Era la última llamada del vuelo de las 4:30 A.M con destino a Londres, y por fin podía descansar mientras se acomodaba en su asiento, para su desgracia era junto a la ventanilla, (con el miedo que le producían las alturas) para olvidarse un poco del viaje y su miedo a volar, decidió colocarse sus auriculares y con tan solo dar play, podía desentenderse un poco del mundo.
Como es normal, no se dio de cuenta en qué momento se quedó dormida, pero lo que soñaba lo sentía tan real, era como si lo estuviera viviendo; se veía a ella misma en medio de un hermoso jardín de flores, que en el centro lo dividía un pequeño camino de piedras el cual llegaba hasta una gran fuente, el sol era radiante, su luz se reflejaba en el agua dando un pequeño efecto arco iris el cual ella se quedó observando por un instante. No supo en que momento llego él, ni mucho menos de donde salió, pero lo que si supo fue el momento en que tomo de su cintura y la atrajo asía su cuerpo, como queriendo no separarse jamás de ella.
En el reflejo de la fuente tan solo se veía a si misma junto a una silueta algo difuminada, por más que trataba de centrar su vista y ver quien era aquel hombre junto a ella, no lo lograba, tan solo veía su cabello castaño recogido en una coleta, su pálida piel que mostraba algo de cansancio, (de seguro por sus arduas horas de trabajo) y sus finos labios que por alguna extraña razón se curvaban e una sonrisa al sentir el contacto de aquel extraño, giro un poco su rostro para encontrar el rostro del hombre junto a ella, pero en cuanto sus grandes ojos castaños estaban a punto de dar con su objetivo, sintió una gran sacudida, como si alguien la hubiese movido de golpe y de pronto abrió sus ojos para encontrarse con un hombre que pasaba un brazo por encima de ella tratando de abrir la pequeña persiana de la ventanilla.
— ¡Los siento!— Se disculpó el hombre en cuanto ella abrió los ojos —Es que, bueno, quería poder ver un poco por entre las nubes— reconoció algo apenado en cuanto la chica le dedico una mirada de desconcierto.
La chica se limitó a negar con su cabeza y dedicándole una pequeña sonrisa a el hombre le propuso algo que él no esperaba —si gustas, podemos cambiar de asiento— La verdad era que ella quería alejarse lo que más pudiera de aquella ventanilla y pudo ver la oportunidad perfecta.
— ¿Es en serio?— Dudo el hombre —Es que bueno, no quiero incomodarte—
—De ninguna manera, antes me harías un favor—confeso la chica empezando a levantarse para intercambiar de asientos con el hombre, fue un momento incomodo teniendo en cuenta que al inicio de los asiento de ellos se encontraba una gran mujer durmiendo que de seguro se enojaría mucho si la despertaban de aquella invernacion que tenía, o bueno sueño, pero con aquellos ronquidos no se podían diferenciar de los de un oso que descansaba todo el invierno.
—Creí que se despertaría— Decía la chica en medio de risas en cuanto se acomodaron
—Aun que te admito que me es un alivio que no haya sido así—Concluyo señalando a la gran mujer que apenas y se movió con el pequeño ajetreo que ellos ocasionaron.
—Tienes razón, no me gustaría un abrazo de oso— Bromeo él un poco —Mi nombre es Ronald Weasley, pero mis amigos me llaman Ron—se presentó en cuanto logro robarle una sonrisa a la chica.
—Hermione Granger— Respondió ella estirando su mano, la cual el engancho con gusto.
—Y dime Hermione, bueno disculpa mi imprudencia, pero ¿estás de regreso a Londres?— La verdad es quería saber si tendría la oportunidad de verla de nuevo.
— ¡Oh! No, es solo un viaje de negocios, en un par de semanas regresare a San Francisco— Respondió ella restando importancia, mientras observaba su reproductor que para su desgracia se había apagado por falta de batería.
—Oh, es una lástima, creí que vivías en Londres, discúlpame, pero pensé que...
— ¿Que era inglesa?—Reía un poco mientras descolgaba sus auriculares en su cuello —Si, lo soy, es solo que desde niña vivo en estados unidos—
Hermione observo su reloj y supo que no llevaban mucho de vuelo y que aún faltaban algunas horas, así que sin problema alguno acepto la cálida conversación que inicio aquel pelirrojo que enserio era gracioso.
—Así que, tu trabajo consiste en… ¿probar videojuegos?—Hablaba Hermione entre risas, enserio no creía que existiera ese tipo de empleos
— ¡Oye! No te burles, que de eso vivo— por un momento la chica silencio, pero al ver la sonrisa que se estaba dibujando en el pelirrojo, no pudo evitar que volviera la suya —y…tu ¿a qué te dedicas?— Pregunto una vez terminaron de reír —Ah…La castaña dudo, no creía prudente decirle a un desconocido a que se dedicaba, por muy agradable que este pareciera — Tengo varios empleos, uno de ellos es relacionado con el arte, y por eso viajo a Londres— Con eso sería suficiente, y al parecer sus pensamientos no fallaron, pues Ron no volvió a preguntar
— ¿Desean algo de beber? — Les ofreció una simpática azafata, que no ocultaba su coquetería asía el pelirrojo quien simplemente sonrió —Gracias pero…saco una pequeña bolsita de su abrigo y completo —Traje maní— Hermione simplemente negó con su mano, dado a entender que así estaba bien, mientras Ron empezaba a llevar un maní tras otro a su boca — ¿Gustas?— ofreció él muy cordial, pero al recibir una negativa por parte de la chica, prosiguió con su alimento mientras la aeromoza se retiraba.
El vuelo llego a su fin y después de ser unos de los últimos en bajar del avión (Gracias a la gran mujer que no quería despertar y permitirles la "huida" como lo denomino Ron) estaban listos para despedirse en el aeropuerto y marchar cada uno a atender sus propios asuntos.
—Bien, ha sido un gusto— Empezó a despedirse él —espero que algún día podamos tomar un café— en ese momento Hermione lo detallo bien, durante el vuelo no lo había hecho, la verdad estaba muy distraída con la amena conversación que sostenían, pero ahora podía detallar sus hermosos ojos azules, que la verdad compasaban muy bien con aquel rostro pecoso, su cabello un poco despeinado, una parte del caía en su frente y aquel gorro que llevaba lo hacía ver muy guapo, la verdad era que el pelirrojo no desmerecía nada
— ¡Claro! no veo ningún problema— finalmente respondió la castaña, haciendo que nuevamente apareciera una sonrisa en el chico, para finalmente con un apretón de manos despedirse y marchar.
¿Qué maldito problema tendría ella con el clima? Cuando su vuelo despego de San Francisco, el cielo empezó a escurrirse, algo que la atemorizo un poco en cuanto despegaron, pero gracias a que se quedó dormida, pudo pasar la tormenta por alto; ahora llegaba a Londres y parecía que las nubes la hubiesen seguido, pues el panorama era totalmente oscuro debido al día gris que azotaba la ciudad.
Estaba en busca de un taxi, pero al parecer no era la única con aquella idea, y por más que tratase de esconderse de las grandes gotas, con un pequeño portafolios que sostenía en sus manos, no pudo evitar que su abrigo empezara a pesarle por el agua que se había acumulado en él, arrastraba un maletín de rueditas tras ella y con los tacones de media aguja que había decidido ponerse esa mañana (sugerencia de su madre) no le era más fácil su andar en medio de tan estruendosa tormenta.
De lejos pudo ver de nuevo al pelirrojo, pero a diferencia de ella parecía que él esperaba su propio trasporte ya que miraba para todas partes como tratando de divisar un auto, el chico también la pudo ver y le empezó a hacer señas, con sus manos le indicaba que fuese hasta donde él se encontraba con un paraguas, Hermione lo dudo, en realidad le daba algo de vergüenza, pues el chico no se miraba para nada mojado, en cambio ella, parece una esponja absorbiendo toda la lluvia con sus ropas. Después de dudarlo un poco decidió aceptar la invitación de Ron y acercarse, pero en cuanto iba a mitad de camino un Lamborghini Gallardo color negro paso junto a ella sin ninguna consideración ocasionando una gran ola del gran charco de agua que adornaba la carretera; lo único que atino a hacer, fue a cerrar su boca que de no haber sido así, de seguro hubiese recibido un sabor no muy agradable.
Hermione giro su rostro totalmente enfurecida así donde pensó se había ido el auto, pero para su sorpresa este se detuvo frente a Ron, abriendo sus muy elegantes puertas, para que el pelirrojo abordara; pudo observar como el chico le hacía muy mala cara a el conductor y algo le empezó a decir al parecer en un tono bastante enojado, acto seguido la castaña pudo ver a Ron acercarse a ella mientras un chico alto, de cabellos rubios que había bajado del auto, guardaba de muy mal humor las maletas del chico Weasley.
— ¡Lo siento tanto!— se disculpó Ron en cuanto llego junto a Hermione refugiándola con su paraguas del agua que aun caía del cielo —si gustas podemos acercarte a tu hotel…
—No, no te preocupes— se apresuró ella a interrumpirlo— tomare un taxi…aunque no podía ver con claridad al chico que esperaba a el pelirrojo ya dentro de aquel auto, estaba segura que no le agradaría mucho su presencia allí, y a decir verdad a ella tampoco le agradaba la idea de estar junto a una sombra que se presentó totalmente arrogante con aquel acto, "demonios" susurro la castaña tratando de secar su rostro con su abrigo, pero una mano extendida con un pequeño pañuelo la hizo avergonzarse de sus palabras
—gracias— le dijo al chico en cuanto recibió el pequeño trapo y empezó a secar su rostro —si no quieres que te acerquemos a tu hotel, por lo menos recibe el paraguas— casi le suplico el joven muy amable; estaba totalmente mojada y en partes era gracias al amigo del hombre que tenía enfrente, la lluvia comenzaba a disminuir, así que ya no creía conveniente el paraguas, pero no pudo negarse al ver la cara de súplica que ponía aquel personaje.
—Ah…Hermione— le llamo Ron antes de que ella pudiera dar media vuelta dispuesta a marcharse — ah…veras, este fin de semana habrá una cena, es para celebrar el cierre de un gran negocio— aclaro en cuanto miro el rostro de la chica dudoso —me preguntaba si, bueno, ¿aceptarías asistir conmigo?— El rostro del chico no podía estar más rojo, incluso la castaña lo comparo con el color de su cabello y podría jurar que estaba aún más rojo
— ¡claro! — enserio Ron no esperaba que ella aceptara tan fácilmente, debido a el inconveniente con su amigo, creyó que también estaría enojada con él, pero al parecer se equivocó — ¿entonces, te parece si paso por ti el sábado a las 9?... —No, bueno si, es decir, ¿conoces el Deshwood café cerca de Stratford?...El chico simplemente asintió — ¿te parece bien si nos vemos allí? A las 9 está bien— y sin darle tiempo de decir más, Hermione dio media vuelta y empezó a caminar en busca de un tan añorado taxi que para su fortuna e intención de huir pronto, no tardo en alcanzar, mientras Ronald Weasley se limitaba a observarla marchar.
En cuanto el taxi se detuvo, Hermione observo el lugar al que habían llegado, eran un grupo de casas que no se miraban para nada mal, al contrario de lo que ella pensó iba a ser, "Stratford LN–1414" le recordó el taxista, mientras ella observaba el lugar " son 80£" enseguida poso sus ojos en aquel viejo hombre, el cual solo se dejaba ver atreves del retrovisor, una gran barba rodeaba su rostro y una boina cubría parte de su cabello ya cano, (otra de la brillantes ideas de su madre, viajar en taxi desde Heathrow) pago al hombre aunque muy a su pesar, y enseguida se bajó del auto , ya parada frente a la acogedora vivienda, se dispuso a detallarla, la fachada era igual a las demás, en ladrillo dando un toque algo rustico, pero solo los dos pisos superiores, ya que el primero estaba pintado de blanco tapando algún índice de las dos siguientes plantas, en el segundo piso se podían divisar dos ventanas al igual que en el tercero, pero las primeras terminaban en una acogedora forma triangular dando más presencia que los simples rectángulos que adornaban el ultimo piso, tenía un jardín rodeado de unas pequeñas rejillas metálicas que terminaban y empezaban con las de las casa vecinas, en el centro se encerraban la rejillas dando paso a 6 escalones también blancos que llevaban hasta la puerta que no estaba muy lejos de la única ventana del primer piso.Hermione de nuevo saco del bolsillo de su abrigo, aquel viejo trozo de papel mojado, un poco rasgado y descolorid gracias a la lluvia, en cuanto se cercioro que estaba en el lugar correcto, decidió tocar el timbre dando paso a un sonido acogedor igual al de las campanas, pero más suave. Abrieron un poco la puerta y pudo ver parte de lo que parecía una anciana, pero no estaba segura, — ¿¡Que se le ofrece!?— Pregunto una voz que le produjo escalofrío —Ah… ¿se encuentra la señorita Ana?— se atrevió a preguntar la castaña rogando que estuviese equivocada, — ¿Quién la busca?— al parecer si conocía a la mujer por la que Hermione preguntaba —Hermione Granger, vengo de Estados Unidos, John hablo con Ana hace unos días— en cuanto termino de hablar la puerta fue cerrada en su cara, provocando que la castaña retrocediera dos diminutos pasos, enseguida escucho como quitaban lo que parecía ser varios seguros, finalizando con el sonido de una pequeña cadenilla, la anciana, (como finalmente la denomino la castaña aunque no podía negar que tenía uno que otro rasgo varonil), abrió de nuevo la puerta asiéndose a un lado, indicándole a la chica que siguiera "espere en la sala" fue lo que pudo escuchar casi entre dientes a la anciana y ella algo nerviosa se sentó en el sofá azul que decoraba la pequeña salita que estaba casi unificada al comedor y la cocina, dejo su equipaje y portafolios aun lado junto al paraguas y se limitó a posar sus manos entrelazadas sobre sus rodillas, mientras la mujer subía, al parecer en busca de alguien.
Hermione quiso observar más detalladamente lo que seria su hogar por un par de semanas y las veces que tuviera que volver a Londres, los muebles de la cocina eran humildes, en madera, su color casi al natural, un pequeño refrigerador y un mesón que dividía la cocina de la sala que estaba unificada al comedor, el piso era en madera y las paredes del lugar eran de color blanco que gracias a la ventana que se encontraba con las cortinas gruesas color rojas corridas, había bastante claridad, no podía ver as allá de eso, solo restaba las escaleras que llevaban a lo que creía ella serían las habitaciones del segundo y tercer piso, lo único que la aliviaba era que el lugar se miraba realmente aseado, y es que por el aspecto un poco dejado de la anciana creyó que el lugar sería un poco asqueroso.
— ¿Hermione?— Escucho su nombre por una voz más juvenil —Eres Hermione Granger ¿verdad?— la castaña asintió en silencio mientras una chica de cabello rubio largo y liso, con una gran sonrisa en su rostro acompañando de unos hermosos ojos color miel, vestida con un diminuto pantalón que dejaba ver bastante de sus piernas, una blusa de seda negra y sin zapatos, termino de bajar las escaleras —soy Ana Müller, mucho gusto— concluyo la chica extendiendo su mano luego de cercarse a Hermione y esta se pusiera en pie—igual mente— respondió la castaña sin necesidad de repetir su nombre, pues al parecer la chica estaba bien enterada de quién era, y conociendo a John como lo conocía, estaba segura de que así era y gracias a él.
Las dos chicas tomaron asiento y Ana procedió con las preguntas — ¿y bien? ¿En dónde está?— Hermione saco de un bolsillo lateral de su maletín, lo que parecía ser un sobre y se la entregó a la rubia quien enseguida la tomo —lo revisare más tarde— dijo la chica en cuanto vio la cara de la castaña, "ese bueno para nada, siempre hace lo mismo" alegaba la anciana haciendo nuevamente acto de presencia dirigiéndose a la cocina, —disculpa a mi abuela, le gusta incomodar a los demás, pero tú solo ignórala— imaginando el arduo viaje y viendo las fachas de Hermione, Ana dedujo que estaría realmente cansada, así que la llevo a su habitación, que para desagrado de la castaña se encontraba en el tercer piso.
En cuanto Hermione escucho el cerrar de la puerta tras de sí, supo que ya se encontraba sola y lo primero que hizo fue mirar la única puerta que había en la habitación, que para su desilusión, se trataba del armario, lo que indicaba que el baño se encontraba en el pasillo, (le enojaba pensar que tendría que compartirlo) lo mejor sería tomar un baño y descansar, así que empezó a desprenderse de sus ropas, mientras buscaba entre su maleta una bata, guardo el dinero y sus documentos en un cofre con llave dentro del armario y se dirigió a la ducha, se encontraba cansada, pero no podía dejar de pensar en el pelirrojo y en que tendría la oportunidad de volverlo a ver el sábado, solo esperaba que ese día terminara pronto su trabajo y pudiera estar libre en la noche, en cuanto volvió a su habitación, se preparó para dormir, y después de colocarse su pijama, se recostó en la diminuta cama que tenía, lo único acogedor de ese cuarto eran las cortinas, pues ni siquiera tenía una televisión que le ayudara a distraerse un poco, era solitario, con una ventana que estaba cerrada por unas grandes persianas, prohibiéndole así su vista asía la calle, un escritorio y una silla era lo único que acompañaban a la cama, por fortuna había logrado llevar su portátil que de seguro seria lo único que le ayudaría a pasar esos días que empezaba a mirar tan largos.
Nuevamente se encontraba en que jardín, nuevamente estaba junto a la fuente y nuevamente estaba aquel extraño junto e ella tomándola por la cintura como si fuera su posesión, pero esta vez algo más llamo su atención, eran risas, risas de niños lo que escuchaba cerca de ellos, y de pronto los vio, a uno de ellos lo reconoció enseguida, cabello castaño revuelto, ojos negros que marcaban una piel absolutamente pálida haciendo juego con sus delgados labios rosas, no tenía duda alguna de que a ese niño lo conocía muy bien, solo que le era extraño verlo un poco más grande de lo que es, por otra parte estaba la niña que jugaba junto a él, solo lograba ver su espalda pues era como si se escondiera de ella, solo pudo ver el cabello rubio de la niña caer por su espalda mientras el chico le decía algo a su oído, después de eso se escuchó un horrible grito y cuando trato de hacer contacto visual con el niño castaño aquel hombre extraño la tomo por la cintura y lo siguiente que sintió fueron unos labios sobre los suyos, después de eso despertó.
Despertó sudando, toco su frente y estaba realmente fría, su respiración un poco agitada y sus manos no dejaban de temblar, aquel extraño sueño en verdad la había trastornado, pues ahora tenía temor de volver a cerrar sus ojos, recordar aquel grito le erizaba la piel hasta el grado de refugiarse en su mantas, miro su reloj, aún faltaban un par de horas para que saliera el sol y su trabajo no iniciaba hasta que este hiciera presencia, sintió su garganta un poco reseca, así que decidió salir del refugio de su cama para ir en busca de un poco de agua, bajo las escaleras sin hacer ningún ruido, en cuanto llego a la cocina, se sirvió un gran vaso con agua y lo vacío en casi dos tragos, —parece que alguien ha estado bebiendo de mas— escuchar una voz masculina detrás de ella que la hizo sobresaltar hasta el punto de que casi deja caer el vaso quebrándolo y de seguro despertando a los demás —cálmate, no te hare nada que no quieras— nuevamente aquella voz, Hermione miro al dueño de aquel sonido grave y en cuanto lo vio le dedico una mirada de rencor —¿Qué se supone que haces aquí?— pregunto la chica enojada y por lo bajo —lo mismo que tu linda, trabajo— que mala suerte tenia, ¿nuevamente tendrá que ser compañera de aquel insoportable? — ¿Qué? John me dijo que sería un chico nuevo, no tu…—pues el chico nuevo no pudo venir, así que me enviaron a mí, para tu fortuna, linda— ¿podía haber alguien más arrogante que Cormac Mclaggen? Pues ella creía que no —estás loco si crees que volveré a trabajar contigo— decía Hermione mientras dejaba el vaso en su lugar, —pues, es tu problema, será a ti a quien afecte, sabes muy bien que otra chica podría hacer tu trabajo— la castaña simplemente se limitó a pasar al lado del chico concluyendo la conversación con tres palabras "hablare con John" y después se regresó a su cuarto dejando al chico rubio en medio de la cocina con aquella diminuta bermuda que permitía ver a media luz un muy buen cuerpo.
Nuevamente trato de dormir pero no le fue fácil conseguirlo, mas por todo el ruido que provenía de la calle, había creído que sería un barrio muy calmado, por su apariencia, pero al parecer se había equivocado, pues el sonido de los perro, gatos, botes de basura y otros tantos sonidos que no pudo identificar, le hicieron imposible pegar los ojos, solo esperaba eso no la afectara en su trabajo, pues de ser así se vería realmente perjudicad, y así paso su primera noche, la primera de tantas en Londres, en Stratford LN–1414.
