No tengo sueño –Volví a quejarme, aunque mis parpados se cerraban solos. Abrasé el torso de Edward muy fuerte, aunque el no notara que usaba toda mi fuerza.

Si no tienes sueño… ¿Qué quieres hacer? –Preguntó con su voz aterciopelada. Levanté la vista dirigiéndola hacia sus preciosos ojos color topacio y se me olvido que debía contestar la pregunta, Edward también me miro y con un movimiento veloz rozó sus labios con los míos, sabiendo lo que provocaba en mi. Comencé a hiperventilar mientras el contenía una risa.

¿Por qué no escoges tú que hacer? –Le ofrecí mientras intentaba calmarme. Me regalo una sonrisa y se levantó de mi cama, me ayudo a pararme y me puso contra su espalda, sabía que iba a hacer así que me agarre fuerte. Corrimos… o bueno más bien corrió, hasta el bosque, y pensé que nos detendríamos en el claro pero Edward continuó hasta subirse a lo más alto de un árbol. Me dejo reposar en una rama y el se poso en la que estaba en frente, sonreí- Es increíble que Charlie no se entere de nuestras salidas nocturnas. –Me regalo otra de sus sonrisas torcidas.

Charlie tiene un sueño muy profundo, y te aseguro que aún no sospecha nada –Sonreí y me levanté, Edward tomó mi mano, alarmándose inmediatamente. Con un pequeño, suave y delicado tirón me aproximo hasta el y me sentó en su regazo.

¿Me va a decir Mr. Cullen que hacemos aquí? –Dije mientras jugaba con uno de los dorados mechones de su pelo.

Dígame usted, futura Sra. Cullen –Un escalofrío recorrió mi cuerpo, un escalofrío que no tenía nada que ver con los besos que Edward repartía por mi desnudo cuello, si no un escalofrío al saber que dentro de pocas semanas sería oficialmente la… Sra. Cullen.

Recuérdame porque lo hago –Le pedí a Edward, aunque no quería que acabara su sesión de besos. Levantó la cara y me miró con sus penetrantes ojos a los míos, me perdí en aquellos ojos color topacio que eran tan bellos, aquellos ojos que pertenecían al ser vivo que más había amado e iba a amar en toda mi vida…

¿Más recordatorio que eso? –Sabía que cualquiera podía leer mi mente, sin necesidad de ser vampiro, mis ojos me delataban.

No, ya recordé –Dije mientras me acercaba a Edward, pero el fue más rápido y se aproximo a mi fundiendo sus labios con los míos en un apasionado beso, y fue como si nada más existiera, como si el árbol que soportaba el peso de Edward desapareciera, como si sólo estuviéramos el y yo allí. De pronto una luz me obligo a abrir los ojos, habíamos pasado casi toda la noche en ese árbol. Edward sonrió.

Será mejor que nos vallamos –Dijo esto y me subió a su espalda, que estaba demasiado fría, comencé a tiritar y sentí como me retiraba despacio y me dejaba recostada en mi cama, abrí los ojos. No estábamos en el bosque, no estábamos corriendo a toda velocidad. Yo estaba acostada en mi cama y Edward se había arrodillado frente a mí, llevaba el pecho al descubierto, lo que explicaba el frío.

Comenzaste a tiritar –Susurro- No quería que te congelaras. –Me arrodillé en la cama y me acerque a el, el se puso de pie para quedar a mi altura.

Pero ahora no tengo frío –Confesé y uní sus labios con los míos, miré la hora, aún no había amanecido- ¿Vamos al bosque? –Pregunté, intentando hacer mi sueño realidad…