Disclaimer: Los personajes de Naruto NO me pertenecen.
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I
Papá
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Alzó el vaso de whisky una vez más con suma elegancia, revolviendo el líquido con un suave movimiento de muñeca.
El bar de aquel costoso hotel estaba repleto, cosa que lo incomodaba en cierta forma, pero aun así decidió no moverse de su lugar. Pese a que realmente odiaba las multitudes.
Repentinamente alzó la oscura mirada hacia la barra, enfocando sus pupilas color ónix sobre las mujeres que allí estaban, deteniéndose al divisar a una joven que llamó poderosamente su atención; una muchacha muy joven que usaba un diminuto y ajustado vestido de color púrpura, el cual resaltaba a la perfección sus pronunciadas y perfectas curvas femeninas. Frente a ella dos largas y torneadas piernas se cruzaban con sensualidad, pero con elegancia a la vez, atrayendo las miradas de todos los hombres del lugar, como si cada movimiento estuviera meticulosamente planeado para eso. Una piel nívea que parecía invitar a ser acariciada, y una larga cabellera rubia cayendo como una escacada por los pequeños hombros de la extraña le impedían apartar la mirada de ella; como sucedía todas las noches desde la primera vez que la había visto en aquel lugar.
No era que él fuera un pervertido; pero la soledad y el aburrimiento a veces lo dominaban.
Tal vez su mejor amigo tenía razón y ya era hora de que rehiciera su vida; después de todo, hasta ese momento sólo había vivido para su trabajo y su familia. Desde que su esposa había fallecido no había encontrado mujer que pudiera igualarla; sabía que ella era irremplazable, pero eso no quitaba el hecho de que necesitaba compañía, además, tenía dinero, éxito, poder; lo único que le faltaba era alguien con quien poder compartirlo…
—Mesero— alzó un dedo sutilmente, llamando al joven empleado que pasaba por su lado con el leve gesto.
— ¿Sí, señor?
—Llévele una otra ronda de lo que esté tomando a aquella joven de la barra; la del vestido púrpura…
El joven guió sus ojos en la misma dirección que los suyos, esbozando una ligera sonrisa.
—Debe hablar de la señorita Ino— comentó, enderezando su postura— es muy común que los caballeros le inviten bebidas todas las noches… y también es muy común que ella los rechace— amplió su sonrisa, haciéndolo fruncir las cejas— ahora le llevaré su encargo.
Sin decir más se encaminó hacia la barra; pidió un Martini seco y después se lo alcanzó a la joven, susurrándole casi al oído unas palabras para luego señalar en su dirección.
Al ver esos dos pares de ojos sobre su persona no pudo evitar tensarse. Los ojos de la chica eran de un intenso y brillante color celeste, y su rostro era el de un verdadero ángel.
Ella era hermosa; no había duda de eso.
En cuanto cruzaron miradas por primera vez, creyó que se horrorizaría, pero la joven simplemente sonrió a la vez que tomaba la copa entre sus delicados dedos y la alzaba hacia él, agradeciéndole el gesto.
La observó con atención y ya sin disimulo, curvando ligeramente los labios en una mueca que se parecía bastante a una sonrisa. Sujetó firmemente su copa de whisky y se puso de pie, comenzando a caminar hacia la bella extraña como un león caminaría hacia la más deliciosa de las presas.
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—Sasuke…— suspiró a su oído, abrazándose con fuerza a su espalda.
Él sólo la ignoró, sin dejar de desvestirla lentamente.
Los besos y caricias subían cada vez más de tono, hasta que, finalmente, ambos quedaron cubiertos sólo por las suaves sábanas blancas.
— Hazlo…— volvió a susurrar ella, entrelazando los dedos entre los cabellos de su morena cabeza— ¡Hazlo ahora! Quiero sentirte…
Rodaron sobre la cama, quedando ella sobre él, obligándolo a estirar su espalda sobre el mullido colchón, y haciéndole fruncir el ceño por esa inesperada acción mientras ella volvía a la carga, repartiendo cortos besos desde su barbilla hasta el abdomen, para después volver a acomodarse sobre él, gimiendo ante el nuevo contacto de sus sexos.
— ¡Por favor!— pidió en un largo jadeo, acomodándose ella misma sobre él— ¡Hazlo!
Los gemidos de placer de la muchacha inundaban la habitación. Todo estaba listo para la unión, pero de pronto:
— ¡NO PUEDO!— de un súbito y brusco movimiento la quitó de encima suyo, abrigándola a caer sobre la cama, sin importarle dañarla.
— ¡Sasuke!— gritó saliendo de su estupefacción inicial, con los ojos anegados en lágrimas mientras cubría su desnudez con las sábanas— cariño, ¿Qué es lo que te pasa?— preguntó al borde del llanto, bajando la cabeza, permitiendo que unos cuantos mechones del corto cabello rosa taparan sus ojos.
— ¡DÉJAME SOLO!— refutó, volteando sobre la cama para darle la espalda— Ve a dormir a otra habitación esta noche— ordenó fríamente.
—Pe-Pero…
— ¡VETE DE UNA MALDITA VEZ, SAKURA!
La joven se sobresaltó ante el grito, pero no se movió ni un milímetro, lo cual sólo molestó mucho más a su pareja.
— ¡Sólo dime que es lo que pasa contigo!— demandó, abrazándose a su espalda; sin embargo, esa acción sólo provocó que Sasuke se levantara con violencia del futón.
— ¡PUES SI NO TE VAS TÚ, ME LARGO YO!
— ¡POR FAVOR, NO TE VAYAS DE NUEVO!— rápidamente ella se puso de pie también, abrazándose a su espalda una vez más antes de que pudiera dar el primer paso— Te prometo no volver a decirte nada, ¡pero no me dejes!— rogó, llorando sobre su hombro— no te vayas otra vez, ¡lo siento!
— ¡Ya, déjame!— volvió a apartarse de ella con brusquedad, como si su tacto le quemara la piel, e iba a gritarle una vez más, hasta que volteó y vio a los llorosos ojos verdes de su novia, calmándose en el acto; no era su culpa que le sucediera aquello a él— Voy a dormir en la sala— anunció, cortante— Y olvídate de todo esto. Mañana será otro…— el sonido del móvil sonando sobre la mesa de noche lo interrumpió, haciéndolo ignorar a su afligida pareja para tomar el aparato y, con sorpresa, ver quien era que lo llamaba a esas horas de la noche, atendiendo en el acto— ¿Sí? ¿Papá?
Sakura lo observó hablar por teléfono, intentando secar las lágrimas de su rostro, y desaparecer cada rastro de llanto antes de que Sasuke se volviera hacia ella. No quería que su novio la viera "fea". Pero eso jamás sucedió. Sin importarle los ruegos de su novia, ni la desnudez de su cuerpo, el joven de cabellos negros salió de la habitación, sin dejar de hablar con su padre y sin girarse a verla, dando un fuerte portazo tras de sí.
Cayó de rodillas en medio de la habitación, sin poder contener el río de lágrimas que caían por sus ojos.
Una noche más, él la había rechazado.
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Hundió la espalda sobre el mullido sillón de cuero, observando el espectáculo.
Una jovencita, de torneadas piernas y largas trenzas rubias se contoneaba sensualmente frente a él, sosteniéndose de un caño metálico, derrochando sensualidad con cada movimiento mientras se desprendía de una nueva prenda con cada giro que daba, quedando solamente vestida con un diminuto triángulo de encaje negro cubriendo su sexo. La hermosa ninfa de ojos azules bailaba para él, sólo para él, en ese cubículo privado de aquel club nocturno que cada noche visitaba; sin embargo, el moreno de expresión fría parecía siempre indiferente al encanto de tan bella mujer.
Sin ninguna expresión alzó una mano, indicándole a la chiquilla que se acercara con un leve gesto. Ella sonrió con complacencia, acercándose a sus pies como gata en celo, subiendo lentamente por sus piernas.
El móvil en su bolsillo sonó de pronto, e Itachi frunció los labios, observando de soslayo a la muchachita que jugaba sensualmente con la habilla de su cinturón.
— ¿Sí?— contestó sin siquiera ver de quien se trataba, bajando la mirada hacia la cabeza de la joven (que en esos momentos bajaba la cremallera de sus pantalones con los dientes), entrelazando sus largos dedos en el cabello de ésta, frunciendo el ceño al notar una melena castaña bajo la peluca de largas trenzas rubias y tomándola con brusquedad por los cabellos para apartarla de su persona— Largo— gruñó sin emoción, y sin apartar el móvil de su oreja. La chica se puso de pie con una mezcla de decepción y enfado en su juvenil semblante, pero obedeciendo, y saliendo del lugar con paso furioso— ¿Sí?— repitió él, regresando su atención al teléfono, abriendo los ojos con sorpresa al reconocer la voz al otro lado— ¿Papá?— su tono fue de auténtica sorpresa y, sin borrar su cara de asombro, se puso de pie, recibiendo a la otra jovencita de escasa ropa, ojos azules y largo cabello rubio que había entrado en su cubículo.
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Colgó el teléfono, depositándolo con cuidado sobre el escritorio de ébano que estaba frente a él, cerrando los ojos un momento para suspirar profundamente.
De pronto sintió unas suaves y delicadas manos subir por su abdomen, rosando sensualmente cada parte de su torso hasta depositarse sobre su fuerte pecho, y dos turgentes y grandes pechos pegarse a su espalda. Sonrió bobamente al sentir el cálido aliento en su cuello, y tensó todo su cuerpo cuando aquellas manos comenzaron a descender hasta posarse más debajo de su vientre, rozando el apéndice masculino, lo cual le hizo lanzar un involuntario gemido de placer.
— ¿Hablaste con ellos?— inquirió la femenina voz a su oído, profundizando las caricias a su parte íntima, erizándole la piel al instante.
—S-Sí— contestó, ahogando un gemido mientras alzaba la barbilla y cerraba los ojos.
Ella sonrió en su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja con lasciva.
— ¿Y les dijiste de mi?— acompañó su pregunta con una caricia más íntima a su hombría, metiendo las manos dentro de su pantalón para sentir su dureza en verdadero contacto.
Eso lo hizo gemir mucho más fuerte.
—No— gruñó pesadamente— Aún no…
Amplió su sonrisa, alejándose de él al instante, dejando su tortuoso juego de lado por un segundo. Pero el hombre no le permitió alejarse demasiado: rápidamente volteó hacia ella y sin darle tiempo a nada tomó posesión de sus carnosos labios, aferrándose con fuerza a su estrecha cintura, empujándola sobre el escritorio sin dejar de besarla con pasión desmedida, deshaciéndose de la fina bata de seda que cubría su delicado cuerpo de un tirón, dejándola totalmente expuesta ante sus ojos. Ella no se quedó atrás, y con gran habilidad comenzó a desabotonar su camisa, delineando cada músculo con sus finos dedos, atrayéndolo hacia su cuerpo enredando sus largas piernas alrededor de la cintura de su amante.
—Ellos vendrán mañana— comentó entre gemidos, descendiendo por su clavícula, comenzando a besar, lamer y succionar el botón rosa de su pecho izquierdo.
Sólo lo oyó en silencio, y al sentir las caricias en aquella sensible zona no pudo evitar arquear la espalda con placer, pero en ningún momento cerró los ojos para aumentar las sensaciones.
Él la penetró de una sola estocada, enterrándose en su interior casi con urgencia. Al sentirse invadida no pudo evitar soltar un grito de éxtasis, mordiendo el hombro de su amante mientras su cuerpo se movía sobre el escritorio por las salvajes embestidas que estaba recibiendo. Jadeó y soltó múltiples gemidos sin dejar de mover su cuerpo con sensualidad, estirando un brazo hacia atrás para sostenerse sobre la mesa, y sin quererlo su mano se posó sobre un retrato. Ella lo tomó y mientras su amante seguía entrando y saliendo de su cuerpo se permitió observar la fotografía que sostenía entre sus dedos.
Y observando la imagen de una pareja con dos pequeños niños de cabello negro sonrió con altanería, arrojando el retrato lejos para volver a jugar con sus manos sobre el cuerpo de aquel hombre que no detenía sus rítmicos movimientos, y al sentir esas nuevas caricias él buscó sus labios nuevamente, arrebatándole otro apasionado beso, separándose para coger aire, pegando su frente a la de su compañera de pasión.
—Te amo…
Esa repentina confesión la sorprendió por un instante, pero acabó por sonreír con satisfacción, lanzando un gutural gemido de sus labios, el cual informaba que al fin había llegado al clímax. Él la embistió varias veces más, descargándose en su interior cuando al fin llegó a su propio orgasmo.
—Te amo— repitió, besándola una vez más, aún sin salirse de su interior.
Mirándolo a los ojos le sonrió y lo abrazó con fuerza, sonriendo con regocijo al oír esas palabras por segunda vez.
Al fin todo salía tal y como ella lo quería, y no faltaba mucho para conseguir lo que por tantos años había deseado…
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Sí... sé que es extraño... pero es una idea que no puedo sacar de mi mente desde hace tiempo, y preferí escribirla para despejar un poco mi cerebro XD
Hasta el próximo capítulo!
H.S.
