Titulo: Intenciones.

Summary: Yamato hace una apuesta muy interesante y esta incluye a Mimi Tachikawa. ¿Lograra el rubio que la chica inalcanzable caiga en sus garras y se fije en él y conseguir el premio que Sora le ofrece? Y él… ¿Se fijara en ella de verdad?

Disclaimer: Ningun personaje de Digimon me pertenece, son de sus respectivos creadores.

Advertencias: Este fic contiene escenas con toques sexuales y Lemmon mas adelante. Tambien hay OoC en algunos personajes (Ya veran de que les hablo) Tambien quiero agregar que este fic esta ligeramente basado en la pelicula Cruel Intentions (Tampoco me pertenece), aunque tampoco contiene mucho de esta, simplemente la idea de la apuesta y otros detallitos pero en si casi todas las ideas son mías.

Parejas: MIMATO, Taiora, Takari.

Nota: Es el primer fic Mimato que escribo y es que cuando vi la pelicula de Cruel Intentions no pude evitar pensar en llevar algunas ideas a un fic y esta pareja fue la que se me vino a la mente. Otra cosa, aun no termino de escribir este fic por lo que tardare un poco en publicar (Algo asi como cada 2 o 3 semanas) Espero que a alguien le guste la idea:)


Capitulo 1: La apuesta.

El rubio que respondía al nombre de Yamato Ishida aparcó su nueva adquisición frente a su destino. Esperó pacientemente, la persona a la que esperaba no solía ser impuntual, al contrario. De nuevo miró con un amor infinito su bello auto nuevo y no pudo evitar sonreír con orgullo. Pasaron varios minutos cuando por fin la vio salir por las puertas de esa enorme casa que el tan bien conocía, estaba muy guapa con un vestido corto rojo, su cabello suelto y el maquillaje adecuado para la ocasión. Ella no tardó en subirse al asiento de copiloto.

-Tardaste mucho. –se quejó Yamato. -¿Te ponías guapa para mí?

-Quisieras. –respondió la muchacha de cabello anaranjado y mirada color rubí. –Arranca de una vez ¿No?

Yamato sonrió de lado y obedeció las órdenes de esa muchacha que respondía al nombre de Sora Takenouchi. Condujo con rumbo a su destino, el cual era nada más y nada menos que una fiesta a la que ninguno tenía en realidad muchas ganas de ir, pero en su defecto por ser quienes eran se veían obligados a asistir.

-Te ves bien. –comentó Ishida guiñándole un ojo a la pelirroja. –Ese color te va.

-Dime algo que no sepa. –respondió sonriendo. –Vamos, Yamato. Deja de hacer el tonto que conozco bien tus intenciones conmigo. –dijo ella sin ningún tipo de titubeo. –Pero bien sabes que esto… -se pasó ambas manos por sus costados. –Jamás será tuyo.

-Eso crees tú. –alegó sin despegar la vista del escote de su amiga.

-Mira al frente o destrozaras tu nuevo auto, cariño. –musitó Sora. –Y no lo creo, estoy segura. Yamato, que nos conocemos.

-No tan bien como quisiera, pero…

-No digas tonterías. –le cortó Takenouchi. –Ya sabes que yo por lo menos no soy de esas chicas que caen frente a ti con un simple guiño de ojos. –le aseguró. –No soy otra de tu gran colección.

-Se me olvidaba que tú ya perteneces a la colección de Yagami.

Yamato sabía que si algo le sobraba a la muchacha que estaba sentada a su lado era orgullo y que con esas palabras se lo había herido muy en el fondo.

-Ya hablaremos de eso esta noche. –aseguró Sora.

-¿Lo haremos?

-Por supuesto. –respondió. –Yamato, si he accedido a ser tu acompañante hoy es porque hablaremos tendidamente y quizás te intereses en lo que tengo para decirte.

El rubio ya no dijo nada mas y prefirió concentrarse en el camino, aun así sus pensamientos viajaban velozmente hacía algunos detalles que lo tenían angustiados. Estos detalles no tenían nada que ver con Sora ni con cuanto se empeñara en negarse a caer ante sus encantos. Estos problemas venían de más a fondo.

Yamato conocía su reputación, el mismo se la había formado por durante todos estos años, no por nada se encargaba de seducir a las muchachas más guapas de la ciudad, y no solo eso sino que también procuraba que estos objetivos fueran altos y difíciles. Sin embargo Yamato sentía que esos objetivos se habían agotado hace tiempo y sus ojos tenían que posarse más alto. El ya no iba a conformarse con novatas que temblaban al verlo sonreír. El ya tenía un nuevo plan en mente.

Llegaron a la fiesta, la mansión donde se realizaba era muy impresionante pero no tenía nada que ver con la de ellos. Se bajaron del auto y entraron al lugar atrayendo más de una mirada. El ambiente era agradable y aunque había mucha gente ni Yamato ni Sora se sentían fuera de lugar. Se sentaron en uno de los amplios sillones de cuero blanco.

-No está mal. –observó la guapa muchacha. –Izumi sabe dar fiestas…

-Es verdad. –admitió Yama. –Pero solo tiene 17, es un chico.

-Tú tienes dieciocho. –le recordó Sora.

-Pero tú sabes que yo estoy muy por arriba de eso, mi querida Sora. –dijo el rubio cerrando su ojo izquierdo. –Ahora sí. ¿Podrías ser más clara con lo que me dijiste en el auto?

Sora asintió con la cabeza mientras tomaba una de las finas bebidas que un mesero repartía. Acercó sus rojos labios a la copa y dio un trago mientras Yamato la observaba sonriente, le encantaba Sora Takenouchi desde siempre, habían sido amigos de la infancia y dado que se conocían desde pequeños Sora no tenía ningún interés en él, lo que la hacía más interesante.

-¿Sigues furiosa con Taichi? –preguntó Ishida al ver que ella no decía nada.

-No es para menos. –admitió y sus ambarinos ojos relampaguearon de resentimiento. –Solo a ese idiota se le ocurre dejarme…

-Supéralo, preciosa. –pidió Matt. –El se lo ha perdido. Si me hubieras dado la oportunidad a mí…

-No quiero hablar de eso, Yamato. –le cortó Sora. –Solo quiero que Yagami pague.

-Sabes que quiero lo mismo que tú. –aseguró el rubio. –Después de todo ya no somos aquellos niños que eran inseparables.

-Lo sé.

Sora suspiró. Taichi, Yamato y ella siempre habían sido mejores amigos. Sus padres eran de las familias más adineradas de Japón y ellos desde pequeños habían sido forzados a convivir muchísimo por lo que Sora y los dos muchachos eran inseparables. Las cosas se complicaron cuando llegó la adolescencia. Yamato siempre había sido un rompecorazones sin remedio y Taichi el jugador de futbol más popular pero todo se arruinó cuando ambos comenzaron a fijarse en Sora.

La pelirroja conocía bien la reputación de Ishida, además de que secretamente siempre amó a Taichi por lo que le escogió a él, rompiendo así la amistad entre ambos muchachos. Aunque Sora y Yamato no rompieron la suya, él siempre estaba disponible para ella.

Pero Taichi dejó a Sora hace poco más de dos meses y aunque la pelirroja alegaría siempre que lo que le dolía era su lastimado orgullo ella en el fondo sabía que lo que tanto la lastimaba era su roto corazón, aquel que solo había sido tocado por Yagami.

-Pienso darle donde más le duele. –comentó la muchacha de cabello anaranjado.

-¿Qué harás? Lo enamoraras y luego lo llevaras a la ruina ¿O algo así?

-Yamato. –lo llamó ella. –Yo creí que eras más listo. ¿Qué es lo único que Tai Yagami ama?

-¿Su auto? ¿Su trofeo como jugador del año? ¿Él mismo? –cuestionó el chico más cotizado de Odaiba.

-No seas idiota. –le rogó ella. –Hikari ha vuelto de Italia.

Yamato imaginó en su mente la imagen de la hermana del que había sido su mejor amigo. Hikari era la persona que Taichi mas amaba en el mundo, su querida hermana menor, una muchacha simpática y divertida, como cualquier chica de quince años de edad, con una reputación en sociedad impecable que había estudiado la secundaria en Italia y que ahora volvería a su ciudad natal.

-Es verdad. –confesó sonriendo de lado. –Si tocas a Hikari le dolería en el alma. ¿Qué piensas hacer?

-Tú me ayudaras, la vas a convertir en una pequeña zorra, todo el mundo en nuestro nivel conocerá sus encuentros y la tacharan de promiscua. –habló maliciosamente. –Acuéstate con ella todas las veces que puedas, a la señora Yagami le encantaría que yo, la chica que siempre ha visto como el ejemplo a seguir de Hikari, fuera a decirle que su hija es una ramera.

Yamato miraba a Sora sorprendido, él sabía cuánto había odiado la pelirroja a Taichi después de lo que le hizo pero no pensó que hubiera sido tanto como para hacerle aquello a la inocente Hikari, la cual además la quería mucho. Aunque Matt tenía que admitir que era brillante, si Tai se enterara de la nueva reputación de su hermana se moriría de coraje y frustración.

-Es un plan ingenioso, no me sorprende viniendo de ti. –observó Yamato animado. –Pero tendré que decir que no.

-¿Qué?

-Ya escuchaste. Sora, tengo una reputación que cuidar, no me ayudaría que se supiera que me estoy acostando con una niña.

-Hikari no es ya una niña. ¿Hace cuanto que no la ves? –indagó la pelirroja.

-Desde que se fue a Italia cuando tenía doce.

-Eso lo explica. –notó ella. –Hikari está muy guapa, la vi hace unas semanas.

-Por favor Sora, tiene quince. ¿Qué tan guapa puede estar? –preguntó el rubio riendo con sarcasmo. –Lo siento, no lo voy a hacer.

Sora se puso de pie, furiosa.

-Pero eso no significaba que no te ayudare. –agregó Ishida sonriendo ampliamente. –Tengo la persona perfecta para ti.

-Lo dudo mucho. –negó Sora. -¿Qué mejor que su madre y Taichi se enteren que Hikari se revuelca con un Ishida que es mayor que ella?

-Que se revuelque con el hijo de Natsuko Takaishi, mi hermano, quizás.

Sora abrió los ojos asombrada. Los padres de Yamato se habían divorciado hace años pero sin embargo el rubio sabía que sus padres no dejaban de frecuentarse e incluso en algunos eventos se les había visto llegar juntos. Sin embargo la madre de Matt y la de Tai se odiaban desde hace unos pocos años pues se rumoraba que tras la muerte del señor Yagami la viuda buscaba a escondidas a Hiroaki Ishida.

El distanciamiento entre los Ishida y los Yagami fue definitivo desde que empezó la relación entre Tai y Sora pues Natsuko Takaishi siempre había imaginado que la única heredera de los Takenouchi iba a ser su nuera y al ver que Taichi se había adelantado ambos señores Ishida se enfadaron, al igual que los Yagami al ver la reacción de sus antiguos amigos.

-¿Takeru? –quiso saber Sora Takenouchi. -¿Él estaría dispuesto?

-Mi hermano siempre ha sido un chico generoso, además jamás me negaría nada. –contestó Matt. –Me idolatra.

-Yamato, pero tú sabes que Takeru no es como tú. –le dijo la muchacha. –El si tiene caballerosidad todavía, no sé si quisiera hacerle esto a Hikari. Después de todo recuerdo que ellos solían ser muy amigos antes de que Tai y tu pelearan y de que ella se fuera a Italia.

-Ya te lo he dicho, mi hermano no me niega nada. –repitió. –Además hace años que no la ve ¿Cuánto le puede importar una chica cualquiera que ni siquiera es su amiga?

Sora dio un respingo, no muy convencida.

-Bueno, si Takeru acepta por mi estará bien.


Koushiro Izumi nunca había disfrutado mucho de las fiestas y la suya no era la excepción. El hubiera preferido hacer un modesto viaje a Europa o a América con sus amigos y así evitarse todo aquel ridiculísimo. Sin embargo sus padres habían insistido en organizarle una genial fiesta e invitar a todos los hijos de sus conocidos haciendo que Koushiro no tuviera más que resignarse. Afortunadamente para él no todo había salido tan mal ese día.

-¡Mimi! –exclamó el pelirrojo mirando a su mejor amiga con una sonrisa impresa en su rostro. -¿Qué haces aquí?

-¡O Izzy! Te he extrañado tanto.

La chica, una castaña de su misma edad con el cabello bien cuidado, rizado en las puntas y muy largo, ojos color miel con unas largas pestañas y un cuerpo muy favorecedor que era acentuado por aquel vestido rosa claro que portaba se abrazó a su gran amigo con cariño.

-¿Cuándo has vuelto de los Estados Unidos y cuanto te quedas? –preguntó Izumi. –Y lo más importante ¿Por qué no me has dicho nada?

Mimi Tachikawa sonrió ampliamente.

-Era una sorpresa, mi padre ha sido trasladado y ahora será el director de tu instituto, mamá sigue en el negocio de las boutiques y se hará cargo de las diez sucursales de la ciudad por lo que viviré aquí de nuevo. –decía muy animada. –Era una sorpresita, me comuniqué con tu madre y ella me dijo de tu fiesta.

-Perdona por no haberte invitado personalmente pero…

-Entiendo. Pensaste que por ser vacaciones estaría viajando ¿No?

-Lo di por hecho, es verdad. –admitió con sus negros ojos brillando de alegría. –Me pone muy feliz que estés aquí. Creo que deberé presentarte a algunas personas, son amigos.

-Estaré encantada, yo también tengo que presentarte a alguien.

-¿Y ese sería…?

-Ya veras, no comas ansias. –respondió sacándole la lengua a su mejor amigo y luego lo tomó del brazo para caminar juntos. –Es un chico muy lindo, hemos estado escribiéndonos desde que dejé el país, su padre es el médico de mi familia y el ha ido a verme varias veces a los Estados Unidos.

-Suena a un novio. –se burló el pelirrojo sonriendo divertidamente.

-Algo así es que es el chico más dulce que he conocido, compartimos intereses, es mayor y tan centrado. Creo que podría enamorarme, pero bien sabes que las relaciones no me interesan. –dijo. –Por ahora quiero seguir practicando la música pues quiero sobresalir en eso.

-Lo sé bien, Mimi. No por algo eres mi mejor amiga.

Los dos jóvenes de diecisiete años se abrieron camino entre la gente, Koushiro de vez en cuando saludaba a algunos y le presentaba a Mimi a otros. La castaña estaba muy feliz de volver a Japón y más aun de estar pasando ese agradable rato en compañía de tantas personas simpáticas.

-A este par si te los tengo que presentar. –dijo Koushiro soltando una risa ahogada. –Andando.

Mimi se dejó guiar por Izumi entre más personas, todos lucían como personas muy refinadas e interesantes pero cuando vio al par que estaban sentados en uno de los largos sillones de cuero blanco se dio cuenta que ellos se distinguían por sobre todos.

-Sora, Yamato. –los llamó Koushiro. –Me alegra que hayan podido venir. –dijo sonriéndoles con cortesía.

Sora se puso de pie y beso al pelirrojo en la mejilla.

-No es nada, Kou. Eres uno de nuestros más grandes amigos –dijo. –Sabes que no faltaríamos. La estamos pasando muy bien, además. –agregó sonriendo.

Yamato también saludó a Izumi, sin embargo su atención no estaba en él sino en la guapísima castaña que venía de su brazo, una chica de rostro angelical pero cuerpo demoniaco. Era perfecta.

-Vi a tu hermano por aquí, Yamato. –comentó el pelirrojo. –Estaba con Motomiya e Ichijouji.

-Bien. –dijo el rubio. –Me gusta que frecuente esas amistades.

-Claro, ambos son muy importantes. –agregó Koushiro. –No invite a Taichi, Sora. Después de lo que pasó contigo y él no quería tenerlo en mi fiesta.

Sora le asintió con una sonrisa bien disimulada en su cara. Ese comentario por parte de uno de sus amigos desde siempre había sido otro recordatorio de que por culpa de Taichi su reputación no era tan perfecta como antes. Sin embargo Koushiro también sonrió pero interiormente, practicando aquella diplomacia que su padre le había enseñado desde siempre.

"Es bueno quedar bien con todos, hijo" decía el señor Izumi cada que podía y eso al pelirrojo le servía muy bien para adecuarse a cada circulo social. Claro que él había invitado a su amigo Taichi Yagami, que el aludido estuviera ocupado ese día en asuntos referentes a su hermana era un detalle que ni Matt ni Sora necesitaban conocer.

-Ella es Mimi Tachikawa. –presentó Koushiro. –Mi mejor amiga, antes vivía en América pero su padre será nuestro director este año por lo que ahora estará aquí en Odaiba. –explicó.

-Vaya, así que tú eres la hija de Tachikawa. –la analizó Sora. –No tenía el placer de conocerte, soy Sora Takenouchi. Mucho gusto Mimi, espero que seamos buenas amigas. –añadió la pelirroja con otra falsa sonrisita angelical.

-El gusto es mío, Sora-san. –aseguró Mimi. –Ya lo creo, seremos grandes amigas.

Dicho esto Yamato se abrió paso dándole un ligero empujón a su acompañante pelirroja y quedando así frente a frente con aquel ángel vestido de rosado.

-Soy Yamato Ishida. –se presentó. –Un gusto, preciosa.

Al escuchar el nombre del rubio Mimi abrió los ojos casi al doble como si lo hubiera reconocido de algún lado. Koushiro fue el único que se dio cuenta de esta reacción. Yamato la miraba con interés y Sora miraba a Matt con una sonrisa en el rostro, aquella que ponía cuando su maquiavélico cerebro tramaba algo.

-Igualmente. –soltó Mimi con indiferencia. –Kou ¿Vamos con tu madre? Quiero saludarla.

Koushiro asintió y se despidió del par partiendo así con Mimi tomada de su brazo de nuevo internándose entre la multitud de personas que albergaba su casa. Yamato miraba el lugar por donde Mimi se había ido junto a Izumi y Sora lo miraba a él.

-Olvídate de ella, Yamato. –dijo la pelirroja. –Está fuera del alcance de tus asquerosas garras.

-No hay nadie fuera de mi alcance, Sora. –replicó.

-Excepto yo. –le recordó orgullosa. –Y Mimi Tachikawa.

-Acerca de ti aun tengo mis esperanzas. –confesó Matt abrazándola por la cintura. –Y en cuanto a Mimi estoy seguro. Ella caería.

-Yamato. –lo reprendió su eterna cómplice. –La conozco, su padre ha hecho negocios con el mío mas de una vez, la chica es el orgullo de su familia, va a la iglesia, tiene las calificaciones más increíbles de las que he oído, incluso me supera a mí en modelo de perfección.

-Eso no quita que podré conquistarla.

-Ella no es de esas zorras finas con las que te acuestas hoy y se les olvida mañana. Ella busca amor, Yamato. Mi amigo Michael de New York iba al colegio con ella y si escucharas la fama que tiene. Ni un solo chico logro ponerle un dedo encima, ella alega que espera encontrarse con su alma gemela. Y eso que varios lo intentaron.

-Eso es porque tu amigo Michael es un maricón.

-Michael es muy guapo. –le defendió Takenouchi. –Y es hijo de un gran productor de cine, además de que no es un galancito como tú, tiene todo lo que una chica necesita y ella le dijo que no. Además no es solo él, el hijo de un gran funcionario del gobierno también la buscó y no consiguió nada.

Yamato escuchaba todo atentamente. Con cada palabra más se determinaba a conquistar a aquella castaña divina que había conocido ese día. El buscaba dificultades, buscaba desafíos y creía haberlo encontrado en aquellos ojos miel. Además era la hija de su próximo director, jamás había tenido novio y era perfecta. Su reputación se iría al cielo con ella.

-Sora, me conoces. No hay imposibles para Yamato Ishida. –aseguró sonriendo de par en par. -¿Quieres apostar?

Sora sonrió, la música había empezado a ser más estruendosa y ahora casi no se oían por lo que la pelirroja lo jaló hasta el baño más cercano. El sonrió pervertido pero ella negó indicándole que solo irían hasta ahí para hablar mientras se acomodaba su provocativo escote.

-No voy a apostar contigo Ishida. –le dijo con firmeza. –Pero eso no significa que crea que vas a ganar.

-Como quieras. –finalizó esfumando su sonrisa y dándole la espalda. –Me voy a bailar un rato. –indicó mientras se aproximaba a la puerta.

La pelirroja lo vio dar dos pasos hacía enfrente cuando notó las llaves de su nuevo auto deportivo BMW sobresaliendo de sus jeans de diseñador. La muchacha lo llamó con una idea en su cabeza.

-Esa apuesta. –le recordó. –Quizá no sea tan mala idea después de todo.

Matt ensanchó su sonrisa.

-Pero yo pongo las condiciones. –le amenazó Takenouchi. –Si gano, tu bello auto será mío. –le explicó pasando su dedo índice por el pecho del rubio.

-Eso no me convence. –comenzó Yamato. –Mi auto es mi auto. ¿Qué podría ganar yo de ti?

-Lo que siempre has querido, Ishida.

Dicho esto Sora bajó aun mas su escote hasta dejar sus pechos apuntó de salir de su vestido rojo, sus labios se abrieron provocativamente mientras acercaba su rostro al de Yamato.

-A mí. Para ti solito, podrás hacerme lo que quieras, Yamato. Sabes que soy la única a la que nunca has podido tener y que hasta ahora eso te está matando. –le propuso aun demasiado cerca de los labios del muchacho.

Yamato acercó su boca a la de Sora pero ella sin decir más se alejó.

-Este bien. –acordó Ishida. –Mimi Tachikawa va a ser mía y cuando lo haya sido… -dijo tomando a Sora de la cintura y pegándola a su cuerpo. –Sigues tú.


Bueno, este fue el primer capitulo, espero que haya gustado jeje. La verdad creo que Sora y Yamato si estan bastantito OoC pero bueeee ya veran que mientras vaya avanzando esto se ira poniendo mas coherente. En fin, muchisimas gracias por leer, si tienes algun comentario deja un review :D

¡Saludos!