Discramber: Todo esto pertenece a J.K Rowling, yo solo soy una chica deseando ser escritora.
Capitulo 1: ¿En el cielo juegan Quidditch?
El reloj pasó de 5:59 a 6:00 a.m., un ligero sonido se empezó a oír, se fue haciendo cada vez más fuerte hasta llegar a la inconfundible tonada de "Hedwig's Time", una pequeña mano salió de entre las sábanas para darle un "ligero" golpe al despertador, haciendo que esté cayera de la mesita de noche, provocando más ruido.
A continuación, se escuchó un sonido lastimero y una niña de larga cabellera negra salió de entre las sábanas, debía tener como mínimo once años, se «arrastró» con dificultad hasta la orilla de la cama y restregó sus ojos. Era bastante temprano y todavía no había salido el sol, con un poco de dificultad la niña se tambaleo a oscuras hasta la puerta del baño.
-¡Ariana, despierta! - Se oyó que una voz masculina gritaba, unos minutos después un adolescente de cabello negro alborotado y ojos verdes, que aún llevaba su pijama, apareció en el umbral de la habitación de Ariana, pero ahí ya no había nada. El chico resopló, típico de su hermana hacerle venir hasta su habitación sólo para encontrar que ya se había despertado.- ¡Ariana, es la última vez que vengo a despertarte!
-¡Por mi haz lo que quieras!, ¡Yo no te pedí nada! -Gritó en respuesta la niña de cabello azabache, cuyo nombre (como puedes imaginar) es Ariana.
-¿Qué es todo esté escándalo, Dracke y Ariana? -Preguntó, severamente, una mujer de cabello castaño, tenía como sesenta años y caminaba apoyada en un bastón.
-Ariana se molestó porque la desperté y se puso a gritar como la loca que es -Contestó rápidamente el chico, ganándose una envenenada mirada de Ariana que podría haber hecho retroceder a un león, aunque Dracke la ignoró olímpicamente.
-¡Tonterías!, ¡Esté idiota, que llamas nieto, se puso a gritar como si fuera un vociferador sólo porque...
-¿Vociferador? -Dijo Dracke con sorna.- ¡¿Qué es lo que te digo, abuela?! ¡está loca!
Ariana se puso roja de indignación, ése pequeño desliz bastaría para que se burlara de ella todo un mes.
-¡CÁLLATE IDIOTA! -Ahora definitivamente, Ariana gritaba. Su abuela había decidido abandonar la habitación, a su entender allí se derramaria sangre y era mejor estar fuera de la escena cuando sucediera.
-¡Ninguna loca me calla! -Contestó Dracke. Ariana quería golpearlo, pero hizo lo más sensato, se dio la vuelta y se dirigió al baño, cuando entró en el se aseguró de cerrar con un fuerte portazo.
Después de medía hora, y de lanzarle diez Avada Kedavra, veinte Crucios, hacer que su hermano muriera a manos de un hipogrifo demente, envenenado o recibiera el beso de un dementor, (todo para buena o mala suerte de Ariana, mentalmente) Ariana estaba calmada y lista para asistir a la secundaria.
Empezaba su segunda semana de clases y Ariana no había hecho ningún amigo o amiga, así que aún se encontraba nerviosa al asistir, tal vez todos la encontraban rara por su extraña forma de hablar o por sus cuadernos forrados con cosas referentes a Harry Potter, no estaba segura de porqué, pero nadie se le acercaba. Ariana estaba segura que si hubiera nacido en otro mundo o dimensión, si las cosas fueran diferentes, todo hubiera sido mejor y ella sería más felíz.
-¡Ariana, el autobús te dejará! -Gritó su madre desde la planta baja, Ariana apuró el pazo.
Cinco minutos después, Ariana ya se había despedido de su madre y abuela, a su hermano Dracke, sólo lo ignoró, como era habitual desde hace cinco años. Ahora se dirigía a la parada del autobús, comenzaba a llover y pequeñas gotas caían en su chaqueta. Ariana caminó tranquilamente, faltaban unos minutos para que el autobús llegará y quería disfrutar de la lluvia. Se paró en una banqueta y vio que tenía que cruzar una avenida, miró a los lados de la aparentemente desierta calle. No había ni un alma.
Ariana empezó a cruzar la calle, iba casi a la mitad cuando oyó un extraño ruido, volteó y vio a un Ferrari rojo dirigirse a toda velocidad hacía ella, tan sólo le faltaban unos metros para aplastarla. Se quedó inmóvil, no podía mover un músculo aunque su cerebro le gritaba que lo hiciera. Segundos después sintió un fuerte golpe en su costado derecho, sintió que la cabeza se le partía de dolor y pensó (no supo bien por qué) que su profesor de biología le castigaria por no llevar su ensayo.
Un rayo de luz en la cara de Ariana la despertó, pero no abrió los ojos, tardó unos segundos en recordar lo que había pasado, un Ferrari la había atropellado y había quedado inconsciente, pero ella no se sentía como si un coche de 1690 kg, que iba a toda velocidad la hubiera arroyado, no le dolía nada y podía moverse, tal vez había muerto y ahora estaba en el cielo...
Abrió los párpados y se incorporó, una habitación que Ariana en su vida había visto, estaba ante ella: tenía paredes de color azul marino; había un ropero y un gran peinador con un espejo enorme en la pared del lado derecho; en el lado izquierdo había un pequeño librero y en el rincón una escoba, pero no cualquier escoba: una escoba para Quiddicht, Ariana abrió mucho los ojos ¿Es qué acaso en el cielo se prácticaría el Quiddicht?
Ariana bajo la vista hacía la cama donde estaba, era una cama individual con una colcha también azul marino y en el medio había dos juncos dorados entrecruzados, Ariana lo reconocío como el símbolo de los Puddlemere United, que había leído en "Quiddicht atravez de los tiempos", el pijama que Ariana traía era también azul y tenía dibujos de Snitch's doradas, a Ariana le fascinó...
La puerta de la habitación se abrió derepente haciendo que Ariana se sobresaltara, una adolecente de aproximadamente quince años, de cabello rojizo y con unos jeans y una chaqueta negras entró y se sentó a los pies de Ariana, por varios segundos las dos chicas sólo se miraron, como escaniandose, bueno, más bien, la pelirroja era la que escaniaba a Ariana y está sólo le imitaba.
-Supongo que te preguntarás que haces aquí. -Dijo por fin la pelirroja, sin esperar respuesta.- Es simple, vienes a cumplir una misión...
-¿Misión? -Interrumpió Ariana, ella pensaba que había muerto...
-Sí, una misión. Yo soy Wonnie, mis jefazos me enviaron para explicarte que es lo que tienes que hacer. Verás Ariana, te sacamos de tú dimensión y te trajimos a está. Preguntas al final. -Dijo con fastidio al ver que Ariana se preparaba para interrumpirla.- Está es la dimensión de Harry Potter, es todo su mundo y es real.
Ariana abrió mucho los ojos pero no habló, Wonnie le intimidada un poco.
-Te trajimos aquí para evitar las muertes que ocurrirán en la segunda guerra mágica. Te elegimos porque como buena potterica sabes casi todo sobre esté mundo y porque, bueno, tu vida no era lo que se dice buena. -Dijo con Sorna, Ariana arrugó el entrecejo.- Tu padre no está porque no te quiso, tu hermano se burla de ti, tú mamá se ocupa demasiado en el trabajo, irritas a tú abuela y por si fuera poco, no tienes ni un amigo. Oye, no me mires así, yo no tengo la culpa de que tu vida sea mierda. -Replicó maliciosamente al ver la mirada envenenada que Ariana le dirigía.
-¿Y cómo se que esto es real? ¿Acaso quieres que crea que realmente estoy en el mundo de Harry Potter? -Preguntó Ariana, ignorando el resumen de su vida.
-Bueno, ahí hay una foto que se mueve. -Dijo señalando al peinador, donde una foto de una niña pelirroja de aproximadamente seis años, de la cual Ariana no había reparado, saludaba sonriente a la cámara.- Y ahí, -Ahora señalaba la escoba de Quiddicht.- hay una Barredora 7.
Ariana la miró, aún algo escéptica, era verdad que la foto se movía y que ésa era una Barredora 7, pero era imposible estar en la dimensión de Harry Potter.
-Según entiendo, me sacaste de mi dimensión, la cual es donde Harry Potter es sólo un personaje de ficción y me trajiste a este que es donde Harry Potter es real. -Resumió Ariana. Wonnie asintió enérgicamente.
-¡Bien, veo que tenemos una Mini-Hermione! -Dijo Wonnie, burlonamente.- Ahora, ya que me crees, continuaré:
«Estás en el 23 de Julio de 1991, como no era conveniente hacer un personaje totalmente nuevo y de repente hacer que una família aparezca en el mapa, te hemos cambiado de cuerpo. -Ariana abrió mucho los ojos.- Sí, lo hicimos, ahora eres Susan Bones.
Ariana entró en pánico, corrió hacía el espejo, y vio el reflejo pero... ¡No era ella! En su lugar una niña pelirroja de ojos azules, con el rostro lleno de terror la veía fijamente.
-Bueno, no dramarises, pudimos ponerte en el cuerpo de Millicent. -Dijo Wonnie, mientras medio arrastraba a Ariana hacía la cama.- Bien, sigamos. Supongo que sabes, más o menos, quién es Susan Bones.
Ariana asintió, sabía todo la información sobre Susan que estaba disponible.
-Pero Susan es una Hufflepuff, y estoy segura de que yo no lo soy. Aparte de que no soy una bruja, claro. -Apuntó Ariana, había muchos fallos en el plan.
-Bueno, aquí lo eres, porque eres Susan Bones. Y por no ser Hufflepuff no te preocupes, eso no importa. Lo que tienes que hacer es acercarte al trío de oro, formar parte de su grupo y ayudar a acabar más rápidamente con Voldemort. Y tendrás ayuda: hemos traído a Ron Weasley del futuro de está dimensión, él nos ayudará y tú también, serán un equipo.
-Supongo que no tenemos opición de aceptar o no, ¿verdad? -Preguntó Ariana, le encantaba la idea de asistir a Hogwarts y ayudar en la guerra contra Voldy y de paso salvar algunas vidas: aún lloraba cuando pensaba en la muerte de Fred. Pero no estaba segura de que Ron quisiera repetir todo lo que ya había vivido.
-No, ninguno de los dos tiene opción. Y serán un equipo, si alguno de ustedes hace algo importante sin que el otro lo sepa, no volverán a ver a sus respectivas familias, en sus respectivas dimensiones. -Dijo, severamente, Wonnie, Ariana sólo atinó a asentir en silencio.
-Ah, casi se me olvida, Susan es hija única, es fanática de los Puddlemere United (como te habrás dado cuenta), sus padres son Gael y Alexandra Bones, la tía Amelia llega hoy. Suerte. -Wonnie sonrió y luego desapareció.
Por varios segundos Susan sólo se quedó parada viendo el punto en el que Wonnie había desaparecido. Luego sonrió, si no se equivocaba hoy llegaba su carta de Hogwarts, siempre lo había soñado, no era exactamente igual, pero igual era bueno.
Con un sonoro bostezo, Ariana o Susan salió de la habitación, no tenía la menor idea de donde estaba el baño y debía encontrarlo.
Después de varias recorridas a la casa, Ariana sabía donde estaba todo, era una casa bastante grande y en ella sólo vivían la Señora y el Señor Bones y ella, claro. Para cuando acabó de conocer su "hogar" estaba hambrienta.
La nevera estaba bastante llena, Ariana no podía decir que era de una familia rica, batallaban bastante en cuestiones económicas, y probablemente, nunca había visto juntas todas las cosas que ahí había.
Cuando Ariana estaba apunto de terminar de desayunar el Señor y la Señora Bones aparecieron en la cocina, aún tenían sus pijamas y parecía que recién se habían despertado, parecían un poco impresionados de que su hija se hubiera despertado tan temprano, pero no hicieron ningún comentario. Ariana trató de comportarse normalmente, no tenía la menor idea de como era Susan en esté mundo, así que no haría nada por comportarse como ella.
Iban a la mitad del desayuno cuando una lechuza marrón entró por la ventana, tenía un sobre amarillo atado a la pata, se paró enfrente de Susan. Susan trató de desatar la carta con cuidado, aunque estaba tan emocionada que le temblaba la mano.
-Déjame ayudarte cariño. -Dijo la Señora Bones, amablemente, y desató la carta expertamente, Susan anotó mentalmente su técnica.
Ni bien la Señora Bones desató la carta, Ariana se la arrebató de las manos y la examinó, su padre y su madre (o los de Susan) la observaban interesados.
Primero leyó la dirección escrita con la extravagante tinta verde, que Ariana siempre había querido ver.
Señorita Bones,
Habitación mediana,
Privet Darwin
Ashford, Kent.
Así que, ahí era donde vivía Susan, Ashford de Kent. Ariana abrió la carta y leyó:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos).
Querida Señorita Bones:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre.
Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora adjunta.
Ariana sonrió, su carta de Hogwarts, ¡Iría a Hogwarts con el Trío de Oro!
Los padres de Susan la felicitaron y acordaron que a la mañana siguiente irían al Callejón Diagon, Ariana estaba emocionada ¡Iría al Callejón Diagon, a comprar sus útiles para ir a Hogwarts! Millones de Potterheads, se morirían de envidia si supieran donde estaba...
Cuando estaba entrada la tarde, la tía de Susan, Amelia Bones, apareció en la puerta trayendo consigo una lechuza parda en una jaula, aún era pequeña y era muy adorable.
-¡Susan, he traído este regalo para ti! -Anunció su tía, cuando la saludaba, mostrándole la lechuza. Ariana sonrió fascinada y la tomo.
-Gracias, tía. Es genial. -Dijo mientras la abrazaba.
-Es para que no te olvides de escribirnos cuando vayas a Hogwarts. -Ariana sonrió, y prometió que escribiría.
La tarde dio paso a la noche, y así Ariana, quien había tenido uno de sus días más locos, tuvo que subir a su habitación a dormir. Aún era demasiado temprano, así que Ariana examinó la habitación.
Encontró que a Susan le gustaba la ropa muggle y que, afortunadamente, parecían no gustarle los vestidos. Había estado buscando libros, pero parecía que Susan no estaba interesada en la lectura, lo cual era realmente lamentable, pero en unos meses más estaría en Hogwarts y podría ir a la biblioteca de Hogwarts, una de las cosas que más deseaba hacer... Podría esperar.
Ariana, que ya no tenía más que hacer, se adormilo viendo el techo (que a diferencia de las paredes era blanco) y pensando, que tal vez esa era una de las experiencias más locas y geniales que habría vivido.
Repasó las casas mentalmente:
Gryffindor donde habitaban los valientes.
No estaba muy segura de sí quedaría en esa casa, no se consideraba muy valiente, pero algo si era. Era justa y equitativa, tal vez tenía posibilidades de quedar en Hufflepuff. También, era inteligente y de mente dispuesta, le gustaría estar en Ravenclaw, pero tenía menos posibilidades de relacionarse con el Trío de Oro...
Slytherin, no le gustaba pisotear a la gente, de eso estaba segura, pero hasta ella misma sabía que tenía un aire de Slytherin, ella estaba segura de que su familia (su verdadera familia) quedaría en Slytherin, pero no de que ella también lo estuviera. Después de un rato, no pudo más que admitir que le era muy difícil autoseleccionarse, teniendo en cuenta la situación en la que estaba: tendría que estar en Gryffindor para convivir con el Trío ¿No?
Ariana se quedó dormida con la sensación de que el mes que faltaba para ir a Hogwarts, sería demasiado largo.
A la mañana siguiente, todos estaban listos y con vestidos con túnicas para ir al Callejón Diagon, Ariana estaba muy nerviosa y emocionada (eso se notaba de lejos), viajarían en Red Flu, ella nunca había viajado en Red Flu, pero no podía decírselo a nadie, porque se suponía que Susan sí lo había hecho.
Cuando todos estaban reunidos alrededor de la chimenea, Ariana recitó mentalmente lo que los Weasley le habían dicho a Harry cuando le enseñaban a viajar en Red Flu: Decir claramente el lugar al que quieres ir, piernas y brazos juntos y tampoco tenía que abrir la boca, era fácil de aprender... Suponía.
-Susan eres la primera, -anunció la madre de Susan dirigiéndose a Ariana.- recuerda, dilo claramente, cariño.
-Ya lo sé, mamá -Dijo Ariana, tratando de sonar como si eso ya se lo hubieran dicho miles de veces.
Respiró hondo y se paró en medio de las llamas de la chimenea "Callejón Diagon." Gritó mientras tiraba un puño de Polvos Flu a las llamas.
Trató, enserio que lo hizo, de recordar todas las instrucciones pero eso no evitó que tragara un poco de ceniza y se terminará ahogando, ni que terminará empujando a una figura pelirroja y quedará enzima de ella.
-Lo siento -Dijo Ariana tosiendo, mientras se levantaba, tan roja como su pelo, miró alrededor y notó todas las miradas del bar en ella: su "experta" aparición por la chimenea había atraído la atención de todo el Caldero Chorreante.
-No importa. -Dijo el chico, Ariana le vio la cara por primera vez, era definitivamente, un Weasley y era uno de los gemelos.
-Oye Fred, ¿estás bien? -Dijo una figura totalmente idéntica a Fred, obviamente George.
Ariana sintió que le faltaba el aire, Fred y George, de los cuales estaba enamorada desde el primer libro de Harry Potter ¡estaban frente a ella!
-No es nada Freoge, sólo está pelirroja tuvo un problema con la Red Flu. -Dijo señalando con un gesto a Ariana.- Por cierto, soy Fred y él es George. -Dijo Fred con una sonrisa que a Ariana le pareció encantadora.
-A...Susan Bones. -Se corrigió Ariana, sintiéndose muy tonta por haber estado a punto de decir su verdadero nombre.
-Bueno, Asusan, nos tenemos que ir, deberías practicar tu aparición por Red Flu. -Dijo Fred mientras se marchaba, juntó con George.
Unos segundos después llegó la familia de Susan (o de Ariana) y ni bien llegaron, la mamá de Susan ya le estaba limpiando la ceniza a Ariana. Después de asegurar varias veces que estaba bien, Ariana prácticamente arrastró a la familia Bones al callejón que conectaba al Callejón Diagon. El padre de Susan fue el que abrió la entrada al Callejón Diagon.
Ariana se quedó bocabierta al ver el Callejón Diagon, hasta ahora lo más cerca que lo había visto era en las películas y no era ni de lejos tan asombroso como lo que estaba viendo: un montón de locales extravagantes aparecieron ante sus ojos. Ariana entendió la sensación que Harry había tenido la primera vez que vio el Callejón Diagon, ella también deseaba tener ocho ojos más.
-Vamos, iremos a Gringotts primero. -Dijo el Padre de Susan un poco extrañado del asombro de su hija, había ido varias veces al Callejón Diagon, no debería estar tan emocionada...Pero igual era realmente bueno ver la carita de su hija iluminada de asombro.
Caminaron calle arriba, Ariana movía la cabeza para todos lados, queriendo ver todo al mismo tiempo, las tiendas eran más fantásticas de lo que se había imaginado: Del emporio de la lechuza se oía un suave ulular, el local era oscuro, pero a Ariana le encantó. Varios chicos de la edad de Harry pegaban la nariz a la ventana de un local.
-Es la nimbus 2.000, -Oyó Ariana decir a un chico de cabello castaño.- Es la más velos.
A Ariana le pareció extraño que los mismos chicos que estaban el día que Harry fue al Callejón Diagon, estuvieran ahí, una semana antes de eso...
Ariana se enfocó en la gente, todos vestidos extravagantemente y haciendo sus compras tranquilamente, distinguió a lo lejos varias cabelleras pelirrojas, pero desaparecieron casi inmediatamente.
Por fin llegaron a Gringotts un edificio, blanco como la nieve, que se alzaba sobre las pequeñas tiendas, era más grande de lo que Ariana había imaginado. Delante de las puertas de bronce pulido, con un uniforme carmesí y dorado, había un gnomo que los saludó al pasar por las puertas.
Entonces encontraron otras puertas dobles, esta vez de plata, con unas palabras grabadas encima de ellas:
Entra, desconocido, pero ten cuidado
Con lo que le espera al pecado de la codicia,
Porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado,
Deberán pagar en cambio mucho más,
Así que si buscas por debajo de nuestro suelo
Un tesoro que nunca fue tuyo,
Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado
De encontrar aquí algo más que un tesoro.
Ariana recordó, como unos días después tratarían de robar la piedra filosofal y siete años después Harry, Ron y Hermione burlarían la seguridad de Gringotts y escaparían en un dragón, a su entender Gringotts debería aumentar su seguridad...
Dos gnomos los hicieron pasar por las puertas plateadas y se encontraron en un amplio vestíbulo de mármol. Un centenar de gnomos estaban sentados en altos taburetes, detrás de un largo mostrador, escribiendo en grandes libros de cuentas, pesando monedas en balanzas de cobre y examinando piedras preciosas con lentes. Ariana trató de contar las puertas de salida del vestíbulo, pero Harry estaba en lo correcto: eran demasiadas para contarlas. La familia Bones se acercó a un mostrador.
-Buenos días, -Dijo, amablemente, el padre de Susan.- quisiera sacar dinero de la caja de seguridad de la familia Bones.
-¿Tiene su llave, señor?
-Por supuesto. -Dijo el Señor Bones, mientras sacaba una pequeña llave dorada de su bolsillo.
El gnomo la examinó de cerca.
—Parece estar todo en orden. Traeré a alguien para que los lleve allá abajo. ¡Griphook!
Otro gnomo se acercó a ellos y los dirigió a la salida del Vestíbulo, estaban en un estrecho pasillo de piedra, iluminado con antorchas; era mucho más escalofriante de lo que Ariana se había imaginado. Se inclinaba hacia abajo y había unos raíles en el suelo. Griphook silbó y un pequeño carro llegó rápidamente por los raíles. Subieron y se pusieron en marcha. Al principio fueron rápidamente a través de un laberinto de retorcidos pasillos, Ariana cerró los ojos y deseó bajar del endemoniado carrito lo más rápido posible, jamás le habían gustado las velocidades, siempre era la primera en vomitar en la feria y ahora le dolía horrores la cabeza, ni siquiera puso atención al camino.
Sintió como su padre puso su brazo alrededor de ella, y Ariana se sintió mejor: ¿Así se sentía tener un papá?
El carro por fin se detuvo, ante la pequeña puerta de la pared del pasillo, el padre de Ariana la ayudó a bajar y su madre se apresuró a ayudarle.
-¿Estás bien, Susan? -Dijo mirando con preocupación a su hija, que tenía la cara verde y temblaba de pies a cabeza.
-Sí, estoy...-Ariana se tapó la boca con las manos y le dio la espalda a la madre de Susan y...bueno, ella sufrió arcadas.
Después de que Ariana vomitara, Griphook, quien había visto la escena con desaprobación, abrió la cerradura de la puerta. Una oleada de humo verde los envolvió. Cuando se aclaró, Ariana estaba jadeando. Dentro había montículos de monedas de oro, que Ariana reconoció como galeones. Montones de monedas de plata, que eran Sickles. Montañas de pequeños knuts de bronce.
Los padres de Ariana sacaron un montón de monedas y después volvieron al pasillo.
-Por favor, haga que esté endemoniado carro vaya más lento, o si no, supongo que no quiere que su impecable suelo de mármol se ensucie. -Amenazó Ariana, bajo la desaprobadora mirada de su madre y la asombrada de su padre, que pensaba, que tal vez su hija sería una astuta Slytherin.
El gnomo pareció considerarlo.
-Una sola velocidad. -Declaró al final, Ariana pareció levemente decepcionada, pero subió al carrito en silencio.
Fueron hacía arriba y a una menor velocidad, parecía que el gnomo valoraba la limpieza del vestíbulo. Después de la trayectoria, salieron parpadeando a la luz del sol, fuera de Gringotts.
-Vamos, Susan, tenemos que comprarte el uniforme. -Le apuró su madre.
-Yo iré a comprar los libros. -Informó su padre tomando la lista del material y caminando hasta la librería.
Ariana y la madre de Susan entraron a la tienda de túnicas de Madame Malkin, había una pareja ahí.
Madame Malkin era la bruja sonriente y regordeta que Harry había descrito en el primer libro.
— ¿Hogwarts? —dijo, cuando la madre de Susan empezó a hablar—. Tengo muchos aquí... En realidad, otra muchacha se está probando ahora.
En el fondo de la tienda una niña de cabello castaño enmarañado y ojos marrones estaba de pie en un escabel, mientras otra bruja le ponía alfileres en la túnica negra, Ariana abrió mucho los ojos pero se recompuso rápidamente ¡había encontrado a Hermione Granger en la tienda de túnicas!
Madame Malkin puso a Ariana en un escabel al lado del otro, le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.
-Hola, -Dijo Ariana, sintiéndose muy nerviosa, su ídolo estaba alado de ella.- ¿También vas a Hogwarts? Bueno, supongo que sí, te estás midiendo el uniforme.
-Sí, voy a Hogwarts. -Dijo Hermione, sonriendo apenas. Ariana notó que sí tenía el tono mandón en la voz, el mismo tono que su mamá (la verdadera) le decía a ella que tenía.
-¡Genial! ¿En qué casa crees que vas a estar? Yo creo que Ravenclaw sería la mejor, aunque Gryffindor no estaría nada mal... ¿Ya tienes tus libros? Mi padre está comprándolos, la verdad creo que comprare unos cuantos más, aunque también podría esperar a ver la biblioteca de Hogwarts, dicen que es grandiosa. -Dijo Ariana, había hablado demasiado, pero ella no tenía la culpa, nunca había tenido muchos amigos, así que no sabía que decir, y además Hermione hablaba igual, o eso había descrito Harry...
-¿Qué es Ravenclaw y Gryffindor? -Preguntó Hermione.
-Hogwarts se divide en cuatro casas, Hufflepuff, donde los justos y leales habitan, en Gryffindor están los valientes, Ravenclaw los inteligentes y en Slytherin están los astutos. -Explicó Ariana, entre orgullosa y sorprendida de saber algo que Hermione no.- Por cierto, soy Susan Bones, ¿y tú?
-Hermione Granger.
-Como la hija de Helena de Troya y, si no me equivoco, también sale en Hamlet. -Dijo Ariana. Hermione parecía sorprendida de que Susan supiera todo eso, la mayoría sólo le decía que era un nombre extraño, y dejaban el tema por la paz.
-Sí, ¿Cómo lo sabes? -Preguntó Hermione.
-Me gusta leer, -Contestó Ariana encogiéndose de hombros. La verdad cuando estaba buscando sobre Aquiles en Wikipedia, una página llevó a la otra y el nombre le había llamado la atención. - Y es un nombre bonito.
-Ya está listo lo tuyo, querida. -Anunció Madame Malkin dirigiéndose a Ariana.
-Bueno, nos vemos en Hogwarts, Hermione.
Ariana podría haberse quedado allí hablando con Hermione hasta que el primero de Septiembre llegará. En realidad, lo podría hacer con cualquier otro personaje de HP, incluso Umbridge (aunque, dudaba que fuera una charla amistosa).
Ariana bajo del escabel y fue rumbo a su madre. Al salir de la tienda se reunieron con el padre de Susan. Pararon a comprar plumas y pergaminos, Ariana estuvo buscando la tinta que cambia de color al escribir.
-Hija, tu padre y yo estamos pensando en regalarte algo, como ya tienes una lechuza será otra cosa, ¿qué se te ocurre? -Dijo la madre de Susan mientras caminaban hacía la tienda de calderos.
Ariana pensó en sus posibilidades, podría pedir más libros para Hogwarts, o algunos libros de fantasía muggles, ¿en ése año ya habría salido Narnia? Pero, sorprendentemente, Ariana no quería un libro.
-Quiero una guitarra, una guitarra muggle. –Dijo Ariana, en su mundo desde hace años que tocaba la guitarra, y era bastante buena, no quería perder la práctica.
-¿Segura? -Preguntó el padre de Susan, algo sorprendido de que su hija quisiera un instrumento muggle. Ariana asintió decidida.
-Está bien. -Concedió la madre de Susan.
Después de comprar un caldero de peltre y una bonita balanza para pesar los ingredientes de las pociones y un telescopio plegable de cobre. Luego visitaron la droguería, que en realidad si era tan fascinante como para hacer olvidar el horrible hedor, una mezcla de huevos pasados y repollo podrido. En el suelo había barriles llenos de una sustancia viscosa y botes con hierbas. Raíces secas y polvos brillantes llenaban las paredes, y manojos de plumas e hileras de colmillos y garras colgaban del techo. Mientras la madre de Susan preguntaba al hombre que estaba detrás del mostrador por un surtido de ingredientes básicos para pociones, Ariana observó los cuernos de unicornio, siempre había querido ver uno y esperaba que su deseo se cumpliera en la época que viviría en esa dimensión.
Después de eso, el padre de Susan anunció que iría por tres helados y Ariana y la madre de Susan se dirigieron a comprar la varita de Ariana, ella estaba emocionada, iba a tener una varita, una verdadera que hacía hechizos de verdad.
La tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita; Ariana no recordaba bien, pero creía haber leído en una parte que esa era la primera varita que habían hecho.
Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha. La nuca de Ariana pico por la magia secreta que también Harry había sentido, estaba cada vez más emocionada...
Miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo, se preguntó sí ahí estaría su varita.
—Buenas tardes —dijo una voz amable.
Ariana y la madre de Susan se sobresaltaron. Ollivander estaba ante ellas, tenía ojos grandes y pálidos.
-Bue…Buenas tardes. -Contestó Ariana, tartamudeando.
-Señorita Bones, -Dijo Ollivander.- esperaba verla pronto. Recuerdo cuando su padre vino a comprar su primera varita.
-¿Ah, sí? -Preguntó Ariana, no sabiendo que decir.
-Una linda varita de cola de unicornio, 26 cm, flexible, de madera de acebo.
Bueno, veamos qué varita te escogerá. Déjame ver. —Sacó de su bolsillo una cinta métrica, con marcas plateadas—. ¿Con qué brazo coges la varita?
—Soy diestra —respondió Ariana.
—Extiende tu brazo. Eso es. —Midió a Ariana del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de su cabeza, Ariana sonrió divertida. Mientras medía, dijo—: Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Susan. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago.
Todo eso Ariana lo sabía de memoria, pero era mucho más fascinante oír a Ollivander decirlo, quién en ese momento se encontraba revoloteando en los estantes, revolviendo cajas.
—Esto ya está —dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo—. Bien, Susan. Prueba ésta; madera de Fresno, 24.5 cm, centro de dragón. Dura. Tómala y agítala.
Ariana tomó la varita en su mano, busco en su mente la madera de Fresno, su dueño debería ser cabezota, pues cabezota si era...
Sintiéndose algo tonta, pero igualmente divertida, agitó la varita en el aire. El señor Ollivander se la quitó casi de inmediato.
-No, esa no. Ébano, centro de unicornio, 23 cm, inflexible. -Ariana la tomó, pero Ollivander se la quitó enseguida.
-Prueba con esta, madera de Nogal negro, centro de dragón, mide 23.5 cm, inflexible.
Ariana tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas azules y doradas estallaron en la punta como fuegos artificiales.
— ¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien, -Dijo el Señor Ollivander.- Susan, deberá ser muy sincera con está varita.
Ariana asintió sabiendo a qué se refería Ollivander.
La mamá de Susan pagó la varita y salieron a buscar al padre de Ariana que las esperaba con dos grandes conos de helado de Chocolate.
¡Hey! Bueno, hace mucho que tenía la idea de esta historia y la escribí y aquí está. Espero que sea de su agrado (el final no fue muy bueno, pero es que ya quería terminar el capitulo). Acepto reviews y tomatazos (Bueno, no tantos no sean tan duros soy nueva) Adiós Hipogrifos salvajes :D
P.D: No sé cada cuando publicare, pero lo que es seguro es que seguire con la historia.
