Hecho Prohibido
Cuando encuentras a aquella persona totalmente perfecta, sin ningún defecto, es cuando ya perdiste la cordura y diste el paso hacia el total enamoramiento. Pensando que las ilusiones quedaban de lado, y todo lo malo se volvía bueno, todo lo difícil se volvía fácil, quedando así sin escapatoria. Dando lugar al temor de la persona que tema caer hacia un precipicio de dolor, desilusión y decepción.
Todo lo que uno quería, lo que una persona quería, lo que ella quería.
-¡Llegaste!.- reía la niña corriendo hacia un joven muchacho de cabellos oscuros, quién la miraba con ternura.
-¿Cómo estás, Rouke?.- se agachó hasta quedar a su altura, agarrando unos mechones de su cabello, negro como el carbón.
-¡Bien, ahora que llegaste!.- lo abrazó, sin dejar de sonreír. Él sonrió mientras le correspondía el abrazo.
-Ha estado esperando tu llegada, como siempre.- una mujer apareció por la entrada de la sala, sonriendo ante la escena. Era muy hermosa, su cabello negro largo y ondulado en las puntas, alta, su piel pálida y unos hermosos ojos color marrones acompañado de unas largas pestañas. Su cara resplandecía, y todos quedaban perplejos ante ella.- Hija, ya suéltalo o el pobre se ahogará.
El jovencito rio ante el comentario, la niña se separó un poco de él, avergonzada y sonrojada.
-No me molestan los abrazos de Rouke.- la miró con delicadeza.
-¡Ven!.- la pequeña tomó de su mano, llevándolo hacia el sofá. Ambos se sentaron, y en el lugar de ella había un libro de cuentos.- ¡Léelo, por favor!.- sonrió ampliamente, entregándole al muchacho.
-No tienes que pedir por favor. Con gusto te lo leeré.- abrió el cuaderno, y carraspeó.- ¿Lista?.
-¡Sí!.- exclamó emocionada. A lo que su madre rodó los ojos y se acercó hacia ellos.
-Vaya, ¿no te cansas de leerle el mismo libro por milésima vez?.
-Es mi favorito, por eso no me aburro nunca de hacerlo.- dijo mientras le sonreía amablemente a la mujer, a lo que ella resopló y se acercó hacia su pequeña, le estiró un cachete.
-Pequeña obsesiva.- Rouke se limitó solamente a hacer puchero, a lo que su madre sonrió y se sentó a su lado.- Yo también escucharé, quisiera saber que tiene de especial "La bella y la bestia".
El jovencito había comenzado a leer el cuento, y tanto la hija como la madre, escuchaban atentamente. Por más que la pequeña haya escuchado más de miles de veces, no se cansaba nunca de aquella historia, y menos se cansaría de escuchar la voz de aquel joven.
Él era una persona irremplazable para ella, una persona importante, que sabía que sin su ausencia quedaría devastada. Pero preferiría no pensar en eso, y disfrutar el momento en los que está con él, cuando le sonríe, cuando le habla, cuando acaricia su cabeza, su mejilla, su cabello. Sí, su gran tesoro. Ese niño era muy valioso para la pequeña vida de Rouke.
-¿Otra vez la "La bella y la bestia"?.- preguntó un hombre alto entrando por la sala, los tres voltearon a verlo y sonrieron mientras asentían- Dios santo, Rouke.
o-o-o-o-o
-Papá… Mamá…- sollozaba una pequeña de cabello oscuro, mientras arrugaba su vestido con sus manitos, dejando caer varias lágrimas de dolor.
Se encontraba arrodillada, delante de la mesita de café de la sala, llorando mientras observaba una foto de sus padres.
Varias personas se encontraban en aquella casa, mientras se acercaban hacia la pequeña que lloraba sin parar. Acariciaban su cabello, y le daban sus condolencias, pésame, aunque para ella no era nada.
No estaban, ellos no estarían más y eso era el dolor más desgarrador que una niña de 6 años podría sentir.
-Rouke.- una voz gruesa sonó tras ella, volteó y observó la gran silueta de aquel hombre.- Tus padres me han dejado a tu cargo hace varios años, por si cosas como estas pasaran.- se arrodilló hasta quedar a la altura de la niña- Tus padres te han confiado a mí y eso es más que un honor. Voy hacer que mi palabra valga la pena y que ellos no se arrepientan de haberme elegido.
-No te la vas a llevar.- ambos voltearon hacia un costado, al ver a una señora de cabello recogido, oscuro igual que el de Rouke.- ¡No dejaré que te la lleves, Yagari!.
-No grites aquí.- le dijo parándose y yendo hacia ella- Ten un poco más de respeto, Sayaka.
-No puedes… ¡No puedes llevártela!, ¡yo soy su familia!, ¡yo puedo cuidarla!.- exclamó agarrando el saco del cazador.
-Ellos mismos te explicaron cómo sería si esto llegara a pasar, el día en el que Rouke nació te lo dijeron.- dijo agarrando sus manos, para que soltara el agarre de su saco.
La mujer soltó unas cuantas lágrimas mientras miraba a la pequeña quien observaba la escena con sus ojos inundados.
-La volveré a ver.- le aseguró al hombre, a lo que él solo la ignoró. Ella se acercó hacia Rouke y tomó su pequeña mano.- Algún día volveremos a vernos, Rouke.- sonrió soltando varias lágrimas, a lo que luego besó su frente y se marchó de la sala. Desapareciendo de la vida de la niña, por el momento.
Ella volteó su mirada hacia la foto nuevamente, dejando caer infinitas lágrimas. Recordando todos los hermosos momentos que había estado con ellos, ya no habría como esos.
Y luego, como una luz fugaz, en su mente apareció una silueta muy conocida para ella. La silueta de aquel muchacho.
Apretó más su vestido.
-¿Dónde estás?, ¿por qué no estás conmigo?.
-¡Es tan linda, como la describiste!.- exclamó un hombre de cabello como la paja, con anteojos y una gran sonrisa en su rostro. A lo que una pelinegra se sonrojó tras el cumplido.
-Deja de avergonzarla.
-Yagari me habló sobre ti, sobre tu personalidad, comportamiento, ¡y por eso estuve pidiéndole por mucho tiempo que estudies aquí!.
-Oye, deja de exagerar. La habré nombrado dos veces.
-Y solo nos comunicamos dos veces.
Ella rio por lo bajo, el hombre giró su vista hacia ella mientras le sonreía.
-Espero que la Academia Cross sea a tu gusto, ¡cualquier cosa me comunicas a mí o a mi pequeña Yuuki!.
-Entendido, director.- sonrió la muchacha, simpática.
-Espero que no me arrepienta de esto.- dijo el pelinegro frotando su frente- No hagas que se cumpla.- lo miró amenazante al amable hombre.
-Tranquilo, tranquilo. Contigo aquí no pasará nada que no quieras que pase.
-Muéstrale la habitación, ya está cansada.
-Vaya, sí que la conoces.
-Yo la he criado, idiota.
-Lo sé, lo sé.- dijo tranquilizándolo, mientras se dirigía hacia la puerta- Yuuki ya debe estar por lle- no pudo terminar la frase, ya que la puerta de la oficina se había abierto repentinamente, golpeando su nariz.
-¿Llegué tarde?.- preguntó una pelicastaña, de pequeña estatura, ojos rojos como el vino.
-¡Yu-Yuuki!.- exclamó el director, aún alegre luego de haber recibido tal golpe.- Llegas a tiempo, enséñale el camino hacia su dormitorio a Rouke.
-Así que tú eres la nueva estudiante de la Clase Diurna, soy Yuuki. Mucho gusto.- dijo extendiéndole la mano a la pelinegra, sonriente.
-Un gusto, Yuuki. Ya habrás de saber que mi nombre es Rouke y mi apellido es Touko.- le aceptó la mano, estrechándola con delicadeza.
-Así es. Ven te mostraré tu dormitorio.
Ambas muchachas salieron de la oficina, hablando entre sí animadamente. A lo que un director emocionado comenzó a llorar.
-¿No te parece hermoso el que nuestras hijas sean amigas?.
-No seas molesto.- le dio la espalda, encaminándose hacia la puerta- Y ella no es mi hija.
-Padre es el que cría, no el que engendra, Yagari.
-Sí.- lo miró de costado- Pero yo no puedo ocupar un lugar tan grande en su corazón como lo ocupó él. Y eso, hasta ella lo sabe.- hizo una pausa, haciendo que al director le picara la curiosidad- Además, hay una gran diferencia entre ella y yo. Una que es irreversible y no sé cómo lidiarlo al tenerla bajo mi cuidado.
Sin más que añadir, salió por la puerta, dejando a un director confundido tras su actitud sobre aquella joven. Después de haberla criado por 9 años, ¿no se sentía a gusto con ella?, o capaz él lo decía porque ella no se sentía a gusto con él. O tal vez, lo decía por ambos. O solamente Yagari pensaba que simplemente él no ocuparía un lugar tan grande como lo ocupó su padre.
¿Y sobre aquella diferencia?, ¿tendría que lidiar con eso todos los días?. ¿Qué diferencia tan mala pudiera encontrarse entre aquella jovencita y aquél cazador?.
-Ese hombre es tan complicado como una mujer.- suspiró y volvió a su escritorio.
o-o-o-o-o
-Esta es tu habitación.- sonrió la joven de cabello castaño, Yuuki.
-Gracias.- le devolvió el gesto a ella, abriendo la puerta y entrando con sus maletas al que sería su nuevo cuarto.
-Realmente me alegra que estemos en el mismo año juntas.- admitió Yuuki, tímida pero aún alegre.- ¡Siéntate a mi lado!, así no te sentirás incómoda con nadie. Si quieres, mañana puedo mostrarte la academia.
-¡Eso sería genial!, gracias nuevamente.
-No agradezcas, ¡nos vemos mañana!.
Al desaparecer, Rouke cerró su puerta y observó todo el lugar. Un cuarto normal, nada lujoso, ni tampoco un chiquero. Cómodo a su gusto, lo que sí le encantaba la idea de que no tendría que compartir con nadie. Aún que a ella le encantaba la idea de tener amigos, no se sentiría para nada cómoda en una habitación con una desconocida.
Dejó sus maletas a un lado y se recostó sobre su cama, cerró sus ojos fuertemente mientras aspiraba el aroma de la habitación.
"Así que, esta es otra nueva etapa."
-¡Rouke gambarimasu!.- exclamó alegre, mientras levantaba un puño al aire.
o-o-o-o-o
-Tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo.
-Tranquila, Rouke.- la castaña trataba de calmar a la chica de cabello oscuro, quién se encontraba muy nerviosa por su primer día en la academia- No pasará nada, la mayoría de los estudiantes son muy buenos y, de seguro que por tu forma de ser, les caerás muy bien.
Ambas se encontraban en la entrada del salón de clases, pero Rouke paró en seco. Yuuki la miró extrañada y la tomó del brazo.
-¡Vamos!.
-E-espera tengo sed, iré a tomar agua.- dijo zafándose del agarre de la muchacha, corriendo por los pasillos a toda velocidad.
Ella quería tomar un poco de aire antes de entrar, nunca había estado con tantas personas de su edad y se sentía muy nerviosa, tal vez a ellos no le caerían bien su forma de ser, como es. Tenía miedo a ser rechazada.
Corría tan rápido, que no se había percatado en qué o quienes se cruzaban por su camino. Hasta que chocó fuertemente con alguien más, a lo que ella cayó al frío suelo por detrás.
-¡Lo siento mucho!, ¡lo siento mucho!.- se disculpó rápidamente al levantarse con varias reverencias, no se había fijado con quién había chocado. Por la vergüenza.
-No se puede correr por los pasillos de la academia, y solo por este motivo.- le respondió fríamente, ella aún seguía con la cabeza gacha.- La próxima vez, te llevaré a la oficina del director.- ella vio por el rabillo del ojo que el joven seguía su camino, normal.
Qué rudo, pensaba.
Al voltear para poder ver cómo era el joven con quién había chocado, solo pudo ver su espalda, y sus cabellos plateados. Tenía ambas manos en los bolsillos, mientras caminaba. Pero su tranquilidad no duró mucho ya que una muchacha de cabello rubio, piel pálida, cayó sobre él con tal brutalidad que casi ambos caen al suelo.
Rouke se acercó un poco más, para presenciar la escena.
-Esta es la tercera vez que les advierto a ustedes que dejen de correr por la academia.- dijo con un tono seco en su voz, muy espeluznante pero al mismo tiempo serio. Mirando con el ceño fruncido hacia un trío de chicas que se encontraban, prácticamente, temblando del miedo.
-Solo estábamos…-
-¿Qué es esto?.- dijo arrebatando la cámara de las manos de la muchacha rubia, ella soltó un pequeño gritó al ver que estaba revisando sus fotos.- Tomar fotos a la Clase Nocturna está totalmente prohibido.
-¡Eso es una tontería!, ¡solo son fotos!.- exclamó la muchacha, totalmente irritada.
-O las borras o te haré llorar.
-¡No, no las borres!.- exclamó otra muchacha del grupo. El enojado joven hizo oídos sordos y eliminó toda clase de información sobre la Clase Nocturna que había en la cámara.
-Confiscaré esto hasta que ya no tenga nada sospechoso.
-¡Eres un odioso!.- exclamó la muchacha al borde del llanto.
-¡Oye, tú!. ¿¡Quién te crees para tratar así a las personas!?- Preguntó Rouke a paso apresurado hacia él, con el ceño fruncido. El peliplata volteó hacia donde lo llamaban, y contempló a la hermosa joven de cabello oscuro que se encontraba con el ceño fruncido. Ella al verlo más de cerca su rostro, su expresión cambió radicalmente, estaba sorprendida. Se volvió a encontrar con unos conocidos ojos amatistas.
-¿Z-Zero-kun?- ella se acercó más, agarrando unos mechones de la frente del muchacho. Luego su mano bajó hacia su mejilla, el joven se encontraba confundido y sorprendido. Al tocarla, la golpeó fuertemente a lo que él frunció el ceño, y la volvió a mirar fijamente.
-¡Tú!.- ella sonrió al escuchar lo que dijo y lo abrazo rápidamente, obviamente sin esperar que fuera correspondida.
-¡Zero-kun!, ¡tanto tiempo!.- se alejó de él, sonriente.
-5 años, más o menos.- dijo enviándole una rápida mirada desde pies a cabeza- ¿Has crecido?.
-No quiero presumir, pero mido 1.75.
-Le llevas casi tres cabezas a Yuuki. Qué gracioso sería si se encontraran.
-Ya nos conocimos, anoche. Es simpática.- sonrió achinando sus ojos.
-Agg, ahora tendré que cuidarla por si un mutante la llegara aplastar.- se quejó Zero, obviamente burlándose de la muchacha, pasando por su par yendo hacia su salón de clases.
Ella quedó inmóvil y plasmada por la respuesta del joven.
-¡No soy un mutante!.- exclamó volteando a verlo como seguía su camino, con los puños cerrados y el ceño fruncido. Notó por el rabillo del ojo que aún estaban las chicas presenciando todo, y les sonrió- Tranquilas. De seguro que es mejor presenciarlos de frente que desde fotos o imágenes.- sonrió amable ella, a lo que el trío se miraron entre sí y luego al mismo tiempo, le sonrieron.
-¿Eres nueva?.
-Sí. Soy Touko Rouke, y he llegado ayer a la academia.
-Hay muy pocos nuevos, pero qué bueno que tú seas uno de ellos.- la rubia la miró contemplándola de arriba hacia abajo, luego sonriendo.
-Debería ir a clases, ¡nos vemos!.- dijo marchándose la muchacha de ojos marrones.
-¡Bienvenida a la academia!, ¡y cuidado con Kiryuu!.
-¡Gracias, y lo haré!.
o-o-o-o-o
Rouke se encontraba aún afuera del salón, no se decidía si entrar o no. Ya que aún estaba muy nerviosa, y llegaba ya 5 minutos tarde de su clase a lo que tendría que darle una buena excusa al profesor.
Hizo pequeños pasos, unos cuantos hacia atrás y unos cuantos más hacia adelante, una y otra vez. Nerviosa, sin saber qué hacer.
-¿Va a quedarse ahí por toda la clase?.- ella volteó sorprendida y se encontró con la graciosa mirada del director Cross.
-Lo siento, lo siento.- hizo unas pequeñas reverencias- Pero estoy muy nerviosa para entrar.
-Tranquila, entraré contigo así puedan respetarte y no tengas que buscar una excusa embarazosa para el profesor.
-¡Gracias!.- sonrió mostrando su perfecta sonrisa a lo que el profesor le devolvió con una cálida mirada.
Ambos entraron al salón, captando la atención de todos los alumnos y del profesor, era la hora de historia. Varios rostros dormidos se despertaron de golpe, como si les hubieran tirado un tacho de agua helada encima, al ver entrar al director acompañado de una linda jovencita.
-Permiso, profesor.- dijo colocándose junto con ella en el medio de la clase- Esta chica es una nueva estudiante en la Academia Cross y me gustaría que se presente como se debe.- la miró esperando a que ella continuara.
-¡Ho-hola!, soy Touko Rouke y espero caerles bien a todos.- luego de esto, se escucharon varios suspiros y no precisamente de chicas sobre la ternura de la joven.- Y… no sé, ¿qué se supone que tenga que decir?.
-Nada más. Muy bien, tome asiento donde quiera.- el profesor le ordenó y ella obedeció, a lo que el director satisfecho salió del salón.
Subiendo los escalones observó a una castaña señalando un lugar al lado suyo, Rouke sonrió simpática mientras se acercaba, dejaba sus libros y se sentaba en el puesto que Yuuki le había otorgado.
-Tu presentación fue muy buena.- murmuró y le sonrió.
-Gracias, pero realmente fue muy mediocre, estaba nerviosa y no sabía que decir.
-Tampoco era necesario un discurso.
-Ten más cuidado, Yuuki.- se escuchó una voz masculina detrás de ellas, a lo que ambas voltearon hacia arriba, encontrándose con un ojos amatistas sosteniendo su rostro con su mano que estaba apoyado sobre la mesa.- Nunca sabes cuándo puedes morir aplastada, y menos con alguien así a tu par.
-¿Ah?.- preguntó confusa Yuuki- ¿A qué te refieres, Zero?.
-¡Que no soy un mutante!.
En ese momento, Yuuki agradeció que el profesor de historia sea muy despistado para notar el mal comportamiento de un alumno.
-Tranquila, Rouke-chan.- la calmó la castaña un poco nerviosa, luego volteó hacia su otro costado donde se encontraba una joven de cabello corto y ojos color miel.- Yori-chan.- la muchacha volteó a mirarla- Ella es Rouke-chan.- su amiga sobresalió para poder observar a la muchacha de cabello oscuro quién sonreía ampliamente.
-Eso ya lo sabe, acaba de presentarse.- le reprochó Zero a su compañera.
-C-cierto.
-No importa, igual es un gusto conocerte. Soy Wakaba Sayori.- la joven de cabello corto le sonrió vagamente, ya que parecía tener una personalidad algo cansada.
-Un gusto, Wakaba-san.- sonrió otra vez.
-No me llames así, es muy formal.
-E-está bien. Perdona. Umm… ¿Yori-chan?.
-Mucho mejor.- sonrió Wakaba, a lo que Yuuki simplemente quedó plasmada ante tal escena.
Su amiga era una persona totalmente seria que usualmente solo sonreía con su presencia, chistes o tonteras. Alejó esos pensamientos extraños de recelo al recapacitar que tal vez se trataba de ser amable al recién conocerla.
Al terminar las clases, el trío acomodó sus libros y salieron del salón.
Yuuki notó que su compañero de vigilancia no se encontraba con ella a lo que resopló indignada. Primera vez que no se quedaba dormida entre clases y, ¿volvía a escaparse de su laburo?.
-El idiota de Zero se escapó del trabajo, ¡tenemos que ir hacia la entrada del Dormitorio de la Luna rápido!.- dijo mientras apuraba el paso hacia su punto.
-Tranquila, Yuuki.- la calmó su amiga, y Rouke trató de sostener el paso de ambas- Son solo muchachas y otros estudiantes de diferentes horarios que nosotros, no creo que se las vayan a comer.
-¡N-no es que piense e-eso!.- tartamudeó un poco.- Zero tiene que cumplir con su trabajo.
-Este… Disculpa, ¿pero trabajo de qué?.- preguntó Rouke un poco tímida sin querer parecer atrevida.
-Creo que sí sabías que ambos somos prefectos.
-No me refería a eso, ¿de qué tienen que encargarse ahora?.
-Oh, de que las muchachas no se enloquezcan al salir los alumnos de la Clase Nocturna.
-¡Ah!, sí vi a Zero-kun regañar algunas por los pasillos.- dijo recordando el hecho de hace unas horas- Parecía que las chicas habían sacado fotografías a los alumnos a lo que Zero-kun las borró a todas.
-¿Zero…kun?.- preguntó Yuuki un poco confundida, tratando de ocultarlo con una sonrisa totalmente fingida.
-Sí.- respondió alegre Rouke- Lo conozco desde pequeño. Tío Toga me llevaba siempre a donde él iba y la mayoría de las veces iba hacia la residencia de los Kiryuu y ahí se encontraba Zero-kun e Ichiru-kun.
-¿Ichiru-kun?.- preguntó Yuuki, a lo que la joven de cabello largo decidió no abrir más su boca por el camino. No se sentía a gusto de hablar sobre el pasado de los demás sin la autorización de este, y aún más sabiendo en lo frío y cerrado que se había vuelto aquel niño que una vez jugaba junto con ella alegremente.
Mientras Rouke y Sayori trataban de alcanzar el paso apresurado de Yuuki, estas pudieron ver como un grupo altanero de chicas se encontraban al frente de un mural, con una gran puerta en medio aún cerrada.
Yuuki corrió hasta llegar allí, a lo que las Rouke y Sayori fueron acercándose por el costado hasta poder presenciar lo que pasaba.
-¡Zero, acércate y ayúdame!.- exclamó la castaña al peli plata, tratando de mantener a la bola de chicas detrás de ellas. A lo que su compañero solo suspiró.
-Eh…-se acercó Rouke hacia la fila de Yuuki, quién aún luchaba con todas sus fuerzas.- Disculpen, chicas.- las muchachas fueron calmándose de a poco hasta poder escuchar lo que la nueva estudiante tenía para decir. Rouke aclaró su garganta, por alguna razón, le picaba demasiado.- Bueno… Yuuki-chan está esforzándose demasiado para cumplir con su trabajo de prefecta, y creo que están lastimándola demasiado. ¡Por favor, compórtense!.- hizo una reverencia que duró por algunos segundos y volvía a mirarlas sonriente. Yuuki bajó los brazos, al ver que las chicas ya no hacían fuerza en contra de ella. Se los frotó suavemente, le dolían bastante. Todos escuchaban atentamente lo que la pelinegra decía, hasta en la fila de Zero podían escuchar claramente.- Si quieren ver a los alumnos de la Clase Nocturna pueden hacerlo tranquilas y sin empujar. No creo que a los muchachos les gusten las chicas que se entreguen y estén detrás de ellos como garrapatas, ¿no es cierto?.- sonrió ampliamente- Cooperen con los prefectos en esto. Por favor.
Había quedado silencioso todo después de eso, las muchachas de la fila de Yuuki se encontraban más calmadas y pensativas. En la fila de Zero aún estaban tranquilas, tragándose las ganas de querer sobresalir los límites.
La castaña sonrió a la nueva estudiante, a lo que ella le devolvió la sonrisa. Mientras se escuchaba como las grandes puertas del muro se abrían dejando ver a los hermosos alumnos nocturnos.
-Oh.- soltó Rouke observando hacia donde se encontraban los estudiantes- ¡Qué lindos uniformes!.
-Qué raro que te fijes en solo sus uniformes.- le dijo Yuuki sintiéndose un poco nerviosa por la llegada.
Todas las chicas suspiraban y murmuraban por lo bajo, sin querer sobrepasar los límites, a lo que los prefectos y los estudiantes se sorprendieron muchísimo.
-¿Qué está pasando?.- preguntó un rubio, confundido.- Están… tranquilas.
-No digas nada, déjalas así.- un alto joven de cabellos anaranjados le murmuró por lo bajo.
Mientras los estudiantes pasaban por el "pasillo de fans", Rouke aún se encontraba en el camino. A lo que la cabecera del grupo se detuvo enfrente de ella, contemplándola.
-Yuuki-chan, una fan se soltó de ti.- mencionó el rubio sonriéndole a la pelinegra.
-Ella…
-No soy una "fan".- frunció el ceño por un segundo, a lo que luego sonrió- Soy Touko Rouke. ¿Cómo te llamas?.
-¿No… no me conoces?.
-Él es Aidou Hanabusa, Rouke-chan.- dijo presentándolo.
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-Ella ya sabe por quienes están formado la Clase Nocturna, ¿verdad?.- le preguntó un hombre de anteojos, haciendo pescado ahumado.
-Sí.
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-Hanabusa-san,- lo mencionó contemplando sus ojos zafiros- ¡un gusto conocerte!.- sonrió intensamente esperando a que el rubio estrechara su mano. A lo que él la tomó delicadamente, y la acercó hacia su boca.
-El gusto es todo mío.- al finalizar, colocó un beso en el dorso de su mano. A lo que Rouke, sorprendida, se sonrojó un poco. Y al instante, comenzaron los gritos y exclamaciones de las chicas de ambas filas de los prefectos.
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-Espero que no se sienta incómoda.
-No lo estará.- dijo encaminándose hacia la puerta- Ella ya está acostumbrada a ese ambiente.
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-Íbamos bien.- dijo Rouke viendo la manada de leonas queriendo acercarse a ella para cazarla.
-¡No te preocupes!, no hacen nada.- intentó decir Yuuki, haciendo el grupo hacia atrás.- ¡Tranquilas!, ¡hacia atrás!.
-Buen trabajo el de hoy, Yuuki.-
Rouke volteó rápidamente hacia donde se dirigía esa voz, SU voz. Venía de aquel grupo nocturno. Ella no quitaba su mirada de ellos.
-¡N-no es nada!.- tartamudeó gritando la castaña- No es por nada, Rouke-chan. Pero si no te alejas, ¡ellas te comerán!.
-¡Ah!. ¡Sí!.- dijo apartándose hacia atrás, chocando con alguien- ¡Lo siento!.
-Que te alejes.- le dijo Zero fríamente.
-¡Qué rudo!.- dijo apartándose del lugar.
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-Lógico, mandan a su hija bajo el cuidado de un cazador quien estuvo rodeado de vampiros.- opinó el hombre de cabello de paja, aún agachado cocinando en su oficina.
-No me refería a eso.- murmuró el cazador antes de salir- Ella está acostumbrada a esa horrible oscuridad.
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"¡Oigan, vuelvan a sus dormitorios de inmediato o les arranco las corneas!."
Se escuchó una voz masculina a lo alto, mientras aparecían gritos de terror. Rouke al voltear con Sayori, vieron el lugar totalmente vacío. Dejando a los prefectos totalmente solos.
Se acercaron hacia ellos, y notaron que Yuuki se frotaba aún su brazo suavemente.
-¿Qué te sucede?.- preguntó Sayori.
-Nada, solo es que me duele mucho.- dijo arremangándose, hasta quedar su brazo desnudo. Y al ser observado por todos, pudieron notar como de éste salían unos rasguños con sangre acumulada, no era bastante, pero sí ardía lo suficiente. En un pestañeo, una tela roja cubrió el gran rasguño de su piel, era la corbata de Zero quién la estaba atando fuertemente.
-¡No tan fuerte, Zero!.- se quejó la prefecta, a lo que él solo hizo oído sordos.
-¿Dónde está Rouke?.
-No lo sé, estaba a tu lado hace un segundo.- le respondió la castaña a su amiga, quien miraba por todos lados.
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-No, no. Aún no.- intentaba decir Rouke mientras se desataba el moño y se sacaba su chaleco del uniforme rápidamente, mientras se encaminaba en un paso arrastrado pero apresurado hacia la casa del director.- Aléjense de mí.
"Se acostumbró a aquella horrible oscuridad, al frío helado de su corazón y a la soledad extrema. Que siempre afrontaba con su sonrisa…"
