.::LA FLOR DE LOS RECUERDOS::.
- Di 'mamá'. Ma- má... ¿Puedes hacerlo, Ithril? ¡Sí puedes! ¡Di 'mamá'!
- Ma... ma...
- ¡Eso es! ¡De nuevo!
- Máma.
- ¡Oh, casi! ¡Vamos, Ithril!
- Mamá...
- ¡Aaaah! ¡Así se hace, mi tesoro!- exclamó Mislif, con una enorme felicidad-. ¡Ven a darme un abrazo!- tomó a su hijo en brazos y comenzó a caminar con él-. Tu papi se pondrá muy feliz cuando te oiga decir lo que has aprendido.
- Señora...- dijo una bella elfa que acababa de llegar. Ella era quien cuidaba a Ithril, para ayudar a Mislif con él.
- ¿Qué ocurre, Elanor?- preguntó la joven.
- ¿Desea que lleve a Ithril a dar un paseo?
- No es necesario. Gracias- contestó ella-. Pretendo llevar a Ithril a ver a su padre. ¡Ya aprendió a decir 'mamá'! ¿No es maravilloso?
- Sí, claro. Es un bello avance.
- Con permiso- sonrió Mislif y se encaminó hacia donde estaba Legolas.
- Mamá...- murmuró Elanor viendo cómo se alejaba la joven con el pequeño.
- ¡Vamos, Ithril! ¡Di a papá lo que has aprendido!
- Ma- má...
- ¡Así se hace!- exclamó Legolas feliz-. ¡Bien hecho, Ithril! ¿Lo aprendió hoy?- le preguntó a Mislif.
- Sí- contestó ella-. Me tomó más de dos horas hacer que me prestara atención y luego enseñarle esto. Ahora le enseñaré a decir 'papá'.
- No puedo esperar para que lo diga.
- ¿Qué estabas haciendo?
- ¡Oh, es cierto! Estamos construyendo un talan; haremos más luego.
- ¿Otro talan? ¿Y para qué?
- Llegará más gente del Bosque- contestó Legolas-. Algunos, que no pudieron venir antes, lo harán ahora. ¿No es grandioso? Justo ahora que nos estaba faltando ayuda.
- Es excelente- sonrió Mislif-. ¿Quieres que les ayude?
- No es necesario. Gracias, Mislif.
- ¡No me estés tratando como una niña inútil, Legolas!- le reprochó ella frunciendo el ceño.
- No lo volvería a hacer, mi joven dama- sonrió él-. Me has dejado bien claro, desde nuestro viaje, que no debo hacerlo.
- Me parece bien entonces- sonrió ella, con satisfacción-. Iré a dar un paseo con Ithril antes de la cena. Procura tomar un descanso, ¿oíste?
- Sí, sí. Lo sé.
- ¡Siempre me dices lo mismo! ¡No te quejes después cuando termines igual que Hasym! Adiós- y sin más, tomó a Ithril de la mano y fueron a caminar por una bella y fragante pradera de Ithilien-. ¡Mira el Sol, Ithril!- exclamó Mislif apuntando hacia el oeste. El Sol era enorme y estaba muy rojo, mientras se escondía tras las lejanas montañas-. Se ve realmente hermoso- suspiró la joven-. Pero al mismo tiempo es... triste. Su color es algo triste, a pesar de que es fuerte... Es como un corazón que sufre...- Ithril hizo un ademán de soltar su mano, y con eso la joven despertó de su ensimismamiento-. ¡Pero qué cosas digo!- rió-. Esta fragancia me está haciendo mal. ¿Quieres caminar tú solo?- sonrió hacia el pequeño-. ¡Pues ve!
Ithril comenzó a pasear por el campo. Mislif lo seguía de cerca y jugaba con él a veces. Sin embargo, no pudo sacarse esa sensación de nostalgia que le había producido la imagen del Sol. No tenía motivos para estar triste, y aun así sentía que no todo estaba o estaría tan bien como ella pensaba.
- Con esto será suficiente por hoy- dijo Legolas a los demás elfos-. Muchas gracias a todos. Pueden ir a descansar.
- Hantale (gracias), Señor. Namarië.
Los elfos que lo acompañaban se retiraron a sus respectivos hogares, mientras que Legolas se quedó de pie, junto a un frondoso árbol, viendo cómo los últimos rayos solares desaparecían detrás de las montañas. Por el contrario de Mislif, él no sintió algo que lo hiciera sentirse inquieto al observar aquella imagen, sino que lo que ocurrió después lo desconcertó.
Sus finos oídos oyeron unos pasos presurosos que se acercaban por el camino hacia donde estaba él. Al principio no les dio importancia, pero cuando vio a la persona que se aproximaba y cómo lo hacía la detuvo. Rápidamente, estiró un brazo y atrapó con él a la mujer que venía corriendo. Estaba llorando desesperada y angustiosamente, y parecía asustada y asombrada por lo que acababa de ocurrir. Era Elanor.
- ¡Elanor!- exclamó Legolas, una vez que ella se hubo detenido. La mujer lo miró, con los ojos vidriosos por las lágrimas-. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás llorando?- le preguntó. Sin embargo, lejos de encontrar una contestación a sus preguntas, Elanor lo dejó muy contrariado al decir:
- ¿Desde cuándo que no me tenías en tus brazos, Legolas?
- Ya es hora de que regresemos, Ithril. No, no, no. Ya sé que quieres ver la Luna, pero podrás hacerlo desde la casa. Se pondrá un poco frío ahora, así que entraremos- Mislif tomó al pequeño de la mano y comenzó a caminar con él hacia la casa. Habían avanzado ya un poco cuando la joven dio con una escena que nunca se hubiera imaginado. Lanzó un gritito ahogado, mientras oía:
- ¡Elanor! ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás llorando?
- ¿Desde cuándo que no me tenías en tus brazos, Legolas?
- ¡¿Qué...?!- susurró asombrada y horrorizada. Ithril hizo un ademán de soltarse de su mano y correr hacia su padre, pero Mislif lo detuvo-. ¡No, Ithril!- susurró desesperada-. Entraremos. Ven- y sin más, se alejó rápidamente, con el corazón latiéndole con furia y sin dejar su sorpresa atrás.
Hizo todo lo posible para dejar a Ithril en manos de una elfa que la ayudaba y salió corriendo hacia el lugar donde estaban Legolas y Elanor. Cuando estuvo cerca, sus pasos se hicieron ligeros y silenciosos y una vez que estuvo bien oculta, siguió escuchando la conversación; Legolas decía:
- No creo que sea un buen momento para hablar de esto, Elanor.
- ¿Desde cuándo que no me tenías en tus brazos, Legolas?
- ¡¿Qué dices...?!- exclamó él anonadado.
- ¡Lo siento!- murmuró Elanor, abriendo mucho los ojos-. No pensé lo que dije. Discúlpame...- dio unos pasos para alejarse, pero Legolas la tomó de un brazo.
- ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás triste?- le preguntó.
- No es nada...- contestó ella, desviando la mirada-. Es sólo que... ¡Oh, de verdad que no es nada, Legolas! Sólo quiero pensar unos momentos a solas.
- ¿No te gustaría decirme qué te ocurre? Realmente me gustaría poder ayudarte, Elanor. Si tan sólo me dijeras...
- ¡Ya no puedes ayudarme, Legolas!- dijo la mujer, alzando la voz. Él nada dijo, por lo que Elanor continuó, calmándose: Perdóname... No quise decir eso.., pero es verdad: ya no puedes ayudarme. Si de verdad quieres saber qué me ocurre, te lo diré, aunque en contra de lo que quiero.
- Te escucho.
- He estado pensando en lo que he hecho con mi vida- dijo Elanor seriamente-. He sido tan cobarde, tan débil... Por culpa de eso, perdí la oportunidad de ser feliz... a tu lado.
- Yo...
- ¡No, déjame terminar! Cada vez que veo a Mislif, tu esposa, y a Ithril, sobre todo a él, me imagino que yo pude haber sido así de feliz, tal como lo son ellos ahora. Cuando la veo a ella siento unos enormes deseos de..., de tener esa valentía, esa fuerza, ese coraje... Mislif, a pesar de ser muy joven, tiene lo que a mí me faltó para estar a tu lado. Ella te ha dado un hijo maravilloso, a ese pequeño que hoy aprendió a decir 'mamá'. Le oí decirlo, y con eso me llegó una gran nostalgia...
- No creo que sea un buen momento para hablar de esto, Elanor- dijo Legolas, que estaba bastante incómodo.
- Lo sé, y por eso, justamente, no quería decirte lo que me ocurría- contestó ella mirándolo fijamente-. Lo siento...
- No, está bien. No te preocupes. Yo quise que me dijeras- dijo Legolas devolviéndole la mirada-. Nunca creí que..., después de tanto tiempo, siguieras pensando en lo que ocurrió. Pensé que lo habías superado...
- Yo también creí lo mismo, y por eso te pedí poder venir para cuidar de tu hijo; pero ahora..., se me está haciendo difícil estar con él sin pensar que...
- Deja de pensar en eso, Elanor- le interrumpió.
- ¡Para ti es fácil decirlo!- exclamó ella, sin medirse-. ¡Dices que me olvide de todo, que deje de pensar, pero...! ¡Pero no sabes lo que cuesta, si tengo que...!
- ¿Qué?
- No sabes lo que cuesta, si tengo que ver todos los días lo que tu has conseguido con otra mujer, pero que yo pude haberte dado, si no hubiera sido tan cobarde.
- Elanor...- murmuró Legolas bastante sorprendido. No había esperado que ella dijera todas aquellas cosas, si normalmente era tan reservada. Igual que antes...
- Sólo quiero un tiempo para pensar, Legolas- murmuró Elanor cabizbaja-. Sólo eso... Con permiso- y sin más, se alejó corriendo, fuera del claro de árboles, hacia los campos.
Legolas se quedó unos momentos de pie, sin moverse, sin saber qué pensar. ¡Todo era tan extraño y desconcertante! Elanor seguía pensando en el pasado, cuando él había olvidado, o mejor dicho superado, todo lo ocurrido años atrás. Casi sin desearlo, los recuerdos volvieron periódica y lentamente a su mente; mientras él se encaminaba hacia la casa.
"No es posible, no puedo creerlo", se repetía Mislif en su cabeza. ¡¿Qué demonios había oído?! ¿Qué había dicho Elanor?... ¿qué le había contestado Legolas? ¿Qué razón tenía toda esa conversación?
La cabeza de Mislif era un confuso torbellino de las más locas y fantásticas ideas. Cualquier cosa que hubiera imaginado antes llevaba a una sola conclusión: ¿Legolas y Elanor...?
- ¡No, no, no!- se dijo la joven-. ¡Legolas está conmigo!
Casi sin notarlo, llegó hasta la casa, mientras su mente se iba despejando para pensar con claridad. Ordenándose, Mislif logró sacar por conclusión, a pesar de que odiaba aceptarlo, que Legolas y Elanor habían tenido una relación bastante importante en el pasado, pues ella había dicho que podría... haber estado en el lugar de Mislif. Lo otro que la joven había deducido era que Elanor no conseguía olvidar lo ocurrido. Y a pesar de todo eso... ¡era ella quien cuidaba de Ithril! Al llegar a ese punto, la sangre de Mislif comenzó a arder con una furia incontenible.
¡¿Cómo era posible que Legolas hubiera aceptado tenerla como tutora de su hijo, sabiendo que había sido su... antiguo amor?! ¡Era una falta de respeto, tanto para Elanor como para ella misma! Y sobre todo ese último punto era lo que más hacía enfurecer a la joven. ¿Por qué Legolas no le había dicho nada? Tal vez para no armar conflicto, o porque a él no le influía tener a Elanor consigo; pero saber la verdad para Mislif era una terrible noticia, sobre todo por tener a esa mujer cuidando de su hijo. Además... ¡con lo que añoraba Elanor haber tenido una familia con Legolas!
"¿Qué le dirá a Ithril esa mujer sobre mí cuando no estoy?", pensaba Mislif, dando paso a otro torbellino de ideas. "¿Le dirá cosas malas de mí por envidia?, ¿o le hablará de lo que siente por Legolas?... ¿Los demás elfos de aquí sabrán la verdad? Si es así... ¡soy la única tonta que desconocía todo! ¡Cómo se reirán o sentirán compasión por lo ingenua que soy..., creyendo que todo estaba bien, mientras hay una mujer que...!" Una oleada de odio contra Elanor creció en Mislif. Y no sólo le tenía guardado aquel rencor, sino que también creía capaz de cualquier cosa a aquella mujer.
- Nadie, en su sano juicio, cuidaría al hijo del hombre que amó... y ama- se dijo la joven, entrando en su habitación. Legolas no estaba ahí, lo cual agradeció, pues no quería verlo. Se sentía traicionada por su propio esposo; sentíase traicionada, ingenua y tontamente engañada. Hacía mucho tiempo que no se sentía pisoteada, desde su viaje con la Comunidad del Anillo; y desde que todo aquello había acabado, nunca más había sentido ganas de tomar sus dardos y dispararle a la primera persona que se le pasara por delante, hasta ese momento...
Como no quería toparse con Legolas aún, se puso su camisa de dormir rápidamente y se metió a la cama, sin bajar aún su furia. Su cabeza seguía dando paso a ideas locas y fuera de lugar, pero que Mislif no podía desechar. ¿Habría olvidado Legolas a Elanor?... ¿o tenerla consigo nuevamente le traería viejos recuerdos? Más que sentir rabia, un miedo se hizo dueño de la joven, quien se repetía como una niña: "Él está conmigo, él está conmigo".
De pronto, se abrió la puerta del dormitorio, y Mislif rápidamente cerró los ojos, fingiendo estar dormida. Legolas entró en la habitación y, al cabo de unos veinte minutos, se dispuso a acostarse junto a la joven. Una vez que lo hubo hecho, se acercó a ella e intentó besarla en los labios, pero Mislif le corrió la cara. Sin darse cuenta, había abierto los ojos y miraba fríamente a Legolas.
- ¿Qué ocurre?- le preguntó él sorprendido.
- Eso debería preguntártelo yo- replicó la joven, con tono seco.
- ¿Qué...?
- O tal vez sería mejor que preguntara qué significa Elanor para ti- siguió ella, sin medirse. Legolas no contestó y contuvo el aliento, mientras sus ojos se abrían más-. ¿Por qué me miras así?- dijo Mislif, con una ligera sonrisa irónica, que mostraba su furia-. ¿Sigues creyendo acaso que la joven Mislif es una niña ingenua y tonta? No, Legolas.
- ¿De qué estás hablando?- exclamó él, sentándose en la cama.
- ¡De que tú me escondes muchas cosas, Legolas!- dijo ella, alzando la voz-. ¡Me dirás que soy una maleducada e inmadura, pero no voy a mentirte al decir que oí la tierna y dulce conversación que tuviste con esa mujer esta tarde!
- No pienses mal, joven dama...- dijo Legolas, tratando de calmarla-. ¡Escúchame, por favor! Si no lo haces, te quedarás con una idea errónea de todo esto. Sólo escúchame...
- ¡¿Por qué habría de escuchar al hombre que trae a su casa a la mujer que antes amó para que cuide a su hijo?!- exclamó Mislif fuera de sí-. ¡No soy yo la que debe oír, sino tú! ¡No puedo creer que me hayas mentido de esa manera! Y lo que es peor... ¡no puedo creer que no me hayas dicho quién era la mujer que iba a cuidar de Ithril!, porque si no lo recuerdas, es también mi hijo.
- ¡Ya basta, Mislif!- gritó Legolas molestándose-. Ni siquiera estás pensando lo que dices. ¡Escúchame!
- ¡No quiero oírte!- gritó la joven levantándose de la cama y dirigiéndose a la puerta de la habitación-. ¡No sé si soy capaz de creerte lo que quieres decirme!- su voz temblaba y sus ojos brillaban de lágrimas-. No sé si estoy molesta contigo o conmigo misma, por ser tan ingenua...- añadió-, pero lo que sí sé, Legolas, es que nunca me habías ofendido tanto como ahora- y sin más, salió del lugar.
- ¡Oh, Elbereth!- suspiró Legolas, cubriéndose el rostro con las manos.
Mislif, luego de salir de la habitación, se dirigió hacia la habitación de Ithril. No sabía por qué, pero quería estar con su hijo. Una vez que llegó ahí se llevó la peor sorpresa que podría haber encontrado: Elanor estaba sentada en una butaca de la habitación, con el pequeño Ithril en brazos.
- ¡Oh, señora!- exclamó la elfa, con un ligero sobresalto.
- ¿Qué pasa con Ithril?- preguntó Mislif fríamente.
- Oí que no podía dormir y vine a ver si...
- Muy bien- interrumpió la joven acercándose y estirando los brazos para tomar al pequeño-. Yo cuidaré de él. Gracias, Elanor.
- ¿Pasa algo malo?- preguntó la elfa, pasándole al niño.
- ¿Qué podría pasar?- gruñó Mislif-. ¿Es que una madre ya no puede venir a ver a su hijo cuando lo desea?- los ojos de ambas mujeres de encontraron unos segundos-. Buenas noches, Elanor- dijo Mislif tajantemente, de pronto.
- S- sí...- balbuceó la mujer acercándose a la puerta-. Buenas noches, señora.
- Una cosa antes de que te retires- dijo Mislif, sin mirarla siquiera-, desde hoy en adelante yo me encargaré de cuidar siempre de Ithril. Si llego a necesitarte para algo, te lo haré saber. Adiós.
- A- adiós, señora- balbuceó Elanor más sorprendida que antes. Luego de estas palabras, salió de la habitación, cerrando silenciosamente la puerta.
Mislif quedóse junto a Ithril, a quien acostó en su cama. Lo vio dormir unos instantes, hasta que se sintió cansada y se acostó a su lado. El pequeño abrió los ojos y puso una de sus pequeñas manos en el rostro de su madre, mientras sonreía diciendo:
- Mamá.
- Mamá te quiere mucho- sonrió ella sintiendo una gran nostalgia. Aun así, Mislif pensó que a pesar de todos los problemas que pudieran ocurrir entre ella y Legolas, habría que salir adelante por el pequeño Ithril. Y sin más, sus ojos se cerraron y pronto se quedó profundamente dormida.
