Disclaimer: Los personajes no me pertenecen a mí, son obra y propiedad de Masashi Kishimoto.

Los que detuvieron un tiempo perdido

La lluvia caía, tan fría, tan aguda, tan dolorosa, que parecía como si agujas de hielo fueran enviadas desde un cielo de ángeles caídos.

Boruto llevaba en sus brazos a una muy fría Sarada la cual ahora emanaba la sangre caliente que se llevaba su vida. Una emboscada estrepitosa los había llevado hasta aquel páramo desolado donde los cuervos llegaban a morir. El ambiente frío, el aire helado, los espectros del sol ya se estaban ocultando.

Sarada sabía que su herida debía ser atendida pero ya no le quedaba chackra para curarse. A los ojos de ambos parecía que los diecisiete años que habían vivido la niebla los estaba ocultando, tragándoselos lentamente. Un árbol solitario les ofreció descanso en el extenso tedio. Ambos exhalaban exhaustos. Boruto, goteando lagunas de lluvia, recostó con delicadeza a su compañera.

Sus ojos se miraron, porque querían llorar, porque estaban desesperados, porque no querían que todo terminara en esa terrible tormenta. Ninguno habló, se miraron como si el tiempo no les bastara porque en realidad así era.

Y ambos hicieron contacto, los labios de ambos, como brotes emplumados de un campo de mayo, se abrieron entre el silencio y sus tibios alientos arremolinados.

–Idiota... ¿quieres que mi partida te duela más? –dijo Sarada con el seño fruncido–, debes procurar que cuando todo termine puedas seguir adelante en las misiones, porque eres un ninja.

Aunque ella lo dijese seria, sus ojos parecían reflejar el deseo del llanto de un niño pequeño. Pero ellos ya no eran niños. Boruto la besó otra vez.

–Eso ya no importa –él le sonrió, besándola por tercera vez–, yo no soy de los que pierde el tiempo, soy de los que detiene el tiempo y si hago esto casi pareciera como si eso fuera posible, así que calla y bésame.

Ambos evitaron golpearse, solo por esta vez. Porque al final ambos estaban heridos, ambos estaban bañados en sangre, ambos sabían que se estaban quedando sin tiempo y ambos tenían miedo de abrir los ojos cuando se besaban.

Porque cuando los abrieran podría ser que el otro ya no estaría en el mundo de los vivos. Pronto, ambos volverían a ser niños.

Una vez, Charles Chaplin afirmó: "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto."

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Los estaremos esperando.