Todo había cambiado rotundamente desde que se había probado ante Dumbledore la inocencia de mi padre.

No soy una chica normal, acabo de cumplir catorce años y mi niñez no fue para nada normal; cuando tenía un año de vida mi padre fue encarcelado por el asesinato de 12 muggles y un mago, mi madre estaba contada entre los muggles aunque no lo era. Me crie por tres años con mi abuela paterna, la cual era una mujer frívola y malvada, pero como abuela era bastante amable y cariñosa. Era su única nieta y era sangre limpia. Falleció cuando cumplí los 4 años y desde entonces he estado bajo la tutela de mi padrino Remus Lupin, gracias a el poseo valores firmes y buenos. Por todo lo ocurrido con mi padre, Remus decidió no enviarme a Hogwarts y educarme el.

Hace unos 4 meses la inocencia de mi padre se demostró ante su ahijado Harry Potter, Albus Dumbledore, Remus y yo. Nunca lo he visto como mi padre, vino hace unos días a verme y no sé qué decir, a pesar de que sé que es una gran persona no puedo evitar sentirlo como un desconocido.

Había pasado más de dos horas hablando en el despacho con Remus, asumí que era por mi custodia y no me equivoque, cuando salieron me comunicaron que recogería mis cosas y volvería a la casa de mi abuela junto con mi padre; era extraño no quería volver ahí y menos sin Remus, el cual no me sostenía la mirada y conocía tan bien que el rastro de lágrimas en sus ojeras no me pasó desapercibido. ¿A caso podía negarme? Remus dijo que iría a diario y que era lo mejor que podía hacer, mi padre me necesitaba y yo estaría ahí para él.

Entrar a grimmauld place nuevamente fue de lo más triste, a pesar de que mi padre no había parado de decir lo mucho que odiaba ese lugar y a todas las personas que habían vivido en él, yo solo respire profundamente y mire mi hogar. Que no se malinterprete se quienes fueron mi familia y no me enorgullezco de las cosas que hicieron; pero algo que aprendí durante mis años con mi abuela fue que la familia es lo más importante y es lo que se protege; aunque no podamos elegirla.

Sirius y yo no habíamos hablado más que cosas para nada profundas ni importantes, pero se aseguró de acompañarme a mi cuarto porque "no sabía que malignas cosas podía tener su maldita madre en esta pocilga" yo solo sonreí y abrí la puerta, nada había cambiado desde que me fui, mi pequeña camita rosada y las lindas flores moradas de las paredes, mis muñecas que habían sido muy grandes para llevarlas cuando mi abuela falleció también seguían ahí. No pude evitar sonreír con nostalgia y mirar el estupefacto rostro de mi padre.

Mi abuela no era tan mala, Sirius- le dije entrando a la pieza y retirando las antiguas mantas que tenía la cama.

Papá, Meda- me corrigió, pero aun no me sentía tan preparada para decirlo- no te olvides que soy tu papá.

Nunca lo he olvidado- respondí sentándome en mi cama y mirando las paredes que me rodeaban- aunque no lo creas, extrañaba esta casa- me miro perplejo- aquí pase mis tres primeros años de vida y lo creas o no fui feliz- sonrió desganado y pude ver que esta no llegaba a sus ojos- lo siento

No te disculpes cariño- dijo sentándose a mi lado- yo soy el que siente haberme perdido tu niñez, siento que te conozco tan poco y eso me mata – dicho esto escondió su rostro en sus manos y soltó un suspiro que me atravesó el corazón.

¿Quieres comer algo? – le pregunte poniéndome de pie y tendiéndole la mano- tenemos tanto que hablar y tengo hambre- me miro y no pude evitar sonreírle a mi padre.

Este fue el primero de los que espero que sean muchos... espero que les guste :D