Nota de autor:
¡Hola a todos! Esta es la primera vez que publico una historia, así que espero sus comentarios.
Escribí esta historia pensando en la premisa de que la serie se basa en la resolución de casos de asesinatos, con nuestro protagonista siempre rodeado de muertos y sangre como si no fuera nada extraño, pero nunca los personajes centrales se ven enfrentados a la muerte de uno de sus cercanos. Pensé que con eso se podría hacer un contraste entre la visión de la muerte en términos de una investigación objetiva del crimen - que es cómo se ha venido tratando en la serie -, con el lado más dramático y emocional de la pérdida de un ser querido.
Por otra parte, contextualicé el fic en el escenario de que los eventos de la serie tales como encogimiento de Shinichi en Conan, y la Organización Negra no sucedió, por lo que las vidas de los protagonistas siguen igual que antes.
Advertencia: Hay muerte explícita y descriptiva de un personaje principal.
Detective Conan ni sus personajes me pertenecen.
La otra verdad de la muerte
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Capítulo 1: Presentimiento
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Las sonoras campanadas de la tarde retumbaron en el Teitan High School del distrito de Beika, que anuncian sin lugar a dudas, y con gran alegría para todos, que se acababa la jornada de clases por el día de hoy. El 2-B había tenido una tarde agotadora. Después de la hora de almuerzo habían tenido gimnasia, que los había dejado especialmente exhaustos, y su última clase correspondió a la de inglés, asignatura que a muchos no les gustaba por lo tedioso y complicado era aprender un idioma con alfabeto occidental. En cuanto la maestra les dijo que la clase había terminado por hoy, y como si su vida dependiera de ello, los estudiantes salieron rápidamente del salón haciendo mucha agitación y desorden, y en menos de 30 segundos ya casi nadie quedaba en el aula.
Ran, quien era una chica aplicada, no se levantó de forma alborotada y desesperada como la mayoría de sus compañeros de clase, sino que se quedó dos minutos más en su puesto, terminando los ejercicios gramaticales que habían estado practicando en clase. La chica deseaba dejar todo hecho desde antes para tener el suficiente tiempo de hacer todo sus deberes académicos, extra académicos y domésticos que debía llevar a cabo durante un día normal.
—Tienes entrenamiento de karate ¿no es así?—dijo una voz masculina detrás de ella. Ran se volteó instintivamente.
—Shinichi, ¿Todavía no te has ido?—preguntó Ran al encontrarse con su mejor amigo. Todos los estudiantes se habían ido del salón, y solo estaban ellos dos. Ni si quiera estaba Sonoko pues no había asistido a clases por gripe.
—Si, no podía encontrar mi libro—le respondió perezosamente, mientras guardaba el libro recién encontrado en el interior de su bolso, y se lo colgaba en el hombro.
—No me digas,—dijo Ran con una media sonrisa, y entrecerrando los ojos. —Se trata del último libro de esa saga de misterio de la que has hablado por semanas.
—Eso es correcto, Watson-kun—respondió el detective adolescente mientras se metía las manos en los bolsillos y caminaba hacia la puerta de salida del salón del 2-B.
—Oye, ¿Cómo supiste que hoy tengo entrenamiento de karate?—preguntó Ran, curiosa. Su sorpresa radicaba en que hoy no suele tener entrenamiento y ni siquiera había traído su uniforme, y él lo sabía. Había sido decidido hoy de forma excepcional, e incluso por esta vez todos usarían los viejos uniformes de repuestos guardados en un polvoriento cajón en el gimnasio de la escuela.
—Porque te quedaste tranquilamente en tu asiento haciendo la tarea como si tuvieras todo el tiempo del mundo, siendo que en la mayoría del tiempo andas corriendo para hacer todos tus deberes de la tarde, como atender a tu inútil padre—respondió. Sin hacer una pausa, prosiguió. —Eso significa que tienes la intención de quedarte hasta más tarde de lo normal en la escuela, y eso solo puede significar que tienes entrenamiento. Y además, considerando que hoy generalmente no tienes práctica programada, seguramente es un entrenamiento excepcional ya que se acerca el torneo. Probablemente uno de los miembros de tu equipo vieron practicar de modo casual a alguna de las chicas que compiten contra ustedes, y pensaron que debían trabajar más duro.
Ran frunció el ceño. Estaba sorprendida por la deducción, pero no estaba convencida.
—Espera un momento—dijo Ran mientras ambos caminaban tranquilamente por el pasillo de la escuela en camino hacia los casilleros. —¿Por qué asumes con tanta facilidad que tengo entrenamiento de karate? ¡No traje ninguno de mis implementos deportivos!—exclamó. —Y en segundo lugar, ¿Cómo supiste que una de las chicas del equipo vio a la competencia entrenar? ¡No tienes cómo saber eso!
Shinichi puso las manos detrás de su cabeza, y miró hacia el lado contrario de Ran, con una casi imperceptible capa de rubor sobre sus mejillas.
—Te estuve escuchando hablar con Kazumi-sempai durante el descanso—admitió el detective adolescente, haciendo referencia a Kazumi Tsukamoto, la ex capitana del equipo de karate de quien Ran heredó el puesto.
—¡¿Eh?!—exclamó Ran, deteniéndose en el acto, y plantándose justo enfrente de Shinichi. Ella había estada sentada conversando con Kazami sempai en el patio de la escuela charlando acerca del torneo de karate, y de qué es lo qué debían hacer para ganarlo. Ésta le había comentado que unas de las chicas del equipo había visto entrenar a las del equipo del High School de Haido, pudiendo observar que éstas sabían movimientos que ellas no habían practicado. Por esa razón, y dada lo próximo que estaba el torneo, habían decidido quedarse hoy a practicar. Pero por supuesto, considerando que a esa hora la escuela suele ser un caldero de gente, ruido y risas, jamás se había imaginado que alguien las pudiera estar escuchando. —¿Me has estado espiando?
—¡No seas boba!—respondió incómodo. —Solo pasaba por ahí mientras salía de los sanitarios, y te alcancé a escuchar.
—Bueno, como sea, eso significa que eres un tramposo—respondió Ran, sujetando con fuerza su bolso.
—Igualmente lo habría sabido—replicó Shinichi, aún con sus manos detrás del cuello. —No era tan difícil deducirlo.
Ambos se fueron caminando lentamente por los pasillos de la escuela, mientras Shinichi le contaba con todo detalle y con mucho entusiasmo acerca de aquel libro de misterio que estaba leyendo - Sí, el mismo que se le había perdido entre los pupitres del salón hace un momento -, y por supuesto, de vez en cuanto le lanzaba inocentes burlas a la chica. ¡A Shinichi le encanta meterse con ella!
—Oye, ¿y no tienes casos importantes que resolver, señor "Salvador de la policía japonesa"?—le preguntó Ran, resaltando el hecho de que aún siguiera metido en la escuela. Conociéndolo, su querido detective otaku saldría directo a leer novelas de misterios a la enorme biblioteca de su casa, o iría a resolver casos de sangrientos asesinatos con el inspector Megure y el resto de los agentes de la policía.
Shinichi sonrió satisfecho ante esa descripción. De boca de Ran sonaba aún mejor.
—De hecho sí—respondió sonriente y enérgico. —El inspector Megure me pidió que fuera hoy al departamento de Policía para ayudar a resolver un caso complicado —y como si hubiese sido necesario que se lo recordaran para irse, recién ahora giró hacia la salida de la escuela y se despidió. —¡Nos vemos mañana!
Pero algo lo detuvo mientras caminaba en dirección a la salida. Un mal presentimiento vino a él, y un horrible escalofrío recorrió toda su espalda. Instintivamente se volteó a ver a Ran una vez más. Ella estaba plantada cerca de la salida de la escuela, despidiéndose de él con la mano. Pasaba algo extraño, podía sentirlo. Y por un momento, sin entender muy bien el porqué, sintió la necesidad de volver hacia Ran, y decirle que se fuera ahora a casa.
Luego lo desechó. Seguramente su lado detectivesco se estaba apoderando de él más de la cuenta. Después de darle un último vistazo a aquella chica que tanto le ha gustado siempre, se dio la vuelta y retomó de nuevo su camino al Departamento Metropolitano de Policía de Tokio sin saber que esta sería la última vez que la vería con vida.
