Hola!
Primero de todo, los personajes no son mios.
Vengo con una historia ''nueva''. Si, ''nueva'' ya que hace años que esta escrita y nunca la he subido a este sitio. La subí en la web de con otro usuario, pero... por cosas de la vida ya no me volví a conectar a nada relacionado con anime y manga, y ahora he vuelto! Aquí esta mi fanfic, lleva escrito hace mucho tiempo, así que prometo que lo acabaré!
Ulquihime y ... otras parejas especiales ^^
Espero que os guste!
Capitulo 1: Socializando
~ Narra Orihime ~
No sé cuánto tiempo pasó desde mi llegada a aquel lugar muerto y desolado. Un mes, dos, tres, ¿Quizás?... Deje de contar los días hacia mucho. El tiempo no pasaba en Hueco Mundo de la misma manera que lo hacía en mundo humano.
Aquella noche, la luna brillaba pétrea e inescrutable en el oscuro cielo. Como siempre, me acurruqué en el frío suelo y la contemplé atónita. Su brillo lograba hipnotizarme, arrancarme un poquito de aquella angustia que se sentía al estar lejos de mis seres queridos. Una vez más aquel pensamiento dolió. Mis seres queridos…
Ichigo Kurosaki.
Unas finas lágrimas bajaron por mis mejillas. Sonreí. Ya había perdido toda esperanza de ser rescatada…
La puerta se abrió, sacándome de mis pensamientos. Como cada día. Sin duda se trataba de Ulquiorra Cifer, el fiel Arrancar que custodiaba mi integridad.
Frío y de carácter sereno. Nunca expresa ira, dolor, confusión... Tiene siempre el mismo rostro de inexpresivo. No muestra expresión alguna en su rostro. Su piel era bastante pálida. Una mitad de su pelo negro llevaba la parte rota de la mascara que el se debió arrancar. Por algo les llaman así: Arrancar. Tenia unos ojos verdes profundos i misteriosos, mas de una vez me he quedado perdida en ellos. Son unos ojos de ensueño. De sus ojos caen unas líneas también verdes, que toman la apariencia de ser lagrimas eternas.
Y ahora dirá.. "Come mujer"
- Come, mujer – Sin sorpresas. "Espero que todo sea de tu agrado" – Espero que todo sea de tu agrado. – Otra vez, la misma rutina. Le di una sonrisa falsa.
Me levanté del suelo y me dirigí al Cuarto Espada para coger el plato de comida que sostenía en sus manos. Hum, ¿Sopa? Era un caldo amarillento, pero no sacaba vapor, por lo que estaba frío. El me observó con aquellos ojos verdes y retrocedí, tal vez inconscientemente, todavía no me acostumbraba a la frialdad que desprendían sus ojos.
- Aizen está preocupado por tu salud, al parecer te estás debilitando.
Me quedé petrificada durante unos segundos con la boca abierta por la sorpresa. ¿Me estaba debilitando? No podía ser posible no me saltaba ninguna comida. Seguro que me alimentaban mal, y luego dicen que yo cocino cosas raras…
- Cuando termines vendré por ti. El rey reclama tu presencia.
Después de haber dicho estas palabras, se marchó de la habitación cerrando con cuidado la enorme puerta. Durante unos segundos permanecí en silencio, asimilando las palabras del Arrancar.
Me senté en el amplio sofá que me habían otorgado y comí despacito, saboreando aquel "caldo" extraño cocinado por alguien no-humano. No quería desobedecer a quien ahora resultaba ser mi "amo". Debía estar volviéndome loca, quizás, algo en mí ya no funcionaba como antes. No tenia esperanza alguna, ni sueños de futuro, ni… ganas de vivir. Por el momento, me conformaba intentando sentirme de alguna manera útil. Las finas lágrimas volvieron a aparecer.
Ulquiorra Cifer volvió a entrar. ¿Es que siempre tenía que aparecer cuando lloraba? Definitivamente lo hacía a propósito para fastidiarme.
- ¿Ya terminaste? – Inquirió el Cuarto Arrancar. Me limite a asentir. – Muy bien. Acompáñame.
Lo seguí por los largos pasillos de Las Noches hasta llegar a una gran habitación donde Aizen se encontraba en una especie de trono. ¿Realmente se creía un rey?
- Orihime Inoue. – Aizen me sonrió falsamente. – ¿Todo es de tu agrado, querida?
- S-si, Aizen. – Tartamudeé. Ese hombre me aterraba.
- Bien, entonces, ¿Por qué noto como tu reiatsu se debilita? Sin duda, cada día que pasa se consume un poco más. ¿Realmente te encuentras bien? Puedes contarme lo que te este torturando y pondré remedio. – Izo una pausa para mirarme a los ojos por unos instantes. - ¿Acaso.. Ulquiorra se ha portado mal contigo?
Mire a Ulquiorra. El no me miró, permanecía parado, mirando al frente.
- No, por supuesto que no.
- ¿Entonces..? ¿Qué es lo que te pasa Orihime? – dijo Aizen.
- Tal vez… Me sienta… Sola. – Esa última palabra, no quería decirla… No quería admitirla… pero era así.
Aizen me miro durante unos escasos segundos. Luego, comenzó a reír sonoramente, tapándose la cara con las manos. ¿Se burlaba de mí?
- Olvidé completamente que eras humana. Y por ello, también olvide que necesitas.. Hm… ¿Socializar? – Ahora su expresión cambió y me dedico una sonrisa, esta vez no podía saber si era falsa o realmente estaba divertido. – A ver.. que podemos hacer… Nnoitra, quizás podría complacerte, podría… No, mejor Grimmjow… Pero que digo, esos dos jamás podrían.. – Pareció sumergirse en sus pensamientos. Me entraron escalofríos al pensar en esos dos arrancars sentados junto a mí hablándome tranquilamente y proponiéndome un té calentito. Ugh. – Ulquiorra, sí, sin duda tú eres el adecuado para esta misión. Vigílala, llévale sus comidas y quédate un rato a su lado para hacerle compañía.
- Así lo haré, rey. – Ni rastró de incomodidad, ni rastro de indignación…
- ¿O prefieres que ordene a un arrancar de servicio para la labor? Olvidé que tienes muchas obligaciones como Cuarto Espada.
- No, gracias Aizen. No dispongo de fracción por lo que mis tareas son menores que las de Nnoitra por ejemplo, y nunca he tenido problema alguno en realizarlas.
- Muy bien, entonces, si no te importa querido Ulquiorra por mí está todo dicho.
Dicho esto, salimos de la habitación. Caminamos en silencio, me sentía avergonzada. Tenía cierta curiosidad por saber qué es lo que pensaba aquel arrancar acerca de mí. ¿Qué soy una… llorica? Realmente, me había visto llorar en innumerables ocasiones, cuando entraba en mi habitación para traerme la comida siempre me encontraba llorando. Lógico, no había otra cosa que pudiese hacer allí, más que recordar a mis amigos y extrañarlos.. ¿Por qué no venían a por mí?
- Si lo que necesitabas era hablar, podrías haberlo hecho, mujer. – Me miro de reojo con esos inexpresivos ojos.
No le contesté. Se encontraba a pocos pasos delante de mí, caminaba con las manos en los bolsillos. ¿Por qué siempre las tenia ahí?
Ante mi falta de ánimo el apaciguo su paso. Dejando que pudiese incorporarme a su lado, en vez de andar detrás de el. Sonreí levemente por el detalle.
Al llegar a mi habitación, el arrancar me abrió la puerta con delicadeza y yo entré.
- Mujer. – Me llamo, lo mire a los ojos. – ¿Quieres que me quede ahora?
Preguntó, sin mucho entusiasmo.
- No, gracias. – Agache la mirada. Me sentía fatal, no me gustaba que alguien intentara hablar conmigo solo por acatar órdenes de su… ¿Dios?
- ¿Por qué? – Inquirió él. - ¿Quieres dormir? – Buena observación.
- Sí, estoy algo cansada. – Le sonreí falsamente.
- Muy bien. Adiós. – Se despidió secamente y cerró la puerta.
Aquella noche me costó dormir. No podía de dejar de pensar en mis amigos. Aquellos que dejé atrás para protegerlos de algún modo. En la negra oscuridad. Lloré, lloré sin consolación, como cada noche, quizás, pero esta vez me sentía tan.. tan.. Patética, tan penosa, tan desgraciada. No sé cómo ni en qué momento, mi agotado cuerpo se sumergió en la oscura noche, pero recuerdo que tuve un sueño, algo… extraño. La imagen de Kurosaki, Ishida, Tatsuki…
Y después…
- ¿Qué es el amor? – Esos ojos esmeraldas parecían curiosos. – ¿Podrías... de alguna forma… mostrármelo?
Mis ojos lo ven todo. Solo creo lo que ellos ven.
-Ul.. quiorra…
Espero que haya sido de vuestro agrado y para las personas que esten esperando todabía el capitulo 3 desde hace años, solo os digo que esta terminado. Besos y coment porfavor, para continuarlo o no!
Saludos!
