Disclaimer: Todo lo reconocible de Harry Potter es propiedad de J.K Rowling.
Vale, que quizás hoy en la tarde me arrepienta por haber subido este fic antes de tiempo. Pero siendo que son las seis de la mañana y no he dormido una pizca, me excusaré culpando al sueño y diciendo que he pasado casi todo mi insomnio trascribiendo el fic de a mano a computadora, aunque aún me falta un buen.
Rápidamente os cuento que este fic fue uno de los primeros que escribí, después de "Por obligación..." cuando andaba muy cabreada porque todos los Drastoria que encontraban, involucraban un Dramione, ya fuera el amor sacrificado de Draco que terminaba con Astoria por obligación o la absurda idea de que Astoria era una loca maniática peor que Pansy y Draco huía literalmente, para estar con Hermione.
Así que esto no es un Dramione, más bien es un Drastoria y fugazmente un Ronmione.
No estoy muy segura de muchas cosas y mi cerebro necesita o descansar o cafeína para pensar, pero mientras tanto, les dejo el primer capitulo y espero que les guste, disfruten ^^
Inevitable
1.- Problemas y una serpiente
La guerra había terminado ya hace tres años y con un sin fin de infortunios eventos habían terminado juntos. Sí, él y ella habían terminado juntos después de la guerra. Quizás porque era un cliché que el apuesto villano reformado terminara con la chica linda del lado bueno. Él, Draco Malfoy, con ella, Hermione Granger. La leona había abogado por él, usando todo su conocimiento de leyes mágicas para que el rubio no terminara en la clase, claro que al principio solo era porque Harry lo creía correcto y ella también, pero luego se volvió algo personal. Todos los días mirándolo, hablando con él para ayudarlo, visitándolo en Azkavan, simplemente había sido inevitable que terminara enredada con él. Él de la misma forma se acostumbró demasiado a su compañía, día a día y aun cuando ya había salido de ahí no podía dejar de pensar en ella y así comenzó toda una odisea.
Lo primero que hicieron, cuando ya estuvieron juntos, fue ir a recuperar a los padres de la chica. Porque, por supuesto, un novio sin suegros no era novio. Draco la ayudó mucho, con el mismo entusiasmo con el que ella lo había ayudado a no terminar a Azkavan, ni a él ni a su padre. Aunque todo eso no pareció ayudar mucho cuando los chicos quisieron formalizar, pues sus padres no parecían aceptar del todo o mejor dicho no parecían aceptar nada.
Él representaba todo lo contrario a ella, el villano arrepentido de sangre limpia que había crecido con ideales arraigados a pesar de la guerra y ella era la heroína orgullosa nacida de muggles y con mente muy abierta.
La primera vez que sus padres se toparon, todo fue un desastre. Desde el momento en el que Lucius llamó "sangre sucia" a Hermione, pasando por el gesto de asco de Narcissa y que la madre de Hermione comentara algo de la limpieza, hasta que el padre de la chica llamó a Lucius: "Pedante egocéntrico mal educado."
Sin duda alguna no fue fácil y aunque hubo cosas que jamás pudieron pulir, su noviazgo continuó hasta que decidieron mudarse a vivir juntos en un apartamento del Londres no-mágico. ¿Por qué al Londres no-mágico? Porque Hermione había decidido estudiar en la Universidad Imperial, al mismo tiempo que trabajaba medio tiempo en el Ministerio de Magia.
Quizás fue ahí donde comenzaron los problemas, porque eso de usar un teléfono en lugar de lechuzas, que la escoba fuera para limpiar y no para volar, usar electricidad en vez de velas... ¡Tener que cocinar! ¡Hacer café! ¡Y sin magia! Eso no era para Draco.
—¡No soporto más! —vociferó el rubio, tirando la cafetera al suelo.
Él no estaba acostumbrado a eso, porque una cosa podía ser vivir sin elfos domésticos, porque su novia no lo aprobaba, una cosa era no poder darse lujos porque su padre no lo dejaba sacar dinero de la bóveda Malfoy, incluso, una cosa era tener que convivir con Muggles a diario, pero no usar magia era algo muy diferente.
—¡Recoge eso, Malfoy! —le regañó Hermione, molesta al ser esa la tercera mañana que el rubio temperamental rompía algún electrodoméstico.
—Por supuesto, mi amor —respondió Draco y sacó su varita para reparar la cochinada muggle que acaba de romper, pero ella lo impidió.
—¡Así no! —volvió a regalarlo la castaña, arrugando el entrecejo.
—¿Por qué no? ¡Ni que se fueran a dar cuenta! —le recriminó el rubio, manteniendo su varita firme.
—Sabes que si haces magia interfieres con los aparatos electrónicos. ¿Que nunca leíste la historia de Hogwarts? —bufó la muchacha, agachándose a recoger los pedazos de lo que había sido una hermosa cafetera.
—¡No, claro que no! ¿Para que demonios querría yo leer la historia de Hogwarts? —contestó el rubio, poniendo los ojos en blanco. Amaba que su novia fuera inteligente, pero en ocasiones lo exasperaba.
—En Hogwarts no funcionan las cosas electrónicas porque hay demasiada magia en el ambiente y si comenzamos a usar magia aquí los vecinos tendrán problemas con sus cosas —dijo dándose aires de sabelotodo, eso hizo molestar más a Draco.
—Perfecto, quedate aquí con tus muggles —bramó molesto, pasando de largo hasta la puerta y saliendo sin nada más encima que su varita. Azotó la puerta al salir, ignorando el grito de furia de su novia.
La verdad es que estaba cansado de aquello, simplemente no era vida para él. No negaría jamas que los primeros días habían sido maravillosos, estaban juntos y Hermione hacía todo para él, pero desde que las clases de la Universidad había comenzado, la chica estaba demasiado ocupada entre deberes y cosas que hacer en el Ministerio de Magia, como la organización P.E.D.D.O. O esa cosa del estúpido de Arthur Weasley sobre los derechos de los muggles. Desde que Hermione se mostraba más independiente, todo había cambiado y eso no le gustaba.
Llegó a la calle y comenzó a caminar sin rumbo, apenas llevaban dos meses ahí y lo más que había hecho de magia era aparecerse, pero solamente porque no era capaz de conducir uno de esos aparatos muggles. Se sentía un verdadero inútil, no solo por estar limitado, si no porque no tenía trabajo y dependía meramente de lo que Hermione ganaba. Era ridículo, pero le molestaba que ella fuera tan auto-suficiente. Ella era lista, tenía un puesto en el ministerio, estudiaba y podía vivir sin magia, pero él no y si era honesto consigo mismo, él quería para que fuera su mujer a una chica que no le robara el papel de fuerte en la relación, una chica que necesitara de él y lo admirara. Draco Malfoy necesitaba una mujer más suave y menos independiente que Hermione, aunque fuera difícil admitirlo.
Tan perdido estaba en sus pensamientos que no notó que una chica caminaba detrás de él, de forma curiosa, como si de una fanática siguiendo a una estrella de cine se tratara. Era una chica joven, tendría apenas dieciocho o diecinueve años, con grandes ojos verdes, pequeña nariz de botón que le daba un toque aniñado y una larga cabellera caoba. Lucía curiosa y siguió a Draco por varios bloques hasta que el rubio se sentó en una banca de un parque, donde unos niños juguaban.
—Hola —saludó la chica con una sonrisa y parándose frente a él.
El aludido la miró con indiferencia y bufó, no estaba para niñas tonta, mucho menos cuando esas chicas tonta parecían sacadas de un entrenamiento de porristas: tenis, pantalón de deporte muy amplio, una blusa exageradamente pegada al cuerpo y un bolso o mochila tan grande que parecía que no podía con él. ¡Oh, sí! Draco reconocía a esa clase de niñas tontas, ya había tenido malas experiencias con un grupo de esas chicas cuando había acompañado a Hermione a inscribirse a la Universidad.
Recordaba claramente ese día y como había molestado a su novia por ese afán suyo de estudiar, pero la suerte se le volteó cuando un grupo de porrista que lo habían acosado a morir. Fue entonces que la castaña se comenzó a reír de él, cuando lo observó corriendo por el campus del lugar para no ser atrapado. Cuando por fin lo rescató, la leona le explicó lo que eran "las porristas", dijo expresamente que eran como las Veelas del equipo de Bulgaria: Chicas muy bellas que animaban a los equipos muggles con bailes, pero que eran descerebradas y si se lo proponían, podían ser tan peligrosas como las arpías.
La chica ignoró el bufido de Draco y aún así se sentó a su lado, dejando la mochila en el suelo.
—¿No me reconoces, verdad? —preguntó la castaña de ojos verdes.
—¿Debería? —cuestionó Draco, enarcando una ceja y volteando a ver a la chica. La observó y lo primero que cruzó por su mente lo alarmó, ¿qué tal que era una de esas porristas que lo habían acosado hace poco más de dos meses? ¡Merlín!
—¿De verdad no te acuerdas de mí? —volvió a insistir ella y él arrugó el entrecejo, visiblemente irritado.— Astoria Greengrass —confesó ella, algo divertida.— Hermana menor de Daphne Greengrass. Slytherin y clase de 1993... —siguió diciendo la chica.
—Ya sé quien eres —la cortó, con visible asombro.— ¿Pero que hacés aquí? —interrogó él, enarcando los cejas. Ella le sonrió y se encogió de hombros.
Criticas, reclamos, sugerencias, peticiones y todo lo que se pueda expresar atravez de letras es muy bien recibido.
Me voy a envenenar con cafeína porque me comprometí a no me acuerdo que cosa y como en eso de tres horas vienen por mí, así que: Cambio y fuera.
¡Un beso grandote por leer y no duden en decirme lo que opinan! ^^
