Living in my own world

Capítulo 1: Sueños.

Otra vez se levantó con sudor frío y temblando. Nunca le había pasado aquello, y, últimamente, era lo único en lo que pensaba. Su pelo negro, como siempre despeinado, caía ahora, como cada mañana desde hacía una semana, mojado sobre su cara, cubriéndole prácticamente al completo aquella mirada negra llena de pánico.

Y es que aún no podía lograr creerse lo que soñaba. Era él, era L. L no soñaba eso. L nunca había soñado eso. Estaba sentado en la cama, con una simple ropa interior como pijama y poco cubierto por las finas mantas en que siempre dormía. Levantó su mano derecha, que le temblaba sobremanera, y se la puso en la cara, cerrando los ojos, intentando auto-convencerse de que sólo era un sueño, nada más.

La tarde antes, con Watari, habían acordado por centésima vez que cambiar de nuevo de hotel era lo más prudente. Y, como en cierta parte era de los que organizaban las reuniones, tenía que ser él –o Watari— quién se encargaba de avisar a todos. A Soichiro Yagami, a Aizawa, a Matsuda, a Light…

Este nombre le recorrió el cuerpo como una descarga eléctrica.

Sacudió la cabeza. Se levantó y miró por la pequeña ventana de su habitación. Era de noche, y eso le sorprendió. Su cuerpo aún estaba temblando ligeramente, nervioso todavía. Se giró, apoyando su espalda en la pared, respirando un poco con dificultad. Si no se sacaba eso de la cabeza, acabaría loco. Entonces, se incorporó y se fue caminando hacia la cocina que tenía aquél hotel. Sí, una cocina en el cuarto. Aunque, más que cuarto, era una especie de apartamento. Abrió la nevera. Necesitaba dulce, cualquier cosa dulce que pudiera calmarle los nervios y hacer que se relajara de una maldita vez. No quería volverse a dormir y pasar lo mismo otra vez la mañana siguiente, aunque tampoco sabía qué hora era exactamente. Podían ser las 3 o las 6, ni idea. Pero, la verdad, eso tampoco le hubiera hecho cambiar sus planes.

Dio un suspiro de resignación al ver que, al ser altas horas de la mañana, su dieta de dulces se reducía a un simple pastel de fresa. Watari siempre le llevaba su recarga de dulces por la mañana, así que ya se habían agotado. Sólo le quedaba aquél pastel. Un nuevo suspiro. Cogió el plato donde estaba posado su capricho y un tenedor del cajón al lado de la nevera. Aprovecharía aquél pastel al máximo.

Se sentó en el sofá y puso el plato encima la pequeña mesa rectangular que había delante de la tele. Era un buen hotel-apartamento, sí señor. Pinchó el tenedor en la fresa del pastelito, dispuesto a comerse ya la mejor parte. Siempre se la dejaba para el final, pero ahora necesitaba demasiado dulce y la idea le parecía muy tentadora.

Y, entonces, se percató de que aún iba con ropa interior. Unos boxers negros, normales y corrientes.

Y que aún tenía allí un bulto, fruto de sus pesadillas. O sus mejores sueños.

Alzó su mano, moviéndola tembloroso y lentamente hacia sus boxers. Cerró los ojos. No le hacía mucha falta concentrarse demasiado para ver esa silueta perfecta, los cabellos castaños siempre demasiado peinados ahora revueltos sobre su pecho. Y, claro, tampoco le costó proyectar en su mente que, la mano que ahora tocaba su miembro por encima de la tela negra, no era la suya. La pálida mano de su mente masajeó el bulto, el cual iba aumentando a pasos forzados, no solo en los sueños.

Aquello no estaba bien. Mirándolo por un lado, era una especie de violación contra Light. Mirándolo del otro, él nunca sabría que eso había pasado, en la habitación del hotel, sin ningún testigo más que el mismo L, que nunca hablaría. Abrió los ojos de nuevo, mirando la masa que tenía allí delante… Y, visto desde un tercer lado… no podía dejar eso así¿no? Bien pensado, era una cosa antinatural. Cero, imposible. Todos los problemas tienen solución, y aquella estaba al alcance de su mano; no iba a desaprovecharla.

Suspiró satisfecho por sus razones de continuar. De hecho, estaba seguro que aunque no hubiera habido nada de bueno en lo que estaba a punto de hacer, se habría aferrado como fuese a la posibilidad de soñar despierto un poco más.

Cerró de nuevo los ojos, visualizando de nuevo la mano, seguida por el brazo y el cuerpo entero del chico castaño. Las imágenes no eran claras en su mente, sino más bien simples bocetos, símbolos borrosos, indefinidos, grabados en sus pensamientos y que nunca olvidaría. Las dos manos (la real y la imaginaria) empezaron a moverse más rápido, más fuerte. L vio interiormente como el rostro de Light bajaba hacia él, besando sus labios con lujuria, ardiendo, bajando lentamente por su cuello, lamiendo y mordisqueando cada centímetro de piel que iba tocando.

Las manos de Light recorrían su cuerpo, su pecho desnudo, rozando cada milímetro de su blanca piel que le fuese posible, poniendo sus manos por las nalgas de L, presionándolas entre sus manos, mordisqueándole el pecho, besándolo… Lamiendo su miembro, acariciándolo entre sus manos, sus labios,…

—L… Light… Ah… -gimió L, visiblemente excitado.

—¿Si?

La mano de L, al igual que su imaginación y excitación se detuvieron de golpe.

La voz, sin duda, era de él. Era una situación realmente comprometida. Había dos opciones. La primera era, abriendo los ojos sólo lo suficiente, levantarse, abrir la ventana y tirarse. No sería difícil, y, si no se moría así, moriría de la vergüenza. La segunda, era afrontar la situación. Se decantaba hacia la primera, pero la segunda era más convincente.

Antes de afrontarlo, pero, tenía que analizar la situación como siempre él hacía. Él, L, era un chico joven, con el pelo negro, con ojeras y más o menos normal. Era realmente conocido como un muy buen detective, del cual podía resolver los casos más difíciles, aunque el de Kira le llevaba tiempo. Él, Light, era un chico de 17 años, opuesto, un genio en los estudios y con una capacidad intelectual y de deducción superior a la mediana. Eso era fácil, la parte teórica. Ahora viene lo difícil. La parte chunga, la que le traería problemas.

Light, el chico inteligente y de buena clase, había encontrado a L, el detective serio, el tipo insensible, masturbándose, gimiendo el nombre del primero.

Oh, Kami. Si lo pensaba de esta manera, tal como era realmente… tenía que hacer grandes esfuerzos por no desmayarse allí mismo.

—Mierda… -articuló el moreno, abriendo los ojos.

Continuará...

¡Hola! Dedico este fanfic al grupo de CZ de Death Note Yaoi (Abrierto por mí xD) ya que, a parte de ponerlo allí, he decidido ponerlo en fanfiction... x3 yeah, yeah! Serán capítulos de unas 1000 palabras sólo (Petición de Near-chan xD). Probablemente habrá bastante Lemon... xD así queee... preparados!!

Besos,

Aya-senpai