Advertencias: Uso de nombres humanos.
Disclaimer: Hetalia no es mio, sino Prusia sería aun más impresionante de lo que ya es.
La dulce melodía suena creando un ambiente de harmonía. No quiere detenerse porque le gusta esta falsa realidad en la que se mete, porque no quiere ver la realidad. Sus finos y delicados dedos siguen tocando las teclas de su piano. No quiere detenerse.
Roderich es consciente, sabe que si deja de tocar verá la realidad y sufrirá; por eso no se teniene. Han entrado en su cuarto muchas veces para intentar sacarle de ahí, pero ni Ludwig ni Elithabeta lo han conseguido. Roderich no quiere detenerse.
La melodía se torna triste, mostrando lo que Roderich siente, lo que no quiere ver. Ludwig, sentado al lado de la puerta, escucha con atención lo que esta transmite. Ve como Roderich llora en silencio. A pesar de todo no se detiene.
Duele, duele mucho. Les cuesta admitir que ya no está, que ha desaparecido como consecuencia de una guerra que nunca tuvo que existir, pero lo superarán. En cambio, Roderich no lo hará, porque no lo ve, porque no quiere admitir la triste realidad; y es por eso que no se detiene. Ludwig se levanta y se va de aquel triste cuarto, no sacará absolutamente nada estando sentado escuchando la triste y melancólica melodía. Roderich ha escuchado el ruido de la puerta cerrarse, sabe que ya no hay nadie en su cuarto. Aun así no quiere detenerse.
Ha estado días enteros sin salir de su cuarto para nada, solamente con la compañía de un piano, tocando sin parar; no quería salir de su falsa realidad. Sabe que es hora de detenerse, de seguir adelante y de afrontar de una vez la dura realidad, pero no se atreve. Y cuando se digna a afrontarla y dejar de tocar aquella melodía... se pone a llorar.
