Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hiro Mashima.
Porque lo prometido es deuda. Aquí traigo la historia paralela, para que se vayan enterando de lo que va ocurriendo con Lucy y Natsu más de cerca. A diferencia del otro fanfic "¿Y si nos escabullimos?" este fanfic lo voy a ir actualizando a medida que el otro vaya avanzando, de manera de no hacer spoiler así que no tendrá capítulo(s) semanales. ¡Esop! Espero que lo disfruten :)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - o - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - o - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - o - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - o - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

CAPÍTULO 1: Solos en el campamento.

Está bien, Erza y Gray se han ido, Happy duerme plácidamente en la tienda que ya está montada y Loke está siendo entretenido por Virgo (se lo pedí como un favor especial así que sólo espero que no se aproveche de ella). Nadie puede impedir que esto salga bien... excepto él o yo.

Aún nos falta armar una de las tiendas pero ya le dije más temprano que quería hablar con él por lo que supongo que se espera una conversación ahora que estamos solos, así que la tienda puede esperar. Me siento en mis talones frente a él, tratando inútilmente de calmar mis nervios.

– ¿Qué querías hablar, Luce? – dice muy quitado de pena.

– Etto... – estoy nerviosa... es más fácil pensarlo que hacerlo. ¡Maldito Gray y sus ideas! – Sí...

Sólo tengo que mirarlo a los ojos y decirle "Me gustas", nada más... luego veré qué hacer con su reacción. ¿Entonces, por qué estoy tan nerviosa?

– ¿Estás bien? Actúas raro, Luce

– Estoy bien, sólo...

– Estás roja ¿estás enferma, tienes fiebre? – Dice interrumpiéndome – ¡Y no trajimos a Wendy! Debería estar aquí para...

– ¡Que no estoy enferma! – le digo casi gritando... es que puede ser taaaan... irritante. Tengo sinceras ganas de golpearlo – Sólo déjame hablar.

– Okaaay – dice recuperando su habitual sonrisa. Los nervios han vuelto...

– Mira, hace un tiempo que yo – aquí voy... no puedo creerlo – me siento distinta contigo.

– ¿Distinta? – Dice levantando una ceja.

– MmHm – recuerda, sin rodeos, directa como dijo Gray: a prueba de idiotas. – Es que, Natsu, tú... me gustas.

Apenas las palabras dejan mi boca cierro los ojos porque no deseo ver la expresión de desagrado que debe haber puesto. Lo he dicho casi en un susurro pero confío en que sus mejorados sentidos lo hayan dejado escucharlo, porque no tendría la fuerza de repetirlo.

– ¿Que-Te-Gusto? – dice repasando cada palabra como si no las comprendiese.

– Sí... – digo abriendo un ojo para espiarle. A pesar de lo que esperaba parece más desconcertado que molesto o asqueado, o cualquier otra cosa. Mira al cielo como si buscase allí respuestas a alguna pregunta que no formula.

– ¡Ahora entiendo! – Dice repentinamente, golpeando uno de sus puños contra la palma de su otra mano – por eso actuabas tan raro cuando estuve en tu casa...

Mi cara se enciende recordando mis infructuosos intentos de coqueteo e indirectas de esa ocasión.

– Oi, Luce – dice moviendo una mano frente a mí, trayéndome de vuelta a la realidad. – ¿por qué te complicaba decirme eso?

– Bueno, porque somos compañeros de equipo y... y... – no quiero traer a colación el que tal vez él no se sienta así por mí.

– Pero Alzack y Biska eran compañeros de equipo... – dice con una sonrisa. ¿Está acaso dándome esperanzas? Eso es cruel...

– Pero a Alzack le gustaba Biska... – le digo tratando de seguir con su mismo ejemplo.

– No entiendo – Verdad, debo ser explícita.

– ¿Natsu, yo te gusto?

– ¿No estábamos hablando de Alzack y Biska? – ¡Esto es imposible! Ya estoy volviendo a irritarme... Siento mis manos picar en el impulso de empuñarse.

– No... Quiero decir, si... pero... – Tomo aire nuevamente e intento tranquilizarme para explicarle antes de que su atención vuelva a diluirse. – Alzack y Biska se gustaban el uno al otro, por eso es que, a pesar de que estaban en el mismo equipo... ellos...

– ¿Y qué pasaría si tú me gustas? – Dice enarcando una ceja, como si fuese algo que hay que pensar, evaluar de alguna manera, en vez de algo que se siente.

– Que... no lo sé... – Okay, esto es muy embarazoso. Voy a matar a Gray por darme esta idea.

– Lucy – dice llamando mi atención de nuevo

– ¿Si?

– Si me gustas...

– ¿Aaaah? – Estaba esperando una negativa así que realmente no sé cómo reaccionar ante esto – ¿Qué significa eso?

– Que... bueno... supongo que no tiene por qué cambiar las cosas demasiado... ya somos amigos, compañeros... no veo por qué debería ser tan distinto... – Esquiva mi mirada, de manera distraída. Por Dios, está nervioso... No puedo creerlo.

– Sí… – Digo haciendo lo mismo, evadiendo su mirada

Es verdad que las cosas no deberían cambiar mucho, excepto por las demostraciones de afecto... los amigos no se dan besos ni... okay, no debo ir por ahí. Maldita imaginación de escritora. A veces la aborrezco... sobre todo después de lo que vi en la fiesta entre Gray y Juvia. No es que me haya agradado verlos pero sí que me ha hecho pensar... algunas cosas.

Bueno, ahora que las cosas están claras ¿qué se supone que debo hacer?

Había pensado y soñado este momento de tantas maneras... pero ninguna como esta...

Ninguno se mueve, solo nos quedamos uno frente al otro en un incómodo silencio por largo rato. Ya no está ese muro invisible que creía que había entre los dos pero, sin embargo...

– ¿Quieres algo? – pregunta recuperando su ánimo de siempre.

– Sí, pero... – digo perdiendo mi mirada en el suelo, consumida por los nervios ante lo que quiero pedirle – no sé si puedas darme...

– Claro, traje varias cosas, tú pide... – dice interrumpiéndome, lo que hace que lo mire de nuevo. Está escarbando en su mochila a unos dos metros de distancia y sacando comida.

– ¡Todo en lo que piensas es en comida! – Declaro indignada.

– ¡No todo! – Dice enojándose mientras busca más al fondo del bolso hasta encontrar y sacar un pequeño chocolate – ¡Aquí está! – Dice gritando, animado nuevamente. – Para ti.

– ¿Chocolate?

– ¿No te gusta? – Dice con una mueca antes de llevar una mano a su nuca y sonreír suavemente – Lo lamento, pensé que...

– No, no es eso... sí, me gusta – le interrumpo rápidamente, levantándome para buscar el chocolate mientras agranda su sonrisa.

Mis piernas han estado debajo de mí tanto tiempo que las siento dormidas e inestables y los nervios no ayudan a que eso cambie.

He dado sólo unos pasos cuando tropiezo con algo (una piedra o qué se yo) y salgo expulsada hacia adelante, hasta que Natsu, con mochila y todo detiene mi caída. No es la primera vez que termino usándolo de colchón, supongo.

– Lo siento, Natsu – de seguro me va a molestar con que estoy demasiado pesada o algo.

Le miro, a centímetros de mi cara y puedo sentir su aliento sobre mi rostro. No lo hagas, no te acerques... es tan... extraño... Siento la presencia de sus labios sobre los míos, es un toque ligero, como el ala de una mariposa, nada como lo que había imaginado. Él siempre es tan impetuoso que pensé que podría ser un poco tosco con este tipo de cosas, sin embargo es cuidadoso, deslizando sus labios por los míos como si quisiera dibujarlos con los suyos. Por mi parte, he esperado tanto tiempo por esto que su delicadeza sólo hace que me desespere, ya que deseo... algo más. Separo mis labios para tomar entre ellos uno de los suyos, sintiendo como contiene el aire en reacción. Esto está bien, está bien, me digo... se siente bien, por lo menos.

Sus manos no demoran en tomar mi espalda, acercándome aún más mientras comienza a besarme. Presiona sus labios contra los míos, quemándolos al contacto, haciendo que desee más. El beso se empieza a salir de mi control rápidamente pero no deja de ser lento y suave. Explora mi boca, apretando mis labios entre los suyos, succionándolos y repasándolos con lo que ha de ser la punta de su lengua.

Siento que el corazón me late demasiado rápido... sólo espero que, a pesar de su buen oído, no alcance a escucharlo porque estamos tan cerca que creo que le sería fácil oírlo.

Me quedo sin aire e intento apartarme un poco, consiguiendo que jadee en mi boca al separarse, lo que me hace sonreír estúpidamente. Supongo que estaba equivocada. Si me desea... Y no quiere que me aparte...

– Luce... – Habla entrecortadamente, como si llevase una hora corriendo.

– ¿Sí?

– Creo que perdí el chocolate – dice sonriendo suavemente, aún con los ojos cerrados.

– No creo que importe – le digo acercándome nuevamente a besarle.