Otro curso que empieza. Le resultaba extraño pensar que ella, Sakura Haruno, ya estuviese en 1º de la secundaria superior… de todos modos, todo era igual al año anterior salvo, claro, que todos tenían un año más. Ese verano había ido una semana a la playa, aunque no sirvió de mucho porque seguía teniendo un color de piel tan pálido que parecía que estaba enferma. "Será mejor que coja la mochila y salga ya", pensó, "si no quiero que Ino me eche la bronca por llegar tarde."
Cerró con cuidado la puerta para evitar hacer mucho ruido (aunque chirriaba un poco, siempre tenía como tarea pendiente engrasar las bisagras) y le echó un vistazo al barrio. Siempre que lo miraba se sentía como si dentro de nada se fuesen a caer todos los edificios a causa de todas las grietas y humedades que tenían. Era un poco deprimente vivir en un barrio marginal, a pesar de que fuese en una de las mejores zonas: allí casi nunca hay peleas. Aún así, ella le había acabado cogiendo cariño y no sabía si se acostumbraría a vivir en otro sitio. Bueno, dicen que a lo bueno siempre te acostumbras, y ella suponía que no estaría mal quedarse en un lugar con más lujos. Saludó a Ino con la mano y ella le devolvió el saludo con una sonrisa. "El verano le ha sentado bien, parece que su mala leche de por las mañanas ha desaparecido. Bueno, sólo es cuestión de que el madrugar vuelva a ser rutina y ya veremos con qué cara me recibe. " pensó la pelirrosada con una risita.
No se había dado cuenta de que se había cortado el pelo. Le dio un poco de pena porque la última vez que la vio lo tenía por media espalda y ahora su coleta ni siquiera le llegaba a la nuca, pero le quedaba muy bien. Le echó un vistazo a su vestuario para compararlo con el suyo, ya que en ese sentido eran bastante diferentes: Ino llevaba unos shorts vaqueros, unas sandalias de dedo y una camiseta de sisas bastante ajustada verde claro en contraste con los piratas azules, las sandalias de tira gorda y la camiseta de tirantes un poco vieja pero muy cómoda (y que a Sakura le encantaba) roja con los bordes en blanco. La pelirrosada se dio cuenta de que Ino estaba incluso más delgada que de costumbre; a pesar de que ella había esperado que hubiese engordado un poco durante las vacaciones porque su delgadez empezada a preocuparla. Seguramente no habría abandonado su eterna dieta.
"¿A qué viene esa cara sonriente, eh?" –le dijo, pensando que ya la regañaría por su peso más tarde, simulando tener una luz de flexo como si la estuviese interrogando la policía.
Ella alzó una ceja.
"A nada, señora agente" –dijo sacando la lengua-.
Ino y Sakura eran las mejores amigas, aunque se pasaban el día discutiendo y haciéndose bromas. Su amistad había empezado de muy pequeñas, y duraba hasta entonces. Se pusieron a hablar de lo que habían hecho durante esa única semana que no habían estado juntas de todo el verano: Ino había ido a una casita de campo y, según le dijo a Sakura, "no se murió de aburrimiento porque había un lago donde bañarse y chicos con los que lucirse", y la pelirrosada lo único que pudo hacer ante semejante testimonio fue poner los ojos en blanco y reírse. La rubia siempre pensaba en lo mismo.
Sakura le contó lo poco que había hecho en la playa, y para cuando terminó su relato ya habían llegado a las puertas del instituto. Era un edificio de piedra, bastante antiguo y recubierto de hiedra reseca por el calor. Constaba de un gran pasillo central y dos pabellones a los lados. Aún así, era pequeño, y las instalaciones no estaban mucho mejor dentro que fuera.
Ino saludó efusivamente con la mano a dos chicos que estaban en la puerta. Eran Shikamaru Nara y Chôji Akimichi. Sus padres y los de Ino eran amigos de la infancia, y podría decirse que la rubia había crecido con ellos. Ella nunca lo admitiría, pero les tenía mucho cariño y les consideraba casi hermanos. Sakura saludó a su vez cuando ambos se dieron la vuelta.
Shikamaru era un chico larguilucho que siempre daba la impresión de que se estaba aburriendo. Solía llevar el pelo en una coleta alta, seguramente para que no le molestase en la cara. A Sakura siempre le había parecido una persona bastante inútil, pues lo único que hacía era dormir y quejarse; pero había podido comprobar en algunas situaciones que le obligaban a sacar a relucir su otra personalidad que era muy inteligente. Su padre (al igual que el de Ino y el de Chôji) era policía y trabajaba en una pequeña comisaría que estaba a dos calles del instituto.
Chôji estaba algo más rellenito que el Nara, pero era casi tan alto como él. Llevaba, cómo no, una bolsa de patatas fritas en la mano, que seguramente ya iría por la mitad. Chôji no tenía unas calificaciones muy buenas, pero eso nunca le había quitado el sueño y siempre se esforzaba por aprobar con buena nota. No era un chico muy conflictivo, aunque a veces se metían con él llamándole "gordo", cosa que le molestaba más que cualquier otro insulto. Shikamaru e Ino insistían en que no les hiciera caso, pero aun así Sakura sabía que la infancia del Akimichi no había sido muy fácil.
Una vez que se unieron a ellos, pasaron a su clase (los 4 estaban en la misma, 1º C). Entraron y dejaron las mochilas donde pillaron, puesto que aún no tenían los asientos asignados. Juntaron dos mesas y se sentaron un rato para hablar antes de que llegara el resto de la gente. Solían ser de los primeros, así que no les sorprendió encontrarse la clase vacía cuando llegaron.
"Vaya rollo, empezar el curso otra vez… qué sueño, creo que me voy a dormir un poco…"
Ino le dio una colleja a Shikamaru y puso los brazos en jarras.
"¿Y tú tienes 16 años? ¡Pero si pareces un abuelo! Venga, saca la madeja de lana y tu mecedora y ponte al lado de la chimenea mientras acaricias a tu gato" –Shikamaru se limitó a mirarle a la cara-. "Ya me estás deprimiendo y es el primer día…"
"Déjale, si se acaba durmiendo siempre…" –dijo Chôji con su habitual tranquilidad.
"Tú siempre estás de su parte " –murmuró Ino poniendo morros.
Sakura soltó una risita disimulada.
"Pero Ino tiene razón, Chôji…" –dijo la pelirrosada.
"Bah, dejadme… ¿no veis que si no duermo no tendré un desarrollo físico e intelectual completo?"
Los 3 alzaron una ceja ante ese eslogan de anuncio de yoghurt que acababa
de salir de labios de Shikamaru.
Una cabellera rubia entró como un huracán en el aula, tarareando a voz en grito una canción de rock mientras tiraba la mochila a dónde fuese. Llevaba una visera que casi le tapaba el piercing de la ceja y tenía la lengua sacada dejando a la vista lo que Sakura solía llamar "la matanza de Texas" por lo mucho que el rubio se quejó cuando se lo hicieron. Era, por supuesto, otro piercing. Una vez terminada su actuación, saludo a los presentes con una reverencia.
"Damas y caballeros, el que esperaban a llegado".
"No creo haber pedido que me trajesen un zorro andrajoso, será mejor que lo devuelva" –dijo Ino mirando al rubio.
El nombre del chico no era otro que Naruto Uzumaki. Mucha gente le llamaba "kitsune" (zorro) no por que tuviese una especial astucia (más bien todo lo contrario), si no por la manía que tenía de entrecerrar los ojos al sonreír y que le hacía parecer uno de estos animales.
"Uy, tenemos una arpía en clase…" –desvió la vista hacia Sakura y su expresión cambió radicalmente-. "¡Sakura-chan, que guapa vienes! Te ha sentado bien el verano"
Naruto le tenía un cariño especial a Sakura y viceversa, aunque a veces el rubio podía llegar a ser muy pesado. Se conocían desde pequeños y siempre se habían llevado bien, aunque el rubio tenía un pique permanente con Ino que en realidad nadie sabía muy bien cómo había empezado ni por qué.
Naruto sonrió y sacó la lengua. Ino bufó ante el comentario del rubio y puso los ojos en blanco. Seguramente ahora empezaría a alagarla y estaría así hasta que llegase el profesor.
"¿Te has hecho otro piercing?" –preguntó Sakura refiriéndose al de la ceja.
"¡Sí! ¿Te gusta?" -preguntó emocionado Naruto.
"No está mal" –respondió la pelirrosada, aguantando una risita al recordar el sangriento resultado del piercing anterior, el de la lengua. Al parecer, al hacérselo se había movido un poco y le había rasgado alguna vena inoportuna, ocasionando "la matanza de Texas" y una semana de quejas por parte del Uzumaki.
Naruto miró entonces a los dos varones.
"Ey" –dijo a modo de saludo. Naruto, Shikamaru, Chôji y otro chico llamado Kiba se conocían desde el parvulario (de verse continuamente en castigos, cosa que no les faltaba porque eran bastante trastos). A pesar de eso, los tres primeros estaban algo más unidos puesto que el padre de Naruto también había sido policía, pero en otra comisaría algo más alejada de la ciudad.
Ellos contestaron con un movimiento de cabeza. A Sakura y a Ino siempre les había parecido un poco ridícula esa forma de saludarse, como si les diese pereza decir algo más. El rubio no tardó en coger una silla y acoplarse a la "tertulia" tan interesante que tenían.
Un poco después entraron a clase Kiba y Shino. Las familias de ambos tenían un negocio conjunto consistente en una pequeña tienda de productos para animales (alimenticios, de salud… incluía una zona veterinaria), y a causa de eso solían llegar juntos al instituto.
Kiba era larguilucho y de ojos rasgados. Solía llevar una sudadera gris oscuro y la capucha siempre puesta, lo que le ocasionaba alguna que otra regañina por parte de unos pocos profesores. Todo el instituto sabía (puesto que le había llevado muchas veces a pesar de estar prohibido) que el Inuzuka tenía un perrito llamado Akamaru. Ino solía comentar que cómo podía ser que "un chico tan lerdo y tan bruto fuese tan cariñoso con su perro", a lo que Kiba contestaba que "cuanto más conocía a las personas, más quería a su perro".
Shino por su parte era bastante callado, y no le gustaba mucho hablar con la gente. Parecía que la única persona con la que tenía un poco de contacto era Kiba, y aún así sólo lo imprescindible. Solía llevar gafas de sol aunque nadie sabía muy bien porqué, y Naruto siempre se empeñaba en inventar ridículas excusas para motivar que las llevara. Una vez dijo que seguramente era ciego desde niño, y que se había entrenado muy bien y por eso no se le notaba. Y que luego, después de ayudar en la tienda, se iba a vender cupones de lotería. Se ganó una buena colleja por parte del mismo Shino por ese comentario y no lo volvió a mencionar.
Una vez entraron, el Inuzuka saludó con una inclinación de cabeza hacia el grupo de Shikamaru, y éstos contestaron con un "Hey". Ino y Sakura pusieron los ojos en blanco ante semejante saludo.
Sonó entonces el timbre que anunciaba el comienzo de las clases. A nadie le sorprendió no ver a ningún profesor allí, seguramente su tutor sería Kakashi-sensei y él siempre llegaba tarde. Sakura echó un vistazo a la clase. Faltaban 2 personas de las que solían ir. Y digo "solían ir" porque de los 20 alumnos y alumnas, sólo asistían diariamente unos 10; el resto simplemente no se molestaba y se pasaba por clase unos días al mes, cuando le apetecía.
Como si hubiera leído el pensamiento a Sakura, una silueta entró silenciosamente, dejó la mochila sin hacer ruido en un lado y se sentó, sin más. Prácticamente nadie se había dado cuenta de que estaba, pero Naruto le vio y se acercó con toda su buena intención.
"¡Ey, tío! ¡Cuánto tiempo sin ver tu cara de Drácula!" –dijo, y le fue a dar una palmadita amistosa en el hombro cuando giró la cabeza y le miró directamente a los ojos.
"Lárgate" – tan simple y tan escuetamente lo dijo que el rubio no tuvo otra que irse tembloroso hacia el grupo, con un escalofrío recorriéndole la espalda.
Kiba le miró como si estuviese viendo a un niño de 5 años que se quisiera meter tapón de Coca-Cola por la nariz.
"No lo intentes, es imposible"
Gaara (o, como le solían llamar, "Sabaku no Gaara", "Gaara del Desierto", porque era tan poco expresivo que daba la impresión de que fuese un monótono desierto) era un chico solitario. Tenía un hermano mayor en 2º (un repetidor, puesto que debería estar en 3º) llamado Kankurô y una hermana universitaria llamada Temari, pero parecía ser que no tenía muy buena relación con ellos. Es más, al contrario de lo que se pudiera pensar, él los controlaba a ambos, como si le tuviesen miedo a su hermano menor. Era pelirrojo, pálido y con unas enormes ojeras que le daban un aspecto de zombie bastante tétrico. Eso, unido a lo silencioso que era, provocaba la gente tendiese a alejarse bastante de él.
"Qué raro que lleve manga corta" –fue el simple comentario de Shikamaru, aunque ninguno de los presentes entendió a qué se refería.
"Es verano, la gente suele llevar manga corta…" –dijo Naruto como si fuese lo más obvio del mundo.
"No lo decía por eso. ¿Nunca os habéis fijado que siempre lleva manga larga, o en su defecto, como hoy, un reloj en el brazo izquierdo?"
Todos negaron, excepto Shino.
"¿Y eso qué tiene que ver, Sherlock? No es tan raro" –dijo Kiba, mirando de reojo a Gaara.
"Sí lo es si la lleva aún con 30 grados… pero bueno, no me sorprende que no os fijarais en ese detalle siendo vosotros. Ah, qué problemático…"
Una venita apareció en las frentes de Naruto y Kiba.
"Y ya que estás, ¿porqué no nos dices qué es eso tan importante, la razón por la que esconde el brazo? ¿Un tatuaje que ponga Gaara love Mamá?" –el rubio se rió de su propio chiste.
Shikamaru suspiró.
"Una cicatriz en la muñeca izquierda" –dijo Shino, hablando por primera vez.
"Vaya idiota. ¿Quién se hace una herida justo ahí? Ya hay que ser torpe…" –murmuró el Inuzuka, a lo que Ino le dio una colleja.
"No, imbécil. ¿No te das cuenta de lo que significa una cicatriz ahí?"
Chôji, Naruto y Kiba miraron a las chicas con expresión confundida.
"Que se intentó suicidar" –sentenció Sakura, lo más bajo que pudo.
"Y, si la esconde con tanto ahínco, quiere decir que es bastante visible. Y eso quiere decir que fue en buen corte, con lo que seguramente estuvo a punto de morir…" –Shikamaru apartó la mirada incómodo después de su deducción, no le parecía muy buen momento para hablar de eso estando Gaara tan cerca.
"¿Y se puede saber cómo lo sabíais?" –dijo Chôji, refiriéndose a Shino y el Nara.
"Sólo había que fijarse, por mucha manga larga que lleves siempre se te remanga un poco al hacer cualquier movimiento" –respondió finalmente Shikamaru.
En ese momento entró un chico moreno. Nadie sabía cómo lo hacía, pero en todos los años que llevaban con Kakashi-sensei como tutor, Sasuke siempre llegaba apenas dos minutos antes de que éste apareciese. Llegaba, se sentaba, sacaba los libros que fuesen y entonces, Kakashi-sensei aparecía por la puerta. Era matemático, no fallaba nunca. No se sabía muy bien si es que estaban muy compenetrados, si Kakashi-sensei llamaba al moreno para decirle cuando debía entrar en clase o si se esperaba a que hubiese entrado para entrar él, pero era algo que tampoco le importaba mucho a la gente.
Sasuke saludó a los del grupo con apenas mover la cabeza y ellos hicieron lo mismo. Tiró la mochila por ahí y cogió una silla, la acercó a donde estaban todos y se sentó con el respaldo hacia delante. Sakura e Ino saludaron bastante más efusivamente que los sosos de sus amigos.
El Uchiha era un chico alto y moreno, con ropas totalmente de marca y una flamante moto con la que iba todos los días al instituto. Nadie entendía cómo un chico de buena familia y con una millonada en el banco vivía en ese lugar, pero cosas más raras se habían visto. Los ojos del Uchiha eran negros como el azabache, igual que su pelo; pero en ocasiones como cuando estaba enfadado tenían un brillo rojizo. A Naruto una vez se le ocurrió comentar que "parecía tener los ojos inyectados en sangre, y que iba a matar a todo el que se le pusiera por delante". Curiosamente, al oírlo el moreno no hizo otra cosa que pegarle un puñetazo. Así comenzó una de las peleas más famosas y memorables del instituto, y la que por extraño que parezca creó la amistad que ahora unía al rubio y a Sasuke.
Sasuke empezó la cuenta atrás en voz baja.
"3… 2… 1…"
La puerta se abrió con un pequeño chirrido y asomó la cabeza de su tutor. Kakashi-sensei tenía el pelo algo canoso, pero eso no le quitaba su eterna sonrisa de la cara. Aún así siempre parecía enfermo, puesto que tenía un ojo permanentemente vendado y siempre usaba una mascarilla de hospital, con lo cual sólo se le veía un ojo de toda la cara. Saludó con un pequeño "lo siento por el retraso", pero puesto que ya estaban acostumbrados lo pasaron por alto.
Le lanzó una mirada cómplice a Sasuke (que no pasó desapercibida para el rubio) y se sentó en su mesa.
"Bien, veo que aún no están escogidos los sitios… bueno, ya nos ocuparemos de eso más tarde. Como hoy es el primer día no voy a dar clase, pero os aviso que al próximo día comenzaremos y no quiero ninguna excusa del tipo "yo no sabía nada…", ¿de acuerdo?" –dijo tranquilamente, mirando a cada uno de sus alumnos, incluido a Gaara que estaba más alejado en el fondo de la clase.
Se oyó un asentimiento general.
"Bueno, como os veo habladores os dejaré que me contéis lo que habéis hecho en el verano y a cuantas chicas os habéis…" –una colleja por parte de Ino y Sakura le impidió terminar esa frase.
"Es un pervertido, Kakashi-sensei…"
"Bien, bien, cambiaré el planteamiento: a cuántas chicas habéis conocido… ¿mejor?"
Naruto se adelantó antes de que pudiesen contestar.
"¡Yo conocí a una chica guapísima! Seguro que es mejor que lo que hayáis podido hacer vosotros…."
"Bah, seguro que lo que pasó fue que le tiraste un refresco encima y ella te perdonó… bonita forma de ligar" –dijo Kiba con una media sonrisa.
Naruto bufó y los demás rieron.
"Para que lo sepas, no fue así" –y le sacó la lengua-. "Además, tú que dices ser un don Juan, a ver, ¿a quién has conocido tú?"
Un notable sonrojo cubrió todo el rostro del Inuzuka. Desvió la mirada ante las risitas de Ino, que amenazaban con convertirse en preguntas.
"Ajá, Kiba, dinos cómo se llama…" –dijo Ino con una media sonrisa.
"No… No os importa. Y estábamos hablando de Naruto"
"Sí, sí… tú buscas excusas, que no te vas a librar de mí tan fácilmente. Voy a saber quién es esa chica antes de la próxima semana"
Ino esperaba alguna protesta por parte del Inuzuka, pero lo único que hizo fue bajar la cabeza avergonzado y rezando porque no se supiese quién era esa persona y, sobretodo, porque no lo supiesen su madre y su hermana.
"Bueno, venga, Naruto, sigue contando" –dijo Kakashi-sensei para intentar desviar la atención de Kiba.
"Ah, sí… como decía, estábamos en la playa y estábamos jugando un partido de volley cuando a uno se le escapó el balón. Yo fui a recogerlo y ella me lo dio, y se me quedó mirando… si es que no se puede ser tan guapo…"
"Seguro que se quedó mirando tu cara de mono" –dijo Sasuke para hacerle de rabiar.
"Tú calla. A lo que iba, que la invité a salir y me dijo que sí, por supuesto. Una lástima que no sea de aquí" –dijo pensando en ella.
"Bueno, me alegro que uno de mis alumnos haya triunfado… ¿alguien más quiere contar sus experiencias? ¿Shikamaru?"
"Las mujeres son muy problemáticas" –dijo secamente.
"Vaya, veo que aún no ha despertado tu apetito sexual. Bueno, eres joven, no pasa nada…"
El resto de la clase transcurrió entre anécdotas veraniegas, la colocación en las mesas y apuntar el horario. Puesto que era el primer día, sólo tenían esa hora de clase y podían volver a casa. Una vez sonó la campana, cada uno cogió su mochila (aunque algunos llevaban el cuaderno y el bolígrafo para el horario en la mano) y salieron. Les pilló todo el mundo saliendo de sus respectivas clases, y les sorprendió una chica con dos moños cuando estaban a punto de salir del recinto.
"¡Ey! ¿Así es cómo saludáis?"
Ino y Sakura se dieron la vuelta con una sonrisa.
"¡TenTen!"
Las tres se dieron un abrazo y se saludaron. La morena había vuelto a su ciudad natal durante el verano (donde vivían sus padres, ella estaba sola en una casa alquilada), y seguramente habría vuelto hacía muy poco. TenTen era un poco más alta que las otras dos puesto que era un año mayor. No la habían visto antes porque iba un curso más que ellas, pero la verdad es que eran muy buenas amigas. La llamaban "la chica de la faca" por llevar su querida navaja a todos lados. Ella decía que era por protección y que siempre venía bien en el lugar donde ella vivía, que era una de las peores zonas, pero Ino y Sakura sabían que la razón más importante por la que la llevaba era porque había sido un regalo de sus padres. Puede que fuese un recuerdo un poco extraño, sí, pero era un recuerdo al fin y al cabo.
Los chicos le dirigieron una mirada a la recién llegada y la saludaron.
"Neji aún está en clase" –dijo, antes de que Sasuke preguntara por él. Al parecer, ellos dos se conocían de pequeños, pero ni siquiera TenTen sabía de qué.
Sasuke sonrió.
"Gracias cielo" –y entró en el edificio de nuevo.
TenTen suspiró. En un principio, sólo la llamaba "cielo" para hacer rabiar a Neji, aunque no sabía muy bien porqué se mosqueaba cada vez que la llamaba así. Al final, se convirtió en una costumbre y siempre se lo decía aunque el Hyûga no estuviese delante.
Naruto y Kiba insistían en que estaban liados, pero en el fondo sabían que no era así.
"¿Os volvéis ya para casa?" –preguntó la morena de repente.
"No creo, daremos una vuelta antes…" –contestó Sakura-. "¿Te vienes?"
"Nosotros nos vamos, hoy nos toca ayudar en la tienda" –dijo Kiba como si acabara de acordarse, con un gesto de disculpa-. "Mañana nos vemos"
"Adiós" –murmuró Shino.
Los demás se despidieron con la mano.
"Bueno… entonces, ¿te vienes?" –repitió la rubia.
"Sí, venga. Vamos"
Shikamaru y Chôji siguieron a las chicas, pero Naruto se quedó a esperar a Sasuke. Además, tenía ganas de ver a Neji, no le veía desde el curso anterior.
"Nos vamos kitsune, te quedas en tierra" –dijo Ino mirando al rubio.
"Luego os veo"
Se fueron, y Naruto se apoyó en la pared para esperar. Pronto se dio cuenta de que otra silueta esperaba impaciente un poco más alejada. Era Gaara. "Debe estar esperando a Kankurô…", pensó el rubio. Dos o tres chicos salieron del edificio entonces y se apartaron sin ni siquiera molestarse en disimular del pelirrojo en cuanto le vieron. A Naruto le pareció ver una sombra en los ojos de Gaara, no sabía muy bien si de tristeza o de rabia. Entonces sonó el ruido chirriante de la puerta y salieron Lee y Kankurô.
El primero se acercó a Naruto una vez le hubo visto.
"¡Hola, Naruto!"
"Ey" –dijo Naruto, con su habitual modo de saludo.
Lee era un chico delgado y con unas cejas bastante… digamos, "pronunciadas". Iba a la clase de TenTen y se llevaba bastante bien con el rubio y su grupo. A veces le llamaban (incluso él mismo se autoproclamaba) "la bestia verde", por lo bueno que era en gimnasia y el habitual chándal verde que llevaba a dichas clases.
"Sasuke y Neji no tardarán en bajar" –dijo, suponiendo que les estaría esperando a ellos-. "Bueno, me voy… ¡adiós!" –y, dicho esto, puso una de sus famosas sonrisas Colgate.
"OK, adiós" –Naruto siguió con la mirada al moreno con una sonrisa, siempre le había parecido un personaje muy original. Desvió la mirada entonces hacia Kankurô.
Era un chico alto y de pelo castaño oscuro, aunque nunca se le veía debido a la gorra o al gorro negro que siempre llevaba, ya fuese verano o invierno. Solía vestir de negro al igual que su hermano Gaara, aunque Kankurô era mucho más moreno de piel que él. TenTen a veces le llamaba "el marionetista" porque hacía lo que quería con los alumnos más pequeños que él y los manejaba a su antojo. Aún así, Naruto pudo comprobar enseguida que con su hermano pequeño, la marioneta era él.
Con un simple movimiento de cabeza, el pelirrojo consiguió que su hermano mayor le siguiese, como si hubiese pulsado un botón invisible que le obligase a ello.
Con toda la tranquilidad del mundo, el pelirrojo seguido de Kankurô salió por la verja de hierro oxidado. Al momento, bajaron los dos morenos a los que Naruto estaba esperando.
"¿Ya se han ido?" –preguntó Sasuke al comprobar que no había nadie con el rubio.
"Te han abandonado" –dijo Neji con una mueca de burla.
El Hyûga era un poco más alto que Sasuke y era un año mayor que el moreno y Naruto. Debido a una malformación de nacimiento, tenía el iris del ojo casi incoloro, aunque veía perfectamente, incluso mejor de lo normal. Él decía que era heredado y que toda su familia lo tenía. Tenía el pelo moreno hasta media espalda, siempre recogido en una coleta baja y perfectamente peinado. Él y Sasuke eran los "genios" de sus respectivos cursos por sus notas, y quizá por eso se llevaban tan bien.
"Te recuerdo que TenTen y Lee también se han ido, y Naruto está aquí" –dijo ahora Sasuke, con una mueca de superioridad.
"Pero el kitsune no cuenta…" –dijo mirando a Naruto esperando su réplica. Siempre era lo mismo, se la pasaban discutiendo, pero era divertido y sabían que no lo decían en serio.
"Habló Hyûga-sama… perdone excelencia, ahí hay una alcantarilla, ¿por qué no me hace el favor de tirarse dentro?"
"No quiero ir a tu casa hoy, gracias"
Unos cuantos puñetazos de broma, unas risas y más comentarios sarcásticos les acompañaron durante todo el camino. Durante un momento, Neji desvió la mirada hacia una gran limusina negra aparcada en una esquina del instituto. No pasaba desapercibida para nadie porque no pegaba con el resto del instituto, y unos cuantos ojos miraban extrañados semejante vehículo. Naruto y Sasuke también lo vieron, pero se abstuvieron de decir nada al ver a Neji. Su expresión se había endurecido, y casi pudo notar como una mirada se entristecía desde detrás de la ventanilla oscura. Un último vistazo y se acercó de nuevo a Naruto y Sasuke, que se miraron entre ellos como diciéndose mentalmente que ya le preguntarían luego de qué se trataba.
