¡HOLA!
Estás a punto de leer mi primera historia, la primera publicada porque hace tiempo que escribo pero nunca había publicado nada por cosas de la vida ejem no tenían Internet ejem.

También publico en ., más que nada porque está en español y no sabéis lo que me está costando saber como va esto.
Desde el principio advierto que va a ser una historia diferente, no solo va ha estar centrada en una relación amorosa sino también en temas generales. Personalmente estoy cansada de leer siempre lo mismo así que esa es la razón.

DISCLAIMER: los personajes, los lugares y todas esas cosas pertenecen a J.K Rowling

Gracias a Lu-lucidity por betear.


1. GRIMMAULD PLACE Nº 12

Hermione llamó a la puerta antes de que Ginny pudiese alcanzarla. Esperaron juntas, respirando con dificultad, mientras respiraban el hedor de las aguas de las cloacas. Pasados unos segundos, escucharon un ruido detrás de la puerta y esta se abrió un poco, un hombre las miró por el hueco, un hombre pelirrojo y con gafas.
Hermione se bajó la capucha de la chaqueta. Tenía la piel tan pálida que el rostro parecía brillarle en la oscuridad, mechones del enmarañdo pelo, que llevaba sujeto en un moño detrás de la nuca, se le habían escapado y caían por su frente.

- ¡Hermione! - Saludó el hombre y abrió un poco más la puerta para poder ver mejor a los dos chicas-¡Parece que al final no nos has dejado!

- Hola, papá..

- Hola, señor Weasley - Repuso ella con un forzado susurro - ¿Podemos entrar?

- Por supuesto.

El hombre se hizo a un lado para dejarlas entrar en la casa y las dirigió hacías las escaleras que bajaban al sótano donde estaba la cocina.

- Sólo estamos uno pocos, los demás están ocupados en misiones - Murmuró el señor Weasley antes de abrir las pesadas puertas de la cocina.

Se encontraban en una pequeña y oscura cocina cuyo aislamiento recordaba al de una celda de aislamiento. Las paredes estaban cubiertas de armarios y encimeras, cuyas maderas estaba enmohecida y parecía haber sido arañada por un gato enorme, en el fondo había unos fogones antiguos y una chimenea; una mesa desvencijada y unas cuantas sillas se apiñaban en un débil charco de luz que arrojaban unas cuantas velas colocadas encima de un armario con las puertas de cristal. Reinaba un ambiente de abandono como si aquella sala no se hubiese usado en años.

Todas las personas allí presentes giraron las cabezas para ver quien había irrumpido en la casa a esas horas. Sentados en el rincón, un hombre bastante viejo con un bastón hablaba en voz baja con dos mujeres jóvenes.. Apenas miraron a las visitantes volvieron a juntar las cabezas para seguir hablando. Harry estaba sentado en un rincón junto a Ron, ojeando periódicos.

Una mujer regordeta se abalanzó, de pronto, sobre Hermione y Ginny y las abrazó como si no las hubiese visto en mucho tiempo.

Ginny se escabulló de los asfixiantes brazos de su madre para sentarse junto a una de las chicas que hablaban con el viejo.

- Cariño... Cielo... - La mujer se separó un poco para mirar mejor a Hermione - Si hubiésemos sabido...

- Molly - Hermione cogió las manos de la señora Weasley - Nadie podía haberlo sabido. Ya está, no lo podemos cambiar.

El señor Weasley rodeó los hombros de su mujer, que se sorbía la nariz e hizo un ademán invitando a Hermione a tomar asiento. Hermione se quitó el abrigo y lo dejó en un rincón, rodeó la mesa y se sentó junto a Ron que le cogió la mano, saludándole en silencio. A continuación se quedó mirando las dos manos unidas, ambas surcadas por finas cicatrices, unas apenas se veían mientras que otras aún estaban tiernas.

- Estamos... solos ¿No? - Inquirió Hermione en voz baja.

-Si, por supuesto. Bueno, Kreacher está aquí, pero las ratas no cuentan ¿verdad? - Murmuró Harry con desprecio.
Hermione abrió la boca para defender al elfo pero la volvió a cerrar, no tenía ganas dar un discurso que sabía que nadie iba a escuchar.

-Bien, ¿Cuál ha sido el último movimiento de los Mortífagos? - Preguntó Hermione removiéndose en su asiento.

El señor Weasley carraspeó, se alisó nervioso la corbata y le tendió uno de los periódicos que habían esparcidos por la mesa. Hermione soltó la mano de Ron para coger el periódico; todo el mundo sabía que hacía tiempo que "El profeta" no era de fiar. Hermione pasó las páginas de "El Quisquilloso": la revista del padre de Luna Lovegood que en los últimos años se habían visto a publicar secretamente.

MÁS ASESINATOS MUGGLES

Los nombres de Arnold y Jane Granger se unen a la infame lista de víctimas de los mortífagos. Un vecino muggle que fue testigo de los hechos hizo unas declaraciones antes de que le borrasen la memoria "Si, sí, yo lo vi todo, era un encapuchado, y.... hubo un destello de luz verde..."

Tras ocho años de guerra, las autoridades, que todo el mundo sabe de qué parte están, siguen sin hacer nada por evitar..."

El texto iba acompañado de una fotografía de la casa de los Granger y una lista de las víctimas de ese mes. Hermione arrojó el periódico a la mesa, notaba la boca seca y los ojos le escocían. Ron le apretó el muslo para tratar de consolarla.

- Desde lo de tu padre no han vuelto a actuar...

La señora Weasley se había levantado de la mesa y preparaba café en un rincón. El hombre viejo vaciló un momento, como si se planteara decir algo, pero luego se levantó de la silla ayudándose de su bastón y se metió por una puerta que daba a una despensa; se oyeron golpetazos y tintineos de copas, pasados unos segundos, regresó con una polvorienta botella que dejó en la desvencijada mesa.

- En estos momentos el café no sirve para nada, muchacha - Gruñó el viejo cogiendo a Ron del cuello de la camisa para levantarlo de la silla para sentarse él. Ron miró con indignación al viejo y después a su madre, quien se encogió de hombros - Ya era hora de que volvieses por aquí.

Ron fue a sentarse en la única silla libre junto a las dos jóvenes que lo miraron como si estuviesen frente a algo maloliente. El viejo, Aberforth Dumbledore, llenó los vasos de un vino rojo oscuro haciendo que algunos murmuraran las gracias.

- ¡Por la orden! - Dijo Aberforth alzando su copa, y se la bebió de un sorbo. Los demás lo imitaron.

Cuando se hubo bebido la segunda, Hermione dijo con precipitación:

- Perdonad que me presente aquí de esta forma, pero quiero volver a estar en activo...

Harry levantó una mano para interrumpirla y apuntó con su mano a la puerta de la entrada de la cocina. Hubo un fuerte golpe y un grito seguidos de unos pasos nerviosos.

- Lo siento - Dijo Harry – Kreacher espía mucho detrás de las puertas últimamente.

- Ron, querido, ¿quieres ir a…intentar dialogar con él? - Preguntó la señora Weasley en voz baja y girando la copa entra sus manos.

Ron se levantó de un salto y salió de la cocina, aliviado de tener que separarse de las dos jóvenes que ya empezaban a lanzarle miradas asesinas.

- ¿Seguro que quieres volver justo ahora? ¿No quieres esperar un tiempo?

Hermione negó con la cabeza - Ya ha pasado demasiado tiempo.

- Tenemos motivos para pensar que los Mortífagos traman algo gordo para el martes que viene en San Mungo -Harry miró por encima de sus gafas a Hermione - Vamos a ir un escuadrón bastante grande, pero otra persona más no nos vendría mal.

La señora Weasley se llevó la mano a la boca, para reprimirse de decir algo y su marido le dio unas palmaditas en la mano.

Hermione asintió apretando los labios, se levantó de la silla y cogió su chaqueta.

- A media noche, Hermione.

- Allí estaré - Respondió antes de salir de la cocina.


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