Capítulo 1

Sumergida (Cuando los Demonios mueren)

No tenía recuerdos de cómo había llegado ni por qué estaba aquí.

No era importante.

¿Qué era lo importante? Nada. No es que a ella no le importara. Simplemente no había nada que considerar. Que esta extraña sensación de paz fuera tan ajena a un alma por lo general intranquila, es algo que ella ignora mientras la abraza completamente. Sin vacilación, se entrega a ella, excepto por una persistente duda que la atraviesa. Antes tenía más, antes del sentimiento sumergido de estar perdida e indiferente.

Yo tenía un nombre, piensa para sí misma.

"Un nombre robado" murmura una voz extraña en su cabeza mientras la inclina contra la brisa del ventilador.

¿Fueron sólo días? ¿Semanas? ¿O sólo horas? ¿Segundos?

Roza el piso de cerámica con los dedos de los pies y exhala suavemente, sólo para aliviar la tensión en su cabeza, aunque está segura de que aquí no necesita respirar.

Ella sólo recuerda trozos de su tiempo en este lugar. Incluso no estaba segura de haber tenido un cuerpo al comienzo, hasta que la voz le dijo que, si ella lo deseaba, podía elegir una forma. La voz le había explicado que estaba aquí para sanar y encontrar paz antes del siguiente paso y que para ello necesitaría algo sobre lo cual caminar.

Una apariencia para definirla.

Había escogido una que parecía correcta y familiar, y luego, instantáneamente se había levantado de la bañera en la que había estado sumergida. Chorreando agua, congelándose al principio con la piel limpia de heridas o de moretones y con su cabeza llena de pensamientos mezclados… pero contenta. El aire cálido y el abrazo súbito de toallas limpias alrededor de su cuerpo desnudo la habían hecho sentir acogida. Amada.

Protegida.

El cuerpo la complace, aunque no está segura de por qué. De contextura pequeña y el pelo entre dorado y negro, porque no había decidido cuál prefería, se siente en casa mientras su alma toma una nueva forma física. Ahora que su cuerpo se había convertido en un ser de una manera que no comprendía, se encontró vestida en un algodón suave y blanco, y deambuló. Sin rumbo y no le importaba adónde iba.

No tenía importancia.

Sin jaulas de sangre y hueso, sin humo, sin fuego ni azufre…

Sin dolor.

Se agarra la cabeza y presiona las puntas de los dedos justo encima de su ojo para intentar detener ese dolor punzante que de repente le aparece al pensar en fuego.

"Estás segura aquí. No habrá más dolor. Estarás lista pronto. Descansa"

"Sí" murmura y continúa moviéndose.

Las paredes son un laberinto de blancos y grises claros, una monotonía monocromática construida para calmar la mente. No tiene hambre, sólo un dejo de sed en el fondo de su garganta, y ningún dolor. Aquí y allá encuentra una habitación, siempre con una cama tendida con sábanas blancas en la que se puede acostar y descansar por el tiempo que quiera. Envuelta en la seda, se siente amada y, como un niño distraído, puede dormir por lo que parecen horas.

Pero no soporta las almohadas blandas que encuentra en cada cama. No cuando puede tocar accidentalmente la cubierta e imaginar las plumas que contiene.

La sensación fantasmal de plumas le causa dolor, aunque sólo por un corto tiempo antes de olvidarlo nuevamente.

Después de todo, no le interesa en realidad. Era sólo eso… sólo el recuerdo… punzante.

Abrasador.

Arrastrando sus dedos contra el ladrillo pintado, inclina su cabeza hacia un lado y mira fijamente a sus pies desnudos, sobresaliendo de las piernas desgarbadas de sus pantalones blancos. Un pie, después el otro.

"Paciencia, paciencia"

El camino más largo, como siempre, piensa con ironía. Nada que hacer, sólo caminar, y sin embargo eso la hace feliz.

Un golpe suave la hace mirar sobre su hombro.

-Meg-

Salones vacíos se extienden detrás de ella.

-Meg-

El ladrillo bajo sus dedos se desmenuza un poco y ella gira, fijando sus ojos agrandados por el pánico en sus pies.

"Ignóralo. Estás contenta"

"Sí" susurra mientras atraviesa el salón.

La falta de hambre que siente de alguna manera hace que la sed la inmovilice por completo y despierta del adormecimiento en una ventana inundada por el sol. En el momento en que sus pies tocan el suelo, cae sobre sus rodillas.

Ella necesita …

-¿Sabes que todos estamos soñando de nuevo por primera vez desde que somos humanos? Es el cielo en la tierra…. O el infierno-

¿Su voz? Tose roncamente y se para sobre sus rodillas. Su voz. Sabía que era la suya. Un sonido prestado, pero sus propias palabras. ¿Había sido un sueño? ¿Qué podía hacer ruido aquí aparte de suavidad y calidez?

"Relájate. Toma y olvida"

"Sí" murmura, desesperada por una gota y su estómago se revuelve con impaciencia. Cerca de aquí hay una fuente amurada a la pared. Sólo necesita…

Una gota de olvido.

"El agua te traerá paz"

Una chispa de agonía pura corre libre por su cerebro y grita mientras inclina su cabeza y la empuja contra ella, arrastrándose hacia la fuente de agua.

-Meg-

-ABOMINACION-

-PUTA-

-PERRA-

-DEMONIO-

"No no no no no" implora mientras sus uñas arañan la cerámica fría y siente el dolor aumentar hasta que su garganta está tan seca que no puede tragar. La fuente de agua está tan cerca, pero parece que estuviera a millas de distancia por el sufrimiento que le provoca la sed.

Algo pasa cerca de ella, rozando su espalda como una caricia de dedos, y se apoya contra ella con una calidez fantasmal.

-Meg-

"Ese no es mi nombre real" pronuncia con los dientes apretados.

-No sé tu nombre real, pero te gusta este-

"¿Qué está pasando?"

-Meg-

"Ignóralo. No tendrás más dolor una vez que hayas bebido"

Con una última y patética inclinación desesperada, se agarra al borde metálico de la fuente y la abre. El agua brota y ella empuja su boca bajo la canilla. Sus ojos cerrados por el puro placer, y luego se atraganta con el agua helada hasta que su cara completa está empapada y el agua se escurre por su mentón. Con cada precioso trago, el dolor de aquellos recuerdos se esfuma y olvida el significado de la agonía y el fuego.

"Estás contenta. Eres amada. Serás protegida"

Esas horas preciosas entre los tragos en la fuente empiezan a encogerse y sabe que es porque necesita olvidar más y más. De alguna manera, piensa que ha recolectado siglos de recuerdos reales y quiere olvidarlos todos. No hay dolor en olvidar. La voz le murmura que beba hasta que esté feliz de nuevo.

Alguien quiere que sea feliz.

Por primera vez, realmente se siente feliz. Se siente contenta, aunque no está segura de adónde la llevaría la comparación si recordara su pasado.

El agua facilita la transición, trayendo una superficie brillante a su mente, que no duele y que no la deja sentir el odio. Limpia sus recuerdos hasta convertirla en una pizarra limpia.

No puede recordar por qué odiaba, sólo que tuvo ese sentimiento por un largo tiempo.

Casi el mismo tiempo que había sufrido.

Los corredores llevan a lugares en los que otros están deambulando. Ninguno la saluda, cada uno está perdido como ella en la vastedad del edificio. Forman filas mientras caminan lentamente por los pasillos y ella se une felizmente a las filas, intercambiando una sonrisa con algunos, pero en ningún momento hay reconocimiento. Uno de ellos, un hombre apuesto con pelo negro y ojos grises, le hace picar la memoria nuevamente y no quiere saber por qué. Se queda en la fuente para beber los preciosos tragos y olvidar ese sentimiento y luego sigue su camino.

Toc - toc.

Se perciben golpes en el edificio y la fila de personas que ha estado siguiendo se detiene como un ciempiés tratando de decidir su camino. No hay cambio en la expresión en sus rostros y todos esperan, pero mientras más espera ella, más extraño se torna. Necesita moverse. Si permanece quieta, recordará.

Comienza a empujar a través de la fila y le dan lugar sin ayudarla. La puerta está tan cerca ahora, hacia otro salón, hacia otra fuente de agua y se relaja.

Hasta que escucha el sisear de las llamas.

"No escuches. Estás a salvo si permaneces en la fila"

El fuego atrapa las filas de personas y rodea uno de los hombres, encendiéndolo como una antorcha brillante. Ella fija su mirada, es la única que mira y él se para allí sin intentar apagar las llamas, sin gritar. Su piel se torna negra y ella puede oler la fetidez de la quemazón, pero nadie va a salvarlo. La sensación de puro poder que se apodera del edificio hormiguea su conciencia, haciéndole notar que el poder está buscando algo.

Sin saber por qué, sus manos se posan en su estómago y se deslizan bajo su remera, para tocar la piel suave entre el pecho y la cadera.

-No puedes matar demonios, ¿no? Te sacan de tu puesto y pierdes el poder. Entonces… ¿qué es lo que si puedes hacer, tonto impotente? - Su voz, nuevamente, sin aliento y hambrienta.

- "Puedo hacer esto." - Una voz más ronca, seductora y caliente como el fuego, empuja su sed.

Luego, dolor abrasante y humillación.

Una agonía nueva araña su cuerpo entero, y grita, poniendo sus manos sobre sus orejas para tratar de bloquear el pensamiento. No es sólo el dolor del fuego, es el recuerdo de haber sido humillada. Vencida. Una y otra vez. Torturada y presionada hasta el límite. Todo por nada.

"Olvida"

-Recuerda-

Se despierta suavemente, los ojos parpadeando ante la luz pálida en la distancia. De alguna manera, ha sido trasladada afuera, transportada como en un sueño sonámbulo, y ahora, en lugar de sábanas cálidas, está tendida en arena suave y cálida. El rumor de las olas rompiendo en la orilla incesantemente, y ella gira de costado para mirar el horizonte. No hay signo claro de un sol, sólo una luz que iluminaba el azul y verde de las aguas, extendiéndose sobre ella y llenándola de calidez.

-Recuerda-

"No quiero recordar. Soy feliz por primera vez desde…" Ahogándose. ¿Cuándo fue la última vez?" Estoy contenta."

-¡Despierta!-

Un dolor punzante la abofetea.

"Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida. Olvida"

"Bebe y olvida. Báñate en el Leteo"

Tropezando, ese movimiento tambaleante ocurre nuevamente, como si no pudiera controlar sus pasos.

Casi consigue alcanzar el lugar en que las olas oscurecen la arena, pero antes de que sus dedos puedan mojarse, la conciencia agonizante retorna.

-Vine, vi, vencí-

- ¿Realmente crees que de esto es de lo que se trata? ¿El plan maestro? Me importa un carajo el plan maestro-

-Es una prisión, hecha de huesos y carne y sangre y miedo-

-Hago esto por las mismas razones por las que tú haces lo que haces – lealtad. Amor-

-Encuentras una causa y sirves a ella-

"¿Qué soy yo?" Pregunta mientras fija la mirada en el horizonte e intenta recordar cómo y por qué.

De repente, es importante y no hay manera de saber por qué ahora lo es.

"Eso no importa, aquí renacerás"

-¡Despierta!-

El cielo comienza a resquebrajarse, como astillas de vidrio, y las olas que habían estado tocando sus dedos de repente se convierten en una sal que quema su piel. Una mano toma la suya, pero cuando mira, nadie la está tocando, aunque el apretón es fuerte. Pero para acompañar ese toque invisible hay una oscuridad posándose en el fondo de su estómago como un nudo frío de presión.

"Olvida"

-Recuerda-

Las dos palabras comienzan a superponerse en su mente y se arrodilla. La paz y el confort de los salones, la calidez y protección, todo eso se ha ido. Sólo confusión y desesperación y dolor se revuelven dentro de ella como un huracán hasta que coloca sus manos sobre su cabeza para tratar de bloquear las palabras.

Una sola palabra comienza a sonar más fuerte que la otra, a tirar su alma, y la agonía blanca y pura, quema. Su alma va de un blanco cristalino a una oscuridad llena de humo en un latido de su corazón, mientras nudos de magia y poder la arrancan del Olvido.

El cielo finalmente cae cuando tira su cabeza hacia atrás y grita.

"¿Meg?"

Castiel está sentado a los pies de la cama y mira fijamente al demonio enroscado en el centro de las sábanas. Exhausto hasta los huesos, ha permanecido allí, llamándola y esperando una señal. Dean y Sam están dormidos en los sillones, disgustados por la idea de hacer esto, pero con un signo raro de solidaridad, se han quedado a su lado.
Él ha echado mano de todos sus poderes, de todos los poderes que ha podido pedir prestados en la magia negra y otros rituales oscuros, para encontrar la manera de volver a traerla. Ya había pasado una hora larga desde que la habían matado, atravesada por la misma espada afilada que alguna vez él la había dejado usar.
Debido a las acciones que él había causado, en la confusión de la batalla, salvó su cuerpo robado y había trabajado duramente para intentar encontrar la manera de traerla de vuelta.

Él aún necesita su ayuda.

Él aún le debe un favor.

El hechizo le ha quitado tantas cosas que puede aún sentir la sangre en sus ropas, sus propias heridas por la batalla sin sanar y quemándole de dolor. Pero las ha ignorado cuando ha visto el humo extenderse en espirales a través de los símbolos y portales que había construido para regresarla.
Sólo sabía en mito adónde iban los demonios cuando eran destruidos. Las almas eran recicladas, purificadas, pero finalmente olvidadas. Incluso no está seguro de lo que les ocurre, pero los bloqueos contra él habían sido fuertes.

Castiel nunca ha usado tanto poder a la vez antes y puede sentir la extenuación a través de su gracia.

"¿Meg?"

Hay un leve movimiento en la cama y un quejido ronco. Cerca de él, Sam se despierta y mira fijamente a lo que antes ha sido un cadáver.

"¿Funcionó?"

"No estoy seguro". No puede ocultar una pequeña esperanza en su voz. "¿Meg?"

Su cabeza no se levanta de la almohada, pero puede ver sus ojos abriéndose, negros y profundos. Moviéndose alrededor de la cama, Castiel se arrodilla a su lado y la mira a los ojos. A ella le toma un momento enfocar su rostro, procesar el flujo fresco de recuerdos, y emite un grito salvaje y furioso, como un animal herido que mira a su depredador. Se tira de nuevo en la cama, su cuerpo contra la cabecera con un golpe fuerte, y la ferocidad de su expresión hace que el ángel la mire atentamente.

No hay gratitud en la mirada que ella le dirige.

"¿Qué has hecho?" murmura ella, levantando sus manos a la cara. Como él, ella puede ver su propia oscuridad justo bajo la superficie de la piel robada, y en lugar de su orgullo normal hay disgusto y odio. Sus ojos se detienen en los de él. "¿Qué me has hecho?"

"Te traje de vuelta". Él espera que ella haga lo que hace siempre. Aceptar, continuar, ser un soldado leal.

Pero algo que no estaba antes cambia en su rostro.

El murmullo se convierte en un chillido. "¡Cómo pudiste! ¡Cómo pudiste hacer esto!"

El chillido despierta con estupor a Dean, pero Castiel no puede separar sus ojos del dolor puro del demonio. Sin espinas. Sin maldad u odio. Sin belleza. Sólo dolor y temor.

Los demonios fueron destrozados en el Infierno, por lo que el dolor es algo a lo que no le temen. Sin embargo, él no nunca la había visto tan expresiva y fuera de control como ahora. El dolor y el miedo están mezclados en una combinación volátil que no llega a comprender.
Las manos de ella tiemblan golpeando su cabeza una y otra vez. "Quiero volver".

Dean y Sam se miran y Dean aclara su garganta, mirando especulativamente el cuchillo-demonio, pero Sam niega con la cabeza, apuntando a Castiel. Meg ignora las miradas y sus ojos se detienen en el ángel que todavía está sentado junto a ella. Él extiende una mano y con gentileza toca la de ella. Esta vez, la derrota resignada que hay en el rostro de ella es precisa y real, como el filo de un cuchillo que penetra más profundo de lo que debiera, y él sabe que debería haber aceptado su odio en lugar de esta sombra que ha liberado del Leteo.

"Lo siento". Por primera vez, un ángel siente de verdad las palabras dichas a un demonio.