Pilar
Disclaimer: Naruto no me pertece.
Capítulo único, para Umeki Uchiha Nara, que cumple finalmente sus quince pequeños hermosos y dulce años.
Yoshino ha pasado muchas cosas a lo largo de su vida, tanto como kunoichi como civil. Ha pasado las peores batallas hasta las misiones es más fútiles. Y a su edad, podía decir que había hecho las cosas bastante bien.
Había sido tan útil como pudo para su aldea en sus mejores años, luego, se enamoro y caso muy joven. Cuando supo que estaba embarazada, y siendo ella huérfana de madre, abandono su carrera ninja y se dedico a su familia.
Pero cada vez que Yoshino veía a su esposo y a su hijo ir a la guerra sentía la ansiedad de tomar las armas e ir con ellos. Pero con el pasar del tiempo, con los recuerdos acumulados y la experiencia de una vida vivida, se concientiza sobre qué es lo mejor. Esperarlos.
Yoshino les ha procurado un hogar donde volver y una cena deliciosa para llenar sus vacios con cada regreso. Ella se ha convertido en el pilar más fuerte de la familia Nara. Es ella quien acaricia el pelo de su esposo y le murmura suavemente "No fue tu culpa, Shikaku. No eres un Dios, eres un humano y puedes fallar." Es la misma quien que lo obliga a levantarse cada mañana y no lo deja decaer. Yoshino es exigente, en especial consigo misma.
Es ella quien saca a su hijo de la cama a jirones, quien le manda a hacer de todo, y quien le ha enseñado a no rendirse nunca. Porque su madre tiene a dos hombres encima que cuidar, una casa que mantener y una carga emocional con la que lidiar que pocos resistirían.
Cada vez que ellos se iban, los despedía con una amenaza y una sonrisa. Luego llegaba a su casa y cuando las lágrimas se acumulaban comenzaba a realizar los quehaceres. Ella no era una ninja, pero era una madre y esposa. Y era duro.
Pero ella era la encargada de crear un hogar y mantenerlo, de mantenerse a sí misma en una pieza, porque si ella se desarma todo se haría añicos.
Así que llora, enjuga sus lágrimas, prepara una deliciosa cena y se prepara para sonreír cuando ellos regresen y decir, con voz firme y autoritaria:
"— Ya era hora de que volvieran, par de perezosos."
Y sonríe verdaderamente, porque un pilar sin nada que sostener, no es nada.
