Pensé en ti

"¿Dónde estará?"

Con esa pregunta en mente Mikaela observaba las filas que se formaban a su alrededor. Era solo la segunda semana desde que los vampiros los llevaron a su ciudad y dieron inicio a la rutina de extracciones de sangre. En los primeros días se había mantenido enfocado en asegurarse de que su familia estuviera a salvo pero ocasionalmente recordaba a las otras personas que conocía y no estaba con ellos. No habían muchas personas por las cual se preocupara que pudieran estar en el exterior, lo más probablemente muertas, sin embargo había una excepción.

"Ya he revisado toda la ciudad, ¿estará todavía afuera?"

La idea le aterraba. Desconocía si era mejor que no estuviera con ellos, era elegir entre ser esclavizado por los vampiros o vivir sola en un mundo caótico. Él al menos tenía a su familia.

– ¿Qué tanto buscas?

Ante la pregunta en un tono irritado de Yuichiro, quien detrás de él, Mikaela no estaba seguro como responder. Si hubiera sido cualquier otro del orfanato podría responder que buscaba a la chica que conocieron meses atrás y estaba siendo molestada por el pervertido, pero Yuichiro no la conocía.

– Nada.

Sin ánimos de dar una respuesta más larga comenzó a resignarse a olvidarla. Ni siquiera sabía su nombre. Todo lo que recordaba de ella era lo asustada que estaba por aquel hombre que intentó atacarla hasta el punto de reírse incontrolablemente. Incluso cuando fue capaz de hacer que ese ser malvado se marchara, ella seguía aterrada.

"¿Estará bien?"

Giró la cabeza una última vez tratando de verla, su cabello debería resaltar fácilmente en la multitud por su color pero no había rastros de él. La idea de que estuviera muerta apareció en su mente.

No le agradó el pensamiento, él hubiera querido que ella pudiera mantener su promesa de venir a visitarlos después de navidad. Realmente le hubiera gustado poder hablarle cuando estuviera calmada y jugar juntos. Sin embargo la lógica le decía que eso era un imposible y cerrando los ojos decidió olvidarla.


Shinoa estaba aburrida sentada en un sillón y mirando a la nada. No había nadie más en la pequeña habitación.

Fue entonces que recordó que ya podría volver a ver a ese chico raro que no la había dejado ir a su casa hasta que le prometió regresar a jugar con ellos después de navidad. No pudo evitar que una genuina, aunque pequeña, sonrisa se formara en su rostro al recordar su breve encuentro.

– Yo quería jugar con él. Era gracioso.

Se quejó en voz alta. Sabía que le habría ganado a cualquiera de ellos fácilmente pero él lo había hecho sonar tan divertido que quería intentarlo.