estar más desaliñadas para la ocasión. Te hablaba de algo que ni si quiera recuerdo, mientras tú limpiabas tus manos y parte de tu rostro, recostada del escritorio. Ni si quiera me escuchabas, estabas embelesada, me veías expectante ¿En qué pensabas? «No me estás prestando atención, ¿verdad?» fue lo único que recuerdo haber dicho, antes de que con un paso acortaras la distancia entre nosotras, me tomarás entre tus manos, me miraras a los ojos, luego a los labios, de nuevo a los ojos, para luego atraerme hacia ti, besarme y adueñarte de mí. Un beso que correspondí gustosa, llevando una de mis manos a tu cintura y la otra directo a engancharse en tu cabello, te llevé de nuevo al escritorio, pero me detuviste, divertida, sonreías «Te Amo» susurraste, casi qué sólo para ti. «Te Amo» susurré en exactamente la misma frecuencia qué tú.
Ya la noche se apoderó por completo de la ciudad, y en la nueva penumbra en la que ahora me encuentro es nuestro antiguo colegio quien se vuelve protagonista de un nuevo pensamiento. Donde todo empezó. Un impulso se apodera de mí, y sin pensarlo mucho salto el muro y me adentro en la oscuridad de la vieja escuela. ¿Hace cuanto que estuve por última vez aquí? ¿5 años? Quizá un poco más, sin embargo me parece que fue hace siglos. Entro por un de las ventanas y recorro los pasillos, la primera vez que te vi. Nos tropezamos y tumbe tus libros, el profesor Tenzin me perseguía, como siempre me había metido en problemas. Luego recuerdo que nos gustaba el mismo chico, Mako. No puedo evitar reír, qué confundidas estábamos acerca de nuestros sentimientos en ese entonces.
Subo hasta el último piso, la puerta hacia la azotea está cerrada. Reviso entre mis llaves, aún la tengo. La llave que robe para ti, cuando me dijiste que este era tu lugar favorito en toda la escuela. Funciona, al parecer no han cambiado la cerradura. Aquí arriba hace aún más frío, más brisa. Escucho de nuevo tu voz «Si nos descubren nos meteremos en problemas» y escucho mi propia voz, aunque no sea yo quien hablé. «Tranquila, estas a salvo conmigo. Además, pensé que habías dicho que este era tu lugar favorito» esta vez tu voz es más nítida, más real, esta vez hasta me parece que puedo verte en una esquina, a mi lado. «Si pero...» y veo como llevo mi dedo delicadamente a tus labios para hacerte callar. «Vamos, Sato. Hay cosas por las que vale la pena correr el riesgo» Te sonrojas, pero la brisa sopla y nuestro recuerdo es arrastrado a través del tiempo y el espacio a la pared al lado de la puerta, esta vez me acorralas. ¿Estamos discutiendo?
« ¿Puedes decirme de una vez qué pasa, Korra? Llevas semanas actuando raro...» haces un pausa « ¿Acaso es Mako, otra vez?» Tu voz se siente triste.
« ¿Qué? ¡No! No tiene nada que ver con él» Respondo, mirándote a los ojos, pero vuelvo a bajar la mirada, mi mano tiembla. Puedo sentir el miedo qué tenía ese día.
« ¿Entonces?» insistes nuevamente. Pero yo no sé cómo responderte, no sé qué decirte. Tú insistes, una y otra vez hasta qué te cansas. « Está bien Korra, si no quieres hablar no lo hagas, ya me cansé de tu estúpida actitud» dices con resentimiento, pero sobre todo con dolor. Me dejas libre y te dispones a irte...
—Detenla...— Estoy tan metida en mi propia ilusión qué me sorprendo a mi misma hablándole a un espejismo.
Pero aun así, mi recuerdo, como si me hubiera escuchado, te detiene. Te toma del brazo y tú intentas zafarte, pero me aferro más a ti, te abrazo por la cintura desde tu espalda.
«Suéltame» me dices, pero no te dejo ir, «Suéltame» Repites más molesta, más frustrada, tratas de deshacer mi agarre, pero es imposible. «Por favor Korra... Suéltame» tu voz se quiebra en mil pedazos, y tus lágrimas caen, mientras intentas aún con más fuerza qué te deje ir, pero yo entierro mi cabeza en tu hombro, para al fin darte una respuesta:
«Me gustas» Y tú dejas de luchar.
« ¿Qué?...» preguntas, sin poder dar crédito a lo que tus oídos han escuchado.
«Me gustas, Asami» Digo de nuevo, más fuerte y claro.
Ahora soy yo quien quiere salir corriendo, suelto poco a poco mi agarre hasta dejarte libre. Tú te volteas y tomas mi rostro entre tus manos, me obligas a mirarte, tus ojos verdes están cristalinos, al igual que los míos. Mi mirada pasea de tus ojos a tus labios, adivinas mis intenciones, no hizo falta que dijeras nada. Sólo sonreíste y asentiste dándome permiso de hacerlo, así qué te besé, te besé tan gentilmente qué fuiste tú quien pidió más, dejándote llevar por primera vez por el deseo, por el impulso, por las ganas de tenerme cerca de ti. Pero el viento, de nuevo, se lleva mi espejismo, esta vez lejos de esta azotea, lejos de mi visión y de mi pensamiento.
Poco tiempo después llegó finalmente a casa. Pongo un pie en la entrada, pero algo me detiene. Sé que hay un lugar al que "debo" ir primero. Suspiro pesadamente, en el fondo sé qué no es lo más lógico, ni lo más razonable, también se que no es lo mejor para ninguna de las dos, sé qué, a diferencia de ese otro lugar al qué "debo" ir, en casa sí me esperan. Pero nada de eso me detiene para, sin pensarlo, alargar un poco más mi llegada a casa.
Frente a mí, la mansión Sato se alza imponente, cautivadora. La vivienda más grande de la ciudad, un portón negro se atraviesa, rígido. Me detengo frente a él, lo toco, es tan real. Sé que debes de estar ya en casa, disfrutando de una taza de té mientras trabajas en un nuevo proyecto, me pregunto si alguien te hará compañía en esas noches de insomnio, me pregunto si alguien se ofrecerá a hacerte un bocadillo nocturno mientras trabajas, o a masajear tu espalda, traerte un manta, pasarte a la cama cuando te quedes dormida en la mesa. La brisa me saca de mis pensamientos, trae se nuevo tu aroma, pero esta vez es más palpable, debe ser por la cercanía.
« ¿Korra?» Te escucho hablar a mi espalda, pero es imposible... Volteo escéptica, pero ahí estás.
—Asami— Susurro
«¿Qué haces aquí?» Preguntas confundida, vistes casi igual que la última vez que te vi.
—Volví a la ciudad... Llegué hace un par de horas... Yo... — no sé qué decir, ¿Debería disculparme? ¿Debería decirte que te extrañe? ¿Que es bueno verte? ¿Qué deberíamos ir a tomar un café? Asami se mantiene callada, expectante, inmóvil, tienes la misma expresión que el día que me marche... Y entonces lo entiendo. Doy un paso adelante y estiro mi mano para intentar alcanzarte, pero te desvaneces en el aire. Eras sólo otro recuerdo.
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Capitulo 1:
Asami despertó esa mañana como todos los días, su despertador sonó a las 6:45 am. La rutina había empezado, una ducha, vestirse, café, desayuno, una llamada de su secretaria para comprobar su agenda. Era lo mismo todos los días desde hace ya bastante tiempo. Pero algo la había tomado por sorpresa hoy, era un día diferente y al comprobar la fecha lo entendió.
Suspiro pesadamente, el tiempo seguía pasando. No pudo evitar pensar en Korra, hace ya más de 4 años que no sabía nada de ella. Se preguntaba si le estaría yendo bien, si se seguiría metiendo en problemas, y ¿por qué no? a veces se preguntaba si pensaba en ella. Estaba tan absorta en sus pensamientos qué le tomó más tiempo del necesario desayunar, miró la hora, ya era tarde, y ella nunca llegaba tarde. Sonrió al tener ese pensamiento, si hubo un tiempo en el que solía llegar tarde a todos lados y sin darse cuenta un recuerdo fue apoderándose de ella.
Unos años antes, El despertador sonó a la misma hora de siempre, pero esta vez Asami no se encontraba tan sola en esa habitación tan inmensa. Una chica de tez morena, cabello largo marrón y ojos Azules se tapaba los oídos con una Almohada.
«Vamos Korra, es hora de levantarse.» Comentó la ojiverde divertida.
«No quiero.» Fue la única respuesta que recibió de su compañera. Quien se encogió y la abrazo escondiéndose en ella debajo de las sabanas.
«Yo tengo que ir a la universidad y tu deberías llegar a casa antes que tus padres. Haberte graduado de la preparatoria no te hace mayor de edad.» Asami trataba de ser razonable, pero sabía que a Korra poco le importaba ese tipo de lógica.
«Puedes llegar un poco tarde hoy.» Comento la morena saliendo de su escondite entre las sábanas y viendo a la joven estudiante. «Siempre dices que esa materia se te da muy bien...» Asami la veía expectante, como solía mirarla casi siempre, Korra se veía tan infantil cuando le rogaba de esa manera «Además, tú lo has dicho. Mis padres regresan hoy, ¿Quién sabe cuándo pueda volver a escaparme para pasar la noche contigo?» Korra soltó una sonrisa maliciosa, cambiando enseguida la expresión infantil de antes para acercarse hasta su novia y depositar un tierno beso en sus labios.
Asami descubrió enseguida las intenciones de Korra, al convertir ese "inocente beso" en algo más apasionado; al pasar de sus labios a su mejilla, a su cuello, sus hombros; al moverse las manos de Korra hasta su cintura, para acercarla más a ella. Asami pocas veces podía resistirse a ese tipo se tentaciones, pero sabía que si dejaba que la ojiazul continuará iba a ser imposible detenerla.
«No seas dramática...» Comentó continuando la conversación, aprovechando para separarse de ella «...Tus padres te dejan quedarte aquí de vez en cuando.» Asami se levantó de la cama y se estiró.
«Sato... vuelve a la cama.» Korra hacia una especie de berrinche.
«A veces puedes ser tan infantil.» Dijo Asami sonriendo ante la escena.
«Sé que te encanta» De nuevo ese cambio de Korra, de lo infantil a lo pícaro. «Si no vienes a la cama no pienso irme» Su mirada volvía a ser diferente, retadora, como un tigre que acecha a su presa.
«¿Me estas retando, Korra?» Asami levantó una ceja sorprendida, desafiante, se acercó a Korra manteniendo la misma mirada que ella, como un Leona que no iba a dejar que nada la desafiara. Y con una mirada atrapó a la ojiazul, tomándole del mentón con una mano. «Te diré lo que va a pasar...» La mirada de Korra empezaba a perder fuerza, estaba perdiendo el combate. «Yo me iré a dar una ducha, y tú tienes dos opciones. Ducharte conmigo o quedarte en la cama sola hasta la hora que tú quieras.» acto seguido la pelinegra plantó un beso casi imperceptible en los labios de Korra, de esos besos que te dejan suplicando por más. Asami se dio media vuelta y se dirigió al baño.
«No me vas a convencer.» comentó Korra con falsa seguridad en su tono de voz. Hasta ver como la ojiverde desfilaba hasta la puerta del baño, para desprenderse de su camisa y lanzársela a Korra sin dejar de darle la espalda, esa espalda blanca, marcada de forma celestial que tanto le encantaba a la morena. Korra suspiro resignada, había perdido la batalla «Ok, puede ser que me hayas convencido, pero eso no quiere decir que hayas ganado la guerra.» Fue lo último que dijo antes de precipitarse a entrar con Asami en la ducha.
Sin embargo, la ojiazul había tenido razón, había logrado su objetivo. Sato había llegado esa mañana tarde a clases.
Y como ese día muchos otros. Muchos otros en los que Korra podía llegar a ser tan convincente, sabía qué hacer, qué decir, cómo. Sabía cuáles eran sus debilidades, sabía cómo hacerla caer. Extrañaba un poco eso. Si bien su vida era todo lo que ella había querido que fuera, le faltaba algo.
Salió de sus pensamientos para percatarse de la hora y darse cuenta de que Korra lo había hecho de nuevo, Aún sin estar presente, la estaba haciendo llegar tarde.
Llegó a su oficina en el último piso del edificio más alto de toda Ciudad República, donde su secretaria la esperaba ansiosa.
—Buenos días, siento llegar tarde. Vamos a mi oficina. — Dijo la empresaria. Entró a su oficina y ocupó su silla, la cual daba la espalda a unas inmensas ventanas panorámicas, desde donde se podía observar gran parte de la ciudad.
—Raiko llamó, quiere saber si pueden tener una junta hoy mismo. También pide su confirmación para...– Asami suspiró pesadamente, interrumpiendo a su secretaria. El alcalde a veces podía ser tan intenso.
—Dile que mañana yo misma iré a su oficina y por millonésima vez confirmarle lo segundo. –
—La comandante Beifong quiere saber cómo van los nuevos planos para las armaduras que encargó —
—Llámala y dile que hoy pasaré todo el día en eso. También cancela todas mis citas para hoy, incluyendo la de los inversionistas. —
—Pero señorita Sato usted misma priorizó la visita de los inversionistas— La secretaria estaba alarmada, primero su jefa llegaba tarde, y ahora cancelaba sus citas importantes. Asami sonrió de medio lado tomando entre sus manos el calendario que estaba en su escritorio.
—Opal, tranquila. — Dijo con ternura. —Es sólo que hoy no es un buen día para mí, hasta la "imponente Asami Sato" tiene malos días— Así solía llamarla la prensa "imponente" —No me pases ninguna llamada, escribe todos los recados que te dejen que más tarde me ocuparé. Qué nadie me moleste. —
Opal le dio una mirada de comprensión, a veces se le olvidaba que su jefa era solo una chica de 23 años, con una vida muy dura. Su madre había muerto cuando ella era solo una niña, su padre había sido arrestado poco después de su graduación. Ella sola había sacado la empresa familiar adelante, era la ingeniera mejor conocida de toda Ciudad República, la prensa le tenía mucha estima, se esforzaba día tras día por eso. Sin duda merecía tener un mal día.
—Cuente con ello, señorita Sato— Opal le sonrió ampliamente para luego retirarse.
Asami giró su silla hacia la ventana, tenía una hermosa vista de la ciudad, pero lo que más le gustaba del paisaje era la costa. Ni ella misma entendía bien qué le pasaba, ya había pasado por alto este día en años pasados, Así que ¿Por qué de repente hoy le daba por recordar?
«Por favor. No me digas que eres parte de la fiesta sorpresa que quieren hacer mis padres.» Korra y Asami caminaban cerca de las costas de ciudad República, el invierno empezaba a sentirse en el aire.
«¿Si tus padres te están planeando una fiesta sorpresa no se supone que tú no deberías saberlo?» Preguntó Asami.
«No son las personas más discretas del mundo.» Dijo al tiempo que agarraba la mano de Asami.
«Tú tampoco, por lo visto.» Respondió la pelinegra mirando a todos lados, pero sin soltarse del agarre.
«Nadie viene mucho a este lado de la costa, mucho menos en invierno, por eso me gusta.»
«Pensé que no te gustaba la playa.» Asami se detuvo para darle una mirada a Korra.
«No me gusta» Korra sonrió pícaramente, con esa sonrisa de quien planea una travesura. Pero Asami se dio cuenta de las intenciones de la morena demasiado tarde. Korra le había robado un beso, y había salido corriendo.
Asami se había sonrojado de tal manera que podía haber sido confundida con un hurón de fuego. Miro a todas partes asustada, pero Korra tenía razón, a ese lugar no iba nadie.
«¡Eres insoportable!» le reprochó mientras se disponía a perseguirla, Korra sabía que a Asami no le gustaban ese tipo de muestras de afecto en lugares públicos. Pero aun así se divertía mucho sacándola de quicio.
Asami volvió a dar vuelta a su silla, apagó su teléfono, revisó una de las gavetas del escritorio y sacó unos planos.
La ingeniera trabajo en dichos planos toda la mañana, necesitaba distraer su mente un rato, y no había mejor forma que meterse en su trabajo. No fue sino hasta que su estómago le avisó que se dio cuenta de que se había pasado la hora de almuerzo, así que llamó por el intercomunicador a Opal.
—Opal, pídeme algo de almorzar, que sea ligero. Y luego ven a la oficina—
—Entendido, señorita. —
A los pocos minutos entró Opal.
—Su almuerzo estará aquí en 20 minutos. Beifong no mostró queja alguna, Varrick dijo que esperara su llamada para programar su próxima cita. Los inversionistas quedaron de venir el jueves. Raiko no deja de insistir con que es una junta muy importante, está más insistente de lo normal. —
—Está estresado porque parece que no le ha llegado un paquete. — Comentó más para sí misma, pero había captado la curiosidad de Opal.
—¿Un paquete, señorita? — Opal no tuvo impedimento en mostrar su interés.
Asami sabía que no debía comentar nada, pero ya había captado la curiosidad de su secretaria, y sería difícil alejarla. —Varrick me contó hace una semana que Raiko está estresado porque parece que hay un retraso en una especie de paquete. Hace varios meses que está esperando por él y este no llega. — Opal asintió, lo que más le sorprendía era la facilidad que tenía el señor Varrick para enterarse de todo.
—¿Qué clase de paquete? — Opal sabía que había hecho mal con la primera pregunta, y qué hacer una segunda era aún más osado de su parte.
—Estas tentando tu suerte, Opal. — Dijo Asami sonriendo, a pesar de ser su secretaria, Opal también era su amiga. —La verdad es que nadie lo sabe, pero es algo que lo tiene con los nervios de punta. — Opal asintió, sabía que no sacaría más información al respecto.
—Ah, llamó el general...— Asami instintivamente le dio una mirada a su móvil. —Dijo que intentó llamarla a su móvil, pero este sale apagado. Le dejó una invitación a cenar para esta noche. — Asami se quedó meditando un segundo, se levantó de la silla, tomó los planos en los que había estado trabajando toda la mañana y se dispuso a salir.
—Manda que lleven mi almuerzo al taller, y si puedes encarga la cena para las siete también. Y dile al General que me disculpe, pero que estaré trabajando hasta muy tarde. Qué cenaremos otro día. —
— Entendido, señorita Sato. — El repentino cambio de Asami sorprendió mucho a Opal, terminó por llegar a la conclusión de que quizás había discutido con el general, aunque no tuviera mucho sentido, puesto que aquel hombre era todo un caballero, pero tampoco sería la primera vez, así que decidió no darle muchas vueltas al asunto.
Su almuerzo llegó al taller poco después que ella. Y junto con eso otro recuerdo se fue asomando por su memoria.
Asami había estado toda la mañana trabajando en un proyecto para la universidad, había apagado su teléfono, y se había desconectado por completo del mundo. Estaba trabajando en un guante que proyectaría impulsos eléctricos, suficientemente fuertes para aturdir a alguien, pero no lo suficiente como para herirlo de gravedad. Era un proyecto que la tenía muy apasionada. Aunque cada vez quedaban menos maestros, no podía evitar recordar lo que uno de ellos le había hecho a su madre, quería hacer algo para que la gente común se defendiera, y eso era su guante eléctrico.
Ese día Asami había estado tan absorta en sus cosas que no había notado en que momento Korra había entrado al taller, sobresaltándose al notar su presencia.
—¡Korra! — Dijo Asami pasando el susto. —¿Cuánto tiempo llevas ahí? —
—Bastante, para ser sincera. — Korra reía divertida. — Lo suficiente para que se enfriara el almuerzo. — Dijo mostrando dos embaces de comida típica del reino tierra.
—¿Y por qué no me sacaste de mis pensamientos? —
—Porque sé lo mucho que te molesta que te interrumpan. Además…— Korra se acercó hasta la mesa de trabajo — Me encanta observarte cuando estas así, tan concentrada en algo. — La morena no pudo evitar sonreír al ver como la futura ingeniera se sonrojaba. Aunque era una de esas pocas veces en las que no buscaba causar ese efecto. Simplemente lo había dicho porque así era como de verdad se sentía. Admiraba a la pelinegra, era una chica tan decidida, dedicada, centrada, era tan diferente a ella.
Esa tarde almorzaron como casi siempre, Korra solía hacer todo lo posible para que sus entrenamientos fueran a las mismas horas que las ocupaciones de Asami, así ambas tendrían las mismas horas libres y podrían verse, pero ese día había llegado más temprano, Asami no la esperaba hasta hora y media más tarde. Ese día comieron, rieron y tontearon como siempre. Asami termino de comer y luego de un rato de platica volvió a su trabajo. Korra la observaba de nuevo, pero esta vez Asami era consciente de ello. Sin embargo, eso no hizo que se perdiera en sus pensamientos. Para cuando salió de ellos ya era hora de irse a casa.
La ojiverde alzó la mirada para ver a Korra, pero esta vez era la ojiazul quien se encontraba abstraída del mundo.
—Korra… Korra… Korra…— No fue hasta la tercera vez que la morena salió de sus pensamientos para cruzar miradas con la ingeniera. —¿Sucede algo? — Korra se lo pensó un momento, su mirada era triste, pocas veces Asami había visto esa expresión en ella, y sin embargo hasta hoy es una de las expresiones de la morena que mejor recuerda.
—Es el loto blanco… Piensan que ya es hora de que viaje a través de las cuatro naciones. — Hizo una pausa. — Para perfeccionar mis entrenamientos…—
Asami negó con su cabeza para apartar los recuerdos. Esa había sido la primera vez que habían discutido por el tema. Ahí había empezado la constante lucha de opiniones. Ahí fue cuando la montaña rusa empezó a bajar con fuerza. Justo ahí todo había empezado a desmoronarse con más prisa de la que nadie hubiera imaginado.
La ingeniera respiro profundamente, aparto todo pensamiento relacionado con Korra de sus pensamientos, analizo los planos y empezó a trabajar, esta vez que si quería dejar de recordar. No le hacía nada bien. Recordar los buenos momentos solo la hacían sentir nostálgica y triste por todo lo que fue, recordar los malos era sentir como se le volvía a romper el corazón otra vez. Korra se había ido, ella se había quedado, nadie había ganado, al contrario, ambas habían perdido mucho, pero era el deber de ambas, aunque en ese instante ninguna lo entendiera. Korra era el Avatar, tenía un deber con el mundo, aunque sólo un contado grupo de personas supieran de su existencia, y de su identidad. Asami tenía que cargar con los errores de su padre y con una empresa que en ese entonces amenazaba con desplomarse.
Luego de cenar y trabajar unas horas más, Asami estaba agotada. Por un momento pensó en seguir trabajando, pero apenas era martes, y mañana tendría que atender un montón de asuntos pendientes. Así que al final optó por irse a su casa. Subió a su Satomovil y condujo en la espesa noche hacia la mansión Sato. Al llegar tomó un largo baño, al salir se acercó a la ventana, le pareció ver una sombra observando su mansión desde la entrada, pero al fijarse bien no divisó a nadie, debieron ser ideas suyas, pensó.
Antes de irse a dormir, recordó su móvil. Lo encendió, tenía docenas de llamadas perdidas, y mensajes, decidió dejarlos para mañana. Revisó la hora 10:45 pm, y al lado de la hora la fecha: martes 18 de noviembre. Inconscientemente y casi como si fuera llevada por una fuerza más allá de su voluntad busco entre las cosas que había en un cajón en su mesita de noche, sacó una vieja foto doblada por la mitad. La foto era de ella y Korra en la piscina de la mansión Sato, era posiblemente la foto más vieja que tenia de ambas. La foto tenía el extremo derecho cortado. Asami sonrió al recordar que en ese extremo de la foto aparecía Mako. Se quedó viendo la foto unos minutos.
—Feliz cumpleaños, Korra. — Susurro antes de guardar la foto, apagar la luz y acostarse a dormir.
ooooo
Decidí, después de dar muchas vueltas, llegar por fin a casa. Pensé que mis padres estarían durmiendo, puesto que ya casi faltaba menos de una hora para las doce, así que abrí la puerta sigilosamente, para ser recibida por una gigantesca bola de pelos blanca, que se abalanzó contra mí lanzándome al suelo, me olfateo, me mostro sus dientes y esperó a que me rindiera.
—Está bien Naga, tú ganas. — La enorme osa polar lamió mi rostro en forma de saludo antes de dejarme libre. Al entrar, en la sala se encontraban mis padres.
—Bienvenida a casa, Korra. — Dijo mi madre apresurándose a abrazarme apenas estuve de pie. —Y Feliz cumpleaños. — Mi padre se había unido al abrazo.
—Pensé que estarían durmiendo. — Comenté algo sonrojada, no esperaba que me recibieran tan efusivamente.
—Tonterías, Naga nos dio tu carta. — Comento mi padre.
—Nos alegra que estés de vuelta. — Dijo mi madre volviendo a darme un cálido abrazo. —Y supongo que tienes mucho que contarnos. —
—Senna. —La reprendió mi padre. —Seguro que Korra quiere descansar. Mañana ya nos contará que tal su viaje. —
—Papá tiene razón, sólo quiero dormir. — Dije algo apenada por la emoción de mi madre. Mi madre asistió. Mi padre me dio un beso en la frente y subí a mi habitación, pero antes de entrar la voz de mi padre me detuvo.
—Korra. — me asome por las escaleras. —¿Cuándo iras a ver a Raiko? No para de preguntar por ti. —
—Mañana. — Respondí sin pensarlo. —Mañana iré a su oficina. — Mi padre asintió. Me voltee, pero de nuevo la voz de mi padre me detuvo.
—Korra. —Me volví a asomar. —¿Tus amigos saben que volviste? — Esa pregunta si no me la esperaba.
—Nadie lo sabe. —
—¿Nadie? — Mi padre se aseguraba.
—Nadie, y me encantaría que siguiera así un par de días, quiero pasar desapercibida. — Mi padre me regaló una de sus miradas analíticas, tratando de comprender qué estaría pasando por mi cabeza, pero sin mucho éxito.
—Está bien, eso es todo. — Concluyó.
Entre a mi habitación y suspire alargadamente. Estaba exactamente igual de como la había dejado, una pequeña cama individual en una esquina, al lado de la ventana. La puerta del baño al costado. Posters por casi toda la habitación, una mesa de estudio y un armario. Mi vieja patineta tirada a un lado, la lámpara de magma, paredes azules, cortinas a juego. Incluso mi ordenador seguía en el mismo sitio.
—Estoy de vuelta. —Susurré sin darme cuenta. Antes de dejarme caer en la cama — Estoy de vuelta. — Y sin pensarlo me quedé dormida.
Y Llegaste al final de este primer capitulo. Gracias por haberte tomado el tiempo de llegar hasta aquí. Si te gustó espero tú comentario, la rapidez con la que actualice será directamente proporcional a la cantidad que comentarios que me dejen. No, no es una amenaza, en sólo que mientras más comenten más me animo a seguir escribiendo :D... Y si no te gustó también siéntete libre de comentar, se aceptan críticas constructivas. (Así no estés registrado en el foro puedes comentar). También puedes comentar teorías o cosas que se te ocurran. Cualquier cosa es buena.
Sin más que decir, me despido.
