Aquí el inicio de mi primera historia en FF, espero que os guste al igual que a mi me gusta escribirla. Gracias por leer.
Disclaimer para toda la historia: Todos los personajes, hechizos, escenarios, etc, pertenecen a J.K. Rowling, excepto algunos que serán de mi propia invención.
Donde todo comenzó
Desde que era muy pequeño le habían enseñado a lamentar la caída del Señor Oscuro y a esperar con ansia su regreso, esperando que por ser un Malfoy y que por pertenecer a una de las mayores estirpes de sangre limpia en el mundo mágico se le daría un trato privilegiado. Pero jamás en su vida pensó que llegaría a equivocarse tanto… Su mundo se había roto en miles de pedazos y no tenía idea de cómo empezar a reconstruirlo. No sabía de dónde sacar fuerzas.
Su familia y él, que habían pensado alcanzar la cima de la autoridad y del prestigio como nunca antes, ahora no eran más que débiles fracasados que tenían que soportar las burlas de mortífagos que antes les temían, y como si aun no fuera suficiente, el desdén del mismísimo Lord Tenebroso. Nada quedaba ya del orgullo Malfoy.
Desde hacía meses, cada día en la mansión era como vivir una eterna pesadilla, constantemente teñida de rojo y de gritos de dolor seguidos de las risas de sus torturadores, que atravesaban los anchos muros de la mansión, conservando cada fibra del regocijo que sus cuerpos podían sentir ante el dolor ajeno. Siempre, desde muy pequeño, había considerado su casa como un lugar seguro, un fuerte donde nada podía afectarle ni hacerle daño. Siempre hasta ese momento. Vivir allí se había convertido en una tortura, intentar dormir o simplemente desconectar mientras los gritos penetraban por las paredes era demasiado incluso para él, que había odiado a los sangre sucia con tanto ímpetu. No iba a mentir diciendo que ya no los detestaba, pero ¿Cómo podía hacer oídos sordos o si quiera disfrutar de esos gritos cuando los suyos propios habían sonado de la misma manera? ¿Qué quedaba del Draco Malfoy que había sido un año atrás?
El señor oscuro se había encargado en persona de hacerlo añicos, disfrutando de su sufrimiento, metiéndose en su mente y hurgando en ella sin miramientos, sin que él pudiera oponer resistencia, porque para él no era suficiente ver a su familia a la altura de los elfos domésticos, no, él quería más, quería romperle del todo y que su padre sufriera por cada uno de sus fracasos. Así había acabado el prometedor heredero de Malfoy Manor, hecho una marioneta sin voz, prácticamente denigrado a un puesto de sirviente en su propia casa. A menudo se torturaba preguntándose que pensaría de él el maldito Trio de Oro si lo vieran en aquellas condiciones. Débil y asustadizo. Sin duda lo disfrutarían ¿Por qué iba alguien a sentir compasión por él, que nunca se había compadecido de nadie? Pero sin duda, lo más complicado era aparentar que seguía siendo el mismo de siempre, altivo y seguro de si mismo, el odioso chico que se pavoneaba y presumía de lo perfecta y maravillosa que era su vida. Y las últimas semanas no habían mejorado en absoluto, se había visto obligado a recluirse en su dormitorio la mayoría del tiempo, porque cada vez le costaba más colocarse su máscara de indiferencia y enfrentarse a los enemigos que ahora vivían bajo su mismo techo. Le costaba hacer oídos sordos a la burlas que él mismo podía haber proferido no hacia mucho tiempo. Le costaba aparentar que era igual de sádico que todos ellos. Su vida era un desastre. Y él también lo era, nada más que una sombra de si mismo.
Y tan encerrado se encontraba en su burbuja de soledad que apenas fue consciente de lo que le hablaba su padre mientras le arrastraba casi corriendo a través de los pasillos de la mansión. Seguramente Él había vuelto y su breve minuto de tranquilidad había acabado, pero cuando atravesaron las gigantescas puertas del salón principal un escalofrío le recorrió por completo. Esto era mucho peor.
– Dicen que han capturado a Potter – Le explicó su madre – ¿Qué dices tú? ¿Es realmente él?
– No lo sé…No estoy seguro – Respondió él.
Aunque su aspecto no le daba ninguna pista sobre su identidad, no necesitaba nada más que mirar a sus dos acompañantes para saber que era Harry Potter el que estaba arrodillado en el suelo frente a él.
– ¿Y bien, Draco? ¿Es Harry Potter? – Le preguntó Lucius con voz cargada de emoción – ¡Fíjate bien! Si realmente es él y se lo entregamos al Señor Oscuro nos perdonará todo. Todo volvería a ser como antes…¿Comprendes?
Podía ver la duda en los ojos de Potter ¿Por qué no los descubría? Solo bastarían unas palabras suyas para que todo acabará… Pero por mucho que lo ansiara, muy en el fondo sabía que nunca volvería a ser lo mismo para ellos. Siempre serian traidores, en cualquiera de los dos bandos.
Que fácil había sido todo cuando no había nada más que palabras punzantes e infantiles en los pasillos del colegio.
– No lo sé – repitió mientras se alejaba de la ávida mirada de su padre.
– Hijo, tenemos que estar completamente seguros, porque si no es él y le llamamos, nos matará a todos por haberle molestado – Esta vez fue Narcissa la que habló.
¿A caso no se daban cuenta de que sabía perfectamente lo que les pasaría? Él seria el primero en caer por mentir sobre la identidad del trio dorado.
– ¿Y la sangre sucia qué? – Gruñó Greyback.
Como movidos por un hechizo, todos se giraron hacia ella y pudo ver en la cara de Lucius y Narcissa que la habían reconocido. Se había hablado tanto de ellos en El Profeta, con sus caras en portada, que no había lugar a dudas.
– ¡He visto su cara en el profeta! – dijo de pronto Narcissa – ¿No es esa tal Granger?
– No sé… Podría ser.
De pronto se volvieron a abrir las puertas del salón y si les quedaba alguna posibilidad de escapar, por ínfima que fuera, esta se había esfumado por completo. Bellatrix Lestrange había puesto su mirada sobre los tres prisioneros, identificando sin lugar a dudas a Hermione Granger. Ya no había marcha atrás. Si le preguntaban que había pasado después de que su despiadada tía entrara en la habitación, no sabría que decirles, porque lo único que podía recordar con claridad eran los gritos de puro dolor que Hermione Granger profería. Jamás había escuchado nada semejante. Sus lamentos hacían eco en la estancia y se colaban por sus oídos, a pesar de que unas puertas macizas les separaban.
Y un milisegundo después todo perdió el sentido, se vieron desarmados y atrapados en medio del fuego cruzado.
Un segundo su tía amenazaba con matar a Granger si no bajaban sus varitas, y al siguiente intentaban no morir aplastados por una de las gigantescas araña de cristal, que su antiguo elfo doméstico había soltado.
– ¡Tú! ¡Maldito payaso! – Bramó histérica Bellatrix – ¿Cómo te atreves a atacar a tu amos? ¿Cómo te atreves a desarmar a un mago?
– ¡Dobby no tiene amos! – Dijo con su estridente voz – Dobby es un elfo libre y Dobby ha venido a salvar a Harry Potter y a sus amigos.
En ese instante Draco Malfoy pasó a verlo todo a cámara lenta.
Vio como Harry Potter recogía a una Hermione Granger inconsciente, y sin bajar la varita se acercaba al elfo doméstico. Pero lo que no fue capaz de ver con suficiente rapidez fue a Ron Weasley acercarse a él y atraparlo para usarlo como escudo humano, mientras caminaba hacia Potter, hacia un elfo domestico que podía transportarlos a cualquier lugar.
– Tú te vienes con nosotros Malfoy, espero que no te importe – Le susurró mientras todo se volvía negro para él.
Y así fue como todo comenzó…
