Disclaimer: Los personajes y el universo de Canción de Hielo y Fuego le pertenecen a George R. R. Martin.

Esta historia se la escribí para Gato Rojo, como un regalo por Navidad. Algo atrasado, eso sí. Lo siento por eso, pero soy muy quisquillosa con lo que escribo, así que lo estuve leyendo una y otra vez, encontrándole defectos por todos lados y finalmente, quedé satisfecha con esto.

Había leído por ahí que una de tus OTPs era Cat/Ned. Intenté escribirte un Jaime/Cersei, pero no me salía nada, ni un poco pervertido, aunque tenía muchas ganas de escribirte algo sobre los Lannister. En fin, espero que te guste la historia. Ahora, sin más interrupciones de mi parte, puedes empezar...


Familia. Deber. Honor.

Familia.

Eran ellos. Era Invernalia, el lugar que tanto llegó a amar y a considerar su hogar. Eran los copos de nieve derritiéndose en el cabello de Robb cuando entrenaba. Era la mirada ilusionada de Sansa cada vez que escuchaba las historias de amor de Florian y Jonquil y otros nobles caballeros. Era la manera tan ágil que tenía Bran de trepar por los muros de Invernalia y de hacer que su corazón se le saliera del pecho. Era Arya corriendo por entre los pies de las personas, siempre queriendo aprender algo nuevo. Era el temperamento fiero y voluntarioso de Rickon y la manera en que llevaba el cabello desaliñado. Y eran ellos nuevamente, cuando por fin el cielo oscurecía y se cubría de estrellas. Y ella podía sentirlo a su lado una vez más.

Deber.

Había sido un completo desconocido cuando le entregó su virginidad. Y había sido un acto de deber, no de amor o pasión. Concibió a Robb esa misma noche, a un rey. El Rey en el Norte. ¡Qué pequeño le había parecido cuando nació!

Catelyn recuerda la primera vez que vio a Eddard Stark. Era más bajo y menos atractivo que su hermano mayor, Brandon. ¡Qué decepcionada había estado aquella vez! Se había comportado como una niña tonta, lo sabía muy bien.

Hablaba de manera cortés, sí, pero era una cortesía tan gélida como la propia Invernalia, y no había ni un rastro de la fiereza y temperamento apasionado de Brandon Stark. Pero pronto logró encontrar el dulce corazón que Ned escondía tras ese rostro alargado y severo.

Honor.

Había sido el inquebrantable honor de Ned lo que terminó llevándoselo a la tumba.

¡Mi señor! ¿Acaso valía más vuestro honor que unos años más a mi lado? ¿Valia más, acaso, que ver a vuestro hijo hecho un hombre? ¿Valía más que ver a nuestras hermosas hijas seguras? ¿Valía más que la risa de Bran o la de Rickon?