«juro solemnemente que mis intenciones no son buenas»
Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K Rowling y compañía.
N/A: Esta historia no puede ser reproducida de forma total o parcial bajo ningún concepto. Si encuentran este fic u otro cualquiera en otra página avisadme con urgencia. Yo misma me encargaré de ver si es plagio. Mirad en mi perfil que páginas tienen permitido la reproducción.
Capítulos: 1/11.
Advertencias: primera petición del Amigo Invisible: "Siempre he pensado que está pareja es un poco oscura, trágica, sobre todo porque Leta siempre fue más egoísta y esto queda retratado cuando por su culpa expulsan a Newt de Hogwarts; así que me gustaría ver una historia que mostrara un poco esto, los inicios de una relación que no desembocó en nada más que daño y cómo marcó Leta a Newt hasta el punto que lleva su fotografía por sus viajes alrededor del mundo".
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2017" del foro " Hogwarts a través de los años".
Para Patty (Nochedeinvierno13-Friki), esta historia se ha escrito sola, así que
espero, de todo corazón, que te guste, ¡disfruta!
(y no, no he pagado ni un galeón, palabra de slytherin).
terrible & hermosa, por Angelito Bloodsherry.
[leta & newt]
I.
La clase de Cuidados de Criaturas Mágicas era aburrida. Cuando Leta decidió tomarla, había esperado encontrarse con algo mucho más interesante, no con ese muermo de profesor que tenía la fea costumbre de iniciar sus clases y terminarlas de la misma forma: dando teoría. Que sí, que a ella le encantaba la historia que había detrás de cada criatura mágica y era de las que creía que no se podía hacer ningún movimiento, si no sabías los pros y los contras, pero lo que más le gustaba, lo que hacía que su corazón latiera con fuerza, lo que había hecho que esa asignatura fuese lo más maravilloso que podía ocurrirle ese año, era el contacto con dichas criaturas, poder trabajar con ellas, investigarlas y experimentar. Eso la hacía sentirse bien consigo misma.
Leta Lestrange era una chica peculiar, de eso no cabía duda. No encajaba en la sociedad asfixiante donde había crecido y se veía obligada a permanecer, era alguien diferente, pero no en el buen sentido, sino en el peor. No sabía hacerse querer, tampoco respetar. No le importaba en absoluto, eso es cierto, pero eso no hacía más fácil sobrevivir, mantenerse de una pieza y no romperse ante las malas miradas, los comentarios mordaces o saber que su familia se sentía decepcionada y no dudaba en decírselo cada vez que tenían la oportunidad.
Que no te importe, no quiere decir que no te afecte. Por eso su interés por las criaturas, porque forman parte del núcleo mágico de la naturaleza como los magos, pero recibían el mismo trato que gente como ella; eran despreciados, apartados, pero nunca dudaban en utilizarlos cuando fuese necesario. Es lo que ocurría con Leta, a su tía no le temblaba la mano cuando la trataba como un objeto decorativo en las fiestas de la alta sociedad y como una mancha en el árbol sagrado de los Lestrange, la mayor parte de las veces.
Casi siempre.
El hecho de que Leta se sintiera identificada con las criaturas mágicas, hizo mucho más fácil que su interés por ellas se fortaleciera con el paso del tiempo. Ya no veía en ellas un refugio, sino el medio para alcanzar la grandeza. Leta no quería ser reconocida por el apellido Lestrange o por su pureza de sangre, sino por sus propios méritos, por su inteligencia y por su astucia. Y para ello no solo necesitaba esa asignatura, sino a alguien que pudiera ayudarla sin pedir nada a cambio, a alguien a quien manipular a su antojo y le facilitara el ascenso.
¿Pero quién? ¿Quién de todos esos idiotas podría servirle? Llevaban un par de semanas de clases y Leta todavía no había dado con nadie que mereciera la pena. Tal vez porque necesitaba la persona perfecta y no existía o porque estaba tan acostumbrada a no depender de nadie, a estar sola y a hacer las cosas por sí misma, que era imposible que se fijara en alguien y ver algo más que un puñado de niños.
Ese día no era una excepción, Leta compartía esa clase con los alumnos de Hufflepuff, al principio no había prestado atención a sus compañeros, ¿de qué le iba a servir un tejón, si eran demasiado nobles, honestos y cobardes para lo que ella quería? Pero ahora que, después de haber observado a los de las otras casas y otros años arriesgándose a ser castigada y a perder el ritmo en las demás asignaturas, sabía que no había nadie a su altura, no le quedaba más remedio que o bien buscar entre lo medianamente aceptable, si es que alguien de sexto o séptimo sería asequible, o hacer de tripas corazón y observar a los hufflepuff.
¿Qué era lo peor que podía pasar?
Leta se dispuso a prestar atención. El profesor estaba repasando los niveles de peligrosidad que existían en el Ministerio Británico y los criterios que se utilizaban para clasificar a las criaturas.
—¿Sabéis lo que es? —extrajo de una caja un animal de pelaje oscuro casi negro, parecía una bola de pelo, Leta no tardó mucho en identificarlo. Y casi le sorprendió que fuera tan sumiso, ¿había usado algo para tranquilizarlo?
Uno de los Slytherins levantó la mano.
—Es un escarbato, profesor.
—Exacto, cinco puntos.
El chico sonrió con suficiencia, Leta puso los ojos en blanco. La clase siguió al mismo ritmo, el profesor hacía preguntas sobre el escarbato, que resultó ser una cría -eso explicaba por qué estaba tan tranquila y no había escapado en busca de cosas brillantes- y los alumnos se peleaban para responder y así ganar más puntos. Era patético e inútil.
¿No había nadie que tuviera un interés real por la asignatura?
El profesor sostuvo el escarbato de tal forma que todos pudieran ver su rostro. Algunos alumnos, especialmente las chicas de Hufflepuff, se acercaron para poder verlo mejor e, incluso, tocarlo.
—¿Cómo está clasificado en el Ministerio? ¿Es considerado peligroso o no?
No era peligroso, todos parecían estar de acuerdo, pero nadie sabía la respuesta a la primera pregunta. Y, hasta un cierto punto, era natural. Eran alumnos de tercero, novatos, la clasificación de especies se daba en los ÉXTASIS.
Leta observó a sus compañeros con curiosidad sabiendo de antemano que allí no había nadie que estuviera a su altura o que pudiera serle útil, pero manteniendo la esperanza de estar equivocada.
—Se le considera una bestia, profesor. Clasificación XXX, si no recuerdo mal.
—Correcto, quince puntos para Hufflepuff, joven ¿Scamander?
—Sí, profesor.
El chico agachó la cabeza ligeramente avergonzado. Leta no estaba del todo segura porque los rizos rubios cubrieron su rostro antes de que tuviera oportunidad de verlo correctamente. Se apartó lo suficiente para poder observar al chico Scamander. Estaba oculto entre un grupo de tejones, era bajito y tenía más pelo que cabeza. El uniforme le quedaba grande, como si fuese heredado. Tal vez lo era.
Era interesante, sí.
No sabía si tanto como para merecerse su compañía, pero bastante como para mantener un ojo en él. Quien sabe, quizá Newton Scamander -como descubrió después que se llamaba- era la persona adecuada después de todo.
continuará...
