Algún lugar del este de estados unidos. 1919
La muchacha empezó a abrir lentamente sus nuevos ojos. El dolor que había experimentado había desaparecido, pero eso no tenía importancia, porque ella no era consciente de muchas cosas. Había estado encerrada mucho tiempo en esos cuartos oscuros. Los olores entraban con gran fuerza por su agudo sentido del olfato... Para la joven ese era su primer día en el mundo.
Cada cosa tenía una consistencia real, brillante… el Sol estaba escondido tras los árboles del bosque y a lo lejos escuchaba el sonido de un río. Brush Brush… esa era el agua que mojaba suavemente el pasto. Fue entonces cuando respiré por primera vez y los olores eran tantos, tan nuevos… tan desconocidos que representaban una amenaza. Rápidamente todo en mí se tensó preparándose para atacar… era el instinto. Pero velozmente el prado-bosque, el sonido del río desaparecieron de mi campo de visión… incluso los olores se atenuaron. Y viví otra realidad.
Allí había alguien, no comprendí que era lo que decía… porque en ese momento no sabía más que unas cuantas palabras… da risa pero es cierto. Tenía un vago recuerdo de los vocablos. Intenté recordar pero nada acudió a mi mente. Así que preste mi sentido de la vista para la persona que estaba casi enfrente de mí.
Su cabello era de color miel, alto y musculoso. Sus ojos eran color borgoña. Se veía indestructible y poderoso y parecía buscar algo. Miraba a todas direcciones y nada, seguía sin encontrar lo que esperaba. Cada momento sus ojos se transformaban. Más y más oscuros. Tenía una cara divina, con todos sus rasgos perfectos, a pesar de las cicatrices que tenía cerca de su ojo izquierdo Fue entonces cuando habló… con una voz dura, redonda y profunda. Dijo algo… y alguien más apareció a lo lejos… baja y delgada con un cabello negro como la tinta y una sonrisa divertida en los labios.
—Jasper… ¿Me buscabas?
Y todo desapareció de nuevo y regresé al plomizo bosquecillo. En mi cerebro se encendió una luz y comprendí el significado de los vocablos que había escuchado. Era como si toda mi vida hubiera conocido las palabras. Y entonces usé mi nueva voz de manera inconsciente repitiendo ese nombre.
—Jasper…
Sonaba genial. Sonaba casi dulce. Por unos segundos me asuste con el agudo sonido que salió de mi garganta pero me acostumbre mientras repetía "Jasper… Jasper… Jasper"… Y luego pronuncié casi sin darme cuenta otro nombre "Alice". Fue tan natural que adiviné que sería mi nombre.
Me erguí completamente y miré al cielo. Gris. Y respiré profundamente nuevamente y caminé hacia el sonido acuático. Lo producía un pequeño riachuelo. Me asomé dentro de él y descubrí algo realmente asombroso: Ahí, al fondo, se encontraba una muchacha escuálida de una tez increíblemente pálida, con rasgos perfectos e increíblemente hermosos a pesar de la espantosa mirada carmesí que centelleaba en sus ojos. Me asusté terriblemente ante aquella visión quedándome quieta esperando cualquier ataque o agresión, ante mi absoluto terror el ente copió todos mis torpes movimientos con el mismo miedo reflejado en su mirada. Intente moverme lentamente pero el ángel copió mis movimientos, así una y otra vez, por muy lenta que me moviera. Así que decidí tocar al ente y alargué mis manos hasta la refulgente superficie… Fue en ese momento que la imagen se distorsionó y lo que yo había imaginado como una piel suave se disolvió entre mis dedos… corriendo lentamente.
—Claro… — me dije. — Es un espejo…
Era la primera vez que estaba ante un espejo. Me sorprendió conocer la palabra adecuada y su significado. Había cosas que llegaban naturalmente a mi mente.
Bueno, no era realmente un espejo, era mi reflejo en el riachuelo cristalino. Decidí quedarme unos segundos más para admirarme. Y fue cuando los trapos que llevaba encima captaron mi atención: arañados y húmedos, sucios y mugrosos de tierra, hojas… y algo que me provocó una profunda quemazón en la garganta… era alimento. Mi deliciosa comida… Olía a viejo y rancio, de más de tres días atrás… era ya sangre reseca. Gotitas que bajaban por toda mi bata blanca… desde mi cuello al borde. Cómo si alguien se hubiera alejado repentinamente de mí con la boca llena de comida. Toqué mi cuello con mi mano izquierda tratando de encontrar la razón de ese rojo líquido. No había nada de nada… sólo una pequeña masa con forma de media luna. Miré mi muñeca izquierda y me mordí en un acto de completa desesperación. Realmente tenía sed. La rigidez de mi garganta con toda su quemazón aumento de manera instantánea, al par que mi mano comenzaba a escocerme. Claro, yo era venenosa… La picazón no era mucha así que enseguida la olvidé, pero no mi muñeca, en donde también se formó una blanca cicatriz.
Y todo volvió a desaparecer. Lo que veía no era tan claro como cuando observé al rubio desconocido. Ahora distinguía el mismo río pero unos kilómetros más abajo. Era una región de pastizales enormes. Podía verme desde un ángulo superior. Esa era yo y frente a mi hallábase dos desconocidos con mochilas de camping. Me veían con ojos desorbitados, realmente impresionados por mi belleza.
Regresé al río rodeado de altos árboles, miré el sentido de la corriente y me lancé carrera abajo.
