DEAR CUPIDO
Habían pasado 5 meses desde que lo había dejado con su antiguo novio Sting. Los primeros meses fueron los más duros pero ahora se encontraba totalmente recuperada. Ahora ya le había superado completamente pero eso no significaba que hubiese olvidado lo que el rubio le había hecho. El vivido recuerdo de su novio besando a otra en la misma cama en la que ellos dos habían dormido durante tanto tiempo seguía impreso en su mente y no había signos de que fuera a desaparecer pronto. Le había dolido, por supuesto que sí. Después de 4 años de relación lo último que esperas es encontrarte con tal escena, pero se la encontró y ahora todo había terminado entre ellos dos.
Al principio no supo que hacer, el único hogar que conocía era al lado de Sting y después de que este le fuera infiel no supo dónde ir. Vagó durante días de ciudad en ciudad, hospedándose en viejos hoteles baratos y comiendo lo justo y necesario para sobrevivir. No tenía ni dinero, ni familia, ni tampoco amigos que viviesen lo suficientemente cerca como para ir con ellos. Estaba sola y, para que mentir, también estaba asustada.
Al cabo de un tiempo empezó a agradecer que el verano estuviese a punto de llegar pues las noches eran cálidas y podía pasarlas en la calle sin tener que gastar el poco dinero que le quedaba en hoteles. La miseria había hecho acto de presencia, el poco dinero que tenía empezaba a desaparecer poco a poco. Pronto no tendría nada con lo que alimentarse.
Tenía miedo, jamás pensó acabar en la calle. Era gracioso pensar en cómo en poco menos de medio año había perdido tantas cosas. Cada noche miraba al cielo y rezaba en silencio por ayuda. Esperaba que quien fuera que estuviera allí arriba le escuchara y le ayudara pero poco a poco dejó de creer que eso fuera posible. Estaba sola y nadie vendría a ayudarla. Había dejado de creer en la suerte, en esas personas que aparecen de la nada y te ayudan sin pedir nada a cambio. Nada de eso existía. Estaba sola y desamparada, esa era la única realidad para ella.
Al quinto mes el dinero había desaparecido por completo. No le quedaba nada, solo un hambre y una sed que iban en aumento. Las tripas le roncaban por no haber comido nada en días. Su cabeza dolía también y tenía la sensación de estar a punto de caer inconsciente. Pensó que quizás si andaba se le pasaría la extraña sensación pero pronto se dio cuenta de que sus piernas no respondían. Todos sus músculos estaban entumecidos y no tenía fuerzas para levantarse. De repente, empezó a respirar deprisa, hiperventilando. Frías gotas de sudor empezaron a deslizarse por su nuca y un sentimiento de puro terror creció en su pecho.
Bajó su, ahora, borrosa mirada hasta su cuerpo. Sus piernas y sus brazos estaban demasiado delgados, algunos huesos se notaban más de lo normal, casi como si se tratara de un esqueleto cubierto por una fina capa de carne. Era consciente de sus condiciones actuales, el hambre le había pasado factura y estaba en sus últimas. Su cabeza daba vueltas y lo veía todo en cámara lenta. El ruido de los coches se iba haciendo más y más lejanos, sus párpados pesaban y cada vez sudaba más.
Escuchó pasos acercándose pero no se giró, aunque hubiese querido no lo hubiese podido hacer, no le quedaban fuerzas para moverse. Tampoco le dio mucha importancia, fuesen quienes fuesen tampoco la ayudarían, como había dicho antes, ella ya no creía en esas buenas personas que ayudan sin pedir nada a cambio. Levanto su mirada, que seguía fija en su cuerpo, y miró el cielo. El sol empezó a esconderse detrás de los altos rascacielos dejando paso a la noche. Su vista estaba cada vez más nublada hasta que llegó a tal punto que lo único que veía era la oscuridad. Todo a su alrededor era negro y por un momento dudo si era ella la que no veía o era que el sol ya se había escondido por completo.
Se concentró en su agitada respiración. El dolor iba en aumento, quizás su sol si se había escondido finalmente. Quizás nunca más volvería a ver el cielo o volvería a escuchar el canto de los pájaros por las mañanas. Quizás este era su último quizás, sus últimos pensamientos, sus últimos momentos en este mundo.
Y estaba sola, todos sus últimos serían solitarios. Sonrió débilmente ante tal pensamiento, era irónico y triste a la vez como se había ido acostumbrándose a ese sentimiento que todos intentan evitar, ese sentimiento de soledad. Una última y fuerte punzada le sacudió pero esta vez no intento luchar contra ella para quedarse consciente sino que se dejó llevar por ella. Cerró los ojos y dejó que su cuerpo, sin fuerzas, se desplomara contra el duro y frío suelo sobre el que había estado sentada. Ahora todo era negro, apenas oía nada y no podía moverse.
Este sería su último respiro.
Este sería su último latido.
Este sería su último pensamiento.
Este sería su último anhelo: el de encontrar un lugar al que llamar hogar, el de encontrar a una persona a la que querer, el de reencontrarse con sus viejos amigos… el de vivir!
Ω
- Todo va a estar bien, ya lo verás –Erza intentaba, inútilmente, animar a su amiga- Lucy siempre fue fuerte, antes de que nos demos cuenta va a despertar.
- Ojala tengas razón pero eso no hace que deje de preocuparme. Hacía años que no la veía y jamás esperé que la próxima vez que la viera fuera de esta forma. Tú la viste cuando la encontramos, estaba completamente sola y sucia. ¿Qué le pasó para acabar en ese sitio? ¿Qué le pasó para acabar tan delgada? ¿Quién le hizo todo esto?
Cada palabra que pronunciaba le dolía. Levy había sido y seguía siendo la mejor amiga de Lucy. Habían crecido juntas, habían compartido maravillosos e inolvidables momentos juntas. Habían sido como hermanas desde que tenía memoria y se querían como si de verdad compartieran sangre.
Fijo su mirada en la chica que yacía recostada en la blanca cama de hospital mientras los recientes recuerdos invadían su mente.
Recordaba como su corazón había dejado de latir por un momento al reconocer a esa rubia que permanecía sentada debajo de un gran árbol sin apenas moverse. Al principio había sentido alegría, alegría por verla de nuevo después de tantos años, alegría por poder hablar con ella de nuevo, por volver a abrazarla… pero ese sentimiento fue substituido rápidamente por un sentimiento de puro terror al darse cuenta del estado en el que se encontraba su amiga.
Sus piernas se habían quedado quietas mientras su cabeza intentaba procesar lo que sus ojos veían. Lucy respiraba rápidamente cogiendo grandes bocanadas de aire, casi como si el oxígeno no llegase a sus pulmones. Se fijó en ella, sus huesos se marcaban debajo de su piel, su brillante y rubio cabello se encontraba tan sucio como su blanca piel, que estaba cubierta de tierra y polvo.
Sintió que alguna cosa dentro de su pecho se rompía ante tal imagen. Lucy siempre había destacado por su grande belleza, por su dulzura… ¿cómo había terminado de esa forma? ¿Quién le había hecho eso?
- ¿Va a despertar verdad? –preguntó Levy a Erza en apenas un susurro-
La idea de perder a su amiga la aterraba. Quería saber que le había sucedido y hacer pagar a quien fuera que le hubiese hecho daño. Quería abrazar a su amiga, volver a oír el sonido de su sonrisa, volver a mirar a esos brillantes y grandes ojos achocolatados y ver que ella también le está mirando. Quería pasar tiempo con ella, quería explicarle tantísimas cosas.
Quería que despertase.
Necesitaba que despertase.
- Venga Lu-chan –cogió delicadamente la mano de la rubia dándole un débil apretón- Despierta por favor…
Ω
Pasaron tres días en los que Levy y Erza apenas dejaron la habitación en la que se encontraba Lucy. Habían permanecido a su lado en todo momento esperando pacientemente a que esta abriera los ojos de nuevo. El cansancio empezaba a dejar huella en ellas y pronto las ojeras empezaron a aparecer debajo de sus ojos.
- Deberían irse a sus casas a descansar –la grave voz de Natsu les sobresaltó- ustedes dos… apenas habéis dormido! Deberías ir a descansar aunque sea por unas horas…
- No podemos dejar a Lu-chan sola –contestó débilmente Levy- cuando despierte debe de haber alguien a su lado
- Y yo estaré a su lado –respondió el peli rosa- Váyanse a sus casas enserio…
- ¿Por qué te quedarías con ella? –preguntó Erza- siquiera la conoces, ¿Por qué te quedarías a su lado en nuestro lugar?
- Ustedes dijeron que era su amiga ¿no?
- ¿Y simplemente por eso te quedarías aquí? –preguntó Levy extrañada por la actitud de su amigo-
- Si con eso os vais a vuestras casas a descansar…. Si, simplemente por eso me quedaría aquí. –contestó- Enserio, lleváis tres días sin salir de esta habitación, necesitáis comer y dormir en una cama decente. Vuestra amiga va a despertar con vosotras o sin vosotras aquí así que hacerme el favor de iros de una vez y regresar cuando hayáis dormido!
Levy miró al peli rosa desconfiando de él. Había algo que no encajaba, Natsu jamás había actuado de esa forma. Miró a su amiga, Erza parecía estar a punto de caer dormida y estaba segura que ella misma no lucia mejor que la peli roja. Miró a Natsu, quien permanecía quieto e impasible esperando a que se movieran o digieran algo. Suspiro rendida, tenía razón, Lucy despertaría independientemente de que ella y Erza estuvieran o no en la habitación y lo mejor para ellas era descansar un poco.
- ¡Cómo le pase algo mientras estamos fuera….!
Natsu sonrió.
Se quedó quietó al lado de la cama en la que Lucy se encontraba descansando mientras miraba como sus dos amigas se iban. Suspiró aliviado al ver como desaparecían tras la puerta, realmente estaba preocupado por ellas pero esa no era la razón por la que quería que se fueran.
Acarició los rubios cabellos de Lucy con delicadeza y cariño. Lo que él realmente quería era estar a solas con esta chica para poder observarla detenidamente, para comprobar que realmente era esa chica.
Y sonrió como bobo al darse cuenta de que lo era.
¿Por qué te quedarías con ella? –preguntó Erza- siquiera la conoces, ¿Por qué te quedarías a su lado en nuestro lugar?
Por supuesto que la conocía. Habían pasado muchísimos años desde la última vez que la vio pero recordaba perfectamente esa melena rubia y esa blanca tez. La última vez que la vio apenas era una niña pequeña pero jamás olvido el sonido de su risa o de su voz.
Apartó delicadamente unos rubios mechones y miró con un semblante serio a la chica. ¿Cómo había acabado en ese estado? Sentía como su sangre hervía, pensaba hacer pagar a quien quiera que le hubiese hecho esto.
- Venga Luce despierta
Suspiró. Se alejó de la chica y se sentó en una butaca que había en una esquina de la habitación. Su mirada no se separó de ella en ningún momento. Jamás pensó que la encontraría de nuevo y mucho menos después de tanto tiempo pero allí estaba, delante de él… ¿Se acordaría de quién era?
Suspiró tristemente. Seguramente no.
Cerró los ojos dejándose llevar por los recuerdos de esos viejos tiempos. Recordaba esas interminables tardes jugando con la rubia en su jardín. Recordaba como muchas noches se había quedado a dormir en su casa y como su madre les explicaba historias antes de dormirse. Recordaba en especial la historia de cupido, esa era la favorita de Lucy. Sonrió, la rubia siempre había sido romántica, incluso des de bien pequeña.
Recordaba palabra por palabra esa historia, le encantaba la forma con la que la madre de Lucy, Layla, la explicaba pero le gustaba mucho más como los ojos de Lucy se iluminaban a mesura que la historia avanzaba.
Realmente quería volver a ver esos brillantes ojos de nuevo. Quería que Lucy despertara.
Quería hacer que le recordara pero… ¿Cómo?
Fue entonces cuando una brillante idea se le ocurrió. Sonrió satisfecho de su idea. Buscó en sus bolsillos y sacó un trozo de papel y un bolígrafo y empezó a escribir palabra por palabra la historia que Layla siempre les contaba.
Sonrió al verlo acabado. Doblo el papel en unos cuantos trocitos y, cogiendo delicadamente la mano de Lucy, lo dejó en su palma cerrándola después en un puño.
Sonrió satisfecho, tenía muchísimas ganas de que la rubia despertara. ¡Haría lo que fuera necesario pero al final conseguiría que se acordase de él!
Ω
Lucy POV:
Sintió como alguien cogía delicadamente su mano y dejaba algo en su palma para después cerrarla en un puño. ¿Quién era? ¿Qué le había puesto en la mano? ¿Dónde estaba?
Tenía miles de preguntas y ninguna respuesta. Un vago recuerdo apareció en su mente, ella sentada debajo de un árbol, recordaba que tenía hambre, recordaba el dolor, recordaba que no podía moverse y después de eso… después de eso nada.
Un sentimiento de terror le invadió por completo. ¿Dónde estaba? ¿Quién estaba con ella? ¿Qué le había pasado? Empezó a respirar deprisa, estaba nerviosa, asustada.
Escuchó como alguien se levantaba con prisas y caminaba rápidamente hasta ella. Se puso aún más nerviosa. ¿Quién era? Escuchó como esa persona se alejaba corriendo mientras gritaba algo pero no entendía lo que decía. ¿Por qué gritaba? Volvió a escuchar pasos, pero esta vez eran muchos más, habían muchas más personas. Oía los pasos acercándose, su respiración se agitaba cada vez más pero no fue hasta que sintió el tacto de una mano sobre ella que no abrió los ojos y gritó.
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¡Tachán!
Bueno, espero que les haya gustado este capítulo -aunque seguramente apenas habréis entendido la mitad-. Siento si parece algo lioso pero prometo que en los próximos capítulos empezareis a entender de que trata.
ACLARARÉ ALGO QUE ES IMPORTANTE QUE ENTENDÁIS PARA COMPRENDER EL FIC:
LUCY Y NATSU SE CONOCEN DE CUANDO ERAN PEQUEÑOS PERO SE TUVIERON QUE SEPARAR. NATSU LE RECUERDA PERO LUCY NO. NATSU QUIERE QUE LUCY LE RECUERDE PORQUE SIEMPRE TUVO SENTIMIENTOS HACIA ELLA. NADIE SABE QUE AMBOS SE CONOCEN.
La verdad es que en un principio solo estaba escribiendo un resumen para escribir una nueva historia pero acabé escribiendo un capítulo entero xD Esta es una idea que ha estado rondando por mi cabeza desde ya hace tiempo y hoy me digne a escribirla sobre hoja. Enserio espero que les haya gustado.
Les aviso que esta inspirada en el mito de Cupido (por eso el título). Espero que los próximos capítulos les gusten!
Nos vemos muymuy pronto
Saludos!
