— Sakura.

La cosa era, es que él no quería asustarla.

Sasuke solo vio como Sakura se tensaba, y pegaba un grito que pudo dejarlo sordo, mientras que la pila de platos se deslizaban de sus dedos y se estrellaban contra el suelo. Ahora seriamente pensaba que podía entender el por qué a Naruto le gustaba asustar a la gente.

Sakura se llevó una mano a su pecho mientras respiraba con agitación, su cabello estaba hecho un desastre.

— ¡Sasuke-kun! ¿¡Por qué no me dijiste que estabas ahí!?

Lo que él quería era, darle una sorpresa.

Sasuke se había metido a la casa de la chica con las llaves que ella le había dado, esperando su regreso.

Aunque ahora que lo pensaba, se supone que sentarse en la oscuridad era algo extraño.

Él se encogió de hombros — Dijiste que querías que pasemos tiempo juntos.

— ¡Son las dos de la mañana! ¡Y estabas en la oscuridad!

— Corrección, estaba salvando electricidad.

Pero al mismo tiempo que Sasuke vio que ella logró controlar la respiración y se daba la vuelta para limpiar el desastre que él mismo había provocado, Sasuke sonrió.

Me pregunto si esto funcionaría en el dobe.

El moreno debería controlar su risa, por primera vez, le dieron ganas de reír como maníaco. Quizás era ver a su novia tan asustada, tan solo retrocedía y se quedaba con la expresión de ésta.

— ¿De qué te estás riendo, Uchiha? — preguntó Sakura enojada.

Y Sasuke largó una carcajada al mismo tiempo que Sakura alzaba una ceja, aunque jamás había visto reír a su novio de esa manera.

— Es que... l-lo siento — se disculpaba Sasuke mientras recuperaba su compostura.

— Si lo sentirás, deberás ayudarme con todo este lío.

El Uchiha sonrió levemente y la tomó de la cintura, acercándolo a él ante una desconcertada Sakura por su acción.

— Sa-Sasuke-kun, ¿pero qué...?

— Mañana — susurró mientras repartía besos en el cuello de la kunoichi.

— De-debemos...

— No importa lo que debemos, sino lo que queremos. Y te quiero desnuda debajo de mi.

Los colores subieron a las mejillas de Sakura. — Pe-pero... mañana, Naruto y Hinata, vi-vienen a almorzar y n-no hay platos... deja de besarme el cue... ahh

Sasuke la miró a los ojos. — Podemos comprar platos mañana.

Sakura sonrió y río al mismo tiempo que enredaba sus piernas en la cadera del Uchiha y subían las escaleras, tropezándose y a besos.

Después de todo... eran solo unos malditos platos.


— Es extraño Hinata-chan — insistió el rubio por quinta vez mientras sostenía algo de vidrio en sus manos.

— No creo que tenga de malo, N-Naruto-kun, quizás se le perdieron — respondió una morena.

— Claro, pero de treinta platos, que no tenga ni uno.

— ¿Treinta platos? — preguntó algo sorprendida a su novio.

— Sí, vi cuando Sakura-chan compraba su vajilla nueva, era toda de vidrio delicado — recordó en un suspiro — Quien sabe, teniendo al teme al lado... le ha pegado su rareza, pero mira que una de esas serpientes asquerosas aparezcan en mi hermosa morada a las seis de la mañana pidiendo que llevemos platos datte-bayo.

Hinata río — Lo importante es que en vez de llevar pastel... solo llevamos los platos.

Naruto asintió y comenzó a reír con ella mientras iban en marcha a la casa de Sakura.