Primero que nada debo decir que esta historia no es mi. Para nada, yo estoy traduciendo esta historia. La cual tienen el mismo titulo, fue escrita por "UniversalOverlordess" de quien recibí la pertinente autorización. Así que está todo en orden.
Aquí les dejaré el link de su perfil si quieren encontrar la historia original: http:/ www . fanfiction . net / u / 1335258 / UniversalOverlordess
¿Qué más puedo decirles? Esta es una historia preciosa que merece la pena ser traducida y leída. Es la primera vez que hago esto, así que si tengo errores pido las pertinentes disculpas.
Y ya saben el fic se centra en Kurt y Blaine en un universo alterno, espero que lo disfruten.
Declaimer: Glee no me pertenece.
Capitulo I
La muerte era un tema en el cual Kurt no pensaba mucho.
La primera vez que pensó en ello había sido cuando su padre había dicho que su madre no iba a morir. Por eso aquella noche se había sentado en el regazo de ella y le había preguntado en voz baja: "¿Mami? ¿Qué se siente al morir?"
Ella había pasado una de sus manos por su cabello al tiempo que decía: "Bueno, es como... Es similar a cuando vas a dormir, solo que no despiertas"
"¿Da miedo?"
Inclinó su cabeza aún lado y respondió con voz suave. "Quizás, pero ¿recuerdas a Peter Pan?"
Asintió con la cabeza rápidamente. "Sí, dijo que morir sería una gran aventura, ¿no?"
Ella levantó uno de sus dedos y lo posó en su nariz con suavidad, cosa que le hizo reír. "¡Justamente eso! ¡Es como una nueva aventura! No sabes que va a pasar con exactitud."
La siguiente semana ella comenzó su gran aventura lejos de ellos.
Las semanas posteriores fueron llenadas con llamados de condolencia y visitas de familiares. Kurt podía recordar la primera vez que había visto a su padre llorar. Aquel día había entrado a la sala de estar, su padre estaba sentado en uno de los sillones con algunos de sus amigos. Recordaba las lagrimas que habían recorrido su rostro y no quería que ellas estuvieran allí, así que se acercó y le dijo: "Papá, no te preocupes. Mamá me dijo que ella iba a ir en una nueva aventura. Las aventuras son emocionantes, ¿Verdad?"
Y recordó la mirada triste de su padre antes que éste le abrazará con fuerza.
Durante mucho tiempo Kurt no había vuelto a pensar en la muerte.
Hasta que llegó al primer año de su escuela secundaria.
Los niños eran barbaros, llamándole por nombres que ni sabía si existían. Se convirtió en el mejor amigo de los contenedores de basura de la escuela y les prometió que iba a ir a verlos todos los días, a menos que muriera o dejara de ser un bicho raro.
No lo entendía. ¿Por qué le trataban de esa forma? ¿Qué había hecho para merecerlo?
Esa fue la segunda vez que Kurt pensó en la muerte.
Se había sentado en el baño y se había quedado mirando la navaja con la que su padre solía afeitarse. ¿De verdad valía la pena? ¿Podría hacerlo? Terminó discutiendo consigo mismo, yendo y viniendo, hasta que había escuchado la puerta de entrada de su casa abrirse. Dejó la navaja donde estaba y salió con rapidez del baño con dirección a la cocina tratando de lucir lo menos sospechoso posible.
Nunca le dijo a su padre sobre sus pensamiento suicidas, porque no quería preocuparle. En vez de eso, cuando su padre le había preguntado cómo había estado su día, simplemente había sonreído y respondió: "Genial"
El acoso no se detuvo, todo lo contrario, aumento. Kurt había pensado en la muerte y en cómo podría poner fin a toda esa situación, pero sabía que haría más daño que bien. Así que decidió ignorar el tema. Otros niños también eran intimidados ¿verdad? ¿Por qué tenía que pensar que era la gran cosa? Su padre no tenía por qué saberlo. Ya tenía suficientes problemas. Sin embargo, el acoso que sufría por parte de sus compañeros había llamado la atención de su padre de una forma que nunca esperó.
Para ser honestos, Kurt nunca había pensado que podría llegar a tener un problema como aquel. Tenía conciencia que habían antecedentes en su familia, pero nunca había pensado que podría pasarle a él.
Había tenido que correr por la escuela de un extremo a otro siendo perseguido por Noé Puckerman, había cometido el error de haberle llamado por su primer nombre mientras lo insultaba. Kurt nunca había sido un gran atleta, pero podía correr sin cansarse por un tiempo prolongado, pero no llevaba ni un minuto de carrera cuando sintió que se quedaba sin aliento.
Su cuerpo había dejado de funcionar, tuvo que recargar su cuerpo contra los casilleros, su vista se había nublado, y el aire no ingresaba a sus pulmones, sentía como si su cabeza se hubiera estampado contra una muralla de ladrillos. Escuchó pasos rápidos por donde había venido, no podía continuar con la carrera simplemente porque su cuerpo no le respondía. Lo más probable era que Puck había conseguido algunos refuerzos, pero su cabeza no prestaba atención a nada.
Dios, ¿por qué no podía respirar?
El sonido de pasos se detuvo frente a él, levantó la vista para encontrar a Puck, Azimio, Hudson y Karofsky.
"Oye, Hummel," dijo Puckerman en voz alta. "¿Estás listo para tu cita diaria con el contenedor de basura?"
Kurt iba a responder con algo ingenioso, como lo hacían normalmente, pero no pudo encontrar el aire para hacerlo.
Podía sentir las manos sobre él antes de que pudiera hacer nada y comenzó a resignarse cuando alguien habló.
"Amigo, no creo que debamos hacer esto."
Fue colocado en el suelo con algo de brusquedad para luego oír a Karofsky. "Hudson, ¿por qué no? Lo hacemos todos los días."
La voz de Hudson no había salido con tranquilidad como hace unos momentos. "Míralo, está pálida y toda la mierda."
"¿Acaso luzco como si me importara?" preguntó Puckerman.
"No y tampoco me importa, pero…"
Si hubiera podido hubiera hablado, pero al segundo que abrió la boca su visión se oscureció y todo se volvió nada antes de tocar el suelo.
Cuando abrió los ojos un techo de color blanco le recibió, sentía algo sobre su boca y un extraño aparato en una de sus manos. Sus piernas estaban dobladas, como si hubiera estado acurrucado, así que intento enderezarlas. Hizo una mueca de molestia a medida que su pierna izquierda comenzaba a moverse. Sintió como alguien apretaba con fuerza una de sus manos. Volvió el rostro en esa dirección y pudo ver a su padre con la mirada más intensa que nunca le había visto antes.
"¿Papá?"
Los ojos de su papá se llenaron de lágrimas al tiempo que negaba con la cabeza. "Kurt ... Yo-"
Kurt parpadeó cansado. "¿Por qué estoy en el hospital?"
Su padre negó otra vez.
"Yo puedo responder eso, Kurt."
Había una doctora de ojos azules al otro lado de la cama. Tenía una tabla con papales en sus manos. Ella le sonrío con tristeza. "Estamos contentos de que despertaras."
Él la miró. "¿Por qué estoy aquí?" su voz salió en un susurro, no podía hablar más fuerte.
Ella suspiró y se sentó en la silla que estaba junto a su cama. "¿Qué recuerdas?"
Tomó aliento. "Estaba siendo perseguido por algunos matones ... y luego ... Yo. .. ¿Me- me desmaye?"
Ella asintió.
"Te desmayaste", dijo su padre, escuchándose como si todo su mundo se estuviera cayendo.
"¿Por qué me desmaye?"
La sonrisa en el rostro de la doctora desapareció. "Perdiste el conocimiento porque tu corazón no fue capaz de bombear suficiente sangre a tu cerebro, Kurt. Básicamente, su corazón falló."
Y ahí fue cuando el mundo de Kurt se volvió al revés.
[*] * [*]
Después de ese día hubo momentos en los que Kurt se sentaba bajo el sol y miraba a las nubes flotar en el cielo.
Pensaba en aquellos días cuando cuestionaba su existencia, cuando se preguntaba si valía la pena vivir en su tormento, y por supuesto en cómo pensaba en la muerte.
No pensó en ello como si realmente hubiera querido suicidarse, pero lo que pensara de la muerte ya no servía. ¿Se sentiría como si fuera arrastrado por un agujero negro mientras trataba de aferrarse a la vida con todas sus fuerzas?
A veces levantaba la mano como si intentara tocar el cielo con ella. Si fuera capaz de volar, hubiera huido y alejado de ese lugar para poder ser un poco más feliz.
A veces se sentía como un ave que tenía todos los deseos de volar, pero que habían cortado sus alas.
Kurt era un cantante, le gustaba cantar y bailar, pero ya no podía hacerlo como antes. El que lo hiciera hacía que su corazón latiera demasiado rápido haciendo a su corazón fallar, y entonces él regresaría a la tierra del los hospitales otra vez, con su padre a su lado sosteniendo su mano tan fuerte como podía al tiempo que trataba de contener las lagrimas.
Cuando vio a su padre en esos días en el hospital ya lo sabía, lo sabía:
Iba a morir.
Estaba en el estadio dos y ni siquiera estaba en la lista para un trasplante. Estaba increíblemente enfermo, pero no lo suficientemente enfermo, o al menos eso le había dicho su médico. Después de escuchar esas palabras se había resignado al siguiente hecho:
Kurt Hummel iba a morir.
Desde su posición en las escaleras de cemento que los estudiantes usaban con frecuencia para el almuerzo, no pudo evitar que una sonrisa oscura se formara en sus facciones. Ellos tenían mucha suerte y ni siquiera sabían el porqué.
Kurt no era una persona deportista – para nada -, pero envidiaba a los deportistas por su capacidad de correr sin tener que preocuparse de que su presión arterial sea demasiado alta. Envidiaba a todos los niños que trabajaban medio tiempo, porque eran capaces de experimentar algo que él nunca podría.
Pero por sobre todo, envidiaba a los miembros del Club Glee. Podían hacer lo que él más amaba desde lo más profundo de su corazón: cantar y bailar. La escuela los llamaba perdedores, pero Kurt con mucho gusto hubiera dejado que le llamaran perdedor con tal de poder pertenecer al club.
A menudo hacían presentaciones al azar; como ahora, y Kurt los miraba con tristeza. Estaban realizando "Empire State of Mind" pero nadie los escuchaba. Los de la escuela solían tirarle cosas, como si fueran juguetes de tiro al blanco.
No fue capaz de mirar más la presentación, tomó sus cosas, se levantó y le dio un último vistazo al Club Glee antes de dirigirse a las escaleras. Bajo con más rapidez de lo que había pensado y al momento de llegar al final de estas estaba sin aliento.
Esto es ridículo, pensó furioso antes de respirar profundamente al tiempo que trataba de calmarse. Sabía que el que estuviera sin aliento por aquel pequeño esfuerzo era un efecto secundario, pero…
Fue hacia el interior sin percatarse que el club Glee estaba tras él abandonando el patio de la escuela. Estaba a mitad de camino de su casillero cuando su profesora de francés lo detuvo.
"¿Sr. Hummel?"
Él le miró. Ella le sonreía de la misma forma que aquellos que conocían su enfermedad: con tristeza y preocupación.
Lo odiaba.
"He hablado con su médico, no tienes que ir a la excursión al museo esta semana."
Quería a fruncir el ceño, tenía muchas ganas de ir a la excursión junto con la clase de español. Porque quizás; por un día, él podría actuar como un adolescente común y corriente. Pero no, él ni siquiera podía tener eso. Él solo sonrió. "Gracias", dijo antes de comenzar a dirigirse a su casillero.
"Amigo," escuchó como alguien le llamaba desde atrás, era Puckerman. Éste le señalo apenas se giró. "¡Todo aquello que hiciste para no ir yo lo quiero! No quiero ir a ese viaje."
El resto de los miembros del club Glee se echaron a reír con él. El de la silla de ruedas levantó una mano diciendo: "Me apunto"
Kurt sabía que ignoraban sobre lo de su enfermedad, ya que sólo los maestros y el resto del personal de la escuela sabía acerca de ella, pero la idea de que alguien quisiera lo mismo que él tenía hacía que su estómago se revolviera. "¿Quieres lo que tengo...?"
No fue capaz de detener las palabas que salieron de su boca. Uno de los chicos que estaba en el equipo de fútbol; el asiático, silbó. "Wow ¡habla! Creo que esta es la primera vez que te escucho hablar, Hummel."
La rubia, que sabía que se llamaba Quinn, golpeó el brazo del niño. "Sé amable, Mike."
Mike levantó las manos en señal de rendición. "Sí, señora".
Puckerman y Hudson se rieron y luego el primero caminó hacia él. "Por otro lado, Hummel escucha. Yo... uh… quería pedirle disculpas por lo del otro día, ya sabes, asustarte tanto que perdiste el conocimiento".
Kurt lo miró y suspiró. "Está bien. Lo que sea" respondió antes de girarse y dirigirse a su casillero una vez más haciendo caso omiso de las extrañas miradas que estaba recibiendo por parte del Club Glee.
Estaba tan cansado de todo.
Decidió saltarse el resto de las horas, coloco todos los libros de su bolso en su casillero antes de salir al estacionamiento. Cuando se cansaba de todo iba a ver su madre, a hablar con ella, aquello le hacía sentirse mejor.
El viaje hasta el cementerio fue rápido y antes de darse cuenta estaba frente a la tumba de su madre, mirando fijamente su nombre grabado en el mármol. "Hola, mamá", susurró al tiempo que se arrodillaba. "Yo pensé que podía venir a verla. Ha sido bastante duro ..."
Dejó de hablar, preguntándose que debía decir exactamente, pero recordó lo que su padre le había pedido hacer.
"Papá me pidió que hiciera una lista de deseos mamá. ¿Puedes creerlo? Quiere que haga una lista de los lugares que me gustaría visitar, los puntos turísticos que quiero ver, las cosas que quiero hacer mientras estoy allí... Lo primero en mi lista es ir a Auckland para poder saltar de Sky-tower. Siempre he querido hacer eso. "
Guardó silencio, escuchando su respiración y el viento que mecía las hojas. Y al final lo dijo. "Tengo miedo, mamá. Tengo miedo de morir."
Se acercó a la lápida y se sentó contra ella, recogió sus piernas hasta su pecho y las envolviendo con sus brazos.
"Hay tantas cosas que quiero hacer… Quiero ver un espectáculo de Broadway, quiero hacer algo en algún escenario... Cualquier cosa... Quiero ir a París y tengo muchas ganas de enamorarme... ".
Se detuvo antes de continuar, esforzándose por sonreír. "Pero esos pensamientos son una tontería, ¿verdad, mamá? Tengo una vida bastante agradable en estos momentos."
Con un suspiro dejó que sus ojos se cerraran, escuchó el viento y los pájaros, y comenzó a soñar.
Lo siguiente que supo era que alguien había puesto una mano en su hombro y lo sacudía con suavidad. Sus ojos se abrieron y él fue capaz de distinguir la borrosa figura de un chico.
"¿Estás despierto?"
Kurt dejó escapar un pequeño gruñido antes esforzarse por sentarse. "Ahora lo estoy."
"No quise despertarte, pero se está haciendo muy tarde y hace frío aquí fuera, así que..."
Kurt vio como una mano era colocada frente a su cara y la tomó, ¿Cómo negarla cuando se sentía tan indefenso? "Gracias... ah..."
El muchacho, un poco más bajo que él con el pelo gelificado y con unos ojos color avellana, le sonrió. "Blaine. Blaine Anderson, y no hay problema."
Kurt asintió. "Kurt Hummel". Sacó su teléfono del bolsillo y miró la hora. "¡Oh, mierda", murmuró. "¡Papá va a matarme!"
Blaine dejó escapar una risa temblorosa. "¿Tienes un toque de queda?"
"No, no realmente, pero tiende a preocuparse demasiado."
"Ah, Sé cómo se siente eso. Mi mamá es así a veces. De hecho, creo que debería decirle que estoy en Lima antes de que me mate", dijo mientras sacaba su teléfono.
Kurt ladeó la cabeza. "¿No vives aquí?"
Blaine negó al tiempo que miraba su teléfono, escribía un mensaje de texto. "No, vivo en Columbus. Voy a la Academia Dalton, pero tengo una tía en este cementerio y hoy es el aniversario de su muerte, así que vine a visitarla."
Kurt asintió. "Yo vine a ver a mi mamá", dijo al tiempo que se preguntaba el por qué le estaba diciendo eso a un completo extraño.
Blaine miró la tumba con una pequeña sonrisa. "Lo siento, Kurt."
La honestidad en sus palabras hizo inhalar con fuerza a Kurt. Nunca nadie le había dicho aquello con tanta honestidad. La mayoría de las veces; las demás personas, lo decían como si fuera su obligación. Comenzó a jugar con sus manos al tiempo que comenzó a hablar: "Sucedió hace mucho tiempo, tenía poco más de ocho años."
"Aun así es algo que está ahí. No es algo que acabarás de superar."
Kurt asintió en acuerdo. "Sí, eso es cierto." Miró su teléfono y suspiró. "Bueno, será mejor que siga mi camino. Fue un placer conocerte, Blaine Anderson."
Se giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia la entrada del cementerio. Casi había llegado cuando escuchó su nombre.
"Oye, Kurt!"
Blaine apareció a su lado unos segundos más tarde. "Oye, escucha, me preguntaba, ¿Harás algo este fin de semana? Mi papá es abogado y tiene un caso en la corte hasta el viernes y él me obligará a venir. No tengo nada que hacer, así que… ¿Te importaría ser mi guía turístico en Lima? "
Kurt lo miró fijamente antes de soltar una carcajada. "¿Crees realmente que hay alguna cosa interesante para hacer en Lima? Además de ver a las vacas, claro está"
Blaine lo miró ofendido. "Oye, las vacas son interesantes... bueno, quizás no, ¡pero aún así!"
Kurt se rió de nuevo antes de asentir. "Claro, yo no estoy haciendo nada, así que ¿por qué no?"
Blaine le sonrió ampliamente. "¡Genial! ¿Puedes darme tu numero?"
Kurt se lo dio y la sonrisa de Blaine creció. "Pronto te mandaré un mensaje..." murmuró, y luego sonrió. "Te dejaré saber a qué hora voy a estar llegando y vamos a ver una esposición de vacas. Nos vemos, Kurt."
Kurt le despidió alzando una mano sin dejar de sonreír. Él no había sonreído así en meses. Sacó el celular de su bolsillo cuando comenzó a vibrar, soltó otra risita mientras leía el texto.
Muu ;) - Blaine A.
Mientras se dirigía a su coche no podo evitar sentir que algo en su vida había cambiado, y que tal vez no sería tan triste después de todo.
[*] * [*]
Estaba en lo correcto al pesar que su padre se preocuparía, cuando llegó a la casa su padre lo recibió con un abraso triturador diciendo que había estado tan cerca de llamar a una ambulancia y a la policía. Kurt suspiró en sus brazos y le dio a su padre un suave apretón.
"Estoy bien papá, fui a ver a mamá."
Burt retrocedió un poco para verlo. "¿Te sientes bien?"
Kurt dio un paso atrás y colocó su mochila en el suelo. "Estoy sin aliento, pero aparte de eso, estoy bien." Se quedó en silencio por un momento antes de hablar otra vez. "Conocí a alguien en el cementerio."
Burt comenzó a caminar en dirección a la cocina. "¿En serio? ¿Quién?"
"Su nombre es Blaine", dijo al tiempo que seguía a su papá. "Él va a estar aquí el viernes, y yo voy a ser su "guía turístico", mientras que su padre está trabajando".
"¿De dónde es?"
"Westerville".
Burt abrió la puerta del refrigerador y se inclinó para mirar dentro. "¿Es simpático?"
"Él me hizo reír."
Burt sacó la cabeza y se volvió para mirarlo antes de sonreír. "Creo que me gusta ese chico".
Kurt asintió con la cabeza. "Él es muy agradable."
Burt se quedó en silencio durante un rato mientras sacaba la ensalada que Kurt había hecho la noche anterior. "¿... Es guapo?"
"¡Papá!"
Burt soltó una carcajada. "Lo siento hijo, solo quiero saber que voy a ver cuando lo conozca."
"Me encontré con él, Dios."
Burt rió de nuevo, pero luego se puso más serio. "¿No tenias una excursión de campo?"
"La Dra. Walker llamó y habló con el director. No tengo que ir ahora."
Burt frunció las cejas. "Pensé que querías ir"
"Lo hago, pero parece que mi viernes estará totalmente libre para mostrarle a Blaine lo increíble que puede ser la ciudad de Lima."
El silencio que habitualmente llena la cocina volvió y Kurt suspiró. "¿Papá? Estoy un poco cansado, así que creo que me iré a la cama temprano, ¿de acuerdo? Puede pedir o ir a buscar una hamburguesa si lo desea."
Burt lo miró y sus ojos se suavizaron. "¿Está seguro?"
Kurt asintió. "Sí. Tal vez leeré algo si se me hace demasiado difícil respirar más tarde esta noche o algo así."
Burt parecía reacio a marcharse. "¿Me llamarás si sientes el más mínimo mareo?"
Kurt rodo los ojos. "Sí, papá, lo haré. Te lo prometo. Ahora ve a comer algo que va a obstruir tus arterias."
Burt le sonrió mientras se dirigía a la puerta. "Nos vemos hijo", dijo con cariño mientras se deslizaba por la puerta.
Kurt esperó hasta que oyó el camión alejarse antes de dirigirse a su habitación y encender su computadora portátil. Abrió Google tan pronto como pudo y escribió "Academia Dalton, Blaine Anderson " pero bajo la pantalla de su computadora con rapidez antes que terminará de cargarse.
No lo podía creer.
Él había ido directo a google para buscar a un chico que acababa de conocer hace menos de una hora.
¿Estoy tan desesperado por algo de compañía?
Se pasó una mano por el pelo antes de comenzar su rutina nocturna. Tardó un poco más de lo necesario con la esperanza de que su teléfono emitiría algún sonido diciendo que había recibido un mensaje de texto. Se dio una bofetada mental ante ese pensamiento.
"Te comportas como una niña que se siente atraído por el atleta de la escuela, Kurt, detente".
Respiró profundamente para luego salir de la habitación para lavarse los dientes. En el momento en que regresó su teléfono comenzó a iluminarse; lo que indicaba que un mensaje había llegado. Ladeó la cabeza cuando lo cogió y deslizó su dedo por la pantalla para desbloquearlo.
Un nuevo mensaje de Blaine Anderson.
"No puedo creer que de verdad me haya mandado un mensaje..." -murmuró sorprendido sin creer lo que estaba leyendo. Aceptó y comenzó a leer.
Hola Kurt, mi papá y yo llegaremos a Lima alrededor de las nueve de la mañana y me hará salir en coche. ¿Sabes de algún lugar de pudiéramos encontrarnos? - Blaine
Kurt tuvo que sonreír de nuevo, y le dio las gracias en secreto al chico por hacerle reír dos veces en un día. Él respondió rápidamente.
Bueno, si quieres desayunar o tomar algo, hay un café pequeño que está cerca del cementerio, ¿Quieres que nos reunamos ahí? - Kurt
Se agachó y conectado su teléfono a su cargador, luego comenzó a fijar las almohadas para que pudiera estar sentado mientras dormía. Una de las cosas que Kurt había perdido era poder dormir. Últimamente dormir era más una tarea y conseguirlo todo un lujo. Se le hacía difícil respirar algunas noches, cuando sus pulmones tenían una acumulación de líquidos.
A medida que se deslizaba bajo sus cobijas su teléfono sonó nuevamente, sin demora comenzó a leer.
¡Suena excelente! Te veré en el cementerio, digamos, ¿alrededor de las 9:30?
Kurt contestó de vuelta con un "De acuerdo", y luego tiró las tapas para cubrirse. ¿Quizás el podría ser feliz por un tiempo? Quizás Blaine era aquella pequeña luz de felicidad que podría disfrutar antes de que todo sucediera.
[*] * [*]
Por otro lado, en Columbus, Blaine guardó su teléfono y volvió a su tarea francés. Estaba increíblemente contento de haber faltado a la escuela para visitar la tumba de su tía. Claro, su padre le había dado un buen sermón, pero…
Su teléfono dejó escapar un pequeño sonido, un nuevo mensaje había llegado.
Te sugiero que guardes tu apetito. La comida que hacen es suficiente para alimentar a una vaca. Y no sé tú, pero yo no tengo más de un estómago.
Sí, había valido la pena.
continuará...
Notas de la autora: Empecé esto hace un tiempo - y hace un tiempo me refiero a un par de meses, unos días, y hace alrededor de 2.7 horas. El problema de salud está inspirado en la película Seven Pounds, y la voluntad para seguir adelante en esta historia está inspirada en un hecho que he aprendido: Aunque todo parece sombrío, una persona puede hacer una inmensa diferencia.
¡Espero que todos disfrutamos!
Notas de las traductora: Espero que les haya gustado, dejen sus comentarios, mientras seguiré traduciendo, nos vemos.
