Hola gente bonita :3

Tenía esto escrito de hace algún tiempo, no me pregunten como mierda escribí esto, ni yo lo sé, quizás estaba borracha que es lo más probable, porque sobria y consiente dudo que sea capaz de escribir algo así :(

En fin, tenía que publicar algo especialmente hoy! Es 1/8, no podía dejarlo pasar *-* Feliz día para nosotras mis adoradas NekoYeguas (?) xDDDDD POR LO MENOS sus 10, 11 años :D Conmemorando esta hermosa fecha con un taiora frustrado al principio, pero si me conocen sabrán que al final renacerá el amor xD Aunque escribo cada cosa últimamente que la verdad no sé :B

Lalalalala


Aclaraciones: Digimon no me pertenece :( HONGOOOOOOO NOS CAGASTE LA VIDAAAAAAAAAAA D:


El tiempo tal vez cure las heridas


Capítulo I

Todo cagazo tiene sus consecuencias


Sabía lo que estaba haciendo, estaba conciente.

De lo que no era conciente, era de la razón por la cual lo hacía, él no pensaba, actuaba, y ahora estaba actuando para mal, lo sabía, pero ya era tarde para dar vuelta atrás.


Abrió la puerta tan sigilosamente como insertó la llave en la cerradura, si quería que su plan saliera a la perfección, no debía causar ningún ruido, por menos audible que este sea. Sonrió.

Quería darle una sorpresa a su novio, decirle que por fin dejaría de estar viajando constantemente los fines de semana a Hokkaido, que por fin había obtenido los créditos suficientes para aprobar su práctica profesional, que ya era toda una licenciada y sólo faltaba su tesis para obtener su tan ansiado título universitario.

Ya no tendría que pasar largos periodos de tiempo lejos de la persona que amaba, ahora podría disfrutar mucho más de su relación, y esa era una sorpresa que iría de la mano con una muy merecida celebración, con una fiesta privada, sólo para dos.

Caminó en puntillas por la sala de estar, vio a la cocina, nada.

Torció sus labios al no encontrarlo, pero rápidamente sonrió, suponiendo que se encontraba en la habitación, probablemente durmiendo, y eso obviamente le facilitaría el trabajo.

Se dispuso a ir esta vez hacia el dormitorio, estaba tan concentrada en no hacer ningún tipo de ruido que pudiera llamar la atención del moreno que ignoró por completo aquellos extraños y delatadores sonidos que pudieron haberle dado alguna pista de lo que estaría apunto de ver.

Quería darle una sorpresa… Pues bien, la sorpresa había sido para ella.

De tener una sonrisa adornando su rostro, había pasado a neutro, serio, apenas abrió la puerta.

—¡Sora!

Exclamó él tan pronto como la vio la otro lado del umbral, casi tan pronto empujó hacia un lado el cuerpo de la chica que subía y bajaba sobre el de él. —No es lo que estás pensando.

Simplemente alzó una ceja incrédula.

¿No era lo que ella estaba pensando?

En parte quiso reír. ¿Qué tan estúpida pensaba Tai que podía llegar a ser? El único estúpido en esa habitación era él, y lo decía porque no sabía el grado de estupidez de esa… mujer.

Quiso gritar. Gritarle a él que era un maldito infeliz e infiel, que era un poco hombre, un desvergonzado, cualquier cosa, y a ella que era una perra, una zorra, una puta, lo que sea. Pero ella nunca había sido de esas mujeres histéricas, no estaba en su naturaleza gritar, y en este caso, no valía la pena, por lo que tampoco sintió la necesidad de llorar. Pensó que tal vez la vida había sido tan dura con ella que le había quitado las emociones, no sabía cual fuese la razón, pero no hizo nada, simplemente se mantuvo serena mientras Tai la contemplaba temeroso de su reacción, esperando el grito o los golpes hacia él o hacia ella.

—Vete. —dijo sin más.

—P-pero Sora…

—No, ¿sabes qué? Mejor me voy yo. —habló ella formulando una sonrisa. —Así no interrumpo nada, además no me gustaría dormir en la misma cama en la que tú y esta suelta se revuelcan. Sigan con lo suyo. —volteó y caminó unos pasos hacia la puerta, entonces se detuvo y volvió su rostro hacia ellos. —Y si quieren mi opinión, deberían practicar una posición mucho más placentera.

Y dicho eso, emprendió paso nuevamente hacia la puerta del departamento. De camino tomó su maleta, la misma con la que había llegado y cerró tras salir. Se apuró en llamar el ascensor, y tuvo suerte, pues se subió justo antes de que saliera el moreno tras ella a buscarla con un sinfín de explicaciones que no venían ya al caso.

Tan pronto como las puertas del ascensor se abrieron, caminó hacia la salida del edificio, había estacionado su auto afuera, ni siquiera se había tomado la molestia de entrarlo, pues tendría que salir más tarde de todos modos, pero nunca se imaginó que ese "más tarde" sería de inmediato.

—¡Sora! Mi amor, espera. —escuchó, se detuvo y volteó, para encontrarse con él, agitado, corriendo detrás de ella. Venía con una sábana alrededor de su cuerpo, cubriendo sus partes nobles que, ahora que lo pensaba, quizás por cuanta zorra habían pasado. —Escucha… Puedo explicártelo.

—¿En serio?

—Sí, Shima sólo… —prefirió callarse. —No es lo que tú crees, Sora…

—¿Ah, no? Yo creo que lo estabas pasando muy bien teniendo sexo con esa tipa. Si no es lo que yo pienso, entonces, ¿en realidad lo estabas pasando mal? —preguntó irónica haciendo un puchero.

—No, es decir, ¡sí! —suspiró.

—Te dije que esa posición no es la más placentera de todas, ve a probar otra. —siguió con la misma ironía.

—Yo… —veía como Sora ni siquiera lo tomaba en cuenta, caminó hacia su auto, metió su maleta en la parte trasera y finalmente caminó hacia el asiento del piloto, cuando recién ahí le dirigió una mirada.

—Adiós Tai.

Dicho eso, subió al auto, hizo contacto con el motor y aceleró gradualmente hasta tomar una velocidad prudente y conducir hacia un lugar muy lejos de ahí.

Vio por el espejo retrovisor que Tai corría detrás del auto, no se daría por vencido tan fácilmente, tal vez lo que lo haría detenerse sería la vergüenza de andar corriendo tras un auto, desnudo, con tan sólo una sábana escondiendo sus partes. Dobló por unas calles, hasta asegurarse de perderlo, de que él no iría en esa dirección persiguiéndola. Cuando al fin se vio obligada a detener el auto producto de una luz roja, recién en ese momento, dejó salir toda su furia y gritó a todo pulmón. Apoyó sus codos en el volante y su cabeza contra sus manos, respirando ya un poco más tranquila luego de haber botado parte de su enojo.

años de noviazgo, tirados a la basura porque el imbécil de Tai no podía controlar su calentura.

Ahora que lo pensaba mejor, debió haber tomado un machete, y cortarle su cosa, para luego regalársela a la pobre tipa tan necesitada.


¡Mentira!

—Nop… —respondió Sora como si nada. Mimi parecía alterada, probablemente estaba mucho más enojada que ella misma.

Es que… Ay, amiga, en serio, es… muy chocante para mi lo que me estás diciendo.

Sora torció sus labios y alzó sus hombros sin saber qué más hacer. Apenas entró a la habitación del hotel donde comenzaría a hospedarse hasta que encontrara un jugar fijo para vivir, lo primero que hizo fue sacar su notebook y ver si su mejor amiga se encontraba conectada a Skype, en ese momento sabía que sería más rápido eso que ir a verla a su casa, y necesitaba desahogarse cuanto antes.

Sora… Quiero saber algo.

—Sí, dime.

¿Cómo es que no te dieron ganas de matarlo ahí mismo? ¿O pescar a esa perra de las mechas y tirarla por el balcón?

—¿Y para qué? Mejor me fui.

Amiga, aquí no se trata de tu dignidad, se trata de que la estúpida esa sepa lo que es tuyo.

—Mira… No te digo que lo esté justificando, pero en parte lo entiendo… Últimamente he estado pendiente de otras cosas.

Sí, pero es tu trabajo y tus estudios, eso no le da derecho a meterse con la primera puta que le tire los calzones. —suspiró y masajeó su sien para intentar calmarse. Sora sonrió por lo bajo. —Es que… Sora, es Tai, llegaba a ser hostigante de tanto amor que sentía por ti. —dijo ella esperando el comentario de su amiga, pero esta nunca llegó. —Sora, ¿qué pasa?

—Matt…

Entonces vio a Mimi por la pantalla voltearse hacia el rubio y reclamarle que no era educado andar escuchando conversaciones ajenas y un montón de cosas más que le causaron gracia.

No dudaba que Matt ya esté enterado de lo ocurrido, después de todo, era el mejor amigo de Tai, y aunque ellos lo negaran, sabía que apenas tenían la oportunidad se contaban todo acerca de sus vidas, como dos amigas chismosas.

Listo, ya se fue. —avisó.

—Tú misma lo dijiste, "sentía".

Ay, sabes que no quise decir eso…

—¿Sabes? Cuando los vi… Sinceramente, creí que Tai se había vuelto un necrófilo.

¡¿Qué?!

—Sí, es que la tipa era muy pálida, parecía un cadáver o algo así.

¿Y tuviste tiempo para verla y sacar esas conclusiones, y no para sacarle la cresta por puta?

Nuevamente se encogía de hombros.

Amiga… —ya era más un reclamo. —En verdad no entiendo qué pudo haber pasado por la mente de Tai para que te haya hecho algo tan feo como eso…

—Pues nada, nunca pasa nada por la mente de Tai…

Quería parecer tranquila y calmada, pero Mimi era su mejor amiga, y estaba segura que en realidad ella podía leer a través de sus ojos, y lo más seguro es que ella supiera que en realidad con su ironía quería ocultar su molestia… Y estaba enojada en realidad, pero por una extraña razón, no tanto como debería estar una persona normal en una situación así. Después de todo, no era algo menor, descubrir a tu novio de hace años, engañándote, revolcándose con una mujerzuela en la misma cama que ambos compartían… Debería estar llorando, con el corazón destrozado, debería haberles gritado y haber sacado toda su rabia a golpes, pero no lo hizo… Tal vez ella no era como el común de las personas… Tal vez tenía distintos tiempos de reacción… Tal vez, en realidad no amaba tanto a Tai como para gritar y llorar por él…


—Es Tai. —avisó Matt viendo por el lente de la puerta.

—Si pregunta por mi, dile que no estoy. —habló ella caminando rápidamente hacia la habitación.

Matt abrió la puerta, permitiéndole a su amigo ingresar al departamento, en cuanto Tai lo hizo, vio una cabellera pelirroja caminando con rapidez y llena de indignación hacia la habitación, seguida por su siempre buena y comprensiva mejor amiga Mimi, quien además de seguirla, volteó a hacia él a apuñalarlo con la mirada.

El moreno tragó saliva y luego vio a su amigo, quien sólo alzó una ceja increpándolo.

—Necesito hablar con Sora…

—No está.

—¿Cómo que no está? La vi entrar recién a la habitación.

Ya había cumplido con lo pedido por su amiga, decirle que no estaba.

—Bueno, ella me pidió que te dijera eso.

—Por favor Matt, necesito hablar con Sora.

—Pero ella no quiere hablar contigo… Lo siento, Tai.

Para él era realmente horrible tener que estar en medio de una pelea entre sus dos mejores amigos, y encima que su dulce novia, como era de esperarse, se había puesto de parte de su amiga. Él, ¿qué podía hacer? ¿Apoyar a Sora, o ponerse del lado de Tai?

¿Por qué no era capaces de solucionar sus problemas solos, sin ayuda de nadie? Prefería mil veces que se molieran a golpes, que se gritaran una infinidad de cosas, pero que no lo metieran a él en medio.

A pesar de todo, Matt entendió que ese no era el lugar para conversar con su amigo, al menos no con Sora y Mimi espiándolos y escuchando su conversación detrás de la puerta.

Optaron por ir a un bar, como de costumbre, a matar en parte sus problemas con unas cervezas.

El rubio veía a su amigo jugar con el borde del vaso y lo inclinaba. En cualquier momento a Tai se le caía el vaso y derramaba todo. Y él, como un excelente amigo, sólo esperaba el momento en que eso pasara para gritarle lo bruto que era.

Pero ese momento nunca ocurrió.

En su lugar, Tai sólo le comentaba lo tonto que había sido, lo cual eso él ya lo sabía… todo el mundo lo sabía, que necesitaba a Sora con él, que quería su perdón, que él no la merecía y blah, blah, blah… Si había algo peor para él que escuchar a Tai hablando tonterías, era escuchar a Tai lamentándose.

Muy amigo suyo era, su mejor amigo de hecho, pero eso no le quitaba lo tonto que resultaba ser.

Suspiró cansado ya.

—Mira Tai, tienes dos opciones… O te rindes, o luchas por lo que realmente quieres.

El moreno desvió la atención de su cerveza para ver a su amigo. —¿En serio piensas eso?

Matt tenía corazón, y se lo demostraba ahora comportándose como un buen amigo, aconsejándolo en este momento de tristeza por el que estaba pasando, en el que necesitaba a un buen amigo que le prestara un hombro para llorar y que le animara con un buen consejo. Sonrió lleno de orgullo.

Matt se encogió de hombros. —No lo sé, quería que dejaras de hablar huevadas y eso fue lo primero que se me ocurrió.

Suspiró y luego sonrió con sarcasmo. —Gracias Matt, eres el mejor amigo que podría tener. —ironizó.

—De nada. —le respondió él con la misma sonrisa que su amigo.


No sabía por qué su novio la citaba en un café.

Si quería verla, perfectamente podía ir a su departamento, ella no tenía ningún problema, además allí podían estar ambos más tranquilos, en un ambiente privado, y encima tan temprano… Matt no se despertaba a esa hora a menos que tuviese clases, pero ella sabía de antemano que el rubio no había solicitado ninguna por lo mismo, para no levantarse "de madrugada" como denominaba él a la parte del día que comprendía hasta las doce del día.

Sin duda algo muy extraño estaba pasando, pero le daba igual porque vería a su amado novio.

Sonrió como una tonta enamorada e ingresó al lugar indicado por el amor de su vida, comenzó a buscarlo con la mirada, pero no lo veía. No era normal que él llegara tarde, generalmente era muy puntual, y ella se hacía la impuntual para darse más importancia. En su lugar vio una extraña y familiar cabellera castaña y rebelde, no podía ser otro que Tai.

Varios pensamientos pasaron por su mente en ese instante. Lo primero fue ir alegremente a saludarlo. ¡Pero NO! Él no era digno de su amable saludo, por supuesto que no, el muy imbécil no había tenido ni una pizca de pudor al haber engañado a su amiga con una perra estúpida en su propia cama ¡NO! No merecía su saludo, merecía un golpe en los testículos, pero ella era una dama, no haría tal cosa. Por otro lado, a ella no le había hecho nada malo, no tenía por qué recriminarle nada, pero sí le había hecho daño a su mejor amiga, y eso era como si el daño se lo hubiese hecho a ella misma, debía golpearlo y más.

Las opciones aumentaban en su mente, cada vez más y más, y hubiesen seguido si Tai no se hubiese volteado hacia ella, la saludó y se levantó.

Mimi suspiró entendiendo que todo aquello había sido una cruel trampa de su novio. Querían utilizarla para que Tai llegara a Sora, pero no les iba a resultar.

Caminó hacia el moreno, quien amablemente y como todo un caballero le corrió la silla para que pudiera sentarse…

Una razón para no matarlo… Aún.

Observó seria y con algo de maldad en su rostro al moreno dar la vuelta para sentarse donde estaba originalmente. Suspiró, y ella alzó una ceja al mismo tiempo que torcía sus labios y sus brazos.

—¿Qué?

—Esto fue un plan maléfico tuyo y de Matt, ¿no es así?

El moreno sonrió con inocencia.

—Me hubiesen dicho la verdad desde un principio.

—No hubieses venido, Mimi, acéptalo.

Suspiró frustrada. —¿Qué quieres?

—Necesito tu ayuda.

—¿Quieres que te ayude con Sora? —Tai asintió. Iluso… —No necesitarías ayuda si no la hubieses sido infiel. Entiende Tai, hiciste algo realmente malo, eres un tonto, un imbécil, no mereces a una mujer como ella, no te dijo nada, no te hizo una escena de celos. Agradece que fue ella y no otra, porque si yo fuera Sora, ten por seguro que te corto un… ¡eso! y te lo pego en la frente con un clavo.

—Auch… —emitió tragando con miedo y dolor. ¿Desde cuándo Mimi era capaz de eso? Lo peor de todo, era que estaba seguro de que podía más… —Bueno, me arriesgaré.

Mimi enarcó nuevamente una ceja. ¿A tanto llegaba la desesperación de Tai?

Pues ella no se caracterizaba por ser una mala amiga, antes que todo y todos, se encontraba su mejor amiga, su hermana, hija de otros padres, su cómplice. Sora era todo eso y más para ella. Si Tai venía a pedirle ayuda para solucionar las cosas con su amiga, era su deber, como mejor amiga, mandarlo al infinito y más allá, golpearlo con el siempre fuerte látigo de su indiferencia, importarle un par de rajas lo que ocurra con sus sentimientos y emociones. En esa situación se convertiría en la dama de hierro con Tai, porque sí, él tenía que sufrir… ¿No le gustó hacer sufrir a su amiga? Pues bien… Que lo soporte.

—Bueno… —dijo levantándose de su asiento. —No me interesa. Haz lo que quieras, no me importa, ojalá te pudras por imbécil. Lo que le hiciste a mi amiga no se hace, y por eso no mereces nada… por… huevón.

Sí, ella era una dama, pero esa no era una excusa para no decirle lo que pensaba a Tai a la cara, y con las palabras originales que saltaban en su mente.

Estaba dispuesta a marcharse triunfante del recinto, era cosa de tomar su bolso, verlo por última vez con indiferencia, voltearse rápidamente y con altanería para que su cabello se viera fabuloso y caminar derecho y certero hacia la puerta, salir y no mirar atrás. Sólo eso, era simple.

Ahora veía todo su plan para salir de ahí con toda la gracia de una diva… Diva enojada por lo demás.

Tomó su bolso y le lanzó la última mirada a Tai llena de odio, pero esta no fue respondida con el mismo odio o el desentendimiento por parte del moreno, en su lugar, la miraba con tristeza en sus ojos, además de sacar levemente su labio inferior, realizando un puchero.

Ella tragó saliva. ¿Qué era lo que tenía que hacer?

No podía ayudar a Tai, por muy amigo suyo que fuese, no, más bien EX amigo, no podía seguir siendo amiga del maldito que le había sido infiel a su mejor amiga, y de la manera más cruel.

Pero… Por otro lado, Tai estaba sufriendo…

Movió su cabeza hacia abajo y cerró con fuerza sus ojos. No podía soportar ver a alguien sufrir, porque por mucho que lo quisiera, no podía olvidar de la noche a la mañana que Tai era su amigo. Además, ¿a quién quería engañar? A pesar de todo, ella creía que Tai y Sora eran perfectos juntos. Pero no por eso significaba que apoyara la infidelidad asquerosa del chico.

—Ay… ¡Bueno, ya! Veré que puedo hacer…

—¡Gracias, gracias, gracias! —agradeció él levantándose de su asiento y rodeando la pequeña mesa redonda para poder abrazar a la castaña. —¡Mimi, eres la mejor!

—No me toques con esas manos sucias por el pecado. —inmediatamente Tai dejó de rodearla con sus brazos. —Escúchame muy bien, Yagami… De ahora en adelante tienes que hacer exactamente todo, TODO, lo que yo te diga, ¿está claro? —Tai asintió rápido. —Y pobre de ti si haces otra de tus tonterías, porque entonces yo no te salvaré… Y perderás todas las oportunidades que pudiste algún día tener con mi amiga, ¿está claro? —amenazo.

—¡Sí sargento Tachikawa!

—¡No estoy bromeando estúpido! Hablo en serio, así que espero que tú te lo tomes igual de en serio que yo.

—Está bien.


A las mujeres nos encanta que nos regalen cosas… ¡Ay, puedes llevarle flores! Las rosas siempre son bienvenidas. —dijo Mimi contenta. —Por favor dime que le regalarás rosas… Ah, y tienen que ser rojas, sí, porque el rojo indica pasión.

Eso le había dicho la castaña… Que a las mujeres les encantaban las rosas rojas, lo que no sabía era que si le gustaban tanto las rosas, por qué nunca le compró unas…

Ahora era cuando dudaba de si hacerle caso a una mujer como Mimi, para reconquistar a una mujer como Sora… Las dos eran muy buenas amigas, muy unidas, pero Dios, eran completamente distintas. Ya no estaba seguro de darle rosas rojas a Sora, pero qué más podía hacer si ya las tenía en la mano.

Suspiró hondo, había sido un viaje más largo a los que estaba acostumbrado a hacer últimamente, aunque agradecía enormemente que el padre de la pelirroja ya no viviese en Kyoto, sino a las afueras de la capital en Fujimi, ese sí hubiese sido un largo viaje…

Ahora sólo le quedaba rezar para que el señor Takenouchi no se encontrase en el lugar… Si iba a morir, que sea de viejito, junto al amor de su vida, no ahora cuando estaba intentando retomar su relación con ella. Nuevamente tomó una gran bocanada de aire y lo soltó lentamente para luego tocar el timbre. Cerró con fuerza sus ojos y los abrió recién cuando escuchó la puerta abrirse, dejándose ver justo a la persona que no quería encontrarse ahí… El padre de Sora.

—Taichi… —dijo como saludo al moreno luego de suspirar. —No creo que sea muy apropiado que le traigas flores a tu suegro, ¿no crees? —bromeó sacándole al menos una sonrisa.

—Hola señor… ¿Está Sora?

—Salió… Y aunque estuviese en casa, dudo que quiera hablar contigo.

Tai oprimió sus labios, si Haruhiko tenía un trato amable con él, como de costumbre, era porque no sabía lo ocurrido con Sora.

—¿Y ahora qué hago con esto? —preguntó refiriéndose a las famosas rosas que se vio obligado a comprar.

—Bueno, como te dije antes, no me gustan las rosas, si querías ganarte mi cariño me hubieses dado entradas gratis para tu próximo partido…

Tai nuevamente rió, no con muchas ganas, ante el comentario del hombre. Quizás si supiera toda la verdad no estaría así de bromista y simpático con él.

Se acercó a él y tomó las rosas que aún tenía en la mano el moreno para ponerlas en un florero con agua y llevarlas a la habitación de su hija. Tai por mientras tomó asiento en uno de los sillones.

—Ya, dime… ¿qué embarrada te mandaste? —preguntó Haruhiko, Tai alzó la vista. —Sora sólo me dijo que estaba enojada contigo y que habían terminado. —le explicó.

¿Decirle, o no decirle…?

Suspiró.

Decirle. Él no sabía mentir, era pésimo.

—Sora… —dijo luego de un prolongado silencio. —Ella se enojó conmigo porque… estuve con otra…

Notó como el semblante serio del papá de Sora, cambiaba, y ahora para él tenía los rasgos de un asesino en serie, pese a que seguía igual de tranquilo… al menos por fuera.

—Tú… le fuiste infiel a mi… hija.

El moreno tragó saliva, estaba casi al borde de ver su corta vida pasar ante sus ojos en unos segundos…

Veintidós años no es una edad para morir… Al menos no en esta época.

Pensó.

—Lo que pasa es que…

—Yo sé muy bien los motivos que uno pueda tener para serle infiel a tu pareja… Que ya se acabó el amor, que no es lo mismo que antes, que apareció otra mujer que te mueve el piso, que sólo es una calentura, que te sientes solo… En fin, motivos hay muchos. —habló él.

—De verdad, lo siento.

—Taichi, no soy yo a quien tienes que pedirle disculpas… No soy yo tampoco el que debe disculparte, es mi hija. —suspiró lentamente y volvió su vista hacia él. —Créeme que tengo unas ganas enormes de matarte a golpes.

Ahí estaba lo que él tanto temía… Y ya se estaba preparando mentalmente para recibir un sin fin de golpes y no devolver ninguno, porque se lo merecía.

—Pero no es algo que tenga que ver conmigo, este problema tienes que solucionarlo con ella.

El moreno seguía sin decir nada. Haruhiko no se estaba comportando como un padre común y corriente, tal vez sea por que él mismo había vivido algo similar años atrás, cuando su hija era una pequeña niña, no lo sabía, pero pudo haber sido ese motivo por el cual se separó de su esposa y comenzó una vida solo. No podía andar especulando por ahí…

De la nada el hombre soltó una ligera risa y negó tratando de comprender. —Te escuché miles de veces decir lo mucho que amabas a mi hija… ¿qué pasó con eso?

¡La amaba! La amaba y mucho.

Ni él mismo sabía qué mierda pasó por su mente cuando se le ocurrió meter a esa mujer en su cama, en la cama que compartía con la persona que más amaba en el mundo.

Un imbécil, eso es lo que era… por decir lo menos.


—Ay, que lindo papá, no debiste comprarme flores. —dijo con alegría ella cuando salió de su habitación luego de haber llegado al departamento que actualmente compartía con su padre y haber dejado su bolso y su chaqueta en su cuarto.

—No fui yo, hija, fue Taichi.

—¿Vino? —preguntó ella alterada.

—Sí… Vino a disculparse contigo. Me contó porqué estás enojada con él.

—¿Y te parece poco acaso?

—Para nada… Estaba apunto de matarlo.

—¿Y por qué no lo hiciste?

—Porque no es asunto mío, Sora… El problema les concierne sólo a ustedes.

La pelirroja suspiró frustrada. Veía a su padre y simplemente no lo reconocía.

—Papá, no entiendo cómo puedes estar tan tranquilo después de saber lo que me hizo Tai.

—Porque no soy yo quien tiene que golpearlo hasta matarlo, eres tú, y como sé que no lo vas a hacer, debes darle por donde más le duele… Eso si es que quieres vengarte, y conociéndote, no lo harás.

—¿Qué sabes tú?

—Te conozco… —respondió con obviedad. —Y en realidad hasta te entiendo un poco… Mejor trata de olvidar ese mal rato, sal con tus amigos, despeja tu mente, y luego piensas las cosas con más calma…

—Papá, no voy a volver con él.

—Bueno, yo no he dicho nada…

—Hablo en serio papá, una infidelidad no se olvida ni se perdona tan fácilmente.

—Está bien…

—Asume que ya no tendrás más entradas gratis a los partidos del Tokyo. —ultimó Sora.

—¡Mierda!


A las mujeres nos atraen los hombres atentos, esos caballeros que te abren la puerta para que pases primero, que te corren el asiento, que te toman de la mano para que saltes un charco de agua, cosas así… Sé un caballero con Sora, ella no lo resistiría. —sonrió Mimi.

Ya. Un caballero… Pero para ser un caballero con Sora, primero tenía que saber donde estaba, y no tenía ni la menor idea.

—¿No te contesta? —preguntó. Matt negó frustrado.

Cortó la llamada y volvió a intentar inmediatamente.

—¿Pero qué te dijo?

—Que Sora iría al departamento, verían unas películas, comerían no sé que cosa y beberían unos tragos para niñas.

—Entonces debería contestar el celular.

—Lo sé… —suspiró exasperado nuevamente. —Intentaré con Sora.


—¿En serio nos vamos a quedar aquí? —preguntó Sora algo confundida y a la vez algo incrédula. Mimi asintió sonriente, a lo que la pelirroja rió sarcástica. —No, es una broma. Mimi, no podemos quedarnos aquí como las tontas sin hacer nada. Por favor amiga, salgamos, conozcamos el mundo nocturno que nos ofrece la ciudad de Tokyo… Abrámonos a él —expresó también con sus manos, extendiéndolas hacia afuera y haciendo juego con su mirada perdida en el horizonte —, abracémoslo —ésta vez llevó sus manos cruzadas rápidamente sobre su pecho—. Di que sí… —pidió su amiga.

Mimi aún dudaba.

Así que como último recurso, hizo lo que para Mimi era imposible de rechazar: un puchero.

—No, ¡pucheros no! Sabes que es mi debilidad… —suspiró. —¿Por qué, Señor…? —exclamó Mimi en voz baja y mirando hacia el techo. Sora sonrió feliz.

—¡A festejar se ha dicho!

Y como Dios mandaba. Esa noche permanecería en su subconsciente por toda la eternidad, lo más probable era que no la recordaría, pues tenía pensado pasarla tan bien y beber tanto que no se acordaría de nada, pero eso significaría lo excelente que estará la velada.

Tomó la mano de su amiga y la guió hasta su cuarto, caminí hacia la cama y se puso a buscar entre las bolsas que habían sobre esta, fue entonces cuando Mimi comprendió por qué su amiga había llegado con tantas cosas… Las bolsas estaban llenas de ropa y accesorios, cosa rara en Sora, pues la compradora compulsiva era ella, no su mejor amiga.

—Si vamos a salir a pasarla bien, lo haremos como las más hermosas de todo Japón.

¡Eso! Le encantaba esa actitud en Sora, lo que no le gustaba para nada, es lo que tuvo que pasar para que se comportara así… Pero eso ahora poco y nada le importaba. Su amiga quería convertirse en una mujer nueva y parrandera, y ella no se lo iba a impedir. Aunque aún había algo en su interior que la hacía dudar de si resultaría una buena idea o no…

—Amiga, ¿estás segura?

—Mimi… Ya no quiero estar mal… No quiero seguir sintiéndome mal por culpa de Tai. Necesito distraerme, pasarlo bien… Pasado, pisado dicen por ahí, ¿no? ¿Quieres que me quede llorando toda mi vida porque Tai me engañó?

—¡No! Claro que no. —suspiró nuevamente. —Sí, está bien, tienes razón. Vamos a salir, divertirnos, pasarlo excelente, beberemos, bailaremos y todo saldrá perfecto. —le sonrió. —Podríamos ir a Shibuya, ¿no te parece? Es el centro nocturno. Lo pasaríamos increíble. —propuso la castaña.

—No… Me recomendaron un lugar que es mucho mejor que todo lo que hay en Shibuya…

Mimi le sonrió por inercia, en realidad no dejaba de sentir miedo. Sora dejaba ver una sonrisa pícara, dando a entender que tenía razón en su planteamiento.


Yo también quiero salir con Sora y Mimi :(

Puta que lo pasan bien estas mujeres... Insisto que las nekos deberían ir a un lugar como ese xD Lo pasaríamos tan bien :L

No sé qué más escribir, salvo que he pasado por diversas emociones estos días D: depresión, indignación, impresión, felicidad, enojo... Pero bueno, nada que no se pase publicando y leyendo fics :D

Espero que les guste, traten de no odiar el fic por el conflicto principal, lo lindo y romántico será lo que vendrá después :)

Nos leemos queridoooos~ xD


*Len~