N/A: Los personajes y el mundo de Los juegos del hambre pertenecen a Suzanne Collins. Este fanfiction es creado sólo por diversión.


Una mercancía más

Estaba estupefacta, vi cómo Snow cogía la rosa blanca que tenía en el bolsillo del pecho de su terno y lo ponía sobre el escritorio. Yo no podía moverme, mantuve mi mirada fija en la rosa mientras lo oía salir de la oficina y decirle a mi madre en el pasillo "Gracias por el té señora Everdeen, pero me temo que debo retirarme ahora." Escuché sus pasos alejarse y desvanecerse mientras el olor a rosas y sangre se llenaba en mis pulmones. Mi madre entró con una bandeja en manos trayendo algunas galletas, tenía una mirada de confusión y parecía querer preguntarme. Pero yo apenas y podía respirar.

Sentí que mi sangre se congelaba y recorría mi cuerpo revolviendo todo dentro de mí, empecé a salivar furiosamente, me sentía a punto de vomitar y corrí al baño más cercano a aliviar mi estómago mientras reproducía en mi cabeza mi última conversación con Snow. Me quería de puta en el capitolio. Había ofertas generosas, yo era incluso mucho más pedida que Finnick Odair. Me dijo que debía ser tan lista como Finnick, y no dejar ir tan grandiosa oportunidad, que si me importaba el bienestar de mi familia y mis "primos", no me negaría.

Nuevamente mi estómago se retorció y el sabor amargo de la bilis inundaba mi boca. Nunca antes estuve tan agradecida de tener tantos baños en la casa, siempre me parecieron innecesarios, pero estaba segura de que este nunca jamás lo volvería a usar.

"Hija, ¿estás bien? ¿Qué sucede? ¿A que vino el Presidente?"

Mi mamá me hablaba desde la puerta, podía notar la preocupación en su voz y su rostro, pero yo no podía decirle. No si quería protegerlos, nadie debía saberlo.

"Es por la Gira de la Victoria. Y habrá muchas reuniones, y eventos, y fiestas. Quizás me quede en el Capitolio por más tiempo del planeado. Me darán un departamento ahí, pero es sólo para los Vencedores. Siento mucho no poder llevarlas conmigo. Fue demasiado para asimilar, sabes que no me gusta nada de estas cosas sociales." Le dije tratando de sonar convincente, mezclando verdades con mentiras, pero incluso si pudiera llevarlas conmigo, no lo haría. No cuando mi cuerpo estaba por ser un objeto más de diversión del Capitolio.

El invierno se fue más rápido de lo que esperaba. La gira de la victoria empezó y nuevamente tenía a Effie dándome instrucciones. Haymitch como siempre estaba ebrio e inalcanzable. No fue difícil cumplir con mi parte de la gira, sólo me dedicaba a leer las tarjetas que Effie había preparado para mí, pero cuando me di cuenta que sólo faltaba un distrito antes de llegar al Capitolio empecé a estar más ansiosa e inquieta. Incluso Haymitch se dio cuenta y me preguntó qué pasaba, pero desvié sus preguntas. Estoy segura de que se enteraría tarde o temprano, pero no iba a ser yo quien se lo diga.

Snow se aseguró de hacerme ver despampanante en la primera fiesta del primer día en que arrivé al Capitolio. No podía creer que el bastardo fuera a venderme esa misma noche, en realidad sí lo creía posible, pero ingenuamente quise pensar que me daría un poco de tiempo para acostumbrarme a la idea. Mi estilista, Cinna me había preparado un vestido rojo con un escote muy atrevido, incluso tenía el busto acolchado para hacer ver mis pechos más grandes de lo que realmente eran. Me miré en el espejo y vi una mujer completamente distinta a mí, parecía mayor y se veía sensual, sexy. Cinna debió notar el desprecio en mis ojos hacia mi reflejo, porque me dijo en voz suave "Todo lo falso está fuera de tu cuerpo, tu esencia no fue transfigurada. Lo siento, pero fueron órdenes del presidente" Cinna acomodó la zona del pecho de mi vestido, y puso el prendedor del sinsajo que creí haber perdido luego de los juegos. "Tú puedes con todo esto, mi chica en llamas" me dijo guiñándome el ojo, me dio un beso en la mejilla y salió de la habitación, dejándome sola con mi reflejo.

La fiesta en la mansión del Presidente era única. Mis ojos no paraban de recorrer todas las esquinas del gran salón, las decoraciones eran ostentosas, y ni qué decir del banquete, eran mesas y mesas llenas de las más exquisitas comidas que nunca hubiera podido imaginar. Sin embargo hoy no sentía apetito por nada. Effie me presentó a los que se supone eran los personajes más importantes del Capitolio, pero todo lo que yo podía pensar era que alguno o varios de ellos, habían ofrecido dinero por una noche conmigo. Mi estómago se retorció y agradecí no haber probado ni un bocado hoy. No recuerdo cuántos saludos, besos en mejillas, sacudidas de manos, charlas tontas por aquí y allá mantuve con quienes Effie me presentaba, cumplía con mi parte, manteniendo en mente siempre la seguridad de Prim ante todo.

En algún momento pude escaparme al bar, como era de esperarse Haymitch estaba allí, pero no estaba solo, conversaba con un hombre rubio y de ojos azules, quien me miró cuando me acerqué a la barra a tomar cualquier cosa que tuviera alcohol. Sentí su mirada sobre mí, incluso cuando Finnick se había acercado a saludarme con una gran sonrisa en su rostro. El vencedor del distrito 4 se presentó aunque yo supiera muy bien quién era y me invitó a bailar.

Quise preguntarle tantas cosas, como qué iba a pasar conmigo de ahora en adelante, o cómo es que lo soportaba, cómo podía vivir con esto, pero todo lo que salió de mi boca fueron dos palabras. "Lo siento" le dije mirándolo a los ojos con toda la sinceridad que sentía en ese momento. Él me miró extrañado, y sentí que debía explicarme. "Siempre creí que eras un mujeriego, que te gustaba esta vida de lujos y de amantes, no que estuvieras… protegien…" en ese momento Finnick me jaló hacia su cuerpo y giró conmigo rápidamente, interrumpiendo que completara de decir mis pensamientos, luego lo oí en su voz más baja muy cerca de mi oído derecho, "Nadie necesita saber eso."

Nos miramos en silencio y fue como si pudiéramos comunicarnos y entendernos sin necesidad de palabras. Estábamos en el mismo barco podrido, hundiéndonos, pero protegiendo nuestros seres más queridos. Justo cuando empezaba a sentirme cómoda, la música estaba por terminar.

"Podría robar un momento a su acompañante para la siguiente pieza" escuché decir a una voz suave pero firme a mis espaldas. Una nueva canción empezaba a resonar en el salón.

"Por supuesto" contestó Finnick de forma cordial al hombre que estaba detrás de mí, luego fijó sus ojos en mí y me dio una sonrisa tranquilizante, "fue un verdadero placer haber bailado con usted, Srta. Everdeen." Luego retrocedió unos pasos y se perdió entre la multitud.

Entonces giré lentamente sobre mis tacones y me encontré frente al mismo rubio que hace un rato estaba hablando con Haymitch. El hombre puso una mano sobre mi cintura y con la otra, tomó mi mano y empezó a guiarme suavemente al ritmo de la música que ahora llenaba el salón. Casi todos los asistentes de la fiesta eran hombres mayores, quizás sólo Finnick y este hombre rubio eran los más jóvenes. Por supuesto yo era la más chica de todos, pero con todo el maquillaje que me echaron encima parecíamos estar casi en el mismo nivel.

"Es todo un honor, Katniss Everdeen, vencedora de los últimos juegos."

Sus ojos azules me miraban intensamente, como si intentara leer a través de mí. No supe qué responder así que solo asentí con la cabeza torpemente y curvé mis labios en lo que esperaba se notara como una sonrisa.

"¡Pero qué grosero! No me he presentado apropiadamente. Mi nombre es Peeta Mellark. Pero con Peeta es suficiente." Me dijo a la vez que me daba una media vuelta.

Abrí mis ojos con sorpresa, nunca me habría imaginado que alguna vez me encontraría con algún Mellark, mucho menos que bailaría con él. Imposible no saber quién era, si era algo referido a comida o alimentos procesados, tenía el sello de Mellark. Antes sólo podía soñar con comer alguna de sus delicias, pero desde que volví a casa como Vencedora y me volví rica, toda mi despensa estaba llena de sus productos, y un domingo por mes, iba a La Veta llevando a las familias de allá pequeñas canastas con diferentes tipos de alimentos enlatados y embolsados, ver la sonrisa en los niños al recibir galletitas me llenaba de calidez y me daba el valor de continuar mi nueva vida como Vencedora de los juegos del hambre, era lo único que podía calmar en algo mis pesadillas.

"Entonces, usted es dueño de una de las compañías más grandes de comida en Panem" le dije lo que creí que sería algo inteligente, ya había quedado bastante tonta con mi respuesta anterior. Él sonrió y respondió corrigiéndome.

"La única compañía en la industria de comida en todo Panem"

"¿Cómo puede ser la única compañía en la industria de todo un país?" le pregunté sorprendida, él sólo se encogió de hombros.

"Compramos todas las demás" respondió, como si fuera lo más natural.

"¿No es eso ilegal, o por lo menos no ético?" fui un poco atrevida con mi siguiente pregunta, pero él no pareció tomarle importancia, incluso lo pensó seriamente.

"No. No es ilegal. El gobierno se encarga de regular todo eso"

"Pero el gobierno y usted son amigos" esta no fue una pregunta y me di cuenta demasiado tarde.

Ya había escapado de mis labios, y era el tipo de comentarios que definitivamente desagradarían a Snow. Debía detenerme si no quería poner en peligro a mi familia, así que me mordí la lengua y bajé mi mirada hacia su pecho, sólo entonces pude apreciar lo tonificado que se veía y cómo le daba forma a su traje. No sabía si debía disculparme, pero preferí quedarme callada. Siempre era mejor no decir nada que arruinarlo todo con mis palabras sin filtro.

Seguí bailando con Peeta, dejándome guiar en la pista de baile. Por un momento creí que el baile se detendría y que me encontraría con su mirada furiosa por mi atrevimiento, pero ese momento nunca vino. Incluso me dio la impresión de que ahogó una risa, como si mi comentario hubiera sido divertido. Pero es sólo mi impresión, no me animaba a levantar mi mirada y ver su rostro, sólo quería que la música termine lo más antes posible.

Por fin la pieza musical llegó a su fin en lo que me parecieron horas, me separé rápidamente de Peeta, y por fin alcé mi mirada para agradecerle por el baile. Pero él tomó mi mano nuevamente y la levantó llevándola a sus labios, besó suavemente mis nudillos, nunca separando sus ojos azules de los míos, y me dijo "el placer fue todo mío, Katniss". Por un momento olvidé cómo respirar, parpadeé varias veces para romper esa extraña hipnosis que sus ojos habían logrado sobre mí, finalmente me recuperé y retiré mi mano de la suya con un movimiento rápido, giré sobre mis tacones y me alejé lo más posible de su lado.

"¡Ahí estás!" la voz cantante de Effie me alcanzó cuando estuve a punto de llegar al balcón, necesitaba aire fresco en mis pulmones, estaba aprendiendo nuevamente a respirar luego del encuentro con Peeta Mellark, mis ojos traicioneros buscaron hacia donde él estaba unos momentos y ya no lo encontré ahí, di un barrido rápido en el salón pero no lo vi en ninguna parte. Siento una extraña sensación de decepción que sólo me irrita más. "Te he estado buscando por todos lados. ¡Me encantaría presentarte a los hombres más ricos de Panem! ¡Rostro en alto! ¡Sonríe querida!" dijo lo último casi sin esperanza en su voz.

Así terminó de transcurrir la noche, me crucé con Finnick un par de veces pero no volvimos a hablar, Haymitch seguía enterrado en el bar, y Peeta prácticamente había desaparecido. Cuando tuve una segunda oportunidad de ir hacia el balcón, un guardia me detuvo a medio camino y me pidió acompañarlo hacia las oficinas de Snow. Mi estómago se encogió y escalofríos recorrieron todo mi cuerpo. Había llegado la hora.

Mi cuerpo ya no era más mío. Ahora era una mercancía más del Capitolio.

Seguí al guardia por un pasillo y nos detuvimos frente a unas enormes puertas de cedro meticulosamente talladas. Toqué la puerta un par de veces y éstas se abrieron automáticamente a su orden. "Srta. Everdeen, adelante, por favor."

Al abrirse las puertas, vi con sorpresa que no estaba solo en su oficina, había otra persona con él. Peeta Mellark estaba del otro lado del escritorio, con una sonrisa que no pude descifrar.

Entré lentamente, escuché la puerta cerrarse detrás de mí y avancé hasta quedar a una distancia prudencial, no muy cerca de ellos, pero tampoco tan lejos como para ocasionar que Snow me pida acercarme más. Mis ojos se encontraron con los de Peeta y mantuve mi mirada fija en él todo el tiempo, quizás intentando desafiarlo.

"Me parece que ya conoció a este caballero en la fiesta, Peeta Mellark me estaba comentando lo muy agradable que fue su compañía en la pista de baile," si le había parecido agradable, entonces él realmente había ahogado una risa ante mi acusación. ¿Qué era tan gracioso? Lo único que hice fue asentir con la cabeza, mis ojos seguían sobre los de Peeta, nunca miré a Snow, pero él prosiguió con su charla, "La familia Mellark es una de las más tradicionales y antiguas familias desde los orígenes de nuestro país, con toda razón también es una de las más influyentes, no sólo por las compañías que tienen en su poder, también por su línea directa de descendencia con uno de los fundadores de Panem"

"Impresionante" dije entre dientes, tratando de no sonar de forma sarcástica. Sentí la mirada de advertencia de Snow sobre mí y esbocé una sonrisa. Peeta tampoco había roto el contacto visual conmigo, si yo lo estaba desafiando, estaba segura de que él también a mí, porque su rostro se curvó imitando mi sonrisa.

"Por lo tanto," prosiguió Snow "es todo un honor que hayas sido invitada a ser huésped del heredero de la compañía Mella…"

"¡¿Me compraste por una noche?!" espeté la pregunta con tanta sorpresa como indignación. Interrumpí a Snow sin pensarlo y ahora sentía su mirada glacial sobre mí, repentinamente pensé en Prim y en el enorme peligro en que la había puesto ahora mismo, pero no pude evitar la rabia que sentí al saber que Peeta me había comprado. No podía entender por qué me molestaba tanto, quizás porque no me pareció tan desagradable cuando bailé con él, quizás porque se mostró como alguien decente, caballeroso incluso indulgente. Por un fugaz momento había creído que había visto en sus ojos algo diferente e inexplicable, pero ahora mostraba no ser mejor que ninguno de los que estaban en el salón.

"Srta. Everdeen" Snow levantó la voz para llamar mi atención, pude sentir la advertencia en su tono y me mordí la lengua para no cometer otra estupidez y condenar a mi familia, finalmente me rendí y me obligué a romper el contacto visual con Peeta, desvié mi vista hacia los papeles que estaban sobre el escritorio. Vi un cheque con la famosa marca de Mellark en ella, no vi más, pero me dio la impresión de ver una cantidad grosera de ceros antes que la mano de Peeta se posara sobre el papel, ocultándolo de mi vista y apartándolo. "Será la huésped de Peeta Mellark por un mes"

Un mes. Peeta me había comprado por todo un mes.


A continuar...

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