Capítulo 1
- Si no hubieras sido policía... Ahora serías abogada, ¿no? -Castle jugaba con una pequeña pelota. Estaba sentado junto a Beckett en su escritorio. Era de noche y apuraban, bueno, Beckett apuraba las últimas horas del día.
- Sí... -Beckett levantó la vista del papeleo que estaba haciendo- ¿Por qué?
- Bueno... -se giró hacia ella, con una sonrisa- Si yo no hubiera sido escritor, también hubiera acabado de abogado.
- Oh, espera -se reclinó sobre la silla- No empieces.
- ¿Qué?
- Vas a empezar a imaginártelo. Tú y yo, como abogados.
- A lo mejor ya he empezado...
- No quiero oirlo -volvió a lo que estaba haciendo. Notaba los ojos de Castle clavados sobre ella. Luego la pelotita apareció entre los papeles- No.
- Kate Beckett.. No, mejor empezar con Katherine Beckett, sí -se aclaró la voz- Katherine Beckett, abogada de Nueva York. Uno setenta y cinco de estatura, enfundada
en unos ajustados pantalones negros, camisa blanca, dejando claro que su sujetador...
- ¡Castle!
- ¿Qué? Solo estoy poniendo en escena al personaje.
- Estás fantaseando conmigo.
- Eso ya lo hago sin necesidad de imaginarte como abagada.
-¿Debería sentirme halagada?
- Está bien -se levantó- Sé que te quedas con las ganas.
- Hasta mañana, Castle -levantó una mano, despidiéndose de él.
- No hay un mañana para la abogada Beckett, hay un juicio final -rió malevolamente. Beckett le lanzó la pelota de goma.
- Eso te pega, te imaginaré lanzando pelotitas al resto de letrados...-salió de allí con una sonrisa y la mente imaginando un mundo paralelo...
***
Nueva York tenía una estraña manera de despertar y era que nunca despertaba porque la ciudad nunca dormía. Ella acababa de salir a la calle, vestida con un shorts para correr, un top negro y unas zapatillas deportivas. No podía faltar el iPod. Se puso los cascos y Rip It Up de Jet comenzó a sonar a todo volumen. Cruzó la calle y ya estaba en Central Park. No podía quejarse de vivir en una de las mejores zonas de Manhattan. Entró en el parque y comenzó a correr a buen ritmo desde el primer momento. Le encantaba esa sensación: buena música por la mañana, deporte y el aire que se respiraba en Central Park a esas horas. En su camino se cruzó con varios corredores y dos de ellos no dudaron en echar la vista atrás para volver a mirarla. Tenía un buen cuerpo y era guapa, armas que utilizaba también para llevar a cabo su trabajo.
Una hora más tarde volvía a su apartamento donde se encontró con su pareja ya despierta en medio de la cocina, haciendo el desayuno.
- Mmmm, has preparado zumo -se acercó a él, poniéndose de puntillas para darle un breve beso.
- ¿Qué tal la carrera?
- Perfecta -se bebió el zumo de un solo trago- Voy a prepararme, hoy empieza el juicio contra el señor McKeyn.
Se tomó su tiempo, tan solo vivía a unas calles del buffet de abogados donde trabajaba. Cuando estuvo lista, vestida con un traje negro, una blusa verde esmeralda que le sentaba de maravilla, y la melena suelta con ligeras ondulaciones, salió directa a trabajar.
- Buenos días, jefa -saludó una atractiva mujer morena.- Tienes una hora y media antes de que empiece el juicio.
- Buenos días Lanie -cogió los archivos que su amiga y secretaria personal le tendió.- ¿Ha llegado ya Esposito?
- Sí, está en tu despacho ultimando algunos apuntes del caso... -ella sabía que Lanie había llegado con Esposito aquella mañana. No escondían su relación pero querían llevarla fuera del trabajo. Era un buffet pequeño pero era uno de los mejores de la ciudad.
- ¿Y mis padres? -miró hacía una puerta que estaba cerrada.
- Al parecer su caso se ha complicado un poco y lo están discutiendo -Lanie se sentó en su mesa, que estaba frente al despacho de...
- Beckett -Espósito salió del despacho.- Tienes una llamada.
- ¿A estás horas? -miró su reloj.- Dile que espere, tengo que...
- Es Alex -Beckett levantó la vista al techo sabiendo de quién se trataba.
- Ese hombre no te deja en paz, nena -Lanie dijo eso de manera desinteresada pero con intención.
- Preparar todo, nos vamos en cuanto acabe de hablar con él.
Fue hacia su despacho, cerró la puerta. Se sentó en su cómodo sillón de cuero marrón y cogió el teléfono.
- ¿Ahora te haces llamar Alex? -fue lo primero que dijo.
- Bueno... tú puedes llamarme como quieras -Beckett sabía que él estaba sonriendo.
- ¿Qué quieres?
- ¿Te levantas siempre con ese humor? -él quería jugar. Pero ella solo deseaba acabar cuanto antes.
- ¿Siempre tratas así a los otros abogados?
- ¿Y tú eres tan fría con los hombres?
- Venga ya, te voy a colgar...
- Vale, vale -río.- Solo quería saber si te unes a la apuesta...
- ¿Apuesta? -Beckett no entedía nada.
- Ui... ¿no te ha dicho nada Javi? Cien dólares para quién gane este juicio -su voz tenía ese tono divertido y juguetón.
- ¿Así te tomas la justicia? ¿Con dinero de por medio? -estaba poniéndose furiosa.- Déjame que le diga una cosa, señor Rodgers, mi trabajo es descubrir la verdad y si esa verdad me lleva a sacarte cien dólares y destruir tu estúpido ego, trato hecho -y le colgó.
