Suspiró, por enésima vez. Se encontraba en una banca a las afueras de Konoha. Exactamente en la misma banca donde Sasuke la había dejado la noche que partió en busca de Orochimaru. "Sasuke", pensó, y se odió a sí misma.
Había pasado un año desde que Sasuke había completado su venganza. El Uchiha había regresado a la aldea y ella se sintió feliz, pues Sasuke no merecía el camino de la soledad. Y entonces, ese sentimiento que hacía años había nacido en ella revivió, y en lugar de sentirse ilusionada, con esperanzas de que Sasuke esta vez sí correspondiera sus sentimientos, sólo pudo sentir lástima por sí misma.
Porque sabía que eso no iba a suceder.
Sasuke no había cambiado su trato hacia ella. Seguía siendo el mismo frio e indiferente chico que conoció cuando eran Genin, sin embrago, ya nada era como antes, ni siquiera lo que ella sentía por él.
Es cierto, aún sentía ese absurdo cosquilleo cada vez que le miraba, o el nerviosismo cuando él se dirigía a ella. Pero Sakura estaba convencida de que ya no le quería como antes, era evidente, al menos para ella. No obstante, aún anhelaba su aceptación.
No entendía qué mierda era lo que realmente sentía. Y ya estaba empezando a desesperarse.
Porque le dolía que Sasuke no reconociera sus logros, pero odiaba reconocerse a sí misma deprimida por ese motivo.
-Como si yo viviera por y para él – se dijo con rabia
Esos días habían sido… para olvidar. Ciertamente, fueron ese tipo de días en los cuales al cerebro se le antoja hacer una "reproducción" de recuerdos, y a su mente acudían constantemente los momentos vividos con el equipo 7: la misión en el País de las Olas, los exámenes Chunin, la huida de Sasuke, la partida y el regreso de Naruto…, y reconoció en ellas las mismas situaciones: ella sufriendo por Sasuke y Naruto a su lado, brindándole su apoyo.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Naruto…
Qué fácil habría sido todo si ella si hubiese enamorado de él…
Sintió un nudo en la garganta, y una creciente incertidumbre.
Porque sabía que ya no miraba a Naruto con los mismos ojos que cuando eran Genin. "Claro, él ahora casi tiene 18 años y yo, 17" se dijo a sí misma. Pero era consciente que el cambio no era por la apariencia física del rubio, sino por lo que ella sentía por él.
Colocó sus manos a ambos lados de su cabeza, e hizo su cabello hacia atrás, el cual le llegaba a la cintura.
Pensar en Naruto le provocaba ganas de llorar últimamente. Porque sabía que el rubio la amaba, pero ella no era capaz de corresponderle.
Porque se decía que no estaba segura de qué era exactamente lo que sentía por él. Porque, aun cuando no se atrevía a aceptar su amor, no podía dejarlo ir. Lo necesitaba. Cada vez que observaba a Naruto cerca de Hinata, ella llamaba la atención del rubio, lo cual, tratándose de ella, no era nada difícil, y le invitaba a entrenar juntos o dar un paseo por la aldea, a lo cual Naruto aceptaba gustoso. Y cada vez que Sakura notaba el brillo en sus ojos zafiros por su acercamiento se detestaba. Porque era una maldita egoísta.
Pero no podía evitarlo. Porque lo amaba, de una manera que no podía explicar. Pero lo amaba.
-¿Y que acaso no amas a Sasuke? – le dijo una voz en su interior.
Y las lágrimas resbalaron por sus mejillas. Porque no lograba comprender qué era todo lo que estaba sintiendo.
Aunque, si de algo podía estar segura, era que ella ya no quería a Sasuke de la misma manera, y que Naruto, poco a poco, se había ganado su cariño.
Y en medio de las lágrimas sonrió. Porque, a pesar de lo escandaloso que podía llegar a ser, con Naruto siempre se sentía tranquila.
Y rió, porque recordó una conversación que tuvo algún tiempo atrás con Shikamaru, (el cual se había convertido en un buen amigo para ella, además de, sorprendentemente, buen consejero), cuando la había escoltado a Suna, en una misión como Ninja Médico:
-Suspiró – Sakura, en serio. Eres la mujer más problemática que conoceré – la miró como si tuviera tres cabeza- Siempre te complicas la vida cuando es obvio que, con tu inteligencia, tienes las respuestas a todas tus dudas. Sólo te gusta atormentarte – lo último lo dijo en un susurro. Llevó su mirada a sus pies.
Sakura le observaba entre divertida y un poco exasperada, por lo de mujer-más-problemática. Shikamaru sonrió levemente y llevó sus ojos a los jades.
-¿A ti quién te entiende, mujer?
Sakura sonrió, tenue.
-Es obvio que, con tu inteligencia – su sonrisa se ensanchó un poco al repetir las palabras anteriormente dichas por él, gesto que Shikamaru imitó – tú sí me entiendes.
Shikamaru rió.
-¿Por qué lo dices?
-Porque tú también te complicas la vida con cosas simples – Sakura arqueó una ceja y agregó, burlona – como decidir en qué lugar seria más adecuado observar las nubes o, decidir cuándo confesarás tus obvios sentimientos a Ino – observó un ligero rubor en las mejillas del moreno, y no pudo contener las carcajadas. Shikamaru rió levemente.
-Aunque has tratado de eludir EL verdadero tema de conversación, tienes razón. Te entiendo, somos similares – hizo una pausa y agregó, burlón – claro está que yo no ando llorando por todos los rincones – a duras penas esquivó el golpe de la pelirrosa, risa nerviosa de por medio. Suspiró, creyéndose a salvo, y agregó – Estamos jodidos, Hana – e imperceptiblemente apresuró el paso, observando a Sakura de reojo.
Sakura suspiró…
-Estoy de acuer… - de repente reaccionó y detuvo su paso – Espera… - buscó a Shikamaru con la mirada y se topó con la nube de polvo que había dejado su huida. Un tic apareció en su ceja – Shikamaru – susurró, con voz tétrica, mientras corría para alcanzarlo. Lo imaginaba riendo nervioso, pues sabía que a ella no le hacía mucha gracia que la llamara Hana.
Volvió a la realidad cuando un fuerte viento meció sus cabellos. Y notó entonces que era tarde ya. La Luna se alzaba brillante e imponente en el cielo azulado. El frío estaba calándole los huesos, y aunque la sudadera azul que portaba le ayudaba a combatirlo, no podía decir lo mismo del short que vestía, el cual le cubría hasta la mitad del muslo.
"Es obvio que, con tu inteligencia, tienes las respuestas a todas tus dudas"…
-Temo que me has sobrevalorado, Shikamaru – se dijo a sí misma.
Porque no sabía lo que sentía… O no quería aceptar lo que sentía. Porque sería como empezar de nuevo…
-Pero no puedes evitar lo que estás sintiendo, además, Naruto no es Sasuke – le dijo una vocecita en su interior.
Siguió pensando, en todo y en nada, pues nunca llegaba a una conclusión que le convenciese.
Porque sabía que ya no miraba a Naruto con los mismos ojos que cuando eran Genin. "Claro, él ahora casi tiene 18 años y yo, 17" se repitió, y de repente su expresión entristecida cambió por una de sorpresa, al recordar qué día era.
"Él ahora casi tiene 18". Estaban en la noche del 9 de Octubre. Estaban a horas del cumpleaños de Naruto.
-¿Horas? – Se dijo -¿Qué hora es?
Desorientada, y sin ningún reloj a mano, optó por regresar corriendo a su casa, a verificar la hora.
Emprendió la carrera, secando apresuradamente las lágrimas con sus manos. Se le había ocurrido una idea. Tal vez no serviría de nada, pero quería intentarlo.
Después de algunos minutos corriendo, se encontraba cerca de su hogar. Apresurada, entró y dirigió su mirada al reloj que estaba en la sala.
11:45 pm.
Suspiró. Aún no eran las 12. Sonriendo, salió a toda velocidad con dirección al apartamento del rubio.
Daba gracias al cielo que toda Konoha parecía estar durmiendo, pues por las calles ninguna alma se encontraba, lo cual le daba tranquilidad pues nadie la vería correr como loca.
Al fin, pudo divisar el edificio donde vivía Naruto. Detuvo su paso al encontrarse frente a éste y sonrió, pues el apartamento del rubio se encontraba en el segundo piso y tenía un pequeño balcón que daba a su cuarto.
De repente, la realidad la golpeó, y sintió cómo el sonrojo se apoderaba de sus mejillas.
-¿Qué demonios estaba pensando? – estaba considerando entrar al cuarto de un hombre a medianoche. Era su compañero de equipo, pero un hombre al fin y al cabo y su "visita" sería muy mal interpretada por los demás.
Debatiéndose entre sí entrar o no, optó por la primera opción, pues ya estaba en el lugar y su conciencia estaba tranquila, ya que no haría nada indebido.
Tomada la decisión, saltó hacia el balcón del cuarto del rubio, entrando rápidamente a la habitación, dado que Naruto había dejado la puerta abierta.
Una vez dentro, observó a su alrededor. La habitación estaba tenuemente iluminada por la luz de la luna, que se colaba por la puerta que le permitió entrar, lo cual le permitió observar la expresión tranquila del rubio, el cual, como esperaba, estaba durmiendo. Dirigió su mirada al reloj que vislumbró encima de la cabecera de la cama.
-11:50 – regresó su mirada a Naruto, y sonrió. Su respiración era calmada y su expresión reflejaba la absoluta tranquilidad.
Se sentó suavemente en el lado derecho de la cama, a la altura de las rodillas del rubio y se mordió el labio inferior al no saber cómo despertarle.
Pasó una mano por su cabello, pensando en que, tal vez, no fue una buena idea presentarse en su apartamento y, de repente, se le ocurrió una idea quizá un poco infantil para despertarlo.
Con cuidado de no despertarlo con sus movimientos, se inclinó hacia Naruto y, tomando uno de sus largos mechones rosados, lo acercó a la nariz del ojiazul, moviéndolo de lado a lado.
Al principio, supuso que a Naruto le dio cosquillas, pues estaba sonriendo. Poco a poco, comenzó a moverse y cuando Sakura creyó que abriría los ojos, regresó al lugar dónde estaba sentada.
No esperó mucho, pues Naruto bostezó y lentamente, abrió los ojos. Parpadeó varias veces seguidas, habituándose a la tenue luz de la luna sin ser consciente de su presencia. Estando completamente despierto, se dio cuenta que no estaba solo. Sakura sonrió levemente al observar su expresión desconcertada.
-¿Sakura-chan? – La observó ladeando la cabeza, visiblemente extrañado -¿Qué haces aquí? – le preguntó.
Y la pequeña sonrisa que adornaba el rostro de Sakura desapareció, pues no sabía qué responderle. Cuando se le ocurrió ir al apartamento del rubio, creyó que, al observarle o hablar con él, ese molesto nudo que tenía en la garganta desaparecería, pero no había pensado en una respuesta coherente que justificara su presencia.
Soy una estúpida – se dijo a sí misma. Y nuevamente las lágrimas se acumularon en sus ojos.
Maldita yo y maldito SPM. Soy incapaz de desaparecer las jodidas ganas de llorar –pensó.
Naruto se dio cuenta de eso y rápidamente se sentó en la cama, inclinándose un poco hacia ella.
-¿Qué te sucede, Sakura-chan? No te ves bien – le preguntó, observando atentamente el comportamiento de su mejor amiga, y amor.
Sakura sonrió, tenue.
-Con tu comentario me siento mejor – contestó, medio en broma, aunque al dirigir su mirada al rubio sintió su cara arder… ¡Por qué demonios Naruto dormía sin camisa, con el frío que hacia!
Llevó rápidamente su mirada a los zafiros del rubio, el cual estaba visiblemente desconcertado por su comportamiento. Trató de controlarse, ya que sólo así desaparecería su sonrojo y agregó, en tono casual, o al menos eso creyó -¿No tienes frío? Está haciendo frío, Naruto, deberías abrigarte o puedes enfermar – concluyó, en un tono más severo, pues sabía que Naruto descuidaba un poco su salud.
Naruto rió un poco.
-Qué va, no enfermaré, de veras – le dijo. La observó y una gran sonrisa se formó en su rostro – y si enfermara, yo sé que tú me cuidarías – agregó.
Sakura sonrió, o al menos intentó hacerlo, pero no creyó que el gesto fuera convincente.
Naruto, notando su tristeza, le preguntó, en un tono suave, el cual dejaba entrever su preocupación:
-¿Qué te sucede, Sakura-chan?
La pelirrosa elevó su mirada, la cual se encontraba anteriormente concentrada en sus manos y la dirigió al rubio.
-Naruto… ¿Por qué te enamoraste de mí? – le preguntó, con voz quebrada, aunque su pregunta casi, casi le sonó a un reproche. Una lágrima resbaló por su mejilla.
Necesitaba saberlo. Siempre había ignorado el tema, pero sentía que necesitaba respuestas, respuestas que, tal vez, resolverían sus propias dudas.
Naruto se sorprendió por la pregunta y sonrió, aunque la sonrisa no llegó a sus ojos.
-Porque cuando te miro a los ojos, Sakura-chan, me siento completo. Encuentro todo lo que he buscado sin saberlo – Sakura regresó su mirada a él, ya que nuevamente la había concentrado en sus manos, y le observó, con ojos llorosos, un poco sorprendida por su respuesta. Naruto le sonreía.
-¿Qué puedes ver en mí, Naruto? – le preguntó. Y rió, sin una pizca de alegría –Soy un desastre de tamaño colosal, tú te mereces a alguien mejor que yo – le dijo, y sintió que una parte de ella se iba con esas palabras.
Naruto la observó, parpadeó varias y luego, rió.
-Sakura-chan, como diría Shikamaru, eres la mujer más problemática del mundo, de veras – asintió enérgicamente. Sakura sonrió por su comportamiento. El rubio agregó –Pero no habría nada en ti que yo quisiera que cambies, eres perfecta así – hizo una pausa y, mirándola a los ojos, con infinita ternura y una sincera sonrisa adornando sus labios, añadió –Yo te quiero así.
Y en ese momento, Sakura realmente se preguntó qué había hecho para que Naruto la quisiera tanto. Qué buena obra en alguna de sus vidas pasadas era recompensada ahora con el profundo amor que le tenía Naruto. Él siempre había estado para ella, brindándole su apoyo, protegiéndola, arriesgando su propia vida por su seguridad.
Se atrevió a observar nuevamente a la única persona con la cual podía ser ella misma sin temores, y reconoció en Naruto el amor más puro que alguien le podía profesar.
Yo no te merezco, Naruto.
-No me mires así – le dijo, en un susurro.
Naruto la observó. Ahora confundido.
-¿Cómo así? – le preguntó.
Sakura sonrió, con extraña amargura.
-Como si yo fuera lo mejor que te ha pasado en la vida.
Una sonrisa apareció en los labios del rubio.
-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Sakura-chan.
Y un sollozo escapó de los labios de la ojijade, porque Naruto era más de lo que merecía. Pero lo quería. Ella de verdad lo quería. Y de repente todas sus dudas se aclararon, la verdad le llegó a gritos y supo entonces que Shikamaru tenía razón. Ella siempre lo supo. Sin embargo, no se sentía mejor. Se sentía rota. Ya ni siquiera podía controlar las lágrimas.
La verdad que es tenía miedo.
