Despertó sudada y pálida ; la cabeza le ardía y le costaba recordar quien era o que hacía allí. Su visión era borrosa, pero intuía a alguien a su lado. La estaban ayudando a caminar con un paso bastante apresurado, intuyo el peligro que la rodeaba. Una punzada de dolor le hizo caer en la cuenta de la herida en su costado aunque no recordaba como se la había hecho. Empezó a tomar conciencia de su situación. Una emboscada. Esos condenados huecos, no parecían una gran amenaza, mantuvo la calma y el control de la situación hasta que esa gran flecha se clavo en el primero de sus enemigos, atravesándolo con un gran estruendo. El impacto tan cercano le hizo tambalearse por unos momentos, bajo la guardia y entonces notó el corte. No era de una espada, habría sido mas limpio de ser así, además sus enemigos no parecían soldados, mas bien granjeros que una vez ocuparon este asentamiento; Una azada, la habían herido con una azada, que patético pensó para si misma. Rodó para esquivar el segundo golpe que le caía y entonces se puso en guardia para contraatacar. Tajo, tajo y ya había atravesado al primero de esos bastardos pero eran muchos. La segunda flecha se clava en el abedul blanco que hay cerca suya. Toca retirada, la superan y ese maldito arquero no deja de disparar. Segundo golpe que recibe, esta vez en la cabeza, con algo contundente. Todo se vuelve negro y pierde la visión. Acaba de recuperar el conocimiento y ya puede ver mejor su situación, los huecos les están ganando terreno en la huida mientras que un caballero de rechoncha figura la esta ayudando a escapar. Saca su frasco estus del bolsillo pero no le queda nada. El costado le arde, pero la hoguera, su salvación no queda lejos. Escasos metros pero parecen un mundo y los huecos ya están a su espalda. Apenas logra mantener el equilibrio cuando el caballero la suelta repentinamente.

¡ Corre hasta la hoguera! Yo me ocupo de ellos

Arquero...alcanza a susurrar antes que el caballero cargue a voz en grito contra sus perseguidores.

¡Por el honor de los caballeros de Catarina!

Catarina el nombre le suena de los libros que estudiaba en aquellos años tan lejanos ahora, en su vieja casa. Pero no hay tiempo para pensar. A duras penas logra llegar hasta la hoguera, mientras oye el ruido de la pelea que se desarrolla a su espalda. Todo eso tarda poco en desvanecerse cuando se sienta y el calor de la llama y la calma le invaden y se pierde ese vació revitalizador que le otorga el fuego de la hoguera.

No sabe cuanto tiempo pasa así, dentro de su ensoñación, al fin de al cabo parece que los días no pasan en esa tierra maldita. Al despertar encuentra al caballero de Catarina durmiendo a su lado, con la armadura manchada de sangre, parece exhausto. Sonríe amargamente para sus adentros al imaginar que su aspecto debe ser muy similar.

Pero hay un camino que seguir, prepara su mochila y aplica polvos de reparación a su espada antes de en-fundarla. Al levantarse escucha la voz grave del caballero a su espalda.

Interesante arma, ¿No esta forjada por aquí verdad? Disculpa no me he presentado, soy Sigward de Catarina.

Miraiko de las tierras del este- le contesta mientras sonríe y se vuelve a sentar a su lado, al fin y al cabo parece amigable y le ha salvado. No parece mala idea charlar un rato. - Gracias por salvarme la vida ahí atrás.

Difícil hazaña salvar la vida a un no-muerto ¿no crees? Ja ja ja.

Cierto, pero renacer no es agradable. Gracias de nuevo. Estoy en deuda contigo.

Puede que lleves razón. ¿Puedo preguntar que haces tan alejada de tu tierra Misaiko?

El gesto de la guerrera se endureció, pero percatándose de que ya le habían hecho dos preguntas y estaba hablando con aquel que le había salvado la vida, decidió responder.

Esta espada es la uchigatana , perteneció a mi hermano. Peregrino a estas tierras mucho tiempo atrás, era un gran espadachín y una buena persona, dicen que este lugar lo enloqueció...jure sobre su tumba vengar su muerte, acabando con su asesino. Aquel que se hace llamar el adalid de la ceniza.

Sus palabras y su sinceridad parecieron conmover al caballero que la miro fijamente y respondió:

Una promesa es el mas fuerte de los vínculos, Tu determinación y la mía son muy cercanas. Pero bueno, el camino es largo y hay deberes que cumplir, así que sera mejor que sigamos nuestros caminos. ¿ Sabrías decir de donde venían aquellas flechas tan molestas?

De aquella torre blanca de allí si no me equivoco- dijo Misaiko señalando a su espalda.

Tendré que ir a comprobarlo entonces.

Nuestros caminos se separan pues, yo investigare otros lugares de este asentamiento.

Que el sol ilumine tu camino, Misaiko de las tierras del este

Igualmente, Sigward de Catarina.

No volvió a ver a encontrarse al afable caballero. Cada uno siguió con su camino. Y Misaiko continuo su viaje mas segura y dispuesta a cumplir su promesa que antes.