Tiene muchos años que no escribo fanfics pero por una discusión en FB sobre esta pareja crack IorixLeona me nació la idea de escribir algo bastante real, supongo que si estos dos comenzarán a ser pareja pues… empezarían de esta forma, ¿no?
Es corto pero es lo más apegado que pude hacerlo a la trama del juego.
Disclaimer: obviamente no me pertenecen los personajes de SNK pero sí esta historia.
Gracias y dejen sus impresiones =)
Ni casualidad ni coincidencia es causalidad
Las puertas del metro se abrieron. Una joven con traje sastre se sentó dos lugares cerca de él. Llamó su atención. Llevaba el cabello suelto y un perfume que lo atrapó. Normalmente las mujeres no llamaban mucho su atención, necesitaban tener algo enigmático. Esta mujer tenía algo, su cabello era diferente, su piel bronceada. Se pintaba los labios de forma delicada. Vio sus ojos verdes y la reconoció.
Era Leona Heidern.
Lucia como una mujer de oficina cualquiera. Ella no se había dado cuenta de su presencia. En la siguiente estación se sentó frente a ella. Leona seguía concentrada en las pestañas. Pasaba el cepillo del rímel con sumo cuidado. Sintió la mirada sobre ella, bajo el espejo y miró directamente los ojos del pelirrojo. Exclamó bajito, abriendo sus labios rojos lentamente. El tren seguía avanzando.
— ¿Usted? — dijo ella, parpadeando rápidamente.
— Buenas tardes— se limitó a contestar— que pequeño es el mundo, ¿no lo cree, señorita?
Leona asintió levemente con una diminuta sonrisa. A pesar de conocerse y haber vivido cosas similares, jamás habían cruzado palabra. Para él ella era una pobre niña criada por militares, siempre vigilada, siempre protegida. Para ella, Iori Yagami era el villano y un pobre muchachito que le hacía falta mano dura. Los años habían pasado, ella ya no era una niña a la que se le debía cuidar y él había dejado de ser el villano.
— ¿Va al trabajo? — Yagami no dejaba de mirarla, había en ella algo diferente, tal vez era su forma de vestir, el cabello suelto o el maquillaje pero se veía guapa.
— Sí, labores de oficina. ¿Y usted?
— Un ensayo.
Leona recordó que se dedicaba a la música. Un punto menos, lo consideraba sin futuro. Aunque sus facciones habían cambiado, lucia más maduro, recio, ya no era un muchachito. Siempre se sintió atraída por los hombres mayores. Estaba enamorada en secreto de Clark. Iori era ya también un hombre maduro. El metro seguía avanzando. Ellos no dejaban de mirarse.
— Se ve muy bien, señorita— Leona sonrió y dio las gracias mientras agachaba la cabeza. Paso sus manos entre su cabello. No estaba acostumbrada a recibir halagos, ni siquiera de Heidern.
— Siempre tuve duda, Señor Yagami— soltó con un poco más de confianza— ¿Qué sentía usted cuando… ya sabe el rito se apoderaba de usted? Sentía lo mismo que yo o era diferente porque yo soy mujer.
— Quema, duele, sientes como la sangre quiere salir de las venas y pierdes el conocimiento…
— Hasta que sólo eres espectador de ti mismo— terminó la frase ella— sí, le pasa lo que a mí.
— No hablo de esto con nadie— comentó Iori acercándose al asiento vacío junto a ella. Percibió mejor su perfume y el color de su piel, los ojos verdes miraban concentrada sus labios— es complicado. Usted me entiende.
— Eso es un punto a favor. A veces nos cuesta ser entendidos. Somos diferentes.
Guardaron silencio. Miraron las luces del túnel. Leona lo miraba inquisidora. Supo que habían cambiado.
— ¿Usted no sufre como yo, Leona? Usted tiene amigos, familia. Yo decidí quedarme solo precisamente por lo mismo. Es difícil estar con alguien como yo
— Como nosotros— Leona miró el mapa de las estaciones— bajo en la siguiente parada. Se levantó, acomodo su falda. Era toda una ejecutiva.
—Hasta otro día— contestó Iori. La vio caminar a la puerta. Se veía bien con zapatillas de tacón esa mujer. Aceptó que sólo ella entendería la soledad y el lado oscuro de su alma, ella era exactamente igual.
Se abrió la puerta. Leona bajo junto con tres personas más. Iori salió diez segundos antes de cerrar la puerta y corrió tras ella.
— Usted… entiende— le dijo y ella volteó. Quedaron en medio de una multitud.
— Sí, yo entiendo
— No, quizá no entiende… usted, ¿necesita sacarlo igual que yo?
— Necesito sacarlo igual que usted. Pero no sé si sea correcto hablar con usted.
— Pasamos lo mismo y…
— Señor Yagami, llevo prisa. Si quiere hablar…— sacó una tarjeta de su bolsa, en ella venía su número telefónico de la oficina y celular además de su correo electrónico— concrete una cita— Leona sonrió, su rostro cambió, era como luminoso y alegre. Iori sonrió de la misma forma y la vio marcharse.
Guardó la tarjeta en su cartera y subió las escaleras para tomar el tren en dirección contraria, se había pasado tres estaciones de su destino.
