Disclaimer: Todos los personajes, lugares, etc. pertenecen a J.K Rowling exceptuando algunos que aparecen a lo largo del fic que he creado yo.
Cosas que debéis saber antes de empezar a leer:
Marco temporal: La historia se sitúa años después de que termine la guerra. El epílogo se mantiene y todo lo que ha sucedido en Hogwarts cuando los personajes estaban allí; pero adaptándolo a la historia que vivieron en sexto curso Draco y Hermione y cómo ésto les afecta en el presente.
Eso es todo, espero que disfrutéis de la lectura.
Nos vemos abajo.
"Días de Sol"
Capítulo 1: "Hace sol"
"Lo que el padre calla, sale a la luz en el hijo; y a menudo, he encontrado desvelado en el hijo el secreto del padre" (Friedrich Nietzsche)
Cerró el puño en torno al papel que llevaba en la mano y miró hacia la puerta al escuchar unos suaves golpes en ella. Sonrió. Sólo su hija llamaba a la puerta, su hijo, sin embargo, siempre entraba sin avisar a su despacho.
-Pasa, cariño -
Una chica pelirroja de unos dieciséis años de edad se asomó por la puerta con una sonrisa en los labios.
-¿Estás ocupada, mamá? -
-No - negó la mujer. -Siéntate -dijo mientras le indicaba con una mano que se sentara en el sillón de cuero negro situado frente a su mesa al mismo tiempo que abría un cajón y depositaba en él, el papel que llevaba en la mano, ocultándolo de la visión de su hija.
-¿Podemos hablar? -Preguntó la adolescente mientras miraba a su madre a los ojos.
Hermione la miró y frunció el ceño. Rose nunca, jamás preguntaba si podían hablar, simplemente comenzaba a preguntar cosas hasta que conseguía la información que deseaba. Que preguntara aquello era realmente extraño.
-¿Ocurre algo, Rose? - Observó como la chica se mordía la esquina del labio inferior sin saber si debía hablar o no. Un gesto nervioso que había heredado de ella. -Sabes que puedes contarme cualquier cosa ¿verdad? - Sonrió cuando vio como su hija asentía con la cabeza y se levantó para acercarse hasta ella.
Rose levantó la vista que hasta ese momento había estado fija en sus manos para mirar a su madre apoyada en la parte delantera de la mesa, justo delante de ella.
La observó durante unos segundos. Aquella mujer de cabello castaño rizado, ojos color miel y sonrisa bondadosa, era su madre.
-¿Rosie? -
La voz de su madre la sacó de sus pensamientos. La miró a los ojos, unos ojos que en aquel momento estaban cargados de preocupación. Inspiró profundamente antes de hablar.
-Mamá ¿Qué haces cuando lo que se espera de tí no es lo que tú realmente deseas hacer? -Preguntó siendo abstracta.
-Pido consejo -Respondió la mujer convencida, sin saber a dónde quería llegar la joven.
-¿Y si no puedes? -Preguntó la pelirroja sin apartar los ojos de los de su madre.
Hermione parpadeó confundida.
-Siempre podrás pedirme consejo a mi, cariño. Sabes que intentaré decirte lo que opino con total sinceridad -
Rose suspiró.
-De acuerdo... ¿Qué harías si desearas algo con toda tu alma pero supieras que todo el mundo va a decir que eso está mal, que no es lo mejor para ti? -
Hermione tragó saliva con dificultad, rezando para que su hija no se diera cuenta, cuando la imagen de un recuerdo la asaltó de repente. No sabía de qué iba todo aquello. No era frecuente que Rose se dedicara a preguntar sin tener un objetivo detrás; pero tampoco era habitual que hiciera preguntas tan parecidas a las que se había hecho ella misma a su edad. Entrecerró los ojos, excudriñándola.
-¿Qué ocurre, cielo? -
La mujer vio como su hija inspiraba profundamente y tragaba en grueso antes de hablar, como si la boca se le hubiera quedado seca.
-Estoy... - Hermione alzó las cejas esperando que continuara hablando -Estoy enamorada... y no puedo estarlo... - añadió aprovechando el momentaneo estado de estupefacción que presentaba su madre.
-¿Qué? ¿Por qué no? - Preguntó contrariada y comenzando a sentir que le faltaba el aire.
-Nadie lo aceptaría... -
Hermione levantó la cabeza para enfocar a su hija sin dar crédito a lo que había escuchado.
-¿Qué has dicho? -Preguntó con un hilo de voz.
-Que nadie lo aceptaría... mamá ¿Te encuentras bien...? -Preguntó la joven reparando en el tono blanquecino que había tomado la cara de su madre.
Pero Hermione ya no le prestaba atención. Hacía mucho que había dicho aquellas palabras, hacía demasiado tiempo que esas mismas palabras pronunciadas por sus propios labios la habían condenado a vivir sin el hombre al que más había amado en toda su vida.
"Nadie lo aceptaría..."
Las palabras se arremolinaban en su cabeza haciendo que recordara un nombre, un solo nombre: Draco Malfoy.
Salió de sus pensamientos y miró a su hija con los ojos desmesuradamente abiertos por la idea que acababa de cruzar su mente.
-¿Cómo se llama? -
Rose la miró sorprendida.
-¿Qué...? -preguntó confundida.
-¿Cómo se llama el chico, Rose? -Preguntó de nuevo alterada, sujetándola con fuerza por los brazos.
-Scorpius Malfoy... -murmuró Rose sorprendida por la reacción de su madre. Hermione Weasley se caracterizaba por ser fría y lógica, no por mostrarse tan alterada por nada aparente.
-No... - Gimió soltando a la pelirroja -Él no... - repitió negando con la cabeza mientras tomaba asiento en su sillón negro situado tras la mesa.
Rose frunció el ceño preocupada, se había esperado un grito; tal vez, un "¿te has vuelto loca hija?" pero no se había preparado para ver a su madre ponerse pálida como la cera y al borde del desmayo.
-Mamá, ¿te encuentras bien? - Preguntó Rose acercándose a su madre.
Hermione la miró como si acabara de reparar en que su hija continuaba estando allí.
-Sí... -Murmuró - Déjame sola, por favor... - Pidió.
Rose miró durante unos segundos a su madre preguntándose por qué le había sentado tan mal aquella noticia. Sabía que sus padres y sus tíos nunca se habían llevado bien con los Malfoy, pero también sabía que de todos ellos, su madre era la que siempre hablaba menos de ellos y la que, de vez en cuando, intercedía cuando sus tíos y su padre comenzaban a despotricar, concretamente de Draco Malfoy. Era normal que le sentara mal, pero no que le afectara tanto como si le hubiera dicho que Tom Riddle había vuelto de la tumba.
Suspirando, asintió en dirección a la mujer sentada y se encaminó hacia la puerta con aquellas dudas en la cabeza. Se encontraba a punto de cerrar la puerta cuando la voz de su madre llamándola desde su posición la detuvo.
-Rose... será mejor que no le digas esto a tu padre, de momento... -
Sólo cuando vio que su hija mayor asentía y salía del despacho se permitió soltar todo el aire que había estado conteniendo apenas sin darse cuenta. Sabía que Rose se había alarmado con su reacción; no lo había indicado de ninguna manera, por supuesto pero ella lo sabía como sabía que aquello iba a traer horribles consecuencias. Nerviosa todavia, centró su vista en el cajón situado en el lado derecho de la mesa donde momentos antes había dejado un trozo de papel, su última carta hacia ella.
Lo desdobló y lo volvió a leer.
"¿Qué hubiera pasado si nos hubieras dejado intentarlo?
Por cierto, mira por la ventana... hace sol...
Firmado: DM"
Respiró profundamente, no hacía falta que mirara por la ventana, ese día, como aquel día en el que le llegó la carta, hacía sol...
Bueno chicas, sé que llevo tiempo sin actualizar " El regreso del pasado" pero como ya dije allí, no he estado muy bien de salud y cuando por fin me recuperé tuve que estudiar para los exámenes, solo quiero decir que sigo viva y que esa historia continuará en muy breve espacio de tiempo.
Espero que mientras tanto os guste este fic que se me acaba de ocurrir :)
Dependiendo de la aceptación que tenga este capítulo continuaré con la historia o no.
Asi que los reviews diciendo que os ha parecido seran bienvenidos :)
Con mucho cariño
**Silver Princess**
