Historia publicada el 20 de julio de 2009 con el título "Con tu regreso" por el pseudónimo Hinata_Uzumaki e . e s, antes de que se cayera la página.
Aviso legal: Los personajes y derechos legales pertenecen tanto a Masashi Kishimoto, como a la editorial Shūeisha y la cadena televisiva Tokyo TV (y derivados).
Advertencia: Posibilidad mínima de spoilers
Sufre conmigo
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Preludio
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Una fuerte ráfaga de viento helado le golpeó por uno de sus flancos, pero no había manera de que se girara para observar, ella tenía demasiado de qué hacerse cargo y no tenía tiempo para detenerse a contemplar la escena.
Inhaló profundo, de manera controlada, y el olor a sangre causó una extraña sensación de familiaridad que le provocó un escalofrío. Su cabello volvió a caer sobre sus hombros y espalda, y el sonido de metales afilados chocando unos con otros, el de golpes siendo atestados, además de los diferentes gritos que había en su entorno, volvieron a colmarle los oídos.
A donde quiera que mirara solo encontraría sangre, cuerpos desmembrados, heridos, destellos de luz, ráfagas de viento, tierra levantándose desde lo más profundo del suelo; gente luchando. Incluso ella lo hacía.
Esquivó un ataque, que de haberla golpeado le habría provocado una grave herida en la cabeza y respondió con una palma extendida, que lanzó una onda de chakra… pero estaba agotada, herida y rodeada… la situación no le favorecía: uno contra tres.
Tardó un segundo en dirigir el chakra a su palma y eso fue suficiente para recibir un golpe en el abdomen. Escupió su aliento sin remedio y voló por los aires hasta impactar de espalda contra una roca. Jalando fuertes bocanadas, resbaló hasta llegar al suelo y recargó la cabeza aliviada al notar que se encontraba lejos de su enemigo; se dio un momento para cerrar los ojos a causa del fuerte dolor de espalda. El sabor metálico en la boca no la tranquilizó y darse cuenta que apenas y podía arrastrarse por el suelo le hizo perder toda esperanza de salir victoriosa de aquel encuentro.
—Sal de ahí, no me hagas ir por ti… —pidió la voz burlona del Zetsu blanco.
Contuvo la respiración y activó el Byakugan.
Su enemigo se encontraba a metros de ella y avanzaba despacio. Una mano cayó de su cuello al darse cuenta que el comunicador podría delatarla, y se arrastró hasta salir de aquellas rocas. Una vez se sintió lo suficientemente segura, se sentó entre otro cúmulo de rocas, decidiendo si lo mejor sería atender su herida; sabía lo suficiente de ninjutsu médico, pero no tenía el chakra necesario para enfrentarse a su oponente después.
Su mano brilló en su costado y el dolor disminuyó lo suficiente para poder volver a levantarse.
—¡Te encontré!
Sus ojo se encontraron con los amarillos y su mano lanzó un kunai con un sello explosivo, que cumplió con su objetivo. Aterrizó en el suelo y miró la nube de humo que se disipaba, una diminuta sonrisa comenzaba a dibujarse en sus labios, cuando escuchó un grito conocido.
Hombres blancos se amontonaban como hormigas alrededor de su hermana y observó, con horror, como uno más corría en dirección a la menor, empuñando dos katanas.
Corrió, sin importarle el cansancio, sus heridas y sus agotadas reservas de chakra; estiraba sus piernas, pero sentía que no avanzaba lo suficiente. Juntó el chakra que le quedaba en una de sus palmas y lanzó una fuerte ráfaga de viento que lanzó a varios hombres blancos lejos de ahí. Dos de ellos se dirigieron entonces hacia ella y esquivó un par de golpes, al tiempo que preparaba su puño suave: dieciséis golpes.
Observó al hombre blanco caer al suelo, al tiempo que las venas alrededor de sus ojos se desvanecían, y al levantar la mirada, la sangre se le heló: Hanabi se arrodillaba, aparentemente semiconsciente.
—¡Hanabi!
Corrió hacia ella, en cámara lenta, mientras las katanas se extendían a los costados junto con los brazos del hombre. Los sonidos dejaron de llegarle a los oídos, su chakra ya no era suficiente para defenderla… si había gritado o no, no lo sabría nunca. Vio las largas láminas detenerse, antes de comenzar a bajar.
No iba a permitirlo.
Se deslizó por el suelo hasta llegar a donde estaba el hombre blanco y el aire se le escapó, una vez más, al sentir las largas láminas atravesarla, entrando justo por sus costillas y saliéndole por la espalda baja. Inmóvil, degustó su propia sangre, pero esta vez con más intensidad.
Una tos débil la ayudó a distraer al hombre; se llevó una mano al bolsillo y sintió su último sello explosivo.
—Mmm… se mueren muy rápido, que pérdida de tiempo.
Las cuchillas salieron de su interior, rasgando más su cuerpo, obligándola a gritar a pesar de no tener fuerza. Cayó pesadamente al suelo y juntó chakra en su palma, con sus últimas fuerzas lanzó una ráfaga de viento al hombre blanco, que cayó a unos metros de ella y explotó después de unos segundos.
Dejó caer la mano, la consciencia se escapaba al ritmo de su sangre. Sus ojos estaban clavados en su hermana menor… habría suspirado aliviada.
Antes de perder el dominio de sí misma, arrastró la mano por el suelo y presionó el botón en el comunicador. Escuchó interferencia y luego ruidos de batalla, seguidos de una voz alerta que pronunciaba su nombre.
—Hanabi está a cuatro metros…del punto, necesita un doctor.
—Bien —escuchó que le contestaban.
Levantó la mirada y observó el cielo, salpicado de estrellas. Sonrió un poco… esa muerte no sería una vergüenza para el clan y Hanabi podría ser la cabeza del clan sin ningún inconveniente, estaba segura que los enorgullecería a todos. Cerró los ojos, cansada.
—¿Hinata…?
Abrió apenas los ojos, encontrándose con el rostro de Hanabi, el cabello corto y despeinado no pudo distraerla de la mancha de sangre escurría de sus labios. Se encontraba a salvo, completa, sin ninguna herida que amenazara su vida.
Observó a Shino aparecer y alejar a la menor de ella, que se resistía… pronunciaba algo, pero no la escuchaba. Desvió la mirada hacia la segunda figura, que pudo reconocer una vez se arrodilló frente a ella y le tomó la mano y le acarició la cabeza.
—…-o va a estar bien…
—K-Kiba…—musitó, con un susurro ronco en lugar de voz. —Sella… me…
—¡Cállate! Tu no va-… ¡Vas a estar bien! —su voz se escuchaba lejana. —¡Mírame, Hinata! ¡No me dejes, mírame a los ojos!
El frío, el silencio y la oscuridad la envolvieron por completo.
Nada.
Estaba muerta.
Se levantó de golpe y se recorrió el torso con las manos. Su respiración estaba agitada y el corazón le latía tan fuerte que dolía. Contuvo el aliento y lo soltó en un suspiro al asegurarse de estar a salvo, en su cama, sin heridas.
Se dejó caer sobre el colchón y observó el techo… solo un mal sueño.
—… el mismo —murmuró, cerrando los ojos.
El sonido de la puerta abrirse la obligó a abrir los ojos y sentarse; la luz del pasillo le pegó en los ojos y cubrió su rostro con su mano. Ahí, en la puerta, había dos siluetas... sus padres entraban por tercera vez consecutiva en la semana a su habitación, después de escucharla gritar por culpa de aquella pesadilla.
—¿De nuevo? —preguntó su madre.
Asintió y se dejó abrazar, sentía la mano suave de su madre acariciarle la espalda y la de su padre la cabeza. Se aferró a su madre y hundió el rostro en su cuello, odiaba esa pesadilla.
—Solo fue un mal suelo, amor…
—Si, princesa, solo una pesadilla, nada de eso es cierto, tranquila…
¿Qué les pareció?
Se aceptan dudas, sugerencias, críticas constructivas... en fin.
Nota añadida con la edición:
Sé cuánto gusta el SasuSaku, y aunque esta pareja es muy bien recibida, según lo que he visto en mis años acá, seguiré pidiendo un poco de comprensión, si la pareja no es de su agrado, no tienen que leer (:
PD: Hace mucho que no leía esto, ahora hay cosas que me parecen out of character y no sé qué haré c:
PD2: La tonta Texas no sabía que Hanabi se quedó en casa durante la guerra y que Neji moriría, así qué c: Neji está vivo y Hanabi fue a la guerra c:
Publicación original: 09 de agosto del año 2011
Edición Publicada: 1° de abril de 2019
