Disclaimer: El universo de Harry Potter, así como sus personajes y lugares, le pertenecen J.K. Rowling y las películas a Warner Bros. Studios.


-Un año y cuatro meses después-

—Bienvenidos a otro año en Hogwarts, que luego de más de un año de restauraciones ha quedado nuevamente como lo recordábamos y con ligeras modificaciones…— Es en ese momento en que me pierdo en mis pensamientos ignorando el, tal vez, muy entusiasta discurso de la profesora McGonagall, ahora directora del colegio. A mi mente llegan preguntas de cómo es que ha pasado tan rápido el tiempo ante mí; hoy, primero de septiembre, pero de hace 8 años entre por primera vez al gran comedor maravillándome con ese nuevo mundo que se abría ante mis ignorantes ojos.

Me parecen tiempos muy lejanos, en los que creía que aquí podría empezar de nuevo, ser aceptado como soy, pero claro el destino tenía algo diferente planeado para mí, por alguna razón yo tenía que ser "el niño que vivió". Por alguna razón un loco con delirios de grandeza creyó que por una estúpida profecía debía asesinar a un bebe de tan solo un año, y en el proceso terminando con su propia era de oscuridad, privando al niño del amor que solo sus padres le pueden brindar.

Hace poco más de un año termine con la segunda era de la oscuridad de Tom Riddle, en ese entonces Lord Voldemort. Le había llevado la paz al mundo mágico y, por consecuencia, al mundo muggle. Todos creen que lo hice yo solo, cuando la única realidad es que siempre tuve ayuda de mis seres queridos, dígase mis amigos Ron y Hermione… Hermione, nunca antes su nombre me había sonado tan bello en mis pensamientos, pero que se puede hacer, la amo.

Sí, me enamore de mi mejor amiga, eso ni yo me lo esperaba. Creía que solo la veía como una hermana, me convencí de ello muchas veces a lo largo de los años siendo su amigo, pero la realidad me cayó como un golpe seco en el estómago una milésima de segundo antes de que un segundo avada kedavra me diera de lleno en mi cicatriz. Tan poco efecto tuvo que la maldición solo se llevó la parte de Tom que habitaba en mí. En ese momento me di cuenta de lo ciego que fui todo el tiempo, queriendo a la persona equivocada, cuando a la que amaba sin saberlo, estaba junto a mí, siempre a mi lado.

Al finalizar la batalla supuse que podría confesar mis sentimientos a mi amiga. Pero cuando la vi tomada de la mano de mi mejor amigo, supe que no tenía oportunidad, ellos se querían y yo no iba a ser egoísta, si su felicidad estaba al lado de Ron yo no me opondría. Les sonreí y deseé lo mejor, lo merecían; ya habían sacrificado muchas cosas por acompañarme, Ron perdió a su hermano Fred y Hermione a sus padres. Ante ese recuerdo supe que tenía una gran deuda con ella. Así que me propuse que encontraríamos a sus padres, porque, yo mejor que nadie sabia la falta que nos hacen cuando atravesamos un momento difícil.

Durante los próximos 7 meses nos dedicamos a buscar su paradero, solo Hermione y yo. Ron quería digerir de buena forma la muerte de su hermano junto con su familia, a lo cual no nos opusimos. Nos quedábamos en Grimmauld Place mientras tratábamos de encontrarlos sin salir del país. Un día de diciembre, gracias a la información de un mago que nos proporcionó pudimos ubicarlos en una ciudad pequeña de Australia.

Tardamos un mes para hallarlos y saber si aún se podría revertir el Obliviate que Hermione les había aplicado. Durante todo ese tiempo no había dejar de admirarla, de verla con devoción infinita únicamente cuando sabía que ella no me veía. Cuando finalmente los encontramos, pude ver de nuevo el brillo de su mirada que me hipnotizaba y que desapareció durante la guerra.

Pudimos devolverles la memoria y aunque se molestaron un poco conmigo por haber alejado a su hija de su lado, terminaron agradeciéndome por haberla cuidado. Regresamos a Londres un mes después de que concluyeran sus trámites de viaje. Regresaron a su antigua casa y Hermione se fue con ellos, yo no le discutí porque sabía que ella los necesitaba.

5 meses después me encontraría leyendo la carta habitual de Hogwarts, indicando que estaban de nuevo listos para dar clases otra vez. Los meses que estuve solo, los emplee mejorando la casa, que aunque no me traía recuerdos muy gratos, la sentía como mi hogar. Además de leer los libros de la biblioteca de la misma; tenía toda la intención de llegar bien preparado en cuanto a conocimiento de artes oscuras se refiere. También me dispuse a ejercitarme, los meses alejado del Quidditch ya me habían cobrado factura, pues mis músculos estaban bastante flácidos en comparación a cómo eran antes. No tarde en enviar mi respuesta afirmativa al colegio de que asistiría, necesitaba terminar mis estudios si quería entrar a la academia de aurores. Podía ser Harry Potter, "El Salvador del mundo" y entrar no sería nada difícil, pero quería hacer algo por mí mismo, por méritos propios.

Justamente la recibí el día de mi cumpleaños, tal vez como un regalo, haciéndome saber que de ahora en adelante todo mejoraría. Que mentira más grande, de ahí en adelante mi vida se fue llenando de soledad, no recibí nada ni una carta de mis amigos; pero de nuevo no los culparía, ellos también tenían sus propios fantasmas con los cuales lidiar. No le di más vueltas al asunto y continúe con mis labores.

Tenía todas mis cosas en mi baúl desde una semana antes de que empezara la escuela y ya no sabía cómo matar el tiempo, lo único que se me ocurrió fue ir al único lugar en el que había estado en paz con solo unas simples palabras. "Deberíamos quedarnos aquí… y envejecer". En ese momento no lo supe pero ahora que lo pienso, quedarme por la eternidad en el bosque de Dean, hasta el final de nuestros días con ella, no era tan mala idea. Alejarme de todo, de la guerra contra Voldemort… pero mi complejo de héroe me decía que la gente dependía de mí, no podía fallarles.

Llegue el primero de septiembre, mucho antes que nadie, esperando recordar cual era el vagón en el que me senté la primera vez que ingrese al expreso. No me fue demasiado difícil encontrarlo; al entrar y colocarme en el mismo asiento que la última vez, recordé que, cuando el tren ya iba en movimiento, una niña de cabello castaño vino a preguntar por un sapo. Si alguien me hubiera dicho que era exactamente de esa niña, la que unos años más adelante me robaría el corazón, habría reído a carcajada limpia.

Una solitaria lagrima resbalo por mi rostro mientras me preguntaba ¿si le pidiera de regreso mi corazón para abrirlo frente a sus ojos, lo haría? Me deshice de ese pensamiento, ella nunca se fijaría en mí, ella quería a Ron y yo no me interpondría en su felicidad. Me perdí tanto tiempo en mí mismo, que no vi cuando Luna, se sentó a mi lado.

"Un galeón por tus pensamientos…" me dijo antes de comenzar a hablar sobre alguna criatura imaginaria que, según ella, causaba mi ensoñación. Luego de algún tiempo se fue, diciendo que iba con sus amigos. Poco antes de la 10 am, Hermione y Ron aparecieron por la puerta del compartimento, alegando que no me encontraban por ningún lado. La locomotora empezó a avanzar dando inicio al viaje de regreso a Hogwarts.

El viaje fue bastante tranquilo, salvo por que pude notar un poco de incomodidad entre mis amigos, pero no le di importancia, algo de lo que me arrepentiría después. Llegamos a Hogsmeade y nos dirigimos a las carrozas, no sin antes saludar a Hagrid que tuvo que irse a acompañar a los de primer año. En el camino al castillo pude notar las miradas que se dirigían mis mejores amigos, preguntándome porque estaban tan raros.

Y aquí me encuentro, en la mesa de Gryffindor, perdido en mis pensamientos, que parecen haber sido horas cuando solo han sido unos minutos, hasta que la voz de la mujer que amo me llama.

— ¡Harry…!- Me dice chasqueando los dedos- …despierta. Nos han nombrado premios anuales.

Me quedo mudo, ¿premio anual… yo? Volteo a ver a la directora que me mira con una gran sonrisa en sus facciones. Hermione señala algo en mi pecho, es una insignia con el logotipo del colegio con relieves, lo suficientemente sobresalientes como para encajar en algún lado.

-La profesora quiere vernos en su despacho después de la cena para hablar sobre nuestros deberes como premios anuales- asiento a sus palabras dándole a entender que capte su mensaje. La cena transcurre normalmente, salvo por unos cuantos gracias de distintos alumnos, incluso de algunos Slytherins.

Es curioso que algunos todavía me las den cuando ya he dicho frente a todos que fue un trabajo en conjunto.

Al salir del gran comedor, uno más se me acerca. En esta ocasión es una chica del mismo grado que el mío, solo unos centímetros más baja que yo, un rostro de facciones finas, ojos de un verde intenso y cabello oscuro como una noche sin estrellas, ¿y por qué no decirlo?, una figura envidiable. Al igual que los demás me da las gracias y se va contoneando las caderas, no sin antes darme un sonoro beso en la mejilla.

Escucho el silbido de Hermione apurándome para ir al despacho de la directora. Siento mis mejillas arder un poco antes de correr para alcanzarla en su camino hacia el séptimo piso. Me doy cuenta que Ron no se encuentra con nosotros y le pregunto sin aminorar la marcha.

— ¿Dónde está Ron?, se suponía que nos llamó a los tres.

—Él no es premio anual…—La miro extrañado—Mientras tú estabas perdido en tus pensamientos, él le dijo a McGonagall que había tenido suficiente en quinto año como prefecto. Así que solo somos nosotros dos- Asiento de nuevo a sus palabras.

En el camino al despacho veo que tiene una batalla interna, tal vez está ansiosa sobre el nuevo cargo que nos han impuesto. Llegamos a la gárgola que nos da acceso a su despacho, como siempre Hermione sabe cuál es la contraseña…"el niño que vivió". Me extraña saber que unos de mis apodos es la contraseña.

Subimos por la escalera de caracol hasta llegar a la puerta. Tocamos y enseguida podemos escuchar un "pase". Al entra lo nota casi como lo recordaba solo que ahora hay un retrato del profesor Dumbledore y del profesor Snape. Uno mientras me sonríe, el otro solo asiente.

—Bienvenidos señorita Granger, señor Potter…—la directora se ve mucha más viva que hace algunos años, durante la guerra. Me alegro por ella, porque ahora su única preocupación será que aprobemos nuestros EXTASIS—… los he citado aquí para informales sobre sus deberes como premios anuales, que a decir verdad no es mucho. Lo único que tienen que hacer es, además de dar sus respectivas rondas por el castillo, organizar a los prefectos para que ellos también cumplan con las suyas, sin excepción. También deben dar el ejemplo a seguir a los demás alumnos… la responsabilidad y disciplina académica en el caso de la señorita Granger y la perseverancia para nunca darse por vencidos por el lado del señor Potter.

—Y supongo que por parte de Ron, hubiera sido comer para crecer grandes y fuertes…—trato de bromear un poco para olvidarme de mis problemas internos. Y al parecer funciona ya que Hermione trata de no reírse a carcajadas junto con Dumbledore, mientras que la directora me dirige una sonrisa y el profesor Snape, por primera vez en mi vida, me hace una mueca a modo de sonrisa.

—Por cierto Potter, me comentaron que llego al expreso alrededor de la 7:30 de la mañana, ¿a qué se debe…?— Hermione me dirige una mirada de reproche y sin mirarle, respondo a la directora—Vera, como es mi último año en Hogwarts, quería partir al castillo en el mismo compartimiento que la primera vez que vine y llegue temprano para buscarlo. Además quería evitar a todos los paparazzi que solo me buscan para tener una exclusiva y como ellos no pueden entrar al tren pues…—le digo conforme.

—Ya veo… muy bien eso sería todo—Nos disponemos a salir de la habitación, hasta que la directora nos llama— Esperen olvidaba algo, como ahora son premios anuales tendrán su propia torre solo para ustedes— la realidad me cae de golpe, ¿una torre solo para mí y Hermione? Es probable que sea una oportunidad para poder decirle a Hermione lo que siento, en la soledad de nuestra torre y sacar de mi cabeza todo el remolino de conclusiones al que he estado llegando el último año.

—El acceso a su torre se encuentra tras un retrato que hay en la sala común junto a las escaleras de ingreso a los dormitorios… la contraseña para dicho retrato es "Peverell". Luego tras pasar por él verán solo una pared, en el centro de esta hay una hendidura con la forma de su insignia, tendrán que ponerla ahí, darle un cuarto de vuelta, regresar y sacarla. La pared se quitara revelando las escaleras que llevan a su torre… ¿alguna pregunta?

Ambos negamos con la cabeza, nos ha quedado más que claro. Nos despedimos de todos y comenzamos a encaminarnos a la sala común. En el camino nadie dice nada, vamos muy adentrados en nosotros mismos.

Al llegar a la sala común, antes de poder decir algo, la dama gorda nos da entrada alegando que por ser premios anuales no necesitamos de la contraseña. Eso nos facilitara las cosas en el futuro.

—Bien yo me voy a dormir ha sido un largo día— digo mientras "bostezo" mirándola por el rabillo del ojo. Hermione parece que me iba a decir algo, pero solo asiente nerviosamente.

—Que descanses…—me dice y le dirijo una sonrisa, viendo que todos los alumnos ya se han ido a dormir, pues mañana comienzan las clases—… yo estaré aquí un rato más.

-No te desveles mucho… buenas noches- me despido dándole un beso en la mejilla aunque la siento un poco incomoda. Busco con la mirada el retrato del que nos habló McGonagall, cuando lo encuentro me sorprendo un poco, pues es un mago luchando contra un gran colacuerno húngaro. Es irónico que la especie de un dragón que intento matarme unos años atrás, ahora resguarde mis aposentos de miradas desconocidas.

El mago me sonríe mientras con un escudo de hielo rechaza el aliento de fuego del dragón. Le doy la contraseña y el retrato se abre, dando paso a una habitación vacía. Localizo enfrente de mí la ranura donde entra mi insignia, sigo la instrucciones de la profesora al pie de la letra hasta retirar mi insignia de ahí; por unos segundos no pasa nada, luego de eso una porción de pared se hace a un lado, dejándome ver unas escaleras de caracol iluminadas con antorchas.

Al terminar de subir veo una especia de sala de estar con los colores de la casa, es muy parecida a la sala común solo que pensada solo para unas cuantas personas, cinco a lo mucho. Tiene tres sillones para una, dos y tres personas, estos frente a una chimenea que se encendió apenas puse un pie dentro de la torre, un escritorio con pergaminos y tinta de sobra, y estandartes con el logotipo de la casa. Al final de la sala hay una unas escaleras que suben, pero a la mitad del camino se bifurcan separando los dormitorios, aunque al final de estas un pasillo los une nuevamente.

Me dirijo a la habitación que tiene mi nombre, la cual es la del lado izquierdo. Cuando entro me sorprendo un poco más, es del mismo tamaño que la que compartía con los chicos en la sala común, solo que hay nada más una cama con dosel, un escritorio, un ropero, una estantería para libros y un buró al lado de la cama. Un poco alejado de la cama hay una puerta, que presumo es el baño, me invita a relajar mis músculos con un buen baño.

Antes de empezar con mi sesión de relajación, tarto de acomodar mis cosas lo mejor posible en el lugar, mi ropa y túnicas en el ropero. Los cientos de cartas de mis amigos en el buró, mis libros escolares y los que traje de la mansión Black en la estantería que por ser de origen mágico, puede albergar tantos libros como uno desee; mis pergaminos y tintas junto con mis plumas en el escritorio. Termino empujando con mi pie el baúl debajo de la cama y me dirijo al baño con pijama en mano (si a pijama se le puede llamar un pantalón holgado y una camisa blanca).

Luego de la ducha, y con un cansancio extremo, me adentro de las sabanas de la cama y alcanzo a escuchar a Hermione entrando a la torre. Veo mi reloj de muñeca que marca las 9 de la mañana. Sospechando que son más de las doce decido recostarme y cerrar los ojos, dejando mi varita y lentes en el buró.

Sin los lentes solo ve siluetas distorsionadas. Cierra los ojos y ahí están, esos ojos castaños que lo ven diciéndole cuanto lo aman. En su último suspiro del día se va con Morfeo rogándole a Merlín, que ese nuevo año que inicia sea de total tranquilidad y sin sorpresas.

Es de humanos equivocarse y cometer errores. El suyo fue creer que alguien escucharía sus plegarias.


Hola a todos, espero que esta introducción al fic sea de sea de su agrado. Como verán soy nuevo en esto de los fanfics y les pido que le den una oportunidad a este, no se arrepentirán. También agradecería que se den una vuelta por un one-shot que no hace mucho subí, se llama "Perdóname por amarte". Espero que les guste, al igual que a este que apenas empieza, gracias.