© Masashi Kishimoto

Púrpura et Noir

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Prólogo

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—¡¿Qué fue lo que hiciste, Hiashi?!

La dura voz de su madre alarmó inmediatamente a Hinata, que se encontraba en su habitación terminando de redactar el ensayo final de su semestre escolar. Dejó de teclear su laptop y giró la mirada a la puerta de su habitación. Se quedó quieta, escuchando el cuchicheo de sus padres y después el silencio. Estaba extrañada, pues jamás había escuchado reñir a sus progenitores. Se puso de pie y no muy segura, salió de la habitación. Su hermana menor también acababa de salir de su recámara. Ambas se miraron sin entender qué pasaba.

—¿Están discutiendo? —preguntó Hanabi.

—No lo sé.

De pronto, un sonido duro se escuchó en la habitación contigua, como si un objeto pesado hubiera caído al suelo. Las hermanas se observaron preocupadamente. Segundos después, se escuchó que azotaron la puerta del closet. Hubo un breve silencio, y entonces Yanka Huyga abrió la puerta, con una expresión de seriedad profunda. Cuando vio a sus hijas una al lado de la otra, pareció turbada.

—Niñas, ¿qué hacen aquí? Regresen a sus habitaciones, por favor.

—¿Pasa algo, mamá? —cuestionó Hinata.

—No, no… —Yanka se quedó pensativa, como si no estuviera segura de qué decir—. Tu padre está apurado, debe tomar un avión.

—¿Nos podemos despedir de papá? —cuestionó Hanabi con voz tierna.

—No creo que sea conveniente distraerlo ahora. Lo verán después —La expresión sorpresiva de sus hijas le hizo saber a Yanka que estaba actuando raro—. Todo está bien. Vuelvan a la cama.

Ambas la obedecieron, aunque no pudieron estar tranquilas. Hinata se sentó nuevamente frente a su escritorio, tratando de imaginar a qué se debía esa actitud extraña de su madre. Generalmente Yanka era tranquila y cálida, rara vez se le miraba estresada. Esta vez era todo lo opuesto. Hinata sentía un mal presentimiento, aunque ella intentara simular que todo era normal. Desafortunadamente, no pudo resolver nada esa noche.

Sin embargo, a la mañana siguiente, cuando Hinata bajó a la cocina, ya vestida para ir a la escuela, escuchó una conversación telefónica de su madre que la dejó helada.

—Esto está mal, está muy mal. Si lo que ellos dicen es verdad, Hiashi irá a la cárcel, y ellos lo hundirán para que no salga jamás de ahí. No tienes idea del poder que tienen en sus manos. Nos asesinarían a todos si se les diera antojo, y nadie los encontraría culpables de su crimen.


He vuelto con algo que inicié hace meses, que creí que no continuaría pero que decidí que sí lo haría. Gracias por leerme y darle la oportunidad a este fic, que tendrá tintes de darkfic, pronto ya verán por qué.

Un abrazo

Lux