Esa era la primera noche en esa academia. Makoto Naegi se había ido a dormir con la esperanza de que todo fuese un sueño; Monokuma, el juego de matanza, incluso Kibougamine. Deseaba despertar en la habitación de su casa y no en ese sitio. Si fuera todo un sueño entonces todo tendría sentido. ¿No es típico de los sueños algo como los Estudiantes Definitivos o un oso mecánico?
No obstante, al despertar se sorprendió que su deseo, en parte, se hubiera hecho realidad. No estaba en Kibougamine, ni tampoco en su casa. Estaba recostado debajo de un árbol sobre el pasto. El Sol brillaba de manera intensa pero al estar en la sombra no le hería los ojos.
Naegi no reconocía su entorno aunque sospechaba que se encontraba en un parque. Lo rodeaban varios árboles con troncos color vino y de hojas de un verde oscuro azulado. El pasto era surcado por varios caminos de ladrillos rosa. El Sol se encontraba en lo alto, por lo que tenía que ser alrededor del mediodía y el aire olía a césped recién podado.
Decidió que lo mejor era seguir uno de los numerosos senderos. Alguno de ellos debía conducir a la salida o a gente. Ahora que tenía un plan de acción era hora de ponerlo en marcha levantándose.
Al hacerlo noto algo raro, el tacto con el pasto era muy duro. Miró sus manos y descubrió que estaban debajo de una gran capa de pelo. Se sintió completamente horrorizado al comprobar que todo su cuerpo estaba en estas condiciones y que solo vestía su sudadera y su chaqueta. Comenzó a registrarse, descubriendo que sus dientes era más grandes y que le habían crecido orejas de perro y una cola, por supuesto también cubiertas de pelo. Fue suficiente para que se desmayara.
Despertó cuando alguien lo empezó a sacudir. Lo que vio fue a dos raros seres que parecían haber salido de un programa infantil. El cuerpo recordaba vagamente a una persona, es más, parecían tener la misma altura de Naegi. Pero el resto era más bien animal y con dientes grandes. El que lo sacudía era una especie de conejo de pelaje amarillo que mostraba una expresión impaciente. Al otro le costó reconocerlo. Tardo en recordar la palabra "castor". Era un castor púrpura con pecas y estaba más bien asustado.
Ambos hablaban un idioma que Naegi no comprendía, muy rápido y agudo.
Pese a su temor y confusión, Naegi trato de comunicarse con ellos. Fue en vano, ellos tampoco le entendían. También noto que su voz ahora era más aguda.
De repente al castor le brillaron los ojos como si se le hubiera ocurrido algo. Llamo la atención al otro. Se dijeron un par de cosas y terminaron asintiendo entre sí. Entonces el conejo le acerco una mano. Naegi, en un impulso, se alejó sin embargo el conejo insistió. Cuando Naegi la tomo, lo puso de pie.
Sin embargo no la soltó, es más, empezó a conducir a Naegi por uno de los senderos. Más aún, hecho a correr sin soltarlo por el parque mientras el castor los seguía. Naegi se preguntaba por las intenciones de los seres. Parecían que querían ayudarlo, no obstante, no podía confiarse del todo. Por ahora no se entendían así que ese era el principal objetivo. ¿Qué haría si pudiese?¿Qué les diría?¿Creerían lo que le pasó? Ni siquiera él estaba seguro de que pasó. Pero la mayor pregunta era porque eran todos animales antropomórficos. Debía descubrirlo después y actuar como si eso no fuera un problema. Solo por el momento.
Apenas se dio cuenta, ya estaban fuera del parque y recorrían un pueblo. Allí había más seres como los que lo arrastraban. Había de distintos colores y especies variadas, un par de mapaches verdes conduciendo un camión a gran velocidad, un ciervo-mimo haciendo malabares, entre otros. Asimismo el pueblo daba la misma sensación que sus habitantes de ser una caricatura. Todo daba la impresión de haber sido reducido.
Llagaron entonces a una casa que destacaba por una apariencia futurista y metálica. El castor toco el timbre y al poco salió otra criatura. En este caso un oso hormiguero azul que llevaba gafas. Intercambio un par de palabras (que por el tono Naegi consideró amistosas) y los invito a pasar. Dentro había una especie de laboratorio o taller con varios artefactos de los que Naegi hizo nota mental de no tocar. El oso hormiguero hizo sentar a sus amigos en unas sillones que tenía ahí (después de darles lo que parecía una advertencia) y llevo a Naegi aparte. Lo condujo hasta una mesa repleta de planos y pequeños artefactos. Allí le paso un lápiz y una libreta. ¿Por qué no se le ocurrió eso antes? Ahora sí que podría comunicarse. Pensó unos momentos que poner y escribió:
-Mi nombre es Naegi Makoto ¿pueden ayudarme?
Eso debería ser suficiente. Le devolvió la libreta satisfecho con su mensaje. El otro lo leyó y se la llevo a una computadora. Allí conecto a unos auriculares con micrófono y empezó a escribir en el teclado. Mientras, Naegi miraba expectante desde atrás mas no entendía nada de lo que aparecía en la pantalla. Finalmente la máquina emitió un pitido y los desconecto.
El oso hormiguero le puso los auriculares y le acomodo el micrófono. Dijo algo y lo miro expectante. Como noto que Naegi no reaccionaba, con el destornillador hizo unos ajustes.
-¿Ahora podes entenderme?
A Naegi lo invadió la emoción
-¡Sí! ¡Si puedo!- exclamo con alegría aunque se sorprendio de que sentía a su cola agitarse por la emoción. Claro, olvido que ahora era un perro.
El otro mostro una expresión de triunfo.
-Perfecto, significa que mi traductor universal funciona.
-¿Traductor universal?-pregunto Naegi
-Este auricular- empezó a explicar- te permite entendernos y el micrófono que te entendamos. Lo configure teniendo en cuenta el lenguaje usado en tu mensaje. Se me dificulto un poco porque el japonés es muy complicado, pero parece que lo logre.
-¡De verdad eres un genio! ¡Creaste algo así en minuto!- exclamo Naegi pensando si ese era el tipo de personas que habían en Kibougamine.
-En realidad ya lo tenía hecho, solo necesitaba un motivo para usarlo.-respondió el genio- Según tu mensaje te llamas Naegi Makoto ¿Es Naegi o Makoto? Los nombres japoneses son muy confusos.
-Me llamo Makoto, Naegi es mi apellido.
-Bien Makoto yo soy Sniffles.- y le estrecho la mano.-¿No está muy silencioso?
Naegi no entendía hasta que se fijó en los sillones. Ninguno de los que lo habían encontrado estaba ahí. Registraron la casa hasta que escucharon un ruido que venía de fuera.
Naegi y Sniffles salieron de la casa encontrándose en el patio con ellos, que jugaban con una nave espacial de juguete a control remoto.
-¿Podrías decirme los nombres de ellos?- pregunto Naegi al darse cuenta que aún no conocía los nombres de sus rescatadores.
-Él- dijo Sniffles señalando al amarillo- es Cuddles. El otro es Toothy.
Luego lo escuchó quejándose en voz baja sobre como siempre jugaban con sus inventos. Le pidió a Naegi que se quedara en la casa, ya que él se encargaría.
Naegi presenciaba desde la puerta. Sniffles se acercó a Cuddles y le reclamó el control remoto. Cuddles se negó y, luego de una discusión, empezaron a forcejear el control. En consecuencia, la nave enloqueció y comenzó a disparar rayos láser que derritieron los ojos de Toothy. Estos rayos también impactaron contra Cuddles y Sniffles, perforando sus cuerpos por completo.
Ante estas vistas, Naegi llamó a Toothy para que se metiera en la casa, que si bien estaba ciego, aun seguía vivo. Tal vez podría evitar que perdiera más sangre. Toothy logró escucharlo pero en lugar de ir a la casa, caminó hacia la calle donde un camión a toda velocidad lo atropello. Naegi reconoció al camión de antes y, con horror, descubrió que arrastraba los restos del ciervo-mimo. Para la mala suerte de los mapaches, la sangre de Toothy sumado a la velocidad provocaron que el vehículo resbalase, se chocará y explotará a los pocos segundos.
